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Los Vengadores

ATENCIÓN: Esta crítica de la película Los Vengadores contiene algún que otro OJOCUIDAO (a.k.a. spoiler) que revelan aspectos básicos del desarrollo de la trama. Porque así de cabrones somos en LPD: hacemos una crítica de algo y la llenamos de OJOCUIDAOs, en lugar de limitarnos a especular sobre la poeticidad del intertexto subyacente al relato fílmico

En su momento (1963), y tras los éxitos de Los Cuatro Fantásticos y el relativo fracaso de la Patrulla X, Stan Lee forjó el grupo de Los Vengadores para reunir a algunos de sus superhéroes “huérfanos” (sin supergrupo en el que caerse muertos) más importantes, con la llamativa excepción de Spiderman [1] (a quien acertadamente dejó fuera de este tipo de componendas grupales, para así seguir profundizando en su faceta más atractiva: su condición de desgraciado-pringado). Y lo hizo, además, en una clara emulación de la Liga de la Justicia (el equivalente a los Vengadores en la compañía archienemiga, DC). Así que los Vengadores comenzaron su andadura con Thor [2], la Masa, Iron Man, y un par de personajes tan absurdos (La Avispa y el Hombre Gigante) que ni siquiera aparecen en la película que nos ocupa. Poco después, se les unirían muchos más héroes, comenzando por el Capitán América [3].

Con el transcurso de los años, el grupo va ampliándose más y más, hasta el punto de que tienen que abrir una franquicia, además de su sede central en Nueva York. Como, a diferencia de la Liga de la Justicia de América, los Vengadores son un grupo de alcance global, la franquicia recibe el nombre de “Vengadores Costa Oeste”, como en la NBA, y se radica en Los Ángeles. A partir de la aparición de la línea Ultimate en Marvel, Mark Millar [4] realiza una importante redefinición de los personajes: convierte a Thor en perroflauta, al Capitán América en un fascista “bueno”, y los pone bajo la égida de “Shield”, una especie de CIA global con la misma óptica de la globalidad que había conducido a “Vengadores Costa Oeste” años atrás. Hasta cierto punto, la película se inspira en las versiones actualizadas de Millar (sobre todo, en lo concerniente a Shield).

Dentro del Universo Marvel, Los Vengadores son un grupo de superhéroes que, realmente, nunca han aportado demasiado. Está claro cuáles son los focos de interés de los 4 Fantásticos (una familia, identidades públicas, etc.) y de la Patrulla X [5] (perseguidos, ocultos, “Diferentes”, etc.). Pero los Vengadores no tienen elementos de cohesión específicos. Para que Ustedes lo entiendan en términos españoles: los Vengadores no son el País Vasco, ni Cataluña, Ni Andalucía. Es como si Palencia formase una comunidad autónoma conjuntamente con Murcia y Ciudad Real: no habría manera de sacarle hechos diferenciales al asunto, o resultaría muy complicado.

Todo esto, por supuesto, tampoco tiene la menor importancia. Hablamos de tebeos, y no es cuestión de hablar de algo así como si tuvieran mayor valor que un fútil entretenimiento para niños asociales, que si algunos continuamos leyendo, aquí, desde su LPD amiga, será sólo con el afán de certificar la continua decadencia de la sociedad de consumo en todos y cada uno de los parámetros que la forjan. Pero que conste que, de entrada, el pegamento que cohesiona a los Vengadores, su origen, objetivos e incluso poderes, es muy endeble. Pese a lo cual, siempre han funcionado razonablemente bien en ventas (recuerden: hablamos de tebeos, lo cual, si bien no cae tan bajo como Los juegos del hambre [6] o Crepúsculo, quizás esté al nivel de Juego de Tronos [7]).

Tras disfrutar, con diversos grados de moderación, de películas como Hulk, Iron Man (1 y 2) y, en particular, el Capitán América [3], y tras reírnos con y de Thor [2], había bastante expectación por ver qué pasaría cuando los juntasen a todos. Y no, naturalmente, porque el contenido de la película pudiese generarle a nadie ni un ápice de incertidumbre, o porque su desarrollo no estuviera ya predeterminado y esculpido en piedra: aparece una Amenaza Cósmica – Amenaza Cósmica consigue que los Héroes se enfrenten entre sí – Los Héroes se dan cuenta de que han sido manipulados cual votantes que se creyeron el programa electoral del PP y deciden unirse; ¿será demasiado tarde? – No es demasiado tarde y la Amenaza Cósmica es conjurada. En este caso, la Amenaza Cósmica está personificada por el hermanastro malvado de Thor, Loki, a su vez aliado con una raza de extraterrestres si cabe más malvados que quieren conquistar la Tierra y necesitan a Loki para que les monte un portal interdimensional como Dios manda.

