El Imperio – Ryszard Kapúscinski
Los estudiantes de Periodismo en España conocen (hasta cierto punto, que tampoco es cuestión de simular que cualquier carrera universitaria es comparable a lo que se pedía hace treinta, veinte o incluso diez años; mucho mejor, para “aprender a aprender” a gusto, ponerles un trabajito – refrito de la Wikipedia, y punto) a este autor, al que alguno incluso asegura haber leído, como el prototipo de superperiodista.
Kapúscinski se pasó casi toda su vida como enviado especial o corresponsal en zonas de conflicto. Revoluciones, guerras, procesos convulsos de descolonización en el Tercer Mundo, … Durante varias décadas, Kapúscinski se dedicó a contarlo todo sobre estos acontecimientos, y lo hizo, en lo que sin duda constituye una de sus mayores virtudes, con una indisimulada simpatía por los más débiles que, sin embargo, no le hacía perder el foco de la atención sobre lo que estaba narrando.
Por supuesto, nadie le hizo el menor caso hasta que alguien se percató de que, como Kapúscinski era polaco, y dado que, como todo polaco, odiaba a la URSS, se le podían perdonar sus devaneos descolonizadores siempre y cuando quedase claro (y él lo tenía claro) que la alternativa bolchevique era mucho peor que el capitalismo. A partir de ese momento, a los efectos de los medios de comunicación occidentales, Kapúscinski pasó a ser un intelectual incorruptible, un amante de contar la verdad desnuda, auténtica; un periodista valiente especializado en denunciar la injusticia. Kapúscinski, en resumen, estaba en contra del Mal y a favor del Bien, como Occidente, y merecía un hueco en nuestros corazones.
Pero todo esto, naturalmente, no es culpa de Kapúscinski. Y hay que convenir que, a pesar de que viniera bien en un determinado momento; a pesar del insulto que constituye para cualquier famoso que le otorguen el premio Príncipe de Asturias (fíjense que es insultante, que incluso pagándoles una millonada a cambio de aceptar el premio, hay algunos que, así y todo, lo rechazan), Kapúscinski sí que debe de ser un buen periodista. A fin de cuentas, la intelligentsia se ha molestado en medio recordar su nombre, teniendo en cuenta que su nombre no hay quien lo escriba y que se trata de un despreciable, tercermundista y extraño polaco. ¿Para qué un polaco, teniendo tantos grandes periodistas de la Costa Este de EE.UU. a nuestra disposición?
El libro que analizamos aquí es un compendio de reportajes de Kapúscinski con ocasión de diversos viajes del periodista por el territorio de la Unión Soviética, en los años 60 y en el período final de agonía del Imperio (1989-1991). Lo principal que puede reprochársele, como ya se ha dicho, es que su texto destila cierta ojeriza al Imperio soviético como elemento de opresión, aplastamiento de la diversidad y obsesión por el control:
El sistema consistía precisamente en esto: en el psicopatológico dominio sobre todo en absoluto, hasta sobre el detalle más insignificante, en un obsesivo deseo de tenerlo todo bajo control. Yuri Bórev habla de la clase de cosas de las que, entre otras, muchas, se ocupaba Stalin. Dictaba disposiciones como ésta: “Traspasar una máquina de coser propiedad del taller de costura número 1 a la fábrica número 7. J. Stalin” (p. 330).
Esta antipatía respecto de la URSS y el comunismo se manifiesta a lo largo de todo el texto, mostrando cómo las disposiciones del poder impiden no sólo la libertad, sino los hábitos de trabajo, esparcimiento y relaciones sociales, la tradición cultural, e incluso la supervivencia física, de los pueblos sometidos bajo el yugo bolchevique. Naturalmente, se supone que “lo que había antes” (en Siberia, en Asia Central, en Polonia), por comparación, era cojonudo, y que el comunismo creaba problemas donde no los había y no conseguía, en cambio, solventar los problemas preexistentes.
