The Shield: el infarto hecho serie

 

 

¿Vejiga urinaria a punto de estallar? ¿Aparato excretor que pide dodotis mediante el universal lenguaje de los retortijones? ¿Deshidratación? ¿Principio de inanición? ¿Ojos inyectados en sangre? ¿Cuántas personas habrán fallecido después de explotar por dentro con tal de no ir al cuarto de baño o a la nevera mientras enganchaban uno tras otro los episodios de “The Shield”? Cadáveres indistinguibles del sofá, mimetizados con él, pueblan los salones de las ciudades. En la lámpara cuelga un intestino grueso. Aquella víscera clavada en la gitana de encima de la tele debe de ser el bazo. De esto no hablan los medios. Hay un inquietante silencio ahí. Nunca un producto audiovisual había obligado al espectador a quedarse quietecito a riesgo de que el desvío de la cabeza durante tres segundos le hiciera perderse un mínimo de 14 tramas.

Decir que vivimos una época dorada de las series televisivas desde “Los Soprano” es un tópico –y no por ello menos cierto- al que hay que seguir recurriendo para explicar productos como “The Shield”. Hay unanimidad en los “historiadores de series” en señalar 1999 como la fecha entre la que hay un A.S. y un D.S. en esta  materia (antes o después de “Los Soprano”). A partir de ahí nombres como “The Wire”, “Breaking bad” o “Deadwood”, junto a otro puñado, muestran un cambio de tendencia por el que el mundo televisivo apuesta por una calidad similar al de las más grandes películas, con la ventaja de que la duración de la serie permite que el argumento se adentre en multitud de detalles, se ramifique de maneras variadas y permita presentar a personajes e historias cada vez más complejas.

Si consideramos al planeta serie como un Saturno rodeado de anillos, hay un primer nivel que abarca a las más grandes y deslumbrantes. La imaginación y medios invertidos en las series que se encuentran en este primer anillo también han influido en otras que, sin llegar a las mismas cotas de excelencia, suponen un intento de ofrecer una vuelta de tuerca o una nueva visión de géneros u ofertas anteriores. Aquí situaríamos a “The Shield”, que no puede competir con sus hermanas mayores pero que a cambio muestra una personalidad original e intransferible, además de una capacidad de adicción como pocas.

Esta multipremiada serie policíaca de siete temporadas que van del 2002 al 2008 se basa en conceptos anteriores que retuerce hasta hacerlos suyos. En principio está sustentada en el trabajo policial realizado en Farmington, un distrito inventado de Los Ángeles. Allí se dan cita policías de uniforme, detectives de traje y corbata, un equipo de asalto y los jefes.

EL EQUIPO DE ASALTO Y LA ESPOSA DE COLOMBO

La principal novedad que aporta “The Shield” es el estiramiento del concepto de serie-fórmula a toda la trama. La serie-fórmula se basa en la repetición de unos clichés con un personaje carismático y con habilidades especiales como pilares, o con un grupo de ellos. Por ejemplo “Colombo”, “Se ha escrito un crimen”, “McGyver”, “El Equipo A”, “C.S.I”, “House” o “El Mentalista”. Los episodios siempre son iguales en cuanto a estructura y sólo varía ligeramente el problema que se presenta. El espectador espera el triunfo del carisma y la habilidad especial ante un obstáculo sospechosamente parecido al del episodio anterior. Son series que permiten su visionado a ciertas horas, después del trabajo, con el cansancio acumulado y mientras se acuesta a los niños. No pasa nada si te pierdes un rato y justo para eso están, para que puedas perderte momentos y cojas el hilo sin problemas y sin ninguna exigencia.

“The Shield” lleva la fórmula a puntos insólitos. El personaje carismático es Vic Mckey, jefe del grupo de asalto, un macho alfa violento, asesino, corrupto, astuto como todos los zorros del bosque juntos y a la vez eficacísimo policía que resuelve más casos que nadie y estrella contra cualquier superficie sólida más cráneos de pandilleros y delincuentes que nadie. Acosado desde el principio por todos los frentes, soluciona casos a la vez que produce multitud de tramas donde roba, chantajea, amenaza, mata o le tratan de matar, o bien de apartar de su trabajo. La fórmula se centra en qué tiene que hacer Vic y su equipo para deshacer los intentos de acabar con ellos mientras la lían parda de todas las maneras posibles y encima resuelven casos. Lo destacado y originalísimo es que la fórmula es una columna vertebral de la serie. No se concluye con la solución en cada episodio, sino que sirve de hilo conductor. Apenas han salido de una cuando están en otra… y otra, y otra, y otra, y otra. Y todas a la vez.

En las series-fórmula tradicionales, el carisma y atractivo del personaje o grupo de personajes consiguen que el espectador suspenda su incredulidad cuan larga es gracias a dicho carácter y la repetición de resolver el enigma con los mismos métodos consabidos. Lo importante es esa suma de características especiales del protagonista y capacidad para resolver el jeroglífico, no la verosimilitud, que pasa a un segundo plano.

