La elegancia del erizo – Muriel Barbery

De la colección grandes novelones del siglo XXI

Quizá usted, amigo lector, todavía pueda disfrutar de unos días de merecido descanso mientras reflexiona en la playa sobre a quien le otorgará el honor y el deber de aplicarle los recortes que se merece por haber disfrutado de un tren de vida por encima de sus posibilidades el próximo 20-N. Como estas decisiones no han de tomarse en caliente, y para ayudarle a discernir cual es la mejor opción para España, nada mejor que disfrutar de una de esas novelas que bajo un disfraz de intrascendencia, “te hacen pensar”. Si usted ha leído ya, que seguro que sí, puesto que sabemos que si esta aquí es porque es persona de mente inquieta, Juego de Tronos, no desespere, desde LPD velamos por el crecimiento de su intelecto y le traemos nuevas y actuales (des)recomendaciones.

Ser español es una suma de prejuicios, y de esto no se libran ni los antiespañoles. Sé que es una afirmación insana y no dice mucho a mi favor, y tampoco a su favor. Pero negarla sería mentir, y uno miente para engañar a los demás, o al sistema, pero nunca a uno mismo. ¿Acaso el lector sagaz ya inquirirá que el articulista empieza así porque va a criticar centrándose en sus particulares fobias? Es más, deducirá enarcando la ceja, ¿no será que secretamente odia a los japoneses?. Y yo aclaro que no tengo nada especial en contra de los asiáticos, al menos mientras no me jodan mucho la marrana. Pero con los japoneses concretamente, lo siento, pero no puedo. Antes no me caían mal, de pequeño y hasta la adolescencia me parecían gente curiosa, y hasta simpática, vale que no entendía del todo eso de la huelga japonesa que es al revés que la española, que lo del yin y el yang me parecía algo de collares y pulseras, y que sus famosas artes marciales eran de dudosa eficacia aplicadas en una reyerta barriobajera, pero qué coño, quedaban bien en las pelis de acción, molaban. Gente maja con sus cosillas.

Pero uno crece, se hace adulto y le pica el miembro. Y ante la perspectiva, por lo general mala, de pasarse los siguientes cinco años de su vida sin follar, a veces debe pasar por aros que no desea. Comer en un restaurante japonés es uno de estos aros. El español, tras mirar la carta con gesto abatido, acaba ingiriendo por recomendación arroz prensado con pescado sin cocinar, porque si eso es cocinar yo me proclamé chef el primer día que abrí una lata de aceitunas rellenas de anchoa y las serví en un plato. Luego, de mala manera, intenta atrapar con palillos unos fideos hirviendo que no dejan de escurrirse, que es paradójico que una civilización tecnológicamente tan avanzada no haya descubierto el tenedor. Finalmente, paga una cuenta de directivo del Madrid en el Asador Donostiarra y sale con las tripas vacías. Pues mira, no sé por qué otras comunidades de inmigrantes tienen tan mala prensa, que yo nunca he salido de un Doner Kebab con hambre. Por esto y más, odio ese punto rojo sobre fondo blanco.

Con este hándicap afronto la lectura de “La elegancia del erizo”, el libro no es japonés, es de una autora francesa, repito, autora francesa. Malos augurios se ciernen sobre ti, prejuicioso joven español…

Si vas mirando así, no te quejes si luego te pegan

El libro nos muestra la cara oculta de sus dos protagonistas, dos personajes singulares, dos “erizos” con sus púas expuestas al mundo exterior. Una, la portera de un bloque residencial para gente bien, Renée, autodidacta, con una abrumadora sed de cultura y enamorada de la filosofía y el arte, poco agraciada físicamente, que se esconde del mundo bajo la fachada de una mujer adusta e inculta. Renée sufre una angustia vital profunda, y sobrelleva su pesar interior viendo películas de Kurosawa a escondidas.

La otra, una niña de doce años superdotada, Paloma, a la que su potencial no la salva de tener tendencias emogóticas y que determina suicidarse en un futuro próximo prendiendo fuego a su casa. Paloma tiene una hermana superficial a la que no soporta, una madre snob adicta al psicoanálisis y un padre perpetuamente ocupado. Paloma mantiene una especie de diario donde anota sus ideas profundas (sic) con la esperanza de encontrar algo, un instante tan solo (instantes que ella denomina movimientos del mundo) que le haga decidir que la vida merece la pena. Paloma sufre una angustia vital profunda, y sobrelleva su pesar interior leyendo cómics manga a escondidas.