Qué quieren que les diga: qué pesaos, qué lloricas que son los polacos, siempre quejándose, haciendo victimismo, manifestando un odio acerbo hacia sus vecinos, poniendo cara de insatisfacción permanente, como si les debieran y no les pagaran. Y, total, ¿en concepto de qué se quejan constantemente? ¡Que tampoco es para tanto!
Todos los polacos que conozco tienen dos características fundamentales: ese odio implacable a todos sus vecinos, combinado con la pretensión de recibir un tratamiento especial en virtud de quién sabe qué supuestos agravios históricos; y su insufrible catolicismo bobalicón, de “creo en lo que hago”, tan diferente del catolicismo latino (el de “soy católico por tradición y porque quién sabe”), que les lleva, además, conviene reiterar, a tener particular inquina hacia el comunismo y todo lo que representa (¿Y qué les ha hecho a ellos el comunismo, eh?).
Así era el otro polaco que conozco, el Papa Juan Pablo II, y así (aunque no tanto) se pone Kapúscinski a poco que le tocan la fibra sensible de lo malos que fueron los bolcheviques con la herencia cultural del cristianismo, cómo convirtieron los lugares de culto en almacenes de grano, piscinas o, lo que es peor, “Museos del ateísmo”, establecimientos contra los que el autor, abrumado ante tanta indignidad, lanza sus mejores cargas de profundidad dialécticas:
Dichos centros, llamados museos del ateísmo, se convirtieron en sedes de exposiciones permanentes que explicaban que la religión era el opio del pueblo. Inscripciones y dibujos ad hoc decían que Adán y Eva no eran sino personajes de cuentos de hadas, que los curas quemaban en piras a las mujeres, que los Papas tenían amantes y que los monasterios eran nidos de homosexuales. (págs. 188-189).
Y, como todo el mundo sabe, nada más lejos de la realidad.
Con estas pequeñas excepciones, la verdad es que estamos ante un magnífico libro. La fama de cronista, narrador privilegiado, de Kapúscinski no es en absoluto infundada (y menos mal; a ver de qué íbamos a vivir algunos si incluso el superperiodista por antonomasia escribiera como Luis María Anson).
A lo largo del libro podemos, por ejemplo, solazarnos con la extraordinaria epopeya de Armenia (sometida alternativamente a los romanos, los persas, los bizantinos, los turcos y los rusos a lo largo de veinte siglos; cristiana desde el siglo III, en oposición a un Cáucaso mayoritariamente islámico; con lengua y alfabeto propios; con una antigua y marcada tradición cultural; víctimas de un genocidio durante la I Guerra Mundial a manos de los turcos). También observamos estupefactos el relato de la destrucción del mar de Aral, y de todo el ecosistema dependiente de él, en Asia Central, al utilizar el caudal de los ríos que lo alimentaban para el cultivo, en enormes extensiones, del algodón.
El mar de Aral, 1960 – 2008. Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Aralsee.gif
Y, por supuesto, este libro nos permite disfrutar con mil y un ejemplos de lo que podríamos denominar el “malditismo” ruso. De nuevo el lector, o al menos el lector rusófilo de pro, apreciará aquí demasiada simpatía por las nacionalidades no rusas y cierta animadversión hacia Rusia y lo ruso, hacia su capacidad de aplastamiento, su descomunal, inhumana, dimensión. También hay que decir que:
Historiadores y demógrafos que se ocupan de este problema [determinar el número de muertos en la URSS a partir de 1917 por efecto, directo o indirecto, del comunismo] difieren mucho en la apreciación de la escala del holocausto cometido. La cifra mínima la da el demógrafo Serguéi Maksúdov. Según él, entre los años 1918-1953 (incluyendo las víctimas de la Primera y Segunda Guerras Mundiales) murieron 54 millones de ciudadanos de la URSS. El máximo lo da el profesor I. Kurgánov, que ha calculado que entre los años 1918-1958, en los campos de trabajos forzados, en las cárceles y en los frentes de las dos guerras mundiales murieron 110,7 millones de ciudadanos de la URSS (p. 345).
