George Harrison (Martin Scorsese, 2011)
La eclosión de la “beatlemanía” a principios de los 60 necesitaba también la construcción de una imagen en el cine, una imagen que fue fijada por las dos películas que dirigió Richard Lester con los de Liverpool: ¡Qué noche la de aquel día! (A Hard Day’s Night, 1964) y Help! (1965). Esas dos películas trasladaron la imagen que ha perdurado de los Beatles: un grupo formado por unos chicos simpáticos, divertidos, bromistas, un pelín ingenuos, que estaban juntos a todas horas, que vestían de un modo elegante, melenudos (pero no desaliñados) y que van constantemente viajando de aquí para allá huyendo de sus fans. Una imagen que dejaba de lado otros aspectos, como su consideración en la época de auténticos iconos sexuales, el consumo de drogas, los enfrentamientos en la convivencia o los choques que tenían a la hora de grabar los temas en los estudios. Asuntos comunes en cualquier grupo de rock pero que la mitología reciente sobre el rock ha preferido siempre ignorar [acceso al artículo completo]
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Comentario de karpov (16/11/2011 12:55):
cuando terminó la película pensé que faltaba algo. la música, por ejemplo. el desapego de harrison hacia la música. su falta de interés, sobre todo en el segundo tramo de su vida, el postbeatle. si harrison fue famoso fue por músico, no por otra cosa. y de música, realmente no se habla. y clamoroso el asunto de la cocaina, que a cualquiera le tuvo que extrañar. esa santificación de ‘se adentró por el camino espiritual con el lsd pero luego renunció a los químicos’, para luego apuntarse que tuvo un problema. clamoroso. y el numerito de clapton y él con la parienta, la frase ‘pues quédatela’… el mito de harrison como el ‘bueno buenísimo’ de los beatles, por el fango. aunque la aspiración era esa, santificarlo.
lo del aura y el brillo del cadáver, explicado al final por la mujer… de riír mucho.
enhorabuena por la crítica.