Manuscrito encontrado en el año 3.500 junto a un burladero en Las Ventas
En la esquina izquierda, con 506 kilogramos de peso, astifino, corniabierto, cuajado, zaino… Calderito. A la derecha, con 68 kilogramos de peso, enjuto, circunspecto, de grana y oro… José Tomás. En juego el título de los Premios Darwin, que según sus bases requieren que el ganador no pase su herencia genética, bien por muerte, bien por imposibilidad manifiesta, como que los testículos se hayan transformado en croquetas, rebozados al rodar por el albero del coso. José Tomás, la gran esperanza española para estos premios, anda últimamente haciendo méritos extra, aumentando el número de cogidas por toro y ganándose a pulso rendir honores al autor de El Origen de las Especies. Los medios de comunicación hacen desconexiones en directo para contar las orejas que ha cortado o los revolcones en la arena que ha protagonizado. Para unos un maestro del arte, para otros una caricatura, un kamikaze buscando la leyenda de Manolete por la vía del hara-kiri con pitón.
La comparación con el cuadrilátero no es casual. Durante años, los argumentos puramente emocionales de los taurinos se basaban en muchas ocasiones en descartar al interlocutor porque “no entendía”. Detrás de cada cuestión que “no se entiende si no gusta” hay alguien que está haciendo su agosto, y en no pocas ocasiones un sinfín de sospechosos habituales y algún que otro sector de personas o animales en mala situación. Tras ello llegaba lo de balbucear y “… es que el boxeo”. Pero también la adopción de José Tomás por parte de la crítica taurina, de una porción de famosos, personajes de la farándula y diversos tipos de lo que en otras épocas se denominaría creme de la creme como estandarte de la Fiesta y representante de la espiritualidad (de ese tipo de espiritualidad que inmediatamente ofrece a quien la admira un carné de pertenencia a un grupo de elegidos), hace que nos acordemos de juguetes rotos como el boxeador Poli Díaz, otro representante del valor racial usado y tirado a la papelera por una elite. La diferencia es que en esta ocasión el juguete puede ser juguete muerto en cualquier instante, y en lugar de Whitaker que le destroce el hígado habrá un Calderito, un Clavelillo, Garcito, Pelón, Cayundo, Reventón, o Lunarín que mande al diestro al tendido donde está fumando un puro el tipo calvo con el pañuelo en la cabeza.
El estupor que me gustaría creer que a mucha gente produce este lamentable espectáculo de suicidio televisado por entregas ha dejado boquiabierto al escritor Antonio Muñoz Molina, que en un artículo publicado el pasado sábado en el suplemento cultural de El País se sorprendía de este renacer de los residuos de la España Negra. Pero este renacer no ha sido tal si consideramos a los toros como un producto genuino no de la España Negra, sino de las particularidades sociales y económicas de España en general. No hay tal negritud, sino consecuencias lógicas.
En primer lugar hay que apartar un prejuicio, el de considerar a la tauromaquia parte del folklore, aunque un folklore que ha trascendido. Esto, en su origen, la coloca a la misma altura que el sombrero cordobés o la sardana. Nada más lejos de la realidad. En el ensayo “Esto no es música. Introducción al malestar en la cultura de masas”, el profesor de filosofía de la Universidad Complutense de Madrid, José Luis Pardo, expone unas breves diferencias entre folklore y cultura popular. El folklore es premoderno, preindustrial y sobre todo rural. La cultura popular es un fenómeno moderno, urbano e industrial. El asombro ante el hecho de que una aparente muestra de folklore sobreviva con tan buena salud deja de ser tan asombroso si nos centramos en el calificativo “aparente”.
