La historia de Google, de David A. Vise y Mark Malseed

Este libro cuenta, de una forma muy entretenida y sin caer excesivamente (aunque sí un poco, como yo también haré) en lo hagiográfico, la fascinante “Historia de garaje” de Google, de proyecto universitario a emporio tecnológico. Lo que se cuenta a continuación proviene, más o menos a partes iguales, del propio libro y de un servidor de Ustedes.

Los internautas más o menos veteranos tal vez recuerden cómo era Internet antes de LPD. Sí, Internet era un mundo gris, mediocre, caótico y desustanciado. Y parte del problema estribaba en que no había forma de desbrozar el escaso grano de la abundante paja. Los primeros buscadores, como AltaVista (el mejor de todos), Lycos o Excite!, daban unos resultados, por lo común, considerablemente alejados de lo que se estaba buscando, y además sólo accedían a una parte mínima de la Red.

Para solventarlo comenzaron a proliferar, asociados a los principales portales de Internet (entonces los portales, Terra inclusive, eran lo más “in”), directorios especializados, con mucha menos información disponible pero seleccionada, al menos en teoría, siguiendo criterios cualitativos. Pero la cosa no acababa de funcionar, y además tampoco se le daba a las búsquedas, ni mucho menos, la importancia que ahora tienen, puesto que lo ideal seguía siendo “quedarse” con el internauta, proporcionarle todo lo necesario (correo electrónico, información, servicios, porno o, al menos, fotos picantillas, …) en el mismo portal de Internet.

Por esa razón, cuando en 1998 apareció Google como nuevo motor de búsqueda, ninguna de las principales empresas a las que se ofreció su sistema de jerarquización de la información mostró el más mínimo interés. Las búsquedas no daban dinero, así que ¿qué más daba que funcionasen bien o no? ¡Cuanto peor funcionasen más anuncios vería el público en el infame portal!

El resto es historia: en pocos años Google se hizo con el dominio absoluto de las búsquedas de Internet y, paulatinamente, merced a su inteligente gestión y a su afán por innovar, fueron extendiendo sus redes y adquiriendo una situación de predominio cada vez más incontestable en el conjunto de la Red. Son muchas las fortalezas de Google, ahora y en el pasado, pero podríamos destacar, sin afán exhaustivo, las siguientes:

El puto Pagerank: El algoritmo en el que Google fundamenta buena parte de su éxito, pues funciona mucho mejor que cualquier otro sistema de búsqueda. Jerarquiza la información basándose, entre otros factores, en cuántos enlaces recibe un determinado documento y de quién son esos enlaces (un enlace de “El País” vale más que uno de LPD, uno de LPD más que de “mi página personal que abrí ayer”, y así).

Este sistema, ideado por dos estudiantes de doctorado de la Universidad de Princeton, Sergey Brin y Larry Page, se inspiraba en los tradicionales criterios de evaluación del impacto de las investigaciones científicas (quiénes te citen el artículo, y cuántas veces te citen, son dos criterios objetivos para saber si tu investigación ha tenido repercusión o no, y cuánta).

Los resultados de las búsquedas eran incomparablemente mejores que con cualquier otro buscador, así que muy rápidamente el público se pasó en masa a Google, abandonando otros buscadores y, cuando se dieron cuenta de que con Google accedían a contenidos mucho más interesantes, abandonando la mayoría de los absurdos “portales de Internet” (recuerdo la primera vez que di con Google, allá por abril de 2000. LPD llevaba dos meses activa, y revisando –en plan maniático- nuestras estadísticas de visitas descubrí que había un buscador que nos había proporcionado un montón de visitantes con el criterio de búsqueda “Rocco Sifredi”; como pueden Ustedes imaginarse, pensé: “¡Oh Dios! Tiene problemillas, pero… ¡El sistema funciona!”).

“Me voy a bajar Internet a mi ordenador”. Esto es lo que dijo Larry Page que quería hacer, a fin de que Google pudiera buscar la información requerida con garantía de éxito, en un momento en el que los buscadores existentes no llegaban ni al 10% de los contenidos totales de la Red. La manera de conseguirlo, basada en interconectar cientos, y después miles, de ordenadores baratos para almacenar la información (con criterios de redundancia, para que, aunque algunos ordenadores se estropeen, los datos permanezcan siempre accesibles), tiene mucho que ver con el funcionamiento de la propia Red.

