El discurso del Rey
Esta película cuenta, de entrada, con dos puntos fuertes a su vez asociados: por un lado, la historia que narra se inscribe en los años 30 del siglo pasado. Años convulsos en los que la historia se movió muy lentamente, y que toda aquella persona con un mínimo de sensibilidad gusta revisitar a menudo. Además, y dado que hablamos de ingleses, pueden Ustedes imaginarse que los nazis aparecen por ahí, aunque sea, en la mayoría de las ocasiones, implícitamente.
¡Ah, la naciología! ¡Cómo nos gusta regodearnos en el estudio de los nazis y la II Guerra Mundial, de cómo llegaron tan alto por la vía de caer tan bajo en todo! Amigos naciólogos, estimado Nacho Vigalondo, con esta película tendremos ocasión de volver a mariposear en torno a lo de siempre.
Cabe aclarar, en cualquier caso, que la película no se centra demasiado en la naciología; de hecho, apenas hace referencia al notorio nazismo del rey Eduardo VIII y su amante estadounidense Wallis Simpson. En lugar de eso, la película se centra en su carácter frívolo y amante de la juerga y el vicio, enmarcados por el más terrible de los pecados a los ojos de un británico: Wallis Simpson era terriblemente vulgar (hablamos, naturalmente, de los británicos que salen en la literatura popular, con su monóculo y su levita, no de los salvajes que menudean en los pubs y campos de fútbol, o primero en unos y luego en otros). En este afán por quitar hierro a la germanofilia de los Duques de Windsor se le ve mucho el plumero a los guionistas, empecinados en dejar en buen lugar a la Casa Real. ¡Casi parece una coproducción con España!
Y, como cabría esperar, también deja muy bien al protagonista, el rey Jorge VI, que es un tío de puta madre, inteligente, formado y bondadoso, con algunos accesos de ira ocasionales y a los que se da poca importancia. O a su mujer Elizabeth, la inefable Reina Madre, el organismo biológico que ostenta el récord absoluto de ingestión de ginebra (vivió hasta los cien años, y por lo visto se pasó la mayoría de ellos trasegando que daba gusto verla). O sus niñas, entre ellas la futura Isabel II. ¡Qué ricura de niñas!
El drama en el que se centra la película, decíamos, es el del futuro rey Jorge VI, en principio no destinado a reinar, pero sí a tener algún papel de representación de la Corona (ya saben lo que trabajan las hermanas del Rey Juan Carlos I en España; ¡menudo trajín, si es que no paran!). Y allí tropieza de frente con su tartamudez, persistente a pesar de haber intentado todo tipo de remedios, a cual más estrambótico. Pero, cuando el hombre ya estaba a punto de tirar la toalla, conoce a un logopeda (que, como no podía ser menos, es simpático, ingenioso y siempre dispuesto a bajar a Su Majestad del pedestal) que consigue, tras muchos esfuerzos, que Jorge VI hable en público con razonable fluidez.
Aquí es donde yo me encontré el principal elemento de ciencia ficción de la película: ¿cómo? ¿que los problemas del habla se pueden corregir e incluso solucionar? ¿Pero qué me estás contando? ¡Jaja, cómo se pasan estos ingleses! ¡Pero si en España tenemos a un Monarca que lleva 50 años leyendo lo que le pongan por delante como si fuera el manual de instrucciones de una yogurtera! ¡Una clase política incapaz de entonar con un mínimo de naturalidad! (no es cuestión de recordar a Fraga, que hay niños leyendo esto, pero piensen en Zápátéró y su desconocimiento de la existencia de sílabas átonas) ¡Unos actores que, en el tiempo que les deja libre asistir a cenas de lobby con la ministra para discutir la estrategia contra los piratas y en pro de seguir viviendo de los impuestos y exacciones a los piratas, son incapaces de vocalizar una sola frase!
La película tiene un segundo aspecto de ciencia ficción quizás tangencial. Existe un personaje, el arzobispo de Canterbury, que es como todos los curas de las películas que no están financiadas por el Opus o la Comunidad de Madrid: pelotillero e intrigante. Pues bien, el actor que interpreta al arzobispo es, si no me equivoco, el protagonista de la mítica serie de los años 70 Yo, Claudio, de la BBC. Recuerdo que me tragué Yo, Claudio hace unos años y que cuando veía los últimos episodios, en el que salía caracterizado Claudio como un señor mayor, pensé: “Vive Dios, qué cosa más ridícula. ¿Quién puede creerse que este tío es un anciano? ¡Pero si se ve a la legua que es un joven maquillado! ¿Qué es esto, Regreso al Futuro II?”. Pues, señores, hay que decir las cosas como son: treinta años después, el actor de Yo, Claudio se parece muchísimo a la caracterización que interpretó en su día. ¿Lo habrán caracterizado para generar ese efecto o es que este señor, de mayor, parece una muñeca diabólica?