Estos seres tan especiales, estos “erizos”, pasan una existencia más bien solitaria, encerradas en sí mismas. Viven incomprendidas en un entorno de apariencias sofisticadas y almas vulgares. Aunque ambas tienen, la una sobre la otra, la intuición de ser más de lo que aparentan, de que hay más de lo que tus ojos ven, como los Transformers. Pero hete aquí, la serendipia se produce, y la existencia de estos dos “erizos” cambiará cuando llegue al edificio un nuevo inquilino, un japonés tipo Pat Morita poseedor de la filosofía de Guardiola, que con la clarividencia y simpatía típicas del sabio oriental, un poco de dar cera y pulir cera, unos consejos tipo “si no controlas tu tal y cual, tu tal y cual te controlará” y demás galimatías, sacará de cada una de ellas lo mejor.

Podría decir que es una obra inteligente, maravillosa, tierna, divertida, dulce, irónica… podría, pero va a ser que no me sale de los cojones. El libro carga una sucesión de nombres, citas y referencias, puestas como fuegos de artificio dispuestos a epatar, así constantemente salen nombres, que si Descartes, que si Kant, que si Hume, que si Marx, o hasta Eminem, para hacer gala de eclecticismo. Que se note y se sienta la amplitud de referencias culturales que maneja la autora. Como la actitud del gafapasta que dice “hago alusiones a obras inteligentes ergo soy inteligente”, y así hasta el empalago. El problema es cuando tanta mención a obras de terceros enmascara una falta de ideas o reflexiones propias.

Luego la prosa adolece de una ampulosidad chirriante, tanto como esta misma frase. Por ejemplo, si la portera, entre que sale y entra del portal, no capta completamente un concepto kantiano, ante la disyuntiva que a todo ser humano se le plantea ante la ignorancia, de pasar del tema o informarse, ella se dice…

No me queda más remedio que ir a la biblioteca y tratar de dar con una introducción al asunto. Por lo general desconfío de esas glosas o atajos que aprisionan al lector en un pensamiento escolástico. Pero la situación es demasiado grave como para que pueda otorgarme el lujo de tergiversar. La fenomenología se me escapa y ello me resulta insoportable…

Para que vean las cosas que angustian a una portera de bloque residencial francés y cómo las expresa. Igualito que aquí, que me da hasta complejo de inferioridad, al ver que se intenta explicar un concepto simplón a la elite artística y cultural del país, como que no se puede pagar lo mismo si el soporte de distribución va en bits en vez de átomos, y se te agarran un berrinche de empuñar una tibia de esqueleto y ponerse a romper cráneos humanos entre alaridos, de la frustración que les causa intentar comprender que hay una diferencia.

En fin, para darle dramatismo al asunto y como premio de consolación al sufrido público, al final la fatalidad siempre presente acontece aquí en forma de camión de mudanzas, arrollando a una de las protagonistas, no diremos cual y así si quieren hacemos porra, y muere para disfrute del Frente Atleti. El libro así acaba, y el lector se siente invadido por una nueva vitalidad, ganas de disfrutar de las pequeñas cosas, y de salir al los jardines a oler las flores como un mariconazo.drawings for wedding invitations


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  1. Comentario de sangonereta (07/08/2011 16:06):

    ya se intuía pero creo que asistimos al nacimiento de una estrella. Me encanta esta nueva serie de reseñas de libros “(des)recomendados”.

    conozco a una preocupante cantidad de gente que le ha encantado este librejo.

  2. Comentario de Eye (07/08/2011 16:43):

    ¿Pero salen trasgos o no?

    Y la cita de la portera, ¿es textual? Ya de paso, ¿todavía quedan porteros en los bloques residenciales? ¿No es un empleo en vías de desaparición, como el de sereno o el que vendía tragos de botijo?

  3. Comentario de Nacho Pepe (07/08/2011 17:46):

    Un primo mío prácticamente analfabeto (como toda mi familia, dicho sea de paso) es potero, así que debe ser un empleo con mucha demanda.