Si bien está claro que estas cifras resultan un tanto infladas por la incidencia de las dos guerras mundiales (y de la guerra civil rusa posterior a la toma del poder de los bolcheviques), aun así está claro que Rusia, su tantas veces mencionado gusto por los retos imposibles y las dimensiones desmesuradas, lo ha vuelto a hacer.
El libro termina con una coda, escrita en 1993, en la que Kapúscinski hace un balance de la caída de la Unión Soviética, en 1991. Obviamente, el autor manifiesta un indisimulado alivio por su derrumbe, y porque éste se produjera sin violencia. También se nota, sin embargo, cierto interés por matizar, por moderar un tanto el balance sobre el comunismo en la URSS, indudablemente negativo, pero no hasta el extremo que se perfilaba en sus textos anteriores.
Con la claridad que da la distancia, casi veinte años después de que desapareciera la URSS, probablemente habría sido mejor administrar su disolución con mayor calma. Desde luego, en lo económico, y probablemente también en lo geográfico – territorial. El festival de nacionalismos ridículos, que emergieron de esa sufrida tierra una vez quedó claro que la URSS se había convertido en un tigre de papel, y que lograron su independencia en la confusión alcohólica de la administración Yeltsin, probablemente resultara excesivo. ¿Alguien cree, sinceramente, que el mundo necesitaba a Uzbekistán, por poner un ejemplo?
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Comentario de Bunnymen (04/05/2010 16:39):
La entrada que si, que muy bien y tal y cual pero…
A mi lo que me parece de verdad penoso y tristísimo más aun que montar graneros y museos ateos en iglesias es que usted haya tenido que recurrir a un imagen (extensión .gif , jodase) para confeccionar este articulo. Y luego en vez de cortar y pegar texto, ¿pone aquí capturas de pantallas?, así como un quinqui grafitero o un collage infantil.
¿Acabara con emoticones para expresar sus sentimientos?
Que ya hasta los redactores violen su santuario de la palabra, que vergüenza.
Comentario de Guillermo López García (04/05/2010 16:45):
Estimado Bunnymen, soy el primer indignado por ver cómo el Gif animado del Mar de Aral ha ocupado la portada de LPD; pero, sintiéndolo mucho, no he podido resistirme a ponerlo en el artículo. Piénselo. Un gif animado… ¡Del Mar de Aral! Hay algo más soviético, más “are you from the past?”, más 1.0 que un gif animado? ¡Si sólo me ha faltado poner otro gif animado enlazado a una dirección de email!
Y cuidadín, que el texto ese gris como diciendo “qué cucada de diseño que me he currao” no son capturas de pantalla, sino que es la apariencia que tiene el texto citado en WordPress. ¡Qué quiere que le haga, si le doy a “citar” y me sale así!
Imagínese a un tractor ruso arando inmensos campos de algodón mientras todo el entorno comienza a desecarse, erosionarse y polucionarse en un tiempo récord, y sé que podrá perdonarme mi gif animado.
Un cordial saludo
Comentario de M. (04/05/2010 17:11):
Un libro muy recomendable, como el resto de su obra. Quizá el mejor, el más ameno seguro.
No se pierdan el recientemente publicado “Cristo con un fusil al hombro”: ya se han comprado su par de botas?
Comentario de Andrés Boix Palop (LPD) (04/05/2010 17:35):
Por cierto, que supongo que andarán todos al tanto de la reciente polémica generada en torno a las “pequeñas licencias periodísticas” que se tomaba Kapúscinski:
http://www.guardian.co.uk/world/2010/mar/02/ryszard-kapuscinski-accused-fiction-biography
Comentario de desempleado (04/05/2010 19:59):
Quienes disfruten con este libro deben leer los siguientes (no seguidos, puede ser demasiado):
“ingenieros del alma” FRANK WESTERMAN
“la corte del zar rojo” SIMON SEBAG MONTEFIORE
“bandera roja. historia política y cultural del comunismo” DAVID PRIESTLAND
Comentario de Bunnymen (05/05/2010 09:54):
Guillermo,
Yo el gif se lo perdono, faltaría más, pero debería vigilarse esas tendencias metrosexuales.
