ALCATRAZ

ATENCIÓN: Esta crítica de la serie Alcatraz contiene un OJOCUIDAO (a.k.a. spoiler), en el último párrafo, que revela algún aspecto del desarrollo de la trama. Porque así de cabrones somos en LPD: hacemos una crítica de algo y la llenamos de OJOCUIDAOs, en lugar de limitarnos a especular sobre la poeticidad del intertexto subyacente al relato televisivo

Alcatraz es la última serie de TV ideada por el prolífico JJ Abrams, autor de series como Lost, Alias, o Fringe. Y ya saben Ustedes lo que eso significa. Significa, en efecto, que la serie nos ofrecerá un misterio muy misterioso, que no se nos explica, y que enmarcará la trama de cada episodio, a la cual se le superponen datos que, capítulo a capítulo, nos irán desgranando más aspectos de la trama principal. Como en Alias, Lost, o Fringe. Datos que, por supuesto, no contribuirán a clarificar en absoluto el misterio inicial, sino que lo complicarán más, y más, y cada vez más, hasta que… Varias temporadas después, la serie padezca un lamentable cierre en falso. Es decir, como ocurrió en Alias y Lost, y en breve ocurrirá también en Fringe.

¿Merece la pena ver Alcatraz? Pues mire Usted, no sé qué decirle. Partiendo de la base de que, tarde o temprano, el resultado nos decepcionará, al menos el recorrido de la primera temporada estaba bastante bien. Pero igual yo digo eso porque la serie tiene el componente “cárcel”, siempre tan atractivo. Les recuerdo que hace unos años se emitió un engendro llamado Prison Break, en el cual los personajes huían de una cárcel en las temporadas impares y trataban de entrar en otra en las pares; y allí estuve yo, tragándome cinco temporadas.

La isla de Alcatraz. Como todo lo que merece la pena, fue descubierta a finales del siglo XVII por un explorador español

¿Cuál es el misterio que sirve de excusa al asunto? En 1963, desaparecen más de 300 presos y guardias de Alcatraz. De la noche a la mañana. Y nadie sabe dónde están. El Gobierno de EEUU, que es intrínsecamente malvado y se gasta tus impuestos (bueno, los impuestos que pagan en EEUU los defraudadores españoles por sus mansiones en Miami compradas merced a todos los años en que le han ocultado su riqueza al fisco español, a la espera de una oportuna amnistía que les premie por ello) en tapar fenómenos paranormales, ovnis y asuntos inexplicables de todo tipo, decide ocultar semejante cosa a la opinión pública. Se hace el paripé de que los presos y guardias han sido destinados a otras prisiones, que estuvieron años, a veces décadas, prisioneros o trabajando en ellas, y todo arreglado (al parecer, ni los presos, ni los guardias, tenían familiares ni amigos que se preocuparan en lo más mínimo por su desaparición).

Pero, 50 años después… ¡Los 300 desaparecidos reaparecen en EEUU, libres, los peores asesinos y delincuentes de aquella época! ¡Y, además, reaparecen sin haber envejecido! (porque, claro, si aparecieran teniendo 80 o 90 años la cosa no daría tanto miedo). Menos mal que el Gobierno no se ha gastado todo el dinero en Acciones Humanitarias, y reservó una parte para, en 1963, crear un grupo “superespecial” encargado en exclusiva de investigar la desaparición de los presos. El grupo, dirigido por un guardia de Alcatraz recién escudillado, que es quien descubre que ahí todo el mundo ha desaparecido (él estaba de permiso, o algo), cuenta con fondos ilimitados para montar una base supersecreta en Alcatraz, otra en mitad del bosque… Y ahí se pasan, 50 añazos, sin descubrir absolutamente nada sobre la desaparición de los presos. 50 años sin dar un palo al agua. Toda una vida profesional acumulando complementos y plus de peligrosidad… ¡Por no hacer nada! ¡Para que luego los liberales nos vengan con que los funcionarios españoles no hacen nada! ¡Al menos, a los funcionarios se les congela el sueldo y no se les dan bases secretas y pasta a tutiplén!

Pero en esto que llega 2012, y cuando nuestro héroe, tras una plácida trayectoria dedicada a la vida contemplativa, se disponía a jubilarse (no en vano tenía ya 70 años), a los presos les da por reaparecer, y el hombre tiene que ponerse manos a la obra (la serie, en un ejemplo más de falta de realismo, nos muestra al ancianito como un tipo duro y curtido). El abuelo crea un supergrupo totalmente inverosímil, formado por:

– Él
– Un orondo profesor de Universidad freak, o algo, de gran inteligencia y capacidad, que es “el máximo especialista vivo en Alcatraz”, autor de un montón de libros sobre el tema (sí, tampoco él, el superespecialista, tenía ni la menor idea de que los 300, en realidad, desaparecieron sin más).
– Y una agente de policía que ha visto cómo su compañero era asesinado por… ¡Su propio abuelo! (uno de los presos de Alcatraz). Y, claro, busca venganza, o encontrar a su abuelo, o Dios sabe qué. No me digan que la cosa no es un simpático giro a la paradoja de ir al pasado, tirarte a alguien y acabar convirtiéndote en “el señor soy mi propio abuelo”.

Este equipo, que parece salido de un cómic de los años sesenta, se supone que tiene que capturar a “los peores criminales de la historia”, que van apareciendo al cómodo ritmo de uno por episodio. A partir de ahí, nos encontramos con todos los clásicos de JJ Abrams. Por ejemplo:

– Una protagonista femenina joven que viene a ser apadrinada por alguien mayor que ella.
– Unos vínculos familiares que van aflorando entre los héroes y los villanos de la serie.
– Misteriosos experimentos científicos, con una especie de sabio loco que se dedica a juguetear con sus víctimas (en este caso, presos)
– Un misterio que va retorciéndose y complicándose cada vez más. Conforme más te cuentan, menos sabes
– Un flashback para que sepamos más (tampoco mucho, a decir verdad) de la vida del preso en cuestión en Alcatraz y, de paso, para darnos algunas claves del… ¡Misterioso misterio que alberga Alcatraz!
– Una música (por llamarla de alguna forma) idéntica a Fringe, a Lost y a Alias (los derechos de autor mejor explotados de todos los tiempos). Tenemos sonido de “sorprendente revelación”, sonido de “y aquí está pasando algo aunque parece que no esté pasando nada”, e incluso sonido de “y ahora hacemos un flashback con el pasado”.

La serie, en resumen, es entretenida, aunque sin pasarse. Y decepciona un tanto al final de la primera temporada. Al menos, a mí. (¡OJOCUIDAO! ¡OJOCUIDAO!). Se supone que el supermisterio de la trama (por qué desaparecen los presos y luego reaparecen, por qué no han envejecido nada) gira en torno a la turbia figura del alcaide de Alcatraz en 1963, que es quien mueve los hilos y pone cara de tipo complejo y atormentado con múltiples secretos en su haber. El Alcaide guarda todos sus secretos en una habitación de Alcatraz que nadie puede abrir a lo largo de 50 años, porque hacen falta tres llaves para conseguirlo (al parecer, en 2012 nadie ha oído hablar de las ganzúas, de los sopletes, de los explosivos, o de los túneles, por citar algunas formas de acceder a una habitación sellada). Tras muchas vicisitudes, los héroes de la historia logran hacerse con las tres llaves. Entran y… ¿qué encuentran? Encuentran a un individuo anónimo y anodino que aparece por primera vez en el flashback de ese mismo episodio, y que ahora se encuentran ahí, 50 años después, en plan… ¡Oh! ¡Qué misterio!

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