    Eye, si la portera le parece poco trasgo después de la descripción y la cita textual, es que tiene usted un concepto excesivamente rígido de los mismos…

  4. Comentario de Pogrom Pom Pom (07/08/2011 17:56):

    Yo la única portera que conozco es a Hope Solo, y esa de trasgo tiene bien poco.

  5. Comentario de CusCus (07/08/2011 17:58):

    vaya, Monsieur Lapin, anda usted epatandome (voy a utilizar palabras adecuadas al libro) con sus cronicas y sus fotos.

    Debo decir que lei el ibro hara como un anho (mierda de teclado chino – le faltan letras!!) y no me acuerdo de el. Creo que con eso ya he dicho mucho.

    2 leuros a que el muerto es el japo.

  6. Comentario de varo (08/08/2011 00:53):

    Yo me pasé el agosto pasado trabajando de portero, suplente, cubriendo las vacaciones del titular. Salario mínimo por no hacer nada salvo limpiar un poco y recoger el correo y leer a Foucault. Creo que cada día estoy un paso más cerca de ser reclutado por el Grapo. ¡kisses!

  7. Comentario de emigrante (08/08/2011 09:28):

    Bunnymen, ¿cómo se areve usted a recomendar un libro para mujeres en LPD? Aquí la única filosofía que se admite ees la de Valdano. Pero ya que estamos con literatura femenina y prejuicios antijaponeses es obligada lectura de “Stupeur et tremblements” de Amelie Notomb. Para aquellos que dominen la parala de Moliere, no sé si hay traducción al castellano.

  8. Comentario de Pogrom Pom Pom (08/08/2011 11:52):

    #7 emigrante: ¿Es esa una confesión de metrosexualidad? Tengo que decirle que los antaños castizos editores españoles han sucumbido también ante ese libro y lo han publicado en castellano. Se puede encontrar como “Estupor y temblores”. Por lo menos no ha llegado la moda de los telefilmes de traducir el titulo como les sale del nabo y llamarlo “Falso culpable”, “Sospecha terrible” o “Misterio en el lago”.
    Por cierto, dice en una crítica del libro que “el título “Estupor y temblores” hace referencia a la fórmula que explica la sensación que debe provocar el Emperador del Sol Naciente en sus súbditos, y que para la autora es un resumen de toda la cultura empresarial japonesa.”
    Pues yo ves, yo un vez ví a Hiro Hito en Salamanca y lo que daban ganas es de saludarle cogiéndole de los mofletes y comprarle un helado.

    Sobre el vecino “Pat Morita” y el atropellamiento de una de las protagonistas, puede que no sea tan casual. Recordemos lo que el Sr. Miyagi le decía a Daniel-San sobre la indecisión: andar por un lado de la carretera seguro, andar por el otro lado seguro también, pero si andas por el centro… “squised like a grape”. Pues por lo visto la protagonista no le hizo caso.

  9. Comentario de Judge Dredd (08/08/2011 12:41):

    Hostia, Sr. Conejo, me ha llegado al alma la descripción que hace de la comida japonesa. Sepa usted que no está solo y que mis disputas me ha costado negarme reiteradamente a que me astillen la cartera por comer pescado crudo.

  10. Comentario de P.G.C. (08/08/2011 13:32):

    De nuevo otra obra cumbre de la literatura universal. Como comenta usted libros tan lamentables no voy a dedicar ni un segundo a la obra en si.

    Pero permítame en primer lugar felicitarle por esta su segunda aportación, mucho más solida, mejor construída, con muchas más palabras rimbombantes (supongo que a todos nos ha epatado su léxico) y con aportaciones culturales como atribuir a Japón el origen del Yin y el Yang o las artes marciales… parece mentira que tenga usted un ascendiente chino.

    Y en segundo lugar me voy a atrever a lanzarle una pregunta que espero sea usted tan amable de contesar: ¿es cierto que una vez abrió usted un bote de aceitunas con anchoas? Todas las fuentes consultadas hasta el momento me han confirmado que lo más a lo que ha llegado ud. es a cortar las porciones de las pizzas a domicilio con tijeras de cocina, lo cual no le convierte en chef, pero le acerca a “chez” (si le quita la “c”).

  11. Comentario de Seymour M (08/08/2011 13:45):

    Es que está claro que lo verde empieza en los Pirineos. Allí las porteras diseccionan la obra de Ozu mientras friegan el rellano y aquí… bueno, aquí tenemos los especímenes que tan bien glosó Álvaro en su mitiquérrimo “Portero de finca goes to Treblinka”.

