The limits of power, de Andrew J. Bacevich
La Página Definitiva estrena hoy nuevo diseño pero sigue atenta a sus obsesiones tradicionales. Si hace unos días hablábamos de los rusos y su fallido proyecto imperial soviético, no podemos dejar pasar la ocasión de deternos también en el proceso de deconstrucción de su propia capacidad de dominación militar que el actual Imperio, con sus excursiones en Irak y Afganistán, ha puesto en marcha. Para ello son muy recomendables los trabajos que Metropolitan Books está editando en su colección “The American Empire Project”. Uno de los que más atención ha recibido a lo largo de 2009 ha sido el libro de Andrew J. Bacevich The Limits of Power (The End of American Exceptionalism).
Bacevich es el típico conservador estadounidense de viejo cuño. De formación militar (llegó a ser coronel en el ejército de los Estados Unidos), se ha dedicado desde que abandonó las emociones fuertes a la Universidad, sin duda porque echaba de menos el ambiente castrense y las sevicias padecidas a cargo de los mandos intermedios con ganas de reivindicar su hombría (es profesor de Historia y de la siempre evanescente materia de “relaciones internacionales”, que le permite a uno dedicarse a lo que le da la gana, en la Universidad de Boston) y eso le da la doble legitimidad de suponer que “sabe de lo que habla” (cuando uno ha estado en el ejército, y más si ha pisado el frente, todos le reconocemos que, aunque no le hagamos ni puto caso después, no se le puede negar en público tal cualidad) y de ser, además, un “intelectual”. Adicionalmente, tiene una aureola de conservador de los de verdad, de los de toda la vida, que el tipo cultiva citando incesantemente en sus obras, venga o no a cuento, a Reinhold Niebuhr, teólogo de guardia de los norteamericanos con pretensiones y alejados de las bajas pasiones del populacho. Y que confirma poniendo a parir a todos los presidentes conservadores, de Bush hijo a Reagan, pasando por Bush padre, pero, no crean (que es un conservador), dejando claro que Clinton también fue un moderado desastre y que lo que avecina no tiene mejor pinta. Como buena demostración de cómo los valores tradicionales de la derecha americana han quedado hechos añicos y sustituidos por esa cosa rara que se llama ora “derecha cristiana”, ora “conjución neo-con”, Bacevich sí encuentra años atrás un presidente que le merece crédito: Jimmy Carter. Ya decíamos que es el típico conservador americano de viejo cuño. Si el tipo se dedicara a la crítica cultural, claro, estaría bien visto lo de ir contra corriente por sistema, por fastidiar y por hacerse el interesante (¡y lo ficharíamos para LPD, qué caray!), pero si te pones en ese plan en política americana y te dices y sientes de derecha, es que desde Eisenhower todo lo que produjo tu gente te supera y no lo entiendes. Ahora bien, ojito, porque el tipo va en serio y sigue con sus postulados hasta las últimas consecuencias. Por eso no le gusta cualquier Carter, sino sólo el Presidente con cojones y valor para ir de Bambi-progre, el que hubo antes de que decidiera ponerse chulo con los iraníes (giro que, además de no servir de nada electoralmente a Carter, oh, ironías del destino, le condena a juicio de Bacevich). Porque precisamente ahí, con esa decisión y su explícita afirmación de que ni él ni “América” estaban dispuestos a consentir que nadie dominara militarmente en Golfo Pérsico excepto si llevaba la bandera de las barras y estrellas cosida al brazo, es cuando empezó el desastre político, económico y militar que, según pronostica Bacevich, está llamado a liquidar el dominio del Imperio estadounidense. Y es que, que lo sepan Ustedes, la dinámica de dominación militar e invasión de Oriente Medio y todo lo que le rodea en que está enzarzado EE.UU. y que parece que ha desencadenado con toda su intensidad Bush es culpa, en realidad, de Carter, que fue quien la puso en marcha. Con estas credenciales, como es lógico, no es de extrañar que este modelo de hombre de orden, conservador y militar retirado sea un fijo de todas las revistas de análisis de izquierda, desde The Nation a The Atlantic Monthly pasando, por supuesto, por buques insignia del pensamiento políticamente correcto yanqui del New York Times o el Washington Post (esto es, de los partidarios del imperialismo y colonialismo americanos, pero tratando de dar buena imagen). ¡Es como Peñafiel poniendo a parir a Su Campechana Majestad! Alguien que lo hace, supuestamente, con un plus de conocimiento y legitimidad.