Comentario de Oliveral (05/05/2010 14:56):
Ciertas son las características que describen a los polacos. Tuve el placer de vivir un año completo entre ellos y de haber visitado su país regularmente desde entonces. Y salvo por la barrera que supone la dificultad de su idioma, que es jodidísimo, me llegué a sentir como en casa. Plantéese los sentimientos del pueblo español acerca de sus vecinos: el odio a Francia y a Marruecos y el desprecio hacia Portugal. Si somos lloricas o no y deseamos un trato especial (fíjese en nuestros aguricultores o en la política europea de J. M. Aznar). Y el catolicismo. Con matices pero catolicismo. Eso sí, las polacas y las española, para nuestra desgracia, son bien distintas.
Comentario de Bunnymen (05/05/2010 15:41):
Oliveral,
Interesante tema tangenciual el que has sacado…
“las polacas y las española, para nuestra desgracia, son bien distintas”
Pero para nuestra fortuna (los que hemos podido en alguna ocasión pasar por allí) los polacos, y conste dicho en palabras de españolas “son mu feos”.
Lo cual deja nuestros finos bigotes franquistas en gran superioridad. Competencia a casi 0%(la que hay son otros españoles u italianos, etc) en una nación de chicas preciosas (donde amigo, usted es el atractivo exótico), y nuestras tan queridas mujeres españolas sin alternativas viables, y con un nivel de competencia tan alto que se arrojaran en sus brazos con una pasión tal que no reconocerá jamás haber visto repetida en territorio patrio.
Comentario de Oliveral (05/05/2010 16:08):
Sr. Bunnynen:
Bien dice usted. Con lo de “para nuestra desgracia” me refiero a los que nos sentimos atrapados en la Península Ibérica y no tenemos ocasión de visitar la patria de Kaczynski tan a menudo. Claro, que sucumbir ante los encantos de una hermosa polaca puede ser encantador al principio, pero desde aquí le aseguro que su vida puede llegar a convertirse en algo horripilante hacerle sentir nostalgia del mismísimo infierno. No es mi caso, que conste. Pero los he visto que parecían atrapados por la Santa Compaña, envidiando yo sus noches, pero sintiendo compasión por ellos durante el día.
Comentario de Bunnymen (05/05/2010 16:57):
“me refiero a los que nos sentimos atrapados en la Península Ibérica y no tenemos ocasión de visitar la patria de Kaczynski tan a menudo”
Ojala estubiera yo entre los de “tan a menudo”, pero va a ser que no, y temo que al menos a medio plazo tardare bastante en volver por esas latitudes. Snif…
En cuanto a lo de sucumbir ante los encantos de una hermosa polaca, totalmente de acuerdo con la conclusión( pero matizando que da igual si es polaca o del resto del mundo), pero conste que tampoco es mi caso,eh, eh, esto que quede claro.
Comentario de GaUsS (05/05/2010 20:46):
ah…. las polacas… checas también… que erasmus… pero cuando venían al territorio patrio (aún siendo la periferia y casi portugal)… todos los moscones alrededor… moscones con abdominales (poseo un único y redondo abdominal que no es competencia).
tendré que convencer a algún amigo de que nuestro exotismo es atractivo en esas latitudes e intentar repoblar ese país… todo sea por el señor Friedman… que por mi no… eh, eh, esto que quede claro
Comentario de Andrés Boix Palop (LPD) (06/05/2010 09:30):
Al final, resulta que el bueno de Friedman acabará no yendo tan desencaminado, después de todo. Con ese pedazo arma de destrucción masiva que atesoran los polacos podrían, en efecto, mantener una tasa de fecundidad por mujer muy lata, robar los mejores genes al resto de naciones de Europa y, dado que la nacionalidad e identidad social la determina la madre, no el padre, construir con todo ello una raza mejorada de súper-polacos que domine Europa allá por 2050. ¡Ni las Estrellas de la Muerte yanquis serán capaces de detener, como se pongan serias estas chavalas, el avance polaco!