    Y qué decir de esa imagen estereotipada de los hijos del sol naciente, con su zen y sus profundas enseñanzas vitales. Gracias a ellas hemos disfrutado, entre otros, de los otakus e hikakumoris, de Endurance y Urotsukidoji, del patchinko y los coños pixelizados.

    O del gran Nasubi, un auténtico héroe moderno.

    En fin, menos mal que los gabachos aún tienen a Houellebecq para contrarrestar estas tonteridas.

  12. Comentario de Álvaro (08/08/2011 14:08):

    un día déjenme hablarles de uno de mis últimos porteros, un crack, que le regaló una cámara a un niño para que le sacara fotos a su hermana…

    bunnymen, las anchoas, si las dejas en agua unas horas, las desalas vamos, con hielo para que no se pongan blandas, las echas luego aceite de oliva presentable con ajo picadito y parece que has hecho poco pero has hecho mucho más que muchos hijosperra.

  13. Comentario de Pogrom Pom Pom (08/08/2011 18:36):

    Qué guay, me han borrado un comentario. ¿Sería ocioso preguntar por qué?

  14. Comentario de Antonio Pan (08/08/2011 22:26):

    Pues yo me he reido mucho en estas vacaciones con el delirante “Que empiece la fiesta” de Niccola Ammaniti, publicado por Anagrama.

  15. Comentario de Guillermo López García (08/08/2011 22:37):

    Pogrom, te lo he aprobado y luego, al aprobar otro, se me habrá descontrolado el puñetero iPhone y te lo habré tirado a la basura sin darme cuenta, ya está arreglado

  16. Comentario de Pogrom Pom Pom (08/08/2011 23:05):

    Gracias Guillermo. Pensaba que era porque se me había colado alguna loa a Juego de Tronos sin darme cuenta.

  17. Comentario de Guillermo López García (09/08/2011 03:08):

    Por otro lado, renunciaría a todo lo bueno y decente si soy capaz de borrar un comentario que incorpore un concepto como el que sigue:

    “Pues yo ves, yo un vez ví a Hiro Hito en Salamanca y lo que daban ganas es de saludarle cogiéndole de los mofletes y comprarle un helado. “

  18. Comentario de (InVino)Veritas (09/08/2011 19:45):

    Bunnymen haciendo resenyas de libros con una chica en la portada con mariposas en el pelo. Y Guillermo controlando los comentarios desde un iPhone. Sic transtit gloria mundi…

    Me permito recomendar otro gran novelon del siglo XXI: “La soledad de los numeros primos”, novela italiana a medio camino entre Lucia Etxeberria y Murakami, en la que -por desgracia- ningun camion de mudanzas acude al rescate del lector.

  19. Comentario de BunnyMen (09/08/2011 21:54):

    Muy buenas, disculpen la tardanza en responder, pero estaba por ahí fuera cuando publicaron el articulo, a ver,

    #2 Eye, la portera físicamente es un poco trasgo, u orco según la descripción, y como dice Nacho Pepe #3, el trasgismo puede llevarse por dentro.

    #5 La foto es opcional Cuscus, yo la sugiero, pero aquí la responsabilidad última es del editor, es decir, las culpas a Guillermo(Y asi me quito el marrón)

    #10 No solo abrí una vez una lata de aceitunas rellenas de anchoa, sino que además abrí luego una de mejillones y los serví en el mismo plato por derecho, si eso no es fusión e innovación gastronómica, nada lo es. Como dice Álvaro en #12, mucho más que lo que hacen otros hijos de perra.

    Por lo demás, de verdad, discúlpenme por hacer referencias literarias tan gayers, pero bueno, entre actualidad política y demás temas “mu serios”, alguien debe hablar aquí del arte por el arte y (des)recomendarlo. En cualquier caso, me alegra ver que todos ustedes comparten la opinión de que la cocina japonesa es un puto timo, y que si, que lo he metido con calzador en la critica, pero vamos, que se jodan los amantes del sushi, digo yo que hay que poner la supuesta cultura japonesa en su sitio, que como indica #11, ya ven lo que aportan.

  20. Comentario de BunnyMen (09/08/2011 21:55):

    Y lo de pillar a Hiro Hito por los mofletes y comprarle un helado me ha llegado al alma. Espero que esta sugerencia no pase por alto y alguien avispado en la casa real lo recoja como parte del protocolo obligado.