Sirva esta larga presentación del autor para poner en situación y ayudar a comprender el hecho de que este libro, al igual que su anterior obra, The New American Militarism, que sigue la misma línea, hayan dado tanto de qué hablar en los Estados Unidos. Son, en el contexto político y cultural de allí, relativamente originales. Máxime viniendo de alguien con credenciales conservadoras. Leídos desde Europa, sin embargo, son libros sorprendentemente pegados a la idea por aquí dominante sobre cómo son las cosas en lo que se refiere a la actuación de los Estados Unidos en el mundo. Con la única diferencia de que donde Bacevich cree detectar signos suficientes para alertar ante una peligrosa decadencia e incapacidad para controlar el mundo a su antojo empleando el puño de hierro estadounidense, lo que de alguna manera lamenta, el pesar, en Europa, reside más bien en que consideramos que, de un modo u otro, mal que bien, a los Estados Unidos no les va mal del todo en su función de macarras oficiales del planeta. Tarea, además, monopolizada con toda la tranquilidad del mundo desde la caída del Muro de Berlín. Pero más allá de este matiz nada de lo que cuenta Bacevich se aleja demasiado de lo que un intelectual clásico francés diría sobre el estado actual del mundo. Eso sí, el intelectual francés pondría muchas más citas de dogmáticos y teóricos, incluso de algún poeta, en lugar de tanto informe militar, ensayo sobre estrategia y citas al teólogo de servicio. Hasta alguien de quien escribe los discursos-arengas de Hipatia de Benidorm puede entender, sin demasiados problemas, el libro, de tan cercano a nuestra europea cosmovisión que está.
Básicamente, a juicio de Bacevich, Estados Unidos no puede continuar contando esencialmente con su ejército para seguir potenciando su expansión económica neoimperialista. El modelo, que funcionó bien mientras la economía americana tenía tasas positivas de ahorro y en su balanza comercial (es decir, en traducción libre y simplificadora, mientras los americanos trabajaban un poquillo en vez de dedicarse a “aportar valor añadido” en el sector servicios, mayormente desde un sofá, comiendo pizza y jugando a la PlayStation), es dudoso que pueda hacerlo óptimamente mientras los déficits comercial y público se incrementan año tras año. Las dificultades de obtención de recursos que ello conlleva dificultan la labor imperial, que además, para más desgracia, no cuenta con demasiado apoyo popular si ese apoyo ha de traducirse en poner algo de su parte (la profesionalización del ejército es irreversible y casi nadie está dispuesto, excepto si no tiene más remedio, a hacer mucho más por su país que pagar, y no demasiado, a los nuevos mercenarios que constituyen las tropas de ocupación que EE.UU. disemina por ahí). Una fuerza militar, por último y por demás, que se ha demostrado incapaz, en sus actuales márgenes, de liquidar correctamente los asuntos de Irak y de Afganistán. Al menos, a juicio de Bacevich. Pero es un juicio más o menos compartido en los Estados Unidos. Otra cosa es que, visto desde otro prisma, a partir de unas expectativas menos infladas que las de Fox News (que considera que el Ejército de los EE.UU. debiera tener capacidad para conquistar y quedarse cualquier país de tamaño medio en menos de 48 horas), tampoco esté tan mal cargarse dos países en poco tiempo simplemente porque “te han mirado mal”. Acojonar, al menos, acojona. Es más, de hecho, en esa idea de “estoy pirao y soy capaz de cualquier cosas se han basado generaciones y generaciones de manguis para conseguir dinero para una dosis”. Pero, por lo visto, no basta. Y, por ese motivo, crece la insatisfacción en la Roma imperial, que aspira a tenerlo todo atado y bien atadito, sin despeinarse ni demasiado espectáculo desagradable que roce a la población de casa.