En cualquier caso, incluso estos ribetes de ciencia ficción contribuyen a la que es, sin duda, una película muy recomendable: entretenida, incluso entrañable, y enormemente inglesa, tanto en la representación de la Familia Real y los políticos británicos (todos ellos pertenecientes a la misma casta social e incluso familiar; ¡parecen los políticos catalanes!) como de las “clases populares” (una especie de familia dickensiana venida a más, que para algo estamos bien entrado el siglo XX). Eso sí, por piedad: véanla en versión original si tienen ocasión. No lo decimos por gafapastismo, sino por mera supervivencia. Si un doblaje normal es lo que es, imagínense lo que debe de ser el doblaje de una película sobre tartamudos y logopedas.
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Comentario de John Constantine (08/02/2011 09:04):
Pues, hablando en serio, a mi me parece que,a diferencia de las comedias y vodeviles del género que suelen hacerse aquí en L’Espagne, da una imagen bastante humanizada de lo que es -o mas bien debió ser- esa familia real. Creo que en ningún momento esconde los mútiples defectos que tenían unos y otros, incluyendo al heredero prota.
Comentario de Guillermo López García (08/02/2011 10:36):
Sí, eso por supuesto. Comparada con lo que es habitual en España, la película parece una soflama antimonárquica con guión de García Trevijano. Lo que pasa es que a mí el rollo de mostrar las relaciones con la “gente normal” y la campechanía de los monarcas por un lado me hicieron gracia y por otro me recordaban demasiado a la plasmación que hacen los medios de cómo es nuestro Campechano
Un cordial saludo
Comentario de parvulesco (08/02/2011 11:11):
Justo había leído sobre las guerras del opio y lo Cristiano Ronaldos que se pusieron los ingleses con los chinos así que fui fuertemente concienciado al cine como si fuera a ver lo último de Ken Loach, pero es que la película no va de un retrato realista de la época, sino de un tío que quiere superar su tartamudeo y resulta que es rey de los ingleses. Su problema particular se proyecta en el ‘nacional’, que es el enfrentarse al Reich nazi, que como icono nacional les pone mogollón. Buscarle más a la película es ponerse gafapasta.
Comentario de parvulesco (08/02/2011 11:16):
Segunda Guerra, Tercer Mundo, de Rafael Poch, el rey tartamudo que envía a sus negritos de carne de cañón
http://www.grijalvo.com/Rafael_Poch/Segunda_Guerra__Tercer_Mundo.htm
Comentario de SinanPacha (08/02/2011 12:14):
Ah, lo que daría por ver una Producción Nacional ambientada en la misma época y con el mismo sujeto: Su Majestad, Alfonso XIII (bueno, si, tuvimos la suerte de quitárnoslo de encima unos años antes, pero tampoco nos vamos a poner estupendos) tratándose una pequeña disfunción (hay para elegir: la adicción al sexo, la querencia por los militarotes patrios y cierta tendencia a apañar negocios personales mediante dinero público. Que si uno bien lo piensa, son rasgos borbónicamente heredados por su campechano nieto…) Bueno, pues imagínense Ustedes a Luis Tosar como Alfonso XIII intentando contener sus Viriles impulsos mediante la ayuda de, que se yo, conociendo nuestro cine patrio probablemente pondrían a un trasunto de Giner de los Ríos interpretado por José Sacristán. Largas reuniones, destellos de humanidad por parte del Monarca, su esposa mirando complacida, don Juan correteando por el palacio féliz e ígnaro de las masas sedientas de sangre que comienzan a apostarse en la Plaza de Oriente… ¿A qué espero para exigir una subvención y Regalarles con semejante joya?
Comentario de DeTomaso (08/02/2011 18:43):
Para mi gusto, mil millones de veces mejor que la infumable mini serie de Dapena3 sobre la Prinzesa y el Principe niñato.
Si ya de por sí están denostados, aquello fue lo que acabó por echarle tierra sobre su tumba, más tierra para que no se levanten cuales zombies de pelicula italiana de serie B (equivalente a una -BB en cualquier parte del Mundo que no fuese Italia y, of course, Hispania).
Comentario de Ksiaze (14/02/2011 21:04):
Precisamente la vi ayer (huelga decir que en versión original), y aplaudo el artículo con las orejas. ¡Estamos ante la segunda edad de oro de LPD!
Comentario de Álvaro (21/02/2011 20:46):
Guillermo, creo que decir asociar al público de los fasciculos coleccionables sobre la IIGM con “toda aquella persona con un mínimo de sensibilidad” es cuando menos forzar la retórica XD
Célebre es la frase de Churchill de que llegó a viejo porque nunca hizo deporte, dejó el puro o abandonó el whisly. Leyendo este retrato de la Reina Madre y la ginebra ¿acaso no serán estos pictos regordetes los verdaderos Übermensch?
Hay una película muy parecida a ésta que se llamaba La locura del Rey Jorge.
A mí me ha gustado lo que comenta el Rey de que la niñera le odiaba y le tuvo tres años subalimentado. Quiero un spin of de esa historia, Tom Hooper!
Comentario de Otis B. Driftwood (28/02/2011 10:03):
Te contesto a lo del arzobispo: efectivamente, es Derek Jacobi. Y sí, siempre ha tenido cara de señora mayor.
La película es magnífica, en casi todos los aspectos. Hablaremos de ella.