Comentario de lolo (06/05/2010 09:56):
A ver si se creen ustedes que Adolfo empezó su eurotour por alli por sus verdes praderas….
Comentario de elmoro (06/05/2010 12:42):
Yo no sé si se han dado cuenta, pero es de 1990 a 2000 cuando sufre la mayor regresión el Aral. La urss “cayó” (la derrumbaron) y “calló” (la silenciaron) en el 91… pero claro le echaran la culpa a los rojos…
Comentario de Bah (06/05/2010 15:02):
Muy de acuerdo con loque se comenta de los polacos, bueno de las polacas. El problema de estas últimas, y por tanto el talón de Aquiles del imperio polaco, radica en algo que se ha comentado, esto es, el puto catolicismo, el que se lo crean y el que actúen en consecuencia, con lo que eso implica en lo que realmente interesa a todo buen latino. Además, los grande simperios se suelen caracterizar por la fealdad de las mujeres de la metrópoli. Miren al imperio británico o al español. En cambio las franesas están buenas, y ahí tienen el imperio francés, al que se chorreaba todo el que se lo proponía y que mayoritariamente acabó consistiendo en un inmenso montón de arena en el África occidental.
Respecto alartículo, un pequeño comentario algo tocanarices:
“A lo largo del libro podemos, por ejemplo, solazarnos con la extraordinaria epopeya de Armenia (sometida alternativamente a los romanos, los persas, los bizantinos, los turcos y los rusos a lo largo de veinte siglos; cristiana desde el siglo III, en oposición a un Cáucaso mayoritariamente islámico; con lengua y alfabeto propios; con una antigua y marcada tradición cultural; víctimas de un genocidio durante la I Guerra Mundial a manos de los turcos).”
Bueno, en primer lugar, si alguien cometió algún genocidio en armenia durante la Gran Guerra dificilmente serían los turcos, si acaso los otomanos (si entendemos turco como nacionalidad, si lo entendemos como etnónimo, probablmente tampoco, pero vete a saber la etnicidad de los señores que metieron en camiones a los armenios). en segundo lugar, aunque lo que ocurrió fue una barbaridad, y una tragedia para los armenios, yo no creo que genocidio sea la palabra a utilizar, y aquí tenemos un jurista para que nos ilustre. Se cometió una tropelía tratando de “reubicar” a millones de armenios lejos de su tierra, fundamentalmente como respuesta a las prácticas terroristas de diversos grupos nacionalistas armenios (que no justifica nada, pero también conviene comentarlo), y en el viaje, dadas las malas condiciones, la plamaron muchos. Lo que diferencia esto de un genocidio, según entiendo yo, además d eque no llevaron al borde del extermino a los armenios, es que no existía tampoco intención de exterminarlos. En fin, cosas peores hicieron los británicos, los franceses o los españoels en sus respectivos imperios y nadie está dándoles la matraca todo el día con condenas parlamentarias y demás, más teniendo en cuenta que el estado responsable de lo de los armenios ni siquiera existe ya.
Por cierto, que tal como está redactado en el artículo, aprece sugerir que la nacionalidad armenia existe desde tiempos de los romano, por lo menos, Estos deben ser primos de los vascos, ¿no?
He dicho.
Comentario de parvulesco (06/05/2010 16:03):
Bah,
“Lo que diferencia esto de un genocidio, según entiendo yo, además d eque no llevaron al borde del extermino a los armenios, es que no existía tampoco intención de exterminarlos.”
De hecho, veo en la wiki sobre el Mein Kampf que hay una discusión sobre el Holocausto entre intencionalistas y funcionalistas …
“Functionalist historians have argued that the memorandum written by Heinrich Himmler to Hitler on May 25, 1940, regarding the “Final Solution to the Jewish Question,” whose proposals Hitler accepted, proves that there was no master plan for genocide which stemmed back to the 1920s. In the memorandum, Himmler rejects genocide under the grounds that one must reject “…the Bolshevik method of physical extermination of a people out of inner conviction as un-German and impossible.” He goes on to argue that something similar to the “Madagascar Plan” be the preferred “territorial solution” to the “Jewish Question.””