  21. Comentario de Pogrom Pom Pom (09/08/2011 22:03):

    He de pedir humildes disculpas por una errata. Al que ví fue a Aki Hito, su hijo.
    Está claro que tanta iconografía de la 2GM pasa factura y uno ya no sabe en qué año vive.

  22. Comentario de BunnyMen (09/08/2011 22:09):

    Da igual, que le coja el campechano por los mofletes de todas formas.

  23. Comentario de pilgrim (10/08/2011 08:01):

    La cuestión es ¿qué funesta alineación de planetas se tiene que producir para que un onvre lea este libro? ¿Acaso es la misma razón que le arrastra al restaurante japonés?

  24. Comentario de DerWanderer (11/08/2011 02:34):

    #23. Mujeres. No me miren así, cosas peores habrán hecho los presentes por llevar a cabo la cópula.

  25. Comentario de Paula (11/08/2011 23:18):

    Yo lo he abandonado… Me ha parecido soporífero y aún sigo preguntándome como se le calificó en Babelia de “una oda a la belleza”. Recomiendo Alta Fidelidad, de Nick Hornby. Ha sido mi última lectura y me lo he pasado en grande. También hay peli, interpretada por John Cusack.

  26. Comentario de BunnyMen (12/08/2011 01:56):

    “Alta Fidelidad” es muy bueno, pero de Hornby yo por estos lares recomendaría “Fiebre en las gradas”, el mejor libro sobre adicción al futbol que he leído.

  27. Comentario de Pablo (pero no el auténtico) (14/08/2011 06:17):

    Hola Bunnymen. Me parece muy bien todo lo que escribes. Además, para alguien que viene de Cataluña, escribes francamente bien castellano.

    Sólo quería decirte algunas cosillas. En las tres primeras frases hay faltas de ortografía. Una por cada frase. Son faltas que cometes, en tus comentarios, de forma recurrente.

    He aquí tus tres primeras frases. Te pongo en mayúsculas la forma correcta, al lado de tu error:

    “Quizá usted, amigo lector, todavía pueda disfrutar de unos días de merecido descanso mientras reflexiona en la playa sobre a quien (QUIÉN) le otorgará el honor y el deber de aplicarle los recortes que se merece por haber disfrutado de un tren de vida por encima de sus posibilidades el próximo 20-N. Como estas decisiones no han de tomarse en caliente, y para ayudarle a discernir cual (CUÁL)es la mejor opción para España, nada mejor que disfrutar de una de esas novelas que bajo un disfraz de intrascendencia, “te hacen pensar”. Si usted ha leído ya, que seguro que sí, puesto que sabemos que si esta (ESTÁ) aquí es porque es persona de mente inquieta, Juego de Tronos, no desespere, desde LPD velamos por el crecimiento de su intelecto y le traemos nuevas y actuales (des)recomendaciones.”

    Por otro lado, y respecto de la cita que comentas, quisiera hacerte saber que Kant no tiene absolutamente NADA – o muy poco – que ver con la fenomenología.

    Por lo demás, me gusta mucho lo que escribes; ahora bien, sí conviene que te mires una gramática e interiorices cuanto antes el tema de los pronombres interrogativos, que llevan acento aunque, a veces, no vayan en frases explícitamente interrogativas – o exclamativas – i.e. con puntos de interrogación – o de exclamación.

    Y como diría Guillermo – con una fórmula que en el contexto de los comentarios merecería ser revisada o a la que quizá sería mejor, sencillamente, renunciar – “Un cordial saludo”.

  28. Comentario de BunnyMen (14/08/2011 14:06):

    Gracias Pablo, ya me dieron en su día un tirón de orejas por esas mismas faltas que comentas. Me pondré a interiorizarlo, pero no prometo nada.

    Respecto a Kant y la fenomenología, puede usted debatirlo ampliamente en cualquier portal de residencia urbana de Lyon o Paris.

  29. Comentario de Pablo (pero no el auténtico) (15/08/2011 01:04):

    Reitero, en cualquier caso, que me gusta mucho lo que escribes, y que, como bilingües que sois (Popota o tú), escribís castellano mejor que la mayoría de madrileños o castellanos (de arriba o de abajo).

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