La conjura de El Escorial

Hacía años que no iba a ver una película española, en concreto desde la infame “Alatriste”. ¿Y por qué cambiar, si tan bien lo lleva todo aquél que no vea cine español? Pues la cosa es que, tras aguantar veinte años de comedietas infames y películas cutres que se regocijan en la pobredumbre de cierto supuesto “cine social” (como diciendo: “así de cutre es España; imagínense cómo debe de ser ‘nuestro cine’”) uno, ingenuo como es, tiene muy elaborada una línea de discurso que sirve, ora para tratar patéticamente de ligar (como casi cualquier línea de discurso que en el mundo ha sido), ora para hacerse el interesante. Y la cosa consiste, brevemente, en “lo que tendría que hacer el cine español, aprovechando las mejoras tecnológicas y el abaratamiento de costes, es producir películas históricas; así al menos existirá una remota posibilidad de que los guionistas respeten argumentos con un mínimo de interés y,además, la película tendrá recorrido comercial más allá de la familia y amigos del director”.

Qué candor, ¿verdad? Pues por culpa de esa pose de listillo me veo abocado, aunque sea cada dos años, a volverlo a hacer e introducirme en algo mucho peor que el Pasaje del Terror de las ferias: una película española (más cara que el Pasaje del Terror, mucho más larga y, obviamente, mucho más terrorífica). De hecho, cuando me encaminaba hacia el cine miraba con lástima a la gente que iba a ver alguna americanada insustancial, como diciéndoles “sálvenme, por piedad”, mientras ellos, compasivos, parecía que iban a gritar en cualquier momento un “¡Pero qué haces, loco!”.

Pues bien, pese a todas las lógicas prevenciones que hay que tomar frente a una creación de “nuestro cine”, hay que reconocer que la película, más o menos, se aguanta. No es, por supuesto, una gran película, pero al menos no es una bazofia al estilo de Alatriste, dado que consigue dos méritos indudables, casi insólitos en películas con estas características (españolas):

–    Tiene argumento. Aunque bien es cierto que lo tiene porque se basa, y tiende a ser más o menos fiel, en hechos históricos bastante bien establecidos. La historia en la que se basa, además, tiene mucha miga: el asesinato de Juan de Escobedo, mano derecha de Don Juan de Austria, en aquel momento gobernador de Flandes. Antonio Pérez, muy probablemente con el conocimiento de Felipe II, ordena su asesinato al descubrir Escobedo los planes secretos que el propio Pérez ha urdido en connivencia con la princesa de Éboli, autoasignada putilla oficial de la Corte. El rey mira para otro lado y pone cara de gran solemnidad y grandeza de miras al utilizar a Pérez como chivo expiatorio.
–    Consigue un término medio bastante divertido entre el espectáculo macarra tipo Hollywood y el espectáculo aún más macarra tipo parroquianos en un bar de carretera de cualquier provincia española en plan “me has mirao mal, te ví a matar”.

Por lo demás, naturalmente, los diálogos parecen escritos por un niño de cinco años, y los personajes resultan planos y previsibles. Cuando Escobedo descubre los papeles secretos que demuestran la conspiración (para conseguir la paz en Flandes, imagínense lo malos que llegaban a ser Antonio Pérez y la princesa de Éboli) sólo falta que haya una luz de neón “papeles secretos” y una flecha indicando dónde se encuentran los dichosos papeles que, naturalmente, Antonio Pérez (que se nos intenta vender como un tipo “cuidadín, que soy muy listo y siempre metido en conspiraciones turbias”) ha dejado tirados descuidadamente encima de su escritorio mientras se tira a la princesita.

Otro momento en el que dan ganas de levantarse y aplaudir es cuando se nos intenta explicar la terrible rivalidad entre el Duque de Alba y Antonio Pérez. La cosa se resume en que el Duque, que como todos Ustedes saben era un pedazo de animal, quiere volver a Flandes para encargarse personalmente de matar y saquear hasta que no quede un solo rebelde con vida, mientras que Antonio Pérez prefiere la paz, aunque suponga renunciar a Flandes, porque él es así, tiene un ansia infinita de paz y atesora un buenismo que venga Dios y lo vea (por no hablar de que la paz es lo que conviene a sus negocietes con el enemigo). Pues bien, una vez ya sabemos esto por boca de los personajes, y por si a alguien le quedaba alguna duda, se nos regala con una escena en los jardines de palacio en la que acompañan a Felipe II sus principales consejeros. Uno de los perros de caza del rey se enfurece y se lanza directo contra el monarca. El Duque de Alba saca la espada y le corta la cabeza al perro de un tajo. A continuación, se arrodilla ante el rey y le suelta: “así defiende el duque de Alba a su majestad de sus enemigos”. El rey le pregunta a Antonio Pérez qué habría hecho él, y éste coge un trozo de carne y se la lanza a otro de los perros. Sublime. Sólo faltaba un subtítulo, en plan Gran Hermano, explicándonos “El Duque dice esto porque cree en la guerra con Flandes, mientras que Antonio Pérez es partidario de la paz. Es una metáfora, como si dices ‘tus dientes como perlas’, ‘tu piel de melocotón’, y así”.