Oséase, que bueno, que a mí me parece que la corriente intencionalista de pensamiento, con todos mis respetos, está muy relacionada para justificar que el genocidio judío fue el único que existió y el único y el único solo, ya que le añade una intencionalidad que es muy difícil probar, hasta en el caso nazi.
La verdad considero más fundada la tesis funcionalista, de modo que lo que pasó en Armenia fue, en efecto, un genocidio.
Comentario de Andrés Boix Palop (LPD) (06/05/2010 16:33):
Yo estoy más bien con parvulesco, y por las razones que él ha expuesto. Pero como “persona humana!, que no como jurista.
Como jurista no puedo sino reconocer que nos hacemos la picha un lío a la hora de determinar cuándo lo hay y cuándo no, con el tremendo resultado de que la clave para decidir si lo hubo o no viene a ser el manido y clásico en todo final de conflicto más o menos armado “quién manda aquí”. Dicho lo cual hay una creciente corriente de opinión a favor de calificar lo que pasó en Armenia como genocidio, sí.
Téngase en cuenta que hay toda una casta de juristas, que tienen a Garzón de referente moral, que anda a la busca de cuantos más genocidios mejor para entenderlos no prescritos y montar saraos normalmente a mayor gloria del juez de turno. Lo que menciono a efectos de explicar algunos de los factores por los que el Derecho, antaño tan exquisito para calificar algo de genocidio, está asistiendo a esta eclosión. Incluso hay quien proponía entender los crímenes contra las mujeres como manifestación de un genocidio, lo que los haría imprescriptibles y susceptibles de ser juzgados por la AN, con independencia de en qué lugar del mundo se dieran.
Comentario de Bah (06/05/2010 17:14):
Sí, es cierto que existe una corriente creciente que califica lo ocurrido en Armenia como genocidio, pero, además de lo que comenta Andrés, yo también creo que responde a una intencionalidad política clara. Hay grupos de interés que no quiere que Turquía entre en la UE, y todo lo que sirva para desprestigiarles (aunque la Republica Turca ni siquiera existiese cuando los hechos ocurrieron) es munición útil. A esto se ha de añadir que hablamos de una atrocidad cometida por un estado predominantemente musulmán, contra cristianos, con lo cual todo lo cual es buena leña para el fuego del choque de civilizaciones. El problema con lo de Armenia es que las cosas fueron algo más complicada que la imagen de una una horda de turcomanos moros arrasando a los pobres y buenos cristianos armenios que hasta entonces vivían en paz y amor de Dios. Se estima que murieron un 40% de los armenios de la región. Lo que a veces se olvida es que también murieron un 40% de musulmanes en la misma zona a manos de los propios armenios durante la guerra. Eso por no hablar de lo que hicieron los rusos, apoyados por los armenios, cuando entraron en Yerebán, que eso sí que fue un total exterminio. Y nadie habla aquí de genocidio. A mí me parece doble rasero. Igualmente tenemos a 200.000 armenios viviendo en Estambul durante la guerra, y a estos nadie les tocó un pelo. Es raro cuando lo que se pretende es cometer un genocidio. Obviamente no trato de negar la crueldad de reubicar a millones de personas bajo bases étnicas ni que existiese animosidad por parte de las autoridades otomanas contra los armenios, pero parece que mucho del desastre que ocurrió tuvo más que ver con la incompetencia que con otra cosa. Por tanto, si esto es genocidio, también lo son otro montón de cosas que pasaron únicamente en aquella guerra, qué decir durante la historia, lo cual es interesante en relación a lo que cuenta Andrés. Me refiero a que, junto a la proliferación de casos considerados genocidio que menciona, sucesos que podrían entrar mejor en la calificación de genocidio que se aplica al llamado genocidio armenio son totalmente ignorados porque no toca. Debe ser el signo de nuestros tiempos.
Un saludo.