Entiende Bacevich que ha llegado la hora, so pena de que en el futuro las cosas vayan a peor, de replantear no la capacidad y manera en que actúa Estados Unidos militarmente sino la misma definición de sus objetivos estratégicos porque, según opina, son imposibles de alcanzar. El tipo dice, sencillamente, que hay que renunciar al Imperio, así como así. Incluso, que hay que replantearse la política de defensa (no lo que suele llamarse así y que busca justificar el Imperio, sino la de verdad dedicada a defender al páis). Ni la total y absoluta seguridad frente a cualquier ataque terrorista es posible de conseguir, ni las pretensiones de lograr el apoyo y sumisión de cualquier nación a la que se amenace con operaciones militares son realistas ni posibles de mantener con el actual músculo financiero, político y militar del país. Así que, ya se sabe, hay que apostar por el poder blando, por la colaboración con los aliados, por el multilateralismo y mariconadas semejantes. Para dejar claro hasta qué punto los militares de la cuerda de Bacevich son como Bambi, y por si no ha quedado del todo claro con lo ya señalado, conviene reseñar que el militar retirado deja ya a esas alturas de 2009 claro (y los hechos le están dando la razón) que la agenda política de Obama no le parece suficientemente multilateral, blanda o europea. Ahí es nada, como los votantes americanos acaban de demostrar en Massachusetts dando una lección a esos antipatriotas. Visto desde Europa, sin embargo, Bacevich de nuevo está en nuestra longitud de onda: la sensación de que Obama, por muy majete, simpático, listo y mestizo que sea no puede detener la dinámica política y social de fondo que mueve a los Estados Unidos desde hace varias décadas, sino como mucho matizarla, ponerle cara simpática, condicionarla con algo de negociación y buen rollito, es generalizada por estos lares.
El libro, en cualquier caso, es divertido, ya que no excesivamente original desde un punto de vista europeo, e ilustrativo de cómo ciertas elites estadounidenses contemplan la deriva de su país, con una explicación más o menos detallada de las cagadas militares de los últimos años (Somalia, Bosnia, Irak I, Irak II, Afganistán…) y críticas a los comandantes en jefe respectivos que dejan bien claro que para la gente afincada en la costa este, qué quieren que les diga, les parece que el nivel intelectual medio de los altos mandos es decepcionante. Ya nada es como era antes, oiga. También es cierto que con todo el talento nacional, o buena parte de él, drenado a las finanzas y la creación de videojuegos (actividades basadas en postulados lúdicos más o menos semjantes), tampoco es tan extraño que el Ejército y la Universidad tengan que conformarse con lo que queda una vez los mejores se dedican a lo importante. Que incluso Wesley Clark reciba estopa, con esa pinta de dandy que tiene, deja claro que para Bacevich no hay general de cuatro estrellas que no sea tonto del culo, por mucho estilazo que tenga.
Son especialmente entretenidas las referencias muy críticas a Reagan y su explícita afirmación de que los Estados Unidos tienen ontológicamente un derecho a armarse hasta los dientes porque la maldad es ajena a ellos, a su tradición y a su esencia. “Estados Unidos es intrínsecamente incapaz de iniciar cualquier tipo de agresión bélica”, lo que le da derecho a tener todo tipo de armas y realizar todo tipo de operaciones, que por definición, por venir de quien vienen, serán siempre defensivas. Esta doctrina, que podríamos llamar la “doctrina Patxi Ferreira”, es criticada por el autor. Y ahí hay que reconocer que sí le echa huevos. Porque, recordemos, el tipo vive, y sigue viviendo, en los Estados Unidos. Esos mismos Estados Unidos de los que dice que es concebible que agredan algún día (Dios no lo quiera y esperemos no tenerlo que ver nunca) a alguien sin que exista una absoluta justificación que legitime y convierta en asunto en una defensa contra algún ataque, previo, posible, probado o en forma de latente incubación.
En definitiva, que Andrew J. Bacevich tiene suerte de vivir en Estados Unidos, por muchos riesgos que le comporte. En Europa no sería un tipo original con una audiencia de gente extravagante, culta y leída amante de las opiniones argumentadas que van contra corriente. Como mucho, dado que se encuadra en el pensamiento único que refleja el consenso global sobre lo que son los Estados Unidos, y siempre y cuando lo recomendara Elvira Lindo, se largaría alguna columnita en El País junto a la de Torreblanca. Y no es lo mismo, oigan. Aunque, eso sí, se habría ahorrado tener que jugarse la vida en el frente.
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Comentario de Garganta Profunda (21/01/2010 08:35):
Interesante reseña…algo había oido hablar del fulano este. Dos puntualizaciones.
1. “…Esos mismos Estados Unidos de los que dice que es concebible que agredan algún día (Dios no lo quiera y esperemos no tenerlo que ver nunca) a alguien sin que exista una absoluta justificación que legitime y convierta en asunto en una defensa contra algún ataque…”.