Vamos a dejar a un lado la búsqueda del origen de la tauromaquia en Creta, con las clásicas connotaciones mitológicas que tratan sobre todo de ocultar una vergüenza del ser humano. Sí, el homo sapiens lleva algo en los genes que le hace dar alaridos y acercarse como un poseso con un pañuelo en la mano en cuanto ve un animal con cuernos mayor que una cabra, lo que dificulta que se pueda subir a un campanario para lanzarlo desde arriba. Desde que el hombre es hombre, en cuanto ve a una res se precipita hacia ella con una capa. Los neodarwinistas se muestran incapaces de explicar esto. Lo más posible es que desde siempre el ser humano tiene el viejo sueño de volar, y esto era en la época de cazadores-recolectores lo más práctico junto a la coz del caballo o el aleteo desde lo alto de la colina para imitar a los pájaros.
Evidentemente, la tauromaquia moderna tiene precursores en los espectáculos circenses romanos o en la práctica medieval del lanceo de toros y posteriores encierros de varas, una especie de primitivo rejoneo. De ahí se pasó al toreo de pie y entre el siglo XVII y XVIII se establecieron casi en su totalidad los elementos de las corridas modernas. Todo esto se ponía en práctica para solaz de respetable, nobleza y populacho primero, clases privilegiadas y populacho más tarde. Los rejoneadores perdieron el favor del público debido a que los toreros procedían de las clases pobres. Y aquí viene la confusión y el matiz.
En un país que careció de revolución industrial y revoluciones burguesas, y que se ha ido alimentando de las migajas de modernidad que caían de los platos de naciones cercanas -gracias a lo que no estamos enfrascados en la 19ª guerra carlista- surgen los toros con esa apariencia de folklore que comentábamos. Sin embargo es un festejo financiado y potenciado por una oligarquía que quiere ver ese espectáculo y que necesita del pueblo para que resulte rentable. Este tipo de festejo es sólo posible en esos momentos en España, donde la situación histórica crea unos momentos donde puede nacer una manifestación que quede en el limbo, como en el limbo histórico, a medio camino entre la quema de brujas y la electricidad, estaba el país. Y así nace un extraño sietemesino, la tauromaquia, una especie de no-folklore y no-cultura popular que quizá se clasifique mejor como folklore despótico, en referencia al lema del despotismo ilustrado “todo para el pueblo pero sin el pueblo”.
De la misma forma, los toros son despóticos. Son para el pueblo, pero circo para el pueblo. Son para el pueblo, pero para que los más necesitados del pueblo se jueguen la piel. Mientras, la oligarquía de intereses agroganaderos, los terratenientes (en los últimos tiempos reconvertidos en muchas ciudades en empresarios del ladrillo en gran medida) se aprovechan de un negocio excelente que además divierte si uno goza con este tipo de fiestas. Se crea una mitología para acariciar el cogote del hambriento que coge el capote. La mitología del valor. La mitología de que ese valor puede hacer ascender en la escala social. La mitología del arte. E incluso una extraña mitología erótica donde se identifica al toro con lo masculino y al torero con lo femenino. En ese aspecto, un historiador y experto en tauromaquia poco dogmático y rara avis en un mundillo donde abunda la Verdad Absoluta del “es que no entiendes”, Fernando González Viñas, atribuye esta simbología a las costumbres sociales de algunos pueblos españoles, donde el novio acudía junto a unos amigos a buscar a su futura esposa mientras “jugueteaban” con un novillo. González Viñas, por cierto, es autor del Boletín de Lotería y Toros y uno de los responsables de taurologías, además de autor de libros sobre Manolete y José Tomás. Organiza conferencias y ofrece en sus publicaciones la posibilidad de que se expresen todos los puntos de vista, algo extraño en un sector poco propicio a la crítica y que es de agradecer. Y además lo hace publicando textos heterogéneos y muchas veces rarísimos. También hay vida inteligente en el planeta toro.
