Comencemos por el principio. En el hipotético caso de que no lo sepan ya: “¿Quién quiere casarse con mi hijo? [1]” es un reality show de Cuatro que se ha ganado las mentes y los corazones de LPD. Y no nos suelta. El lazo con el que nos ha atado a la televisión es más fuerte que los principios morales de un concejal de Urbanismo. No podemos parar de mirar. Afortunadamente, la semana que viene se acaba. O eso parece. Que, con lo bien que les ha ido, no me extrañaría que dentro de un mes hicieran una segunda parte, que hay que aprovechar el filón.
Conforme pasan las semanas, las situaciones del programa resultan más y más increíbles. No es que las del principio tuvieran mucho que envidiar a las de ahora, pero el bombardeo por saturación de españolidad en vena es tal que uno, a veces, se pregunta: ¿será posible que España sea aún más grande de lo que yo creía? ¿Más?
Pues sí: lo es más. Y puede que esté todo guionizado, que interpreten un papel, … Pero da igual. Para interpretar algo semejante, hay que vivirlo. Si no hay una correlación entre el actor y el personaje que interpreta, no es posible que la cosa quede tan natural. ¡Sólo faltaría que en España los únicos que no supieran actuar fuesen los actores del cine español!
Dr. Stripper
A lo largo de estas semanas, David, el “químico y stripper”, ha demostrado, una y otra vez, que es más stripper que químico. Ora pillando cacho de una, ora de otra, … David vive en un gineceo en el que él es el amo. Inexplicablemente, hay gente, incluso concursantes, a quien esto no le parece bien. Y él, claro, se enfada.
Pero no crean que por ser más stripper se es menos químico. Gracias a la aportación de @alfonsotwr [2] pudimos confirmar no sólo que el hombre trabaja en el CSIC y está cursando estudios de doctorado. Sino que, además, cuenta con varias publicaciones de impacto en revistas científicas tan prestigiosas como el European Journal of Inorganic Chemistry. Por ejemplo, David publicó “Unprecedented B–H Activation Through Pd-Catalysed B–Cvinyl Bond Coupling on Borane Systems [3]” (que, por cierto, da un poco de mal rollo que aparezca una cruz al lado de su nombre. A ver si al hombre le ha dado algo de tanto metel.lah). Aquí tienen el perfil del maromo en Linkedin [4]. Para que luego digan que el I+D en España no renta. ¡David levanta la ciencia española desde su laboratorio y el resto del tiempo se dedica a levantar otras cosas!
Ya van quedando menos mujeres, es ley de vida que haya que expulsar a algunas, y las tensiones larvadas van aflorando. Unas, porque David se ha tirado a otras, y otras, porque David insiste en tirárselas. Y a Dr. Stripper ese tipo de tensión competitiva no le gusta: ¿Y si él está un día, con los colegas, y las chicas se ponen a gritarse y le estropean la fiesta?
Sus dudas acaban solucionándose por la vía rápida: una de las mujeres no quiere tirárselo: a la calle. Otra le dice que salió con una estrella del Real Madrid (¿Míchel Salgado? ¿Chendo? ¿CHENDO?). Y la reacción de Dr. Stripper es igualmente taxativa. A la calle también. ¿Por qué? Porque, como le explica a su madre: “¿tú sabes cómo son estos futbolístas? ¡Pero si no saben ni leer!” ¡Que te lo digo yo, que he publicado en el European Journal of Inorganic Chemistry!
Cuando ya sólo le quedan dos, Dr. Stripper vive momentos muy duros: la que más le pone ha descubierto que puede ganar más réditos haciéndose la estrecha, y la otra, que se pone a tiro todo lo que haga falta, tiene 34 años. O eso dice. Igual es que hacen mucho hincapié en ello, pero a mí me parece que envejece cinco años a cada programa que pasa. Al final, David está hecho un lío: “yo he venido aquí a tirarme a las diez… pero me tiro a una y me siento fatal!”.
El informático virgen
La historia del informático virgen, más que la de ningún otro, es inseparable de la de su madre. Pilar, que así se llama, es oro puro. Se dedica a dinamitar sistemáticamente las relaciones que pudiera tener su hijo con las candidatas, mintiéndole, metiéndole ideas insidiosas en la cabeza, inventándose supuestas afrentas de las que le caen mal… Y todo ello trufado de continuos laísmos y leísmos mientras dice, maquillada cual Alaska con 20 años más (sí, con 20 años más que Alaska ahora, en 2012), que aquella no tiene clase y esta otra es una cualquiera.
La madre del virgen, claramente, tiene un edipo inverso [5], o como se diga eso, que seguro que algún psiquiatra le ha puesto un nombre griego. La voz en off del programa deja caer la siguiente incógnita: “¿Será capaz Pilar de anteponer la felicidad de su hijo a la hostilidad que siente por Zaida?”. Ya se lo digo yo: no. Si acaso, lo de la felicidad del hijo es un aliciente más.