¿Cómo que esperemos no tener que verlo nunca? ¿Y que considera usted las ocupaciones de Irak y Afganistan? ¿Cuales han sido los motivos esgrimidos para entrar como elefante en cacharrería en ambos paises soberanos? ¿En que momento Afganistan e Irak han sido un “clear and present danger” para el territorio de los EEUU? Nunca. Otra cosa son las razones geopolíticas de control del último depósito de gasolina que le queda al planeta (y por ende al Imperio): Oriente Medio. Es un saqueo en toda regla.
2. (Copiado de la reseña de Amazon): “Bacevich knows a lot about the costs himself; his only son, Andrew John Bacevich, a first lieutenant in the Army, was killed in Iraq last year”.
¿Cita en el libro este hecho? ¿Considera que este desafortunado incidente ha podido sesgar o mas bien polarizar todavía más si cabe sus opiniones?
PD. John Milius Biopic: Estoy trabajando en ellouuuu!!
Comentario de neocon (21/01/2010 09:10):
La serie sobre el American Empire Project es un truñito. Pensamiento progre políticamente correcto a la europea. Una especide Monde Diplomatique publicado allí, en los Estados Unidos, con análisis no demasiado rigurosos. De hecho, en la colección, hay libros mejores que este. El propio libro de Bacevich sobre el fin del militarismo americano tiene más interés porque habla de cosas de las que sabe más, de guerras, y se deja de reflexiones políticas y económicas donde, la verdad, el tío se pierde.
Comentario de Andrés Boix (LPD) (21/01/2010 09:34):
Garganta:
1. Como es obvio, mi “Dios no lo quiera y esperemos no tenerlo que ver nunca” pretendía ser irónico. Pensaba que la salvajada era tal que con eso y la invocación al Altísimo quedaba claro el choteo. La próxima vez me lo curraré más y, en consonancia con el nuevo diseño LPD y que haya vídeos y viñetas en portada, meteré un emoticón para dejarlo claro.
2. El libro va dedicado a su hijo, sin indicar explícitamente que la ha palmado en Irak pero con la edad de la muerte, la profesión y la fecha en que se produce la cosa queda bastante clara (o es Irak, o Afganistán, o un accidente con un Hummer haciendo carreritas en la base, que son las maneras en que la palman estadísticamente más los militares americanos en los últimos años). Más allá de eso, ninguna referencia. Pero la cosa ahí está.
Neocon, en efecto, el libro del fin del militarismo quizás sea más interesante, por los datos sobre las campañas del ejército americano de las últimas décadas, pero este me llamó la atención por lo europeo del discurso culminado, eso sí, con una conclusión poco europea: que esto es insostenible y que, siguiendo este camino, sólo cabe esperar desastres y el fin de la supremacía americana. ¿Qué libro te ha gustado más del ¿American Empire Project”?
Comentario de desempleado (21/01/2010 09:40):
Este hombre ha editado “the long war”, un conjunto de ensayos sobre la politíca exterior gringa desde la segunda guerra mundial. No está mal, hay de todo, como en botica.
En la misma línea tienes los de Chalmers Johnson sobre la inminente bancarrota gringa por puro agotamiento financiero. O en roman paladino, el que mucho abarca poco aprieta.
La página http://www.tomdispatch.com ofrece análisis interesantes sobre la actualidad gringa (y van tres usos seguidos del mismo adjetivo).
Comentario de Clara M. (21/01/2010 09:49):
A mí me parece que hay dos cuentiones interesantes aquí:
– Si, efectivamente, estamos o no ante las primeras muestras de un declive americano, tanto económico, como de vigor político y militar. Económicamente está claro que lo están pasando mal coyunturalmente, pero ¿tan grave es lo de la balnza comercial a medio plazo? ¿No se exagera el peligro chino? En cualquier caso, un ejército te lo tienes que pagar con algo, eso está claro. En el futuro hay problemas si no puedes. Eso es una cosa y otra bien distinta que podamos constatar ya un declive del poder americano. Aunque, eso sí, como pasa con cualquier ejército si lo usas, al hacerlo aparecen también sus limitaciones. ¿Que EE.UU. no puede dominar militarmente el mundo? Pues claro. Pero eso no es ningún declive militar.
– También me parece muy interesante responder a la pregunta de si EE.UU. ha ganado o perdido en Irak. Al principio todo el mundo tenía claro que “mission accomplished”. Ahora todo es fatalismo, como el del autor del libro. En cambio, tú consideras que ahí, que incluso en Afganistán, han obtenido buenos resultados. Parece aventurado afirmarlo, ¿no crees? ¿En qué lo basas?