Comentario de Andrés Boix Palop (LPD) (06/05/2010 17:38):
En efecto, Bah. A mí me parece que, a lo largo de la historia, esto del genocidio que ahora vemos tan mal ha estado a la orden del día. Por motivos de capacidad y eficacia, eso sí, tampoco se ha puesto nunca nadie a hacerlo de modo sistemático y con pretensiones de complitud. El pragmatismo imperaba. Pero casos de masacres de todo tipo hay, vinculadas a cuestiones étnicas y raciales, miles en la historia de la humanidad. Coincido contigo, por ello, en que me parece muy hipócrita ir etiquetando unas cosas sí y otras cosas no.
Como jurista, a disgusto como vivo con esos etiquetados, me parece muy mal que se empleen. Y fatal esta moda de entender que ciertos crímenes, los de aquellos a los definimos unilateralmente como “genocidas”, no prescriban.
Pero, al margen de las implicaciones jurídicas, sí me parece que se puede hablar de genocidio en Armenia. Porque eso fue una limpieza étnica en toda regla, con la intención de lograr todos los beneficios territoriales, económicos o políticos que se quiera, pero aprovechando, de paso, para “hacer limpieza”. Dicho lo cual, también creo que se puede aplicar el mismo calificativo a muchísimas otras situaciones en las que ocurre lo mismo. Cuando, de consuno con otras razones, y por supuesto tratando de ganar algo (probablemente, de hecho, esto es lo esencial), se produce una matanza por cuestiones raciales o étnicas.
Lo cual no prejuzga la condición moral de los actuales turcos ni de nadie. Ni siquiera de los que las hicieron sino, más bien, la de una época. Porque esas cosas se han hecho en épocas históricas en que formaban parte de las reglas del juego. Reglas que han durado hasta hace nada. De hecho, a saber si todavía duran, siempre y cuando seas el fuerte y el que va a ganar, en el mundo actual -algo que descubriremos si tenemos la desgracia de asistir a un momento donde vengan suficientemente mal dadas como para que esto pueda volver a ser una posibilidad–.
Comentario de Bah (06/05/2010 18:26):
Pero una limpieza étnica, que en efecto hubo, o al menos se intentó, no implica necesariamente genocidio. Por ejemplo, la expulsión de los judíos de España fue una limpieza étnica, pero no un genocidio, en tanto se les dio la opción de marcharse (claro, que de no hacerlo se les daba candela) o por poner un ejemplo con menos aristas, si mañana cogemos a los portugeses, los montamos en unos barcos y los mandamos, en perfecto estado de salud, a Angola para a continuación repoblar la nueva C.A. de Portugal con polacas, en efecto habriamos realizado una limpieza étnica (y según algunos tópicos, en todos los sentidos) pero no un genocidio. Pero volviendo al caso de Armenia, como no nos vamos a poner de acuerdo en el debato sobre intencionalidad-funcionalidad, te concedo que desde un punto de vista funcional puede considerarse genocidio. Ahora bien, también hay que tener en cuenta que es dicutible si la reacción de las autoridades otomanas (que por otro lado sabían lo que iba a pasar si los rusos, con ayuda de los armenios, entraban en Anatolia) estaba motivada por motivos putramente étnicos o por conveniencia militar, porque como digo los nacionalistas armenios estaban a`poyando a potenias enemigas, en medio de una guerra. Evidentemente es desproporcionado responder contra toda una comunidad por lo que hacen algunos grupos dentro de la misma, pero en fin, y esto nos lleva a tu cuestión sobre si las mismas dinámicas siguen funcionando, es la lógica que muchos aplican a los musulmanes aquí mismo, en Europa en el año 2010.
Por cierto, desde un puinto de vista funcional ¿dónde se pone el límite de muertos para hablar de genocidio en lugar de masacre, matanza o cualquiera que sea el término?
Un saludo.