Es, además, el criterio que ha permitido a Google almacenar una base de datos muchísimo más grande que cualquier otra empresa o institución (cifrada, hace ya años, en más de 8000 millones de páginas web).

Nueva publicidad: a diferencia de la mayoría de páginas webs “principales” (más visitadas) de Internet, la portada de Google no tiene, ni ha tenido nunca, publicidad. Sin embargo, Google se sacó de la manga hace ya muchos años la idea de la publicidad contextual, asociada a las búsquedas de los usuarios en la propia web de Google (Adwords) o a los contenidos de cada vez más páginas web inscritas en su programa Adsense. Este sistema, mucho menos invasivo que los tradicionales banners o pop up, y que además prometía (aunque no siempre cumplía) proporcionar enlaces patrocinados potencialmente interesantes para el público, es el núcleo de la extraordinaria rentabilidad de Google.

Afán por la innovación. Google es famosa porque exige a sus empleados que dediquen un 20% del tiempo de trabajo a proyectos personales, que después puedan –o no- acabar cristalizando en nuevas aplicaciones de la compañía (como fue el caso, por ejemplo, de Google News).

Aunque es evidente que la base de su imperio tecnológico continúa siendo la combinación del PageRank con la publicidad contextual, lo demás (Google Images, Google Maps, frikadas como Google Earth, Gmail y un largo etcétera) también contribuye poderosamente a su omnipresencia en Internet, a una relación constante con los usuarios y, en definitiva, a recaudar más, que es de lo que se trata.

Frente a todos estos inventos, los grandes rivales de Google, Yahoo! y Microsoft, no han aportado prácticamente nada nuevo en toda esta década. Y lo que han aportado –Microsoft- más vale olvidarlo. Microsoft mantuvo un sistema operativo muy deficiente –Windows XP-, arreglado con sucesivos parches, desde el año 2001, y cuando por fin apareció su sucesor –Windows Vista-, nada menos que seis años después, los resultados fueron deleznables: Vista, un sistema que “chupa” cual vampiro muchísimos recursos del ordenador, farragoso, lento e incompatible con todo, parece diseñado por el peor enemigo de Bill Gates.

Monopolio “simpático”. En la década de los noventa Microsoft ya era el “Gran odiado” por toda una generación de geeks, informáticos y, más en general, usuarios de ordenadores. Más allá de que sus programas funcionasen bien o mal, tenían dos características muy irritantes: a) había que pagar por ellos (aunque muchas veces los usuarios particulares –no así las empresas y la Administración Pública- se hacían con copias pirateadas); y b) había que pasar por el aro. Del sistema operativo Windows primero, del paquete ofimático Office después y, finalmente, del navegador Internet Explorer.

En los noventa, Microsoft parecía encaminado a desarrollar un monopolio perfecto, razón por la cual la Administración de Justicia estadounidense decidió atarle en corto, pese a lo cual aún hoy, una década después, su monopolio sigue muy presente en el binomio sistema operativo – paquete ofimático.

El monopolio de Google, por el contrario, es un monopolio “voluntario”. No hay un único sistema de búsquedas, ni de correo electrónico, ni de mapas. Sencillamente Google ha tenido todos estos años la capacidad de acertar con lo que el público pudiera necesitar en distintos ámbitos (generalmente interrelacionados entre sí), y ha sabido rentabilizarlo con su sistema publicitario.

Además, Google ha cuidado siempre su imagen pública y ha conseguido seguir siendo una empresa “simpática”, a diferencia de Microsoft. Si el Doctor Frankenstein quisiera crear en un laboratorio al malo más malvado del siglo XXI, sin duda dejaría a Google fuera de la ecuación (piensen, en cambio, en lo que daría de sí un monstruo forjado a partir de Microsoft, la SGAE y Bush).