Comentario de desempleado (21/01/2010 10:13):
En Irak han ganado ya que han conseguido lo que querían: controlar las mayores reservas de energía del planeta. Obviamente el declive gringo no es militar, de hecho obama ha aprobado el mayor presupuesto bélico de la historia. Supongo que eso sucede debido a que tienen claro que hay aumentar su ventaja sobre todos los demás. Por si acaso.
Lo único que le falta a China para dar el paso adelante definitivo es un mercado interior capaz de absorber toda su producción.
Comentario de Garganta Profunda (21/01/2010 10:48):
“La próxima vez me lo curraré más y, en consonancia con el nuevo diseño LPD y que haya vídeos y viñetas en portada, meteré un emoticón para dejarlo claro.”
Deje, deje…la culpa es mía. Mis disculpas. Entienda que no es lo mismo leerlo a las 8:10 de la mañana, cuando eres todo candor e inocencia y crees que la gente te habla con honradez y sinceridad…
Pero luego a eso de las 11:00 cuando ya todo el mundo ha soltado la bilis contenida en sus vesículas, es cuando todo adquiere el doble significado que se buscaba…
Comentario de Polanquete para el viernes (21/01/2010 13:29):
En Irak no hay duda de que han ganado, pero en Afganistán no hay duda de que todavía no.
Comentario de Andrés Boix (LPD) (21/01/2010 14:43):
Yo tengo muy claro que, en efecto, en Irak han ganado y han conseguido, con un coste bastante asumible, prácticamente todos sus objetivos. Queda lo de la democratización de Irak y que eso irradíe valores occidentales y libertades a todo Oriente. Pero coincidiremos todos en que esto era bien la excusa para meterse en harina, bien, como mucho, las velitas encima de la tarta. Esencialmente se trataba, y se trata:
– De dar una lección al mundo después del 11-S. Tenemos la capacidad, las ganas y la suficiente falta de inhibiciones como para cargarnos un país chungo en una semana y un país medio decente en un mes que ni lo de Haití de estos días. Y sus dirigentes, a una cueva, en el mejor de los casos, para el resto de sus días.
– De tener controlado Oriente Medio, así como bases militares allí por lo que pueda pasar y varios gobiernos convenientemente dóciles, entre los que desde lo de Irak están quienes mandan en Bagdad.
Obviamente, el ejército de los Estados Unidos no da para ocupar estos países lejanos y anexionárselos. Ni siquiera, excepto si se está dispuesto a asumir costes tremendos, a tener un gobierno títere. Pero sí, a la vista está, para lograr una pléyade de árabes y musulmanes “comprensivos” que, cuando el asunto sea suficientemente importante y así se les haga saber, son perfectamente consciente de qué se espera de ellos y qué han de hacer.
Respecto de Afganistán, está claro que el control del territorio no es óptimo, por decirlo de forma eufemística y que no se llega ni a la mitad de la tranquilidad de la que gozaron los soviéticos. Pero con esa invasión han cumplido los dos objetivos reseñados arriba también. Que el país no está pacificado del todo es, en efecto, un problema. Más que nada porque cuesta bajas militares y dinero. Pero no nos engañemos, todo lo que interesa a los EE.UU. del país sí está controlado. Las bajas se soportan porque no son tantas (menos incluso al año de las que tenía la URSS, bien es cierto que ellos se aventuraban por todo el país al estilo de la Guardia Civil en Euskadi, esto es, con cuidado, pero tampoco en tanques ni acantonados en Intxaurrondo todo el día). Y bien valen, al menos eso es lo que se entiende de momento, a cambio de conjurar el riesgo de que alguien tome el Gobierno y los enclaves estratégicos del país de nuevo. Así como para servir de coartada con ese rollo de la reconstrucción y demás.
Pero vamos, que lo de Afganistán tampoco parece que lo tengan totalmente mal diseñado. Otra cosa es que, habiendo lo que hay ahí, se pueda entender que el coste en vidas y dinero es excesivo para lo que, a la hora de la verdad, hay que ganar allí (que a estas alturas, conseguidos los grandes objetivos geopolíticos de acojonar al personal, destrozar a un gobierno que se tiene por hostil y poner varias picas militares permanentes en esa zona del mundo, la verdad es que es bien poco). Por eso lo de tratar de implorar a los europeos tropas y más tropas. Si se trata de estar por ahí haciendo rolletes humanitarios que sirvan de coartada, que los especialistas y mayores entusiastas de este modelo de dominación muestren el camino.
En definitiva, éxito, a mi juicio, sin duda.
Otra cosa es que tal modelo sea sostenible en futuro con una economía declinante. Porque sí, la fiesta, cara, lo es. Y ni siquiera Keynes vería bien semejante impulso de la demanda agregada si se trata de gastar por gastar en esas proporciones.
Comentario de desempleado (22/01/2010 08:58):
Mientras tengan la máquina de hacer billetitos y el mundo los acepte, ningún problema. A los hechos me remito.
Comentario de Otto von Bismarck (22/01/2010 12:45):
Desde mi inmodesta ignorancia, desempleado tiene razón. Pero precisamente por eso deberían estar los mandamases yanquis con el culito apretado. Y de hecho lo están: http://xlsemanal.finanzas.com/web/articulo.php?id_edicion=4847&id=51538 muy recomendable esta entrevista (completa)
A día de hoy, a china no le interesa un desplome del dólar porque ellos tienen un porcentaje relativamente elevado de esa divisa. La deuda que habían comprado era una especie de rehén a cambio de poder vender en el mercado americano. Pero hace poco oí que el politburó chino ya había declarado públicamente que en adelante su objetivo era crecer más en base a la demanda interna y menos por exportaciones. Cuando tengan suficiente mercado para no depender de EEUU… Y además contando con que no se para de hablar de abandonar el dólar y cambiarlo por la famosa cesta de divisas.
Pero en cualquier caso, un país tan grande y poblado, con tantas materias primas y recursos, y con esa facilidad para hacer negocios nunca va a dejar de ser una superpotencia, ¿acaso ha dejado reino unido de serlo? solo le pueden salir competidores. Pero plantear la caída de EEUU como una especie de derrumbe creo que es muy fantasioso.
Comentario de popota (22/01/2010 16:09):
Al respecto de las relaciones entre los USA y China, es interesante lo que comentaba Rafael Poch de Feliu, que estuvo de corresponsal en China varios años:
http://www.lavanguardia.es/lv24h/20091117/53825810226.html
Comentario de Andrés Boix (22/01/2010 17:32):
Muy interesante. Tengo para leer el libro de Giovanni Arrighi Adam Smith in Beijing. Lineages of the twenty first century desde hace unos meses. Pero, con tantas cosas que hacer y que leer, sigue en la pila espera. Se supone que es un trabajo currado, justamente, sobre ese asunto.
Comentario de InVino(Veritas) (26/01/2010 03:58):
Sobre si Estados Unidos puede dar por cumplidos sus objetivos en Irak y Afganistan, yo, la verdad, es que no lo tengo tan claro. En primer lugar porque me parece muy dificil definir cuales son los “objetivos” de los EEUU. Aceptemos que existe cierto consenso y unas cuantas lineas rojas en su politica exterior y que, en general, la necesidad de mantener la hegemonia no se discute. Pero eso no significa que dentro del complejo economico-industrial de los EEUU no existan grupos de poder con intereses contrapuestos. Que la gigantesca maquinaria de produccion belica americana (heredada de la Segunda Guerra Mundial y contra la que ya advirtio Eisenhower en su momento) necesita de una guerra de cuando en cuando para tirar tomahawks y asi poder vender algunos nuevos, no es ningun secreto. Que la economia de guerra perjudica , y mucho, a otros sectores importantes de la economia norteamericana, tampoco.
Yo en Afganistan no daria por cumplido ningun otro objetivo mas que el de salvar la cara (se intervino un mes despues del 11-S) y arrastrar de alguna forma el conflicto a terreno enemigo (los muyahidines se vuelan por los aires en Kabul y con menos frecuencia en Detroit). Por el contrario: Pakistan al borde de un ataque de nervios y un pantanal con los talibanes, en pleno revival de la Eta imbatible.Nueve años de guerra para esto no parecen invitar al triunfalismo.
En Irak: se consiguen las terceras reservas de petroleo para asegurar la hegemonia americana en el futurible periodo del pico de Hubbert. Pero resulta que EEUU ya controlaba de facto las segundas (Canada) y las cuartas (Kuwait). Sobre las bases y el acojone a los paises arabes: lo siento, no me lo creo. Kuwait ya era una enorme base en la zona y todo el mundo sabe lo que unos cuantos portaaviones de clase Nimitz son capaces de hacer.
Grandes Beneficiarios: Halliburton, Blackwater, todo el que fabrique desde misiles a tirachinas y algunas petroleras.
Grandes Perjudicados: El ejercito de EEUU , agotado por el esfuerzo belico, hasta el punto que una tercer escenario belico es, a dia de hoy, impensable. (la guardia nacional, que en principio no participa en misiones en el exterior esta haciendo rotaciones de hasta dos años, y esto Iran lo sabe). Por otra parte la opinion publica americana , hasta los mismisimos de guerras eternas sin ganar ni un buen desfile ni sensacion alguna de mayor seguridad. Y esto Iran tambien lo sabe. Como tercera consecuencia: un deficit monstruoso y yo creo que la sensacion generalizada de que la oportunidad para la Pax Americana (posible en tiempos de Clinton XY) se ha perdido. Al menos temporalmente.
Comentario de Clara M. (27/01/2010 13:04):
Que los atentados sean en Kabul en vez de en Detroit no está mal del todo, ¿no? Aunque habría que valorar hasta qué punto el coste económico y en vidas que supone esa deslocalización de las consecuencias del terror compensa o no.
Comentario de Destripaterrones (27/01/2010 15:13):
Al hilo de lo dicho sobre InVino sobre la proyección de capacidad militar estadounidense en el Golfo Pérsico, aquí hay un enlace que os puede interesar (en inglés):
http://www.exile.ru/articles/detail.php?ARTICLE_ID=15976&IBLOCK_ID=35&PAGE=2
Comentario de Eye (29/01/2010 22:18):
Antes de dejar que la discusión descanse para siempre, me gustaría matizar el “éxito” de los americanos en Irak. Sus objetivos eran instalar un gobierno amistoso en el país, que sustituyera al de Saddam, y controlar el petróleo. ¿Lo han logrado?
Respecto a lo primero, no exactamente. El actual gobierno iraquí no es abiertamente hostil como el régimen de Saddam, pero tampoco exactamente amistoso. Maliki no es un osito de peluche. Al contrario, es un tío muy inteligente con su propia agenda. Necesita el apoyo americano para seguir en el poder, claro, pero también es cierto que los americanos le necesitan a él; los dos peones que auparon en un principio, Chalabi y Allawi, han fracasado y no tienen ninguna posibilidad realista de gobernar Irak de forma fiable. Y las alternativas a Maliki -¿la gente de Moqtada al-Sadr?- no son demasiado agradables. Esto le ha dado a Maliki bastante margen para ir a la suya, y de hecho se ha permitido exigir a los americanos el compromiso de retirarse de Irak en un futuro próximo. El actual gobierno iraquí no es un sirviente de Estados Unidos; existe más bien una relación curiosa en la que no sabe quién utiliza a quién.
Y sobre el control del petróleo, el éxito americano ha sido, de nuevo, más bien parcial. El gobierno iraquí todavía no ha logrado aprobar la legislación que los yankis hubiesen deseado -los proyectos de ley existentes causaron un sinfín de discusiones entre las diferentes facciones en Irak, y al final el gobierno de Maliki simplemente ha desistido-. Y muchas de las concesiones para explotar los yacimientos existentes han ido a parar a compañías como Shell, Statoil y -¡horror!- los rusos de Gazprom; las multinacionales americanas no han obtenido demasiado. Y no sólo esto; con los acuerdos actuales el gobierno iraquí deja los riesgos para las compañías extranjeras y se reserva la mayor parte de los beneficios -en principio, y si las cosas no cambian, los inversores extranjeros ¡sólo se quedarán con entre 1 y 2 dólares por barril!-. Desde luego ésta no es la situación que Cheney y Condolezza Rice soñaban en 2003.
Al menos algo han conseguido: si los ambiciosos planes del Ministerio del Petróleo iraquí se cumplen, cosa muy dudosa, Irak podría producir en un futuro unos 12 millones de barriles diarios. Una cifra de 5-6 millones sería mucho más realista, pero aun así bastaría para minar a la OPEP y quizás contener los precios. Más petróleo en el mercado equivale a petróleo más barato, aunque no lo controlen directamente los americanos. El problema que existía con Saddam era que, a causa del embargo, Irak no tenía ningún aliciente para producir.