Comentario de Bah (06/05/2010 18:35):
Ah, y se me olvidaba, respecto a los turcos actuales, insisto, lo que ocurrió en la gran guerra, independientemente de cómo lo llamemos, lo cometió el Imperio Otomano, no la republica de turquía. Es un error, a mi entender, aplicar categorías propias de los estados-nación a los imperios como el otomano, que era exactamente lo opuesto (y para mi gusto un modelo más inclusivo que los nacionalismos, pese a las connotaciones negativas que tiene la palabra imperio por otra serie de causas)No es que los turcos no acerren responsabilidad moral por lo ocurrido, e sque la idea de nacionalidad turca es, como todas, un constructo político, y en este caso construído bajo el emalismo, es decir, después de que sucediesen estos hechos. En este sentido, los turcos modernos tienen tanta relación con lo ocurrido como otros muchos grupos étnicos del imperio, como decía, ni siquiera podemos saber si la etnicidad de los que cometieron aquello era turca. Es más, buena parte de la administración otomana tampoco era turca. Frente a lo que se suele pensar, el Imperio Otomano no era turcocéntrico, pero los europeos occidentales del siglo XIX se masturbaban con la Grecia Antigua y tuvieron que montarse un discurso legitimador cuando allá por los 1820 empezaron a fundar las bases de los momentos que está pasando ahora mismo Europa, además de que anteriormente a veces se usaba el término turco como sinónimo de musulmán y se aplicaba a diestro y siniestro aunque el paisano en cuestión fuera un converso griego o incluso español.
Perdón por el rollo.
Comentario de Andrés Boix Palop (LPD) (06/05/2010 19:52):
Estoy totalmente de acuerdo con todo lo que comentas. Y, por supuesto, el límite de muertos que marca la frontera no deja de ser algo muy subjetivo. Por todo eso, y porque en el fondo no supone sino aplicar la lógica de que el vencedor hace lo que le da la gana, me parece peligroso confiar en que el Derecho pueda meterse por medio de esto saraos con pretensiones de solucionar algo.
Como expulsamos a muchos judíos y matamos a bastantes, al igual que ocurrió con los moriscos, no seré yo quien me ponga a discutir que eso no fue un genocidio (o un intento de). O algo equiparable a lo de los armenios.
Comentario de galaico67 (06/05/2010 21:26):
Bah, que los que se llamaban “jovenes turcos” estuvieran en el ajo, ayudaría un poco a circunscribir el asunto ¿no?. Vamos, no eran los “jovenes sirios”, ni los “jovenes kurdos”.
Y que después de la I Guerra – vale, en respuesta a la ocupación, el apoyo a tal ó cual señor de la guerra y el panhelenismo que tan simpático resulta…-, allá por 1922, los turcos/otomanos echaran a los griegos al mar, estimulandolos al uso tradicional y mandandolos a poblar el resto del mundo, junto con los armenios que les sobraban y que no habían fallecido por “causas logisticas”.
Igualico que los moriscos, mire usté, que ya son plastas con los judios, los judios y los judios, teniendo un autentico caso de reubicación de autenticos hispanos a mano..,vamos, que para mi, que no soy jurista ni de letras, cuando te hacen putadas por tu cara bonita, por que te han parido en un determinado sitio, porque hablas raro y porque la tienes más……, vamos, que cuando te eligen de pagano sin motivos personales , la cosa me parece menos presciptible y más garzoniana que un asesinato,un robo ó un timo cualquiera.
Comentario de parvulesco (06/05/2010 22:47):
Vaya, que si hubiera triunfado la ‘opción Madagascar’ no hubiera habido genocidio judío, sólo hubiera sido ‘limpieza étnica’…
Bah, tus apuntes sobre ‘el genocidio armenio’ son muy interesantes y verosímiles, dado el clásico doble rasero occidental en estos temas y me abstendré de comentar dado que no tengo ni puñetera idea sobre la historia de Turquía a principios del siglo XX, no, ¡Imperio Otomano!. Lo comenté porque tuve una discusión con un colega belga de políticas sobre si había genocidio palestino o no, yo decía que sí, él que no, y lo argumentaba con la tesis intencionalista.
Pero es que al fin y al cabo tienes a una estructura política jodiendo incommensurablemente a todo un pueblo y esto son hechos, hechos que tienen que ser castigados.