Swingtown
Esta serie está ambientada en la ciudad de Chicago en el verano del maravilloso año de 1976. Sí, amigos, nos ubicamos en la peor década, estéticamente, hablando, de la historia (salvo, tal vez, los ochenta). Con sus pantalones de campana, sus camisas abiertas que muestran cadenas de oro (sin necesidad de estar en Marbella), sus colores chillones, los setenta fueron una década en la que todo el mundo parecía estar bajo los efectos del LSD permanentemente, y no era para menos: aún no habían llegado el SIDA y la revolución conservadora de Reagan (no está claro qué llegó antes), y la promiscuidad estaba a flor de piel. La gente follaba incluso más que los curas, casi tanto como ahora (aunque, justo es decirlo, se tardaba más en perder la virginidad, salvo si tu pareja era un cura).
En aquella época en España todos estábamos arrimando el hombro, dedicados colectivamente a derribar el franquismo de una vez por todas. Pero en EE.UU., aunque también colaboraron lo suyo en acabar con el malvado Caudillo, celebraban el 200 aniversario de su independencia, la crisis del petróleo y la caída de Nixon. Ese es el trasfondo ideológico de la serie, al que de vez en cuando se vuelve como diciendo “mira qué concienciados que estamos todos”.
El axioma en el que se basa la serie es: “a más progre, más cool y, sobre todo, más rico” (en España el axioma de la serie equivalente, Cuéntame, fue, mientras gobernaba el PP, que el franquismo fue un mundo maravilloso de paz, seguridad y realización personal; misteriosamente, a partir de 2004, con el PSOE mandando en TVE de nuevo, la serie pasó a explicar la mencionada lucha contra el franquismo en la que todos, todos y cada uno, pusimos nuestro granito de arena). Pero progres bien entendidos, de los que molan (por eso son cool, recuerden que no en vano están forrados): progres en materia de costumbres, y no la cosa esa ideológica tan aburrida de los principios igualitarios.
¿Cuál es el argumento? Una pareja de clase media venida a más se cambia a un barrio de los suburbios, donde conocen a unos nuevos vecinos que les abren un nuevo horizonte de experiencias (en concreto, tomar drogas, hacer intercambio de parejas –swingers, de ahí el título- y, en general, hacer dejación de sus responsabilidades en pro del egoísta placer personal e inmediato). Esto deja en una situación descolocada a una tercera pareja, los amigos de toda la vida de clase media, que no han prosperado tanto, y cuyas costumbres son más bien conservadoras.
Pero no se preocupen: el inmenso poder del sexo para conmocionarlo todo también se encargará de ellos, enfrascándonos en un culebrón constante en el que las dos parejas convencionales y anticuadas descubrirán, capítulo a capítulo, un maravilloso mundo de oportunidades (sobre todo, oportunidades de metel.lah, hablando claro), de la mano de sus nuevos líderes intelectuales, niños de papá que nunca se equivocan, ni están de mal humor, pues… ¡Son progres!
Con lo que tenemos un mero culebrón, con ciertas pretensiones, pero culebrón al fin, y además ambientado en los años 70. Un sueño para las marujas interesadas en la Guerra Fría, presente sobre todo a través de un maravilloso culebrón secundario protagonizado por la hija adolescente de una de las parejas protagonistas y su profesor (de un curso de verano de… ¡Filosofía!).
La hija, con ínfulas intelectuales, calienta descaradamente al profesor, en clase y fuera de ella. Pero, como la hija tiene un maromo incorporado que no la deja ni a sol ni a sombra (un chico normal, interesado en el fútbol y en emborracharse, a la que la nínfula desprecia cotidianamente), el profesor emplea un clásico truco de profesor, particularmente sucio: invita a ambos al estreno de una adaptación de “Esperando a Godot”, con lo que consigue dos objetivos: el maromo huye despavorido de semejante tortura y la nínfula, que ve cómo en la obra hablan raro y todo carece absolutamente de sentido, cae en brazos del profesor (¡benditos años 70, en los que el intelecto aún servía para algo útil!). Éste, por supuesto, a las primeras de cambio la deja tirada con cualquier excusa (la verdad es que la excusa de marras resulta particularmente insultante: “Oh, Dios mío, ha habido un terremoto en Guatemala, tengo que ir a ayudar”).