Hay, por otro lado, una absurda historia de amor entre una morisca “buena” de ascendencia francesa y un simpático alguacil antiguo soldado en Flandes, en un claro homenaje al falso romance entre nuestro recio ex presidente Aznar y la ministra de Justicia francesa. Naturalmente, la morisca muere, por mora (acusada de intentar envenenar a Escobedo), y el alguacil trama venganza contra “los poderosos que están detrás de esto”, en plan peón negro conspiranoico del 11M. Es divertido constatar, durante el ajusticiamiento de la morisca, el a mi juicio principal punto fuerte de la película, ya mencionado: combinar la visión del munto tipo Hollywood, en la que está educado el espectador medio, con una visión del mundo plena de escupitajos, chalaneos y favoritismos tan propia de este país. Cualquier espectador normal, con lo mucho que nos han dado ya el coñazo en la película con lo simpática que es la morisca y lo multicultural que resulta su amor, asume que en el último momento se suspenderá la ejecución. Pero no, señores. Estamos en España, y en España, cuando un tribunal dicta sentencia, sobre todo si es de muerte, lo primero de todo es cumplirla. “Por mis huevos que vas a pudrirte en el trullo, malhechor, criminal, algo habrás hecho”. Así de implacable es el rodillo de la ley. Y luego, si hay pruebas o testimonios o cosas desas, ya veremos, pero no pretenderán que vayamos a parar un espectáculo tan bonito por cuestiones de matiz.

Por eso el final resulta tan español, con el alguacil cargándose a todo el que se le pone por delante para vengarse de quien haga falta, y luego cogiendo tierra de la tumba de su amada mientras le dice “te dije que me vengaría y he cumplido” (momento en el cual el director nos regala con unos espectaculares ralentizados de la morisca en plan flashback dignos de cualquier episodio de “Los vigilantes de la playa”). Se trata, en fin, de una película al menos entretenida, plagada de pequeños fallos e inconsecuencias, es cierto, pero que no llegan a convertir “la experiencia cinematográfica” en algo, como es habitual con nuestro cine, insoportable.сколько стоит сделать сайт


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  1. Comentario de HORUS (08/09/2008 14:11):

    ¿Pero vale el precio de la entrada ,si o no?.
    Que mucha prosa fecunda,muchas aladas palabras y mucho criticar ….Pero,¿ cual es la nota sobre 10?.
    ¿Sera mejor que la conquista de Albania por la compañia navarra y Xabier Elorriaga?.
    Vaya critica mas hefestiona,hay que mojarse que parece que la hizo Baul…

  2. Comentario de Guillermo López (08/09/2008 16:04):

    Me confiesto en tanto nenaza más lista de la clase, pero compréndeme, es una película española y más o menos, con todos los matices que quieras… ¡Me ha gustado! ¡Todo en lo que creía se ha desmoronado!

    Un cordial saludo

  3. Comentario de otro lópez (09/09/2008 12:48):

    Cómo que te ha gustado!? Para mí que han querido hacer una cosa en plan trilogía junto al Alatriste (qué pena de película, al menos la vi gratis en un vuelo) y alguna otra que supongo nos meterán próximamente. Yo también soy pecador y defiendo / defendí en su momento que el cine español tenía que hacer más y mejor uso de esta historia tan entretenida que tenemos. En realidad, sueño con una película con la estética de ‘300’ sobre las “excursiones mediterráneas” de los almogaváres. Esa sí que triunfaría.

  4. Comentario de emigrante (09/09/2008 14:29):

    ¿Tú no te habrás confundido y te has metido a ver “La venganza de don Mendo”?

  5. Comentario de de ventre (09/09/2008 17:44):

    insisto, para cine español “un vampiro para dos”, f.f.gomez, j.l.lopez vazquez y g. morales en pleno desparrame.

    ríanse de los cruces de géneros del nuevo cine coreano!

    bueno, y qué tal el reparto? (por lo menos sirve para los juego de “7gradosdeseparacion”: mi prima tiene un vecino que era sobrino de puigcorbé, que salía en una peli con julia ormond y de ahí pasamos a brad pitt vía leyendas de pasión)

    j

  6. Comentario de Javier (15/09/2008 08:31):

    Yo creo que con la estetica de “300”, se podría hacer una película basada en la batalla de Covadonga… Se podría llamar “Pelagius Rex”, con el mismo tio barbudo y, en lugar de lanzas, piedras. La pelicula seria practicamente la misma, pocos melenudos y barbudos en una montaña esperando a muchisimos mas moros para abrirles la cabeza.

  7. Comentario de no soy Woody Allen (16/09/2008 19:16):

    “los diálogos parecen escritos por un niño de cinco años, y los personajes resultan planos y previsibles” – para qué quieres más…

Comentarios cerrados para esta entrada.

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