Ru-Ken, el Valenciano
Rubén cada vez nos gusta más. Es estudiante de Periodismo, o eso dice, porque la verdad es que se pasa el día cuidándose, acicalándose y cultivándose el cuerpo. En cuanto a la mente, no sabe, no contesta.
Ru-Ken es un hombre de principios, como ya explicamos en el artículo anterior [1]. De un único principio, que cabría calificar como termostático. Él siempre está caliente, y sólo hay una forma de estarlo menos. Así que Ru-Ken mete a tres candidatas en un barco y, una a una, se las lleva a la cabina del capitán (él), donde se lía primero con una, luego con otra, y por último con otra más. A la vuelta de la excursión, declara: “yo sigo igual de cachondo que ayer y que anteayer. Siempre voy a tope”.
Pero, a pesar de que Ru-Ken tiene amor para todas, al final, cuando sólo quedan dos candidatas, las tensiones afloran. Una de las dos candidatas, Gina, despotrica, grita y solloza sin cesar. Es muy inmadura, dice la madre. La otra candidata, Graci, también grita cual verdulera. Acaban montándole a Rubén un minifollón en la cena, “¡y delante de mi madre!”. Rubén se queja amargamente: “he estado toda la tarde arreglándome para esto…”. Y concluye: es que estas son unas chonis de barrio. Parecen de pueblo. Yo estoy acostumbrado a otro nivel.
Y, para demostrar en qué consiste ese otro nivel, Rubén se las lleva… ¡a un infame chiringuito de playa, “Tropicana Club”, donde se pasa la tarde restregándose con ambas, a la vez si fuera posible!
Todo esto es muy complicado para Rubén: tiene que elegir, pero… ¿Cómo hacerlo? “Las dos me ponen muy caliente”. Aparentemente, estamos ante un dilema imposible. Menos mal que una de las concursantes tiene más tetas que la otra, porque si no, no sabemos cómo saldría Rubén del paso.
El facha
El facha es un tipo muy aburrido. Le pone una brasileña buenorra que ha salido en Intervíu, y por eso la salva, elección tras elección, a pesar de que a su madre, Toya, no le gusta un pelo (joder, que es pobre). Y, al final… Es la brasileña la que se autoelimina, porque el facha ha contado que se dieron un beso, o algo así. Y el pobre facha se ve abocado a quedarse con la lagartona a la que avergonzó dándole un espectáculo de canción lírica en un restaurante.
¿Un facha rodeado de tías buenas que, tras seis o siete programas, sólo le ha dado UN beso a UNA de ellas? Una cosa está clara: este facha no es del PP. Uno del PP se habría metido con todas ellas en un jacuzzi el primer día y habría intentado procrear por todos los medios [6]. Este facha debe ser de UPyD, o aún peor: de la UCD.
Menos mal que, a falta de facha, tenemos madre del facha. Una fuente inagotable de gratificantes sentencias retrógradas que ubican a la buena señora en el siglo XVI, con el ABC debajo del brazo [7]. Como cuando explica su experiencia en Irak, en plena guerra (no está claro si la de 1991 o la de 2003): Toya, mujer de diplomático, vivió el conflicto en primera línea: “caían once misiles al día” (ni diez ni doce. Exactamente once al día. Como un reloj). “¡Pues no habré conducido yo tanques en Bagdad!” (Aquí el guionista se dejó llevar un poco).
O como cuando Toya pilla a su hijo de 45 años con sus aspirantes a consortes… ¡En pleno guateque! ¡Qué vergüenza! ¡Y qué sabor setentero! El facha se disculpa: “Sí, ayer íbamos todos un poco copas”. Luego, agacha la cabeza ante las reconvenciones de Toya. ¡Qué gran mujer!
El gay
El empresario gay de Bilbao es, sin duda, el personaje más soso de los cinco. Pero la cosa ha dado un oportuno giro de guión. El gay bilbaíno es tan soso que sus pretendientes han acabado liándose… ¡Entre ellos! Y luego, jugando con la idea de “tú, espectador, sabes que se han liado, pero él no”, los guionistas nos proporcionan momentos televisivos que sólo cabría calificar como históricos, con los dos supuestos pretendientes pasando de él y dejándole, noche tras noche, solo en la habitación… Mientras se arrejuntan por su lado. La cosa llega al clímax en una escena en un bar en la que los dos pretendientes se ponen a hacerse “manitas” y arrobados, mientras Luis Ángel (el gay de Bilbao), muy cuco, algo sospecha, y les suplica que paren. Desde luego, el guionista ha disfrutado en esta parte del psicodrama.
El mensaje oculto también es espectacular: los gays son promiscuos y poco de fiar; no como los heterosexuales del programa, que no paran de tirarse indiscriminadamente a las candidatas, sí, pero con nobleza: van de frente.