Uno de los momentos más ridículos de la película: ¡los héroes no se ajuntan y pelean entre sí!

La clave aquí, en efecto, no es la trama de la película, sino lo que la rodea, o lo que podríamos denominar el Coeficiente de Ridiculez. O, para entendernos: está muy claro que algo como los Vengadores está predestinado a ser un bodrioculón, pero… ¿será suficientemente divertido como para que le perdonemos el inevitable componente ridículo? ¿Estamos ante un horrible bodrio, como Transformers 3 [8], o frente a un memorable bodrioculón, estilo 2012 [9]?

Los Vengadores se quedan a medio camino. La película tiene buenos momentos y es muy entretenida en su fase final (la interminable batalla del Bien contra el Mal, que funciona bastante bien), pero resulta a menudo lenta y pesada hasta llegar a ella. Y ello, en general, por un motivo, que podríamos denominar sutilmente “menos Thor y más Iron Man”. Menos mierda sobrenatural y más hombre hecho a sí mismo (literalmente). Menos ceremonial impostado semianalfabeto y más chanzas.

Thor es el Dios de los poligoneros: musculoso, macarra y muy poco inteligente. Si a ello le unimos que, en esta película, el malo principal es el hermanastro de Thor, Loki (“el Dios de las mentiras”; ¡el Dios de Mariano Rajoy!), tenemos sobredosis de dioses nórdicos: un menú demasiado indigesto, sobre todo en la parte central de la película. Aunque, al menos, nos ahorramos ver Asgard, el espectáculo de colorines que ya disfrutamos en Thor [2] y que a más de uno le provocaría una crisis de epilepsia, como si estuviese viendo dibujos animados japoneses.

El argumento, que no decepciona (como ya dijimos, es totalmente previsible), es lo de menos. Lo interesante es ver si funciona lo que rodea al argumento. La caracterización de los personajes, el ritmo de la película, las macarradas. Y ahí la cosa alcanza un aprobado, pero no mucho más. Muy bien Scarlett Johansson, por razones obvias. Los demás, pues según se amolden mejor a lo que pide un espectáculo audiovisual tan condensado.

Por ejemplo: la Masa es un superhéroe (o lo que sea) muy, muy aburrido en los cómics [10], dado que su registro oscila entre “Masa machacará” y “Masa aplastará”. Un menú difícil de soportar durante mucho tiempo. En cambio, para una película la Masa es ideal, sobre todo como comparsa, pues proporciona la dosis justa de macarrada y humor que el espectador espera, sin llegar a agotarse.

Los supervillanos cósmicos, tipo Loki o los Skrull, en general no funcionan bien: aumentan peligrosamente el Coeficiente de Ridiculez a unos niveles que ríanse Ustedes de la prima de riesgo española. Mejor enemigos con Denominación de Origen la Tierra, a poder ser (¿qué tal un Superbanquero Maléfico que engañó a todos durante años haciéndoles creer que él reordenaría el sistema bancario en un par de meses merced a su sabiduría y a sus privilegiados contactos?).

Y la organización secreta paramilitar que siempre acaba estando detrás de cualquier maniobra en pro del Bien en los tebeos de superhéroes, en general, muy bien. En la película, dicha organización, llamada “Shield”, está regentada por Nick Furia, quien a su vez responde ante un siniestro círculo de consejeros, liderados por uno que guarda un desconcertante parecido con Dominique Strauss-Kahn, y que es siempre el más tocapelotas, sobrado y chulito con Furia y con los invasores.

En la parte final, los Vengadores se enfrentan a la terrible amenaza de la invasión Skrull, que cruzan el bujero en el Universo que ha montado Loki e invaden Nueva York en terribles oleadas de… Veinte invasores. La verdad es que la cosa no resulta demasiado impresionante, y teniendo en cuenta la facilidad con la que los Vengadores se deshacen de ellos, pues menos aún. Los Skrull recuerdan mucho a una especie de “Orcos del Espacio [11]”. Seguro que son malísimos, pero, como también son unos patanes, tampoco inspiran demasiado respeto.

Por supuesto, ya está en marcha una segunda parte, con supervillano cósmico incluido; si cabe, incluso más ridículo que los que tuvimos que padecer en la primera parte: un extraterrestre que está enamorado de la Muerte y es muy malo, o algo así. Es decir: un supervillano tan, tan ridículo que resulta ridículo INCLUSO EN EL CÓMIC original de Los Vengadores. ¡Lo que nos espera!

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