Y así tenemos un falso folklore, una fiesta controlada por oligarquías que, al carecer España de esas revoluciones, han continuado con su poder y lo han mantenido en un grado muchísimo mayor que en otras naciones europeas más avanzadas. De ahí que los toros estén subvencionados, pero no al estilo del cine u otros sectores, sino “a priori”. En algunos casos esta relación ha estado tan poco disimulada que incluso algunos ministros del gobierno tenían abiertamente intereses ganaderos. Los empresarios de la fiesta la han ido manteniendo con algunos altibajos, pero de forma lineal. Para que todo cambie pero todo siga igual se han limado algunos aspectos, de forma que el torero, en una sociedad consumista, no es sólo ya un paria que puede alcanzar la gloria gracias a su valor, sino una figura mediática. Ya no sube en la escala social, sino que se transforma en una estrella del rock. Eso es imposible salvo el caso de este género de folklore despótico o falso folklore que son los toros. En cualquier sociedad moderna, la cultura popular anula al folklore, que queda reducido a unos pocos campos pintorescos. Pero el no-folklore y no-cultura popular, el producto de una oligarquía perpetuada gracias a la tierra y a la adaptación en alguna otra rama empresarial –un círculo no excesivamente grande pero de gran poder e influencia- puede hacer este sorprendente encaje de bolillos. Y así, ante la sorpresa de Muñoz Molina, El Cordobés abría el No-Do hace décadas y ahora lo hace José Tomás. Y recordamos el error: no se trata de la España Negra… sino de la oligarquía española y sus intereses. Sigan la genealogía de toros y tendrán la genealogía de muchos que han mandado desde siempre. Esta es quizá la característica más curiosa y digna de verdadero estudio de un festejo que, en este sentido, es único en Europa, puesto que al conseguir estar al margen del progreso habitual que se ha desarrollado alrededor de España ha conseguido amoldarse a todo y seguir, como quienes lo controlan, manejando los hilos de su presente y su futuro. Los toros y este tipo de oligarquías españolas, al igual que la energía, no se crean ni se destruyen: sólo se transforman.
De ahí que un verdadero movimiento anti-taurino, al margen de los razonados y razonables argumentos en pro del buen trato a los animales y el descarte de un espectáculo público de tortura animal, y los no tan razonados ni razonables numeritos de pancartas y desnudos que rápidamente forman parte anecdótica de los mismos medios de comunicación que a su vez realzan la fiesta por intereses publicitarios u orden directa del primo hermano del cuñado del consejero delegado de tele nosequé que tiene una ganadería, tendría que centrarse en estas cuestiones económicas que hemos tratado, en la solicitud de transparencia en las subvenciones, en la pedagogía y en el derecho. Teniendo en cuenta que la división de poderes en España es una chufla y el sistema educativo otra quizá mayor, este texto bien puede meterse en una botella y enterrarse al lado de un burladero de Las Ventas, pues a la tauromaquia le queda rato, salvo que algunos intelectuales independientes y otros que siéndolo –pienso en gente tan lúcida como Savater o Boadella- muestran en este ámbito un deslumbramiento tan irracional como habitual ante un espectáculo que puede subyugar a cualquiera (incluido anti-taurinos) por su llamada al instinto y una muestra innegable de valor por parte del torero, muevan con pensamientos certeros una corriente anti-taurina demasiado anclada en la estética de la inocua protesta “verde”, que como hemos dicho lleva razón pero se manifiesta de una forma demasiado propicia a engrosar la rueda de la tele, puesto que dentro de nada tan acostumbrado será abrir un informativo con la cuarta cogida de José Tomás en el segundo toro como cerrarlo con el anti-taurino corriendo desnudo por la plaza en el último de la tarde.
Concluimos con José Tomás, con sus antecesores y los que le seguirán. En el tercer libro de la trilogía de Auschwitz, Los Hundidos y los Salvados, Primo Levi pide que no se juzgue a los grupos de judíos que escogieron los alemanes para encender y mantener los hornos que se utilizaban para exterminar a los suyos. No tenemos ninguna intención de establecer paralelismo alguno con el Holocausto ni por lo más remoto, pero nos sirve esa petición que ahora pasamos a aclarar. Otro de los principales errores de los anti-taurinos, además de esa minusvaloración del toreo como folklore, suele girar en torno a ver a la figura del torero como enemigo de la causa. Si atendemos a todo lo anterior, nada más estúpido que juzgar al torero como “matavacas”, “asesino” u otros adjetivos igual de gruesos. No hay que juzgar a los toreros, que son en cierto sentido, víctimas, si se permite la exagerada palabra, de este negocio. Pueden aburrir, pueden formar parte del espectáculos sangriento, pero se juegan la vida e intentan –guste o no, se comprenda o no- generar belleza mediante una clase particular de danza. Muchos de ellos, como el mítico Manolete, incluso merecen respeto y admiración si los tratamos en su contexto.