La nueva, hiperbólica y embrolladísima idea de fórmula que ofrece la perspectiva de “The Shield” requiere de algo más que el carisma de Vic Mackey para suspender la incredulidad de un espectador bombardeado por todo tipo de entuertos que se facen, desfacen, vienen, van, se reproducen y nunca parecen morir, sino más bien resucitar más tarde.

Para ello la serie une al carisma de este personaje y su equipo, y a la solución de los “enigmas”, un modo de rodar y montar rapidísimo, cámara al hombro, lleno de acción constante. Precisamente esa frase “lleno de acción constante”, jamás había estado tan llena de acción constante. Decir que es un no parar se queda corto.

Aunque el ambiente del barrio, sus pobladores y muchas historias tienen una pátina de realidad, la suma de líos enmarañados en una red de nudos gordianos y marineros descritos a toda velocidad hace que todo sea tan inverosímil como en una serie-fórmula, pero que como en ellas no importe.

Curiosamente la violencia extrema, e incluso el “gore” de muchas de las tramas no impacta al espectador de forma sórdida porque existe una atmósfera de irrealidad con tanta acción que transforma al equipo de asalto en una especie de patrulla de superhéroes/supervillanos. Aunque se muestran algunas de sus relaciones familiares o afectivas, en realidad casi ni comen, ni duermen, ni beben, ni se drogan, ni hacen otra cosa que no sea liar la de Dios es Cristo 24 horas al día, siete días a la semana.

CANCIÓN TRISTE DE LA CUADRA

Junto a la original trasformación de la fórmula en “fórmula vertebral”, la serie bebe de otras clásicas, como “Canción triste de Hill Street” o la recomendable y longeva “Ley y orden” (20 temporadas y más de 450 episodios). El equipo de asalto convive con policías de uniforme y detectives, que van resolviendo casos típicos como violaciones o asesinatos. Sus personajes recuerdan más al de las series mencionadas y el ritmo trepidante suele calmarse un poco cuando ellos aparecen para diferenciarse del equipo de asalto. Se calma eso, un poco, lo que va del infarto agudo al leve.

La comisaría de policía tiene el sobrenombre de “La cuadra”, una antigua iglesia con una curiosa estructura en dos plantas, con las jaulas para los prisioneros en medio y a la vista de todos. “La cuadra” actúa como tercera pata de la serie. La primera es el equipo de asalto, que parte de “La cuadra” para realizar su labor principal en el exterior. La segunda los detectives y policías de uniforme, que empiezan su labor en el exterior pero vuelven a “La cuadra”, un contraste que casi pasa desapercibido. En ese sentido la comisaría es como un corazón. Las venas con la contaminada sangre del equipo de asalto tiende hacia un lado, la más depurada de las arterias retorna ya más o menos oxigenada (pese a sus carencias, los policías de uniforme y detectives son personajes generalmente positivos). La función de esta particular cuadra es vital y casi supone un personaje más.

Como decimos, los policías de uniforme y detectives, en contra del equipo de asalto que sale, vuelven a la cuadra a realizar el grueso de su trabajo. Los de uniforme patrullan pero suelen hablar de sus cosas en la comisaría, donde se desarrollan sus personajes. De hecho, los de uniforme suelen ser los personajes más “culebroneros” en ese aspecto.

Los detectives centran su trabajo en la sala de interrogatorios. Precisamente uno de los puntos fuertes de la serie son estos interrogatorios. Ninguna serie les había concedido tanta importancia. En ellos, y de forma ligeramente más pausada, sólo ligeramente más pausada, los detectives despliegan su ingenio para atrapar al delincuente. Algunos son los mejores interrogatorios filmados hasta la fecha, tal cual. Esta acción “psicológica” completa a la acción del músculo desplegada por el equipo de asalto en las calles.

La sala de interrogatorios, con la sala de al lado donde otros policías pueden verlos gracias a las cámaras, es el punto de fricción más claro, el encontronazo entre dos mundos que chocan en “La cuadra”. Por un lado el de la violencia del equipo de asalto, por otro el más cerebral de los detectives. Este encontronazo es también el de dos series dentro de una. El equipo de asalto que encierra la hipérbole de la fórmula, llevada hasta puntos de cómic en ocasiones, y la más realista y tradicional de los detectives.

En la sala de interrogatorios, y con las limitaciones de cada uno, los detectives intentan resolver los casos de forma honrada. Los interrogatorios sirven sin embargo para que el equipo de asalto continúe tejiendo y destejiendo su estajanovista dedicación al desorden y el enredo.

Si “La cuadra” es el corazón que aglutina dos tipos de sangre, arterial y venosa, la sala de interrogatorios es la sístole y diástole de ese corazón.

TREPIDACIÓN

A modo de resumen, “La cuadra” logra conciliar dos tipos de serie distinta. Por un lado ese raro y personal concepto de la fórmula, la “fórmula vertebral”. Por otro el más tradicional eco de series policíacas clásicas. Y así tenemos tres patas: equipo de asalto (vuelta de tuerca original de la serie-fórmula), detectives/uniformados (tramas policíacas clásicas) y comisaría (conciliación de los dos universos).