La serie era entretenida y previsible hasta la náusea, pero a pesar de estas cualidades fue cancelada en EE.UU. a las primeras de cambio, lo que acentuó el culebrón y los giros argumentales. En un solo verano asistimos a la destrucción de dos parejas hasta entonces cómodamente establecidas en su tradicional compendio de actividades de clase media. Con lo que la duda principal subyacente es el “mensaje” de la serie: ¿molan los progres por ser así de cool o son células cancerígenas que acaban con la buena salud del cuerpo social conservador que les rodea?
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Comentario de Donde esta la revolución (13/04/2010 16:48):
Así a botepronto suena a un mix entre MUJERES DESPESPERADAS y CALIFORNICATION.
Merece la pena?
Comentario de Don Vito (13/04/2010 20:27):
Bastante, bastante flojita. No se si la recomendaría.
Comentario de lingüista (13/04/2010 21:41):
A lo mejor también tiene que ver que fue una producción de un network (CBS) y no de una cadena de cable (tipo HBO o Showtime). De haber sido producida por uno de estos dos canales, probablemente no se hubieran cortado tanto en los contenidos (mostrando carne, vaya), pero al ser una cadena general, se tienen que frenar un pelín.
Con todo, recuerdo que la peña no se entusiasmó demasiado por estos lares.
Comentario de Bunnymen (14/04/2010 08:38):
Al decir que la serie tiene un equivalente en la piel de toro, y además es Cuéntame, pues como que a uno no le dan muchas ganas ni de darle una oportunidad.
Me da que serie resulta que es una mierda como un piano de gorda y como usted se ha jodido viéndola necesita consolarse y colárnosla al resto para que nos jodamos también.
Ya que la han mencionado en el primer comentario y si la conoce , ¿Comparada con Californicatión que tal seria esta?
Comentario de Guillermo López (14/04/2010 09:42):
La serie es bastante mala. Pero creo que eso quedaba claro en el artículo, no soy tan cruel como para intentar encasquetarla a la concurrencia. Pero he de decir que, así y todo, es mejor que Californication, que a mí me pareció muy mala (lo único bueno que tiene es que, en efecto, en Californication sale mucha más can.neh, que no es poco).
Un cordial saludo
Comentario de Bunnymen (14/04/2010 12:29):
Viendo que no somos del mismo gusto quizá hasta le de una oportunidad al piloto y tendré que juzgar por mi mismo(con el trabajo que eso lleva, cada vez cumplen menos con eso de ahorrar trabajo intelectual a sus lectores), porque a mi Californication me gustaba.
Muchas gracias por la respuesta.
Comentario de GaUsS (14/04/2010 15:02):
coincido que californication no es una mala serie….
y sobre todo el final de la última temporada está muy logrado.
una serie que es capaz de hacernos olvidar al agente “Mildred” de X-Files y resucitar la carrera de David Duchovny tiene que tener algo.
otra cosa es que sea una comedia tal como la vendían…
Comentario de Sonia Blanco (19/04/2010 11:40):
Estimado Guillermo:
Creo que no podía estar más es desacuerdo con tu opinión. En Swingtown el sexo es el pretexto para tratar temas mucho más universales como la amistad, el compromiso y la lealtad, mucho más allá de simples intercambios de pareja.
Creo que te has quedado muy en la superficie, y en mi opinión es un producto bastante digno. Tal vez deberías darle una oportunidad.
Comentario de Guillermo López García (19/04/2010 13:31):
Muchas gracias por tu comentario, Sonia. Lo cierto es que sí que vi la serie y me pareció entretenida, pero también me pareció muy previsible. Y a mí me ponen una cosa de intercambio de parejas en 1976 y lo siento, las inercias de qué cabría decir en un artículo para LPD son demasiado poderosas :)
Un abrazo
Comentario de Bunnymen (20/04/2010 11:42):
¿Y yo por que me tengo que conformar con un saludo y no me manda un abrazo cuando comento?