De aquellos toreros que combatían el hambre, y con el folklore despótico adaptándose perfectamente a la sociedad mediática, se ha pasado al torero que encierra en sí mismo, mediante una suerte de código bushido, una serie de valores eternos. Quizá ya no haya hambre, pero la utilización del torero por parte del poder es la misma. En este caso hay un claro aprovechamiento de alguien, José Tomás, cuyas obsesiones en otras circunstancias lo colocarían tumbado en un diván. Pero no deja de ser un instrumento en manos de los que manejan el tinglado, con la connivencia de los medios de comunicación que lo rentabilizan. Así que no juzguemos a José Tomás. Juzguemos, desde la lejanía y sin ninguna oportunidad de meter baza, a esta muerte por entregas monstruosa por televisada, aberrante por consentida y espoleada por la expectante y cegada afición que se defiende con un “es que no entiendes”. También terrorífica por inevitable. Esta crónica de una muerte anunciada sí que da verdadera vergüenza. Y miedo. Recemos ante Santa Vaca para que José Tomás tenga una lesión en la rodilla que le retire antes de arrasar en los Darwin gracias a un grupo de eternas familias de Don Gilitos, los famosetes que les hacen palmas, los aficionados irreflexivos y las omnipresentes cámaras que empujan a un obseso a arrodillarse a porta gayola sin capote y con una diana dibujada en el torso. O volvamos directamente al circo romano. Mariconadas las justas.
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Comentario de Conan1976 (16/06/2008 22:52):
Genial, paisano. Estupenda reflexión, más allá de topicazos verdes. Llegando al tuétano, cual cirujano experimentado. Mis respetos
Comentario de paco (17/06/2008 09:31):
Buenas,
Comparto con vosotros la mira horrorizada a Jose Tomas. Eso no tiene pies ni cabeza. Una muestra mas de esta España, se deja casarse entre si a los maricones, y esto pasa cuando se les abre el coso… en fin.
Muy tierno lo de ver a los toreros no como el enemigo… siglos se estuvo con los curas diciendo lo q esta bien y lo q esta mal, para ahora tener en todos los “canales” a los gafa-pasta diciendonos lo q esta bien y lo q esta mal… inagurando espacios libres de humos y de violencia de genero como antaño se inaguraban pantanos. Como dirian los griegos, estamos viendo continuamente la misma pelicula… el “irfinito”.
¿Por que los toros?
Comentario de paco (17/06/2008 09:38):
Buenas,
Comparto con vosotros la mira horrorizada a Jose Tomas. Eso no tiene pies ni cabeza. Una muestra mas de esta España, se deja casarse entre si a los maricones, y esto pasa cuando se les abre el coso… en fin.
Muy tierno lo de ver a los toreros no como el enemigo… siglos se estuvo con los curas diciendo lo q esta bien y lo q esta mal, para ahora tener en todos los “canales” a los gafa-pasta diciendonos lo q esta bien y lo q esta mal… inagurando espacios libres de humos y de violencia de genero como antaño se inaguraban pantanos. Como dirian los griegos, estamos viendo continuamente la misma pelicula… el “irfinito”.
¿Por que los toros?
PORQUE PODEMOS.
De igual manera q nos hemos pasado siglos cruzando “cientificamente” canidos para tenerlos muy grandes, muy pequeños, o muy lame-coños. Para al final encerrarlos con nosotros en apartamentos de 60 m2, racanearles las salidas a mear y darles de comer pienso. Eso sin con un amor y un cariño q nos rebosa por todo el cuerpo y cristaliza en tintiniantes calandracas en nuestros pelos de culo.
Saludos
Comentario de Torcuato (17/06/2008 13