La cuarta pata de esta mesa, y quizá el verdadero discurso que ofrece “The Shield”, es una reflexión sobre la imagen, sobre el hecho puramente cinematográfico, y puede parecer que aquí nos ponemos estupendos. La manera de rodar, el montaje y, en general, la forma, priman sobre el contenido. Lo que realmente termina dotando de personalidad propia y exclusiva a esos universos conciliados en la comisaría es la trepidación, la acción constante, que no paran de pasar cosas y que pasan a una velocidad inaudita. Esta planificación es lo que hace de esta serie en apariencia policíaca, una auténtica extravagancia, una singularidad sin precedentes y, en el fondo, una chaladura divertidísima que no deja ni respirar al espectador. Nunca antes se había hecho apnea para no perder un detalle. Rostros enrojecidos por la asfixia que sólo pueden buscar la bocanada de aire puro cuando termina el episodio. Y el aire justo para continuar con el siguiente.

TEMPORADAS Y PEQUEÑOS CONSEJOS

No vamos a adelantar nada para quien no la haya visto ni a hacer una exposición de cada una de las siete temporadas. Avisamos, eso sí, de que empieza de una forma titubeante e irregular, para coger la velocidad de crucero, esto es, de cohete, pasada la mitad de la primera temporada. Aguanten hasta entonces y no se arrepentirán. Después de unas primeras temporadas distraidísimas, la serie, para introducir variantes, se refuerza con grandes actores como Glenn Close y Forest Whitaker. Cada uno de ellos ejerce a su modo de fuerza de distinto tipo en torno al equipo de asalto. Tras estas apariciones estelares, y si la cosa ya estaba desmadrada, se termina con un despiporre absoluto y la mayor muestra de cosas que pasan por minuto que nuestros ojitos han visto.

ANILLOS DE SATURNO

Insistimos en que “The Shield” es una auténtica rareza, trepidante, adictiva y original al mezclar diversas cuestiones y ofrecer una mirada nueva sobre la serie-fórmula. Sus propias características impiden que dé el salto al primer anillo del Saturno de las series. Resulta imposible echar tantas cosas a la olla y que salga el mejor plato. En sus excesos están sus limitaciones, y realmente no acaba de profundizar en muchos personajes. Algunos de ellos son superficiales toda la serie, otros cobran protagonismo al final, otros al principio y luego desaparecen. Algunas tramas quedan desmadejadas, apartadas sin venir a cuento, otras empiezan y se estancan. Se producen muchas reiteraciones. Esto hace que sea una serie única por una parte, pero por otra que esté un escalón por debajo de las más grandes. Mezclar tantos factores -y algunos con puntos de vista sorprendentes- y encima a ese ritmo no puede llegar a más. Y a la vez llega a todo lo que podía llegar. O sea, “The Shield” no es la mejor serie, pero no se puede hacer mejor “The Shield”.

 


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  1. Comentario de paco (14/11/2011 15:43):

    Me voy a levantar y aplaudir por el artículo.
    (para mi si una de las series mejores series que he visto)

  2. Comentario de Refius (14/11/2011 17:25):

    Una reseña maravillosa y sin spoilers. Por fin el cebo adecuado para lanzar a mis amigos reticentes a darle una oportunidad esta pedazo serie. Serie TOP.

  3. Comentario de BunnyMen (14/11/2011 22:12):

    Hace años Telemandril me salvo de engancharme a esta serie gracias a sus alucinantes horarios cambiantes. Luego pasar de un trabajo con turno de tarde a otro con un horario vespertino como la gente de bien hizo el resto.

    Pero la tengo en la recara de series a tragar de un tirón, como indica la (maravillosa) entradilla, un día me la pillo y no la suelto hasta que me estalle el orto.

  4. Pingback de The Shield: el infarto hecho serie (15/11/2011 10:42):

    […] "CRITEO-300×250", 300, 250); 1 meneos The Shield: el infarto hecho serie http://www.lapaginadefinitiva.com/2011/11/14/the-shield-el-infar…  por Guardagujas hace […]

  5. Comentario de davimo (15/11/2011 12:29):

    Acuerdense de la nueva serie de esta gente: Hijos de la anarquia / Sons of anarchy. Que no es moco de pavo tampoco

  6. Comentario de Ming (18/11/2011 18:22):

    Escuché a Vic Mackey una frase que expresa la ética de nuestro tiempo: “Vamos a encontrar la verdad y ya veremos qué hacemos con ella”.

  7. Comentario de k98k (19/11/2011 23:07):

    Bueno, pero la traducción está mal, eran el Strike Team y la comisaria era The Barn, vamos, que eran el Equipo de Ataque y aquello no era La Cuadra, era El Granero.

    Un grande Kurt Sutter.

Comentarios cerrados para esta entrada.

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