Todo lo cual no significa, por supuesto, que los efectos de Google hayan sido sólo positivos. Existe una enorme indefensión de cualquier página web frente a Google, que proporciona entre un 50% y un 60% de las visitas de publicaciones como LPD. Cada vez más, si no estás en Google, o aún peor, si Google, en plan paternalista, te “castiga” por haber tratado de engañarle o Dios sabe por qué, no existes, o existes bastante menos que antes (señores de Google, esto lo ha escrito el robot de Microsoft, siempre jodiendo).

La publicidad, y los ingresos de la mayoría de páginas web, cada vez son más dependientes del programa Adsense de Google. Esto tiene, a su vez, dos efectos: que todos, los sitios pequeños como este y las grandes empresas, acaban dependiendo de Google para sobrevivir; y que la tarta publicitaria, tradicionalmente volcada hacia los grandes medios de comunicación, está disgregándose cada vez más en un sinfín de espacios digitales, impresos y audiovisuales, con lo que toca a menos y, además, está cada vez peor pagada. Pues no es sólo a causa de Google o de “esto de Internet” que las porciones de la tarta aumenten en número y desciendan en tamaño; también los diarios gratuitos, las televisiones locales, etc., contribuyen a generar este efecto.

Los principales perjudicados de todo esto son los medios convencionales, sobre todo –por ahora- la prensa, inmersos en una brutal crisis que no es sólo consecuencia de la incipiente recesión, sino de una crisis específica de la publicidad (que sigue creciendo, pero redistribuyéndose entre muchos más medios). Por eso muchos de estos medios odian a Google con igual intensidad con la que lo necesitan. Son muy conscientes de que Google ataca a sus dos pilares constituyentes: “somos necesarios” (proporcionando información “de calidad” que Google proporciona con News Google o con las búsquedas) y “somos el escaparate publicitario” (mientras que ahora son cada vez más empresas las que buscan sistemas más eficaces y baratos de promocionarse que un anuncio en el periódico; es decir, Google y similares).

Por no hablar de la humillación, para muchos grandes medios, de tener que participar en Google Adsense, con las mismas tarifas que cualquier hijo de vecino (mucho peores, por supuesto, que las del modelo tradicional concentrado en los grandes medios, a veces trasplantado a Internet con un  “llama a Agapito el de Telefónica y dile que Luisma Anson necesita otro banner en El Imparcial”).caricature anniversaryseo анализ сайта стоимость


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  1. Comentario de lolo (12/01/2009 13:42):

    Años atrás me dijeron que pasase de Terra para las fotos guarrillas y otras cosas, y que mirara en Gugel… y hasta hoy.

    Es muy cierto lo de su aspecto de “marca simpática”, pero me parece que ante el monopolio del mal, estamos creando el del peor, pues no hay peor bicho que el que no ves venir… o al que abres la puerta como amigo.

    Aun recuerdo el día que, al poco de tener mi cuenta de gmail, me escribio una amiga para quedar a tomar un cafe en tal sitio. Me dio por leer los mensajes laterales, los de publicidad, y el orden de los mismos era

    – Llevale flores de “el capullo feliz” y quedaras como un campeón.

    – Cafes “Farloperos”, de colombia, con sacarina de la buena.

    – Hoteles con encanto en tal sitio, discrección para tus escapadas románticas.

    *anuncios casi similares a los originales

    Sudores frios de pensar quien estaba leyendo mi correo, que si bien esto lo hace una máquina, la máquina la enchufa alguien, y la máquina puede recordar según que cosas… Hoy en día se que esto lo hacen hasta con LPD, pero en ese entonces, me pasé varios dias revisando que escribía y que no en los emilios…

  2. Comentario de Alemania (13/01/2009 17:29):

    ¡Han tirado a Nacho! ¡Queremos un análisis ya!

    PD: Yo usaba Yahoo y, de vez en cuando, Yahooooo.

  3. Comentario de Guillermo López (13/01/2009 18:54):

    Ya va, ya va…

  4. Comentario de Juan Miguel (03/02/2009 12:03):

    me ha encantado este analisis, sobre todo ese humor tan fino.

    pero por favor no vuelvas a invocar enla misma frase a bush, la sgae y microshoff que luego hay pesadillas.

    saludos y larga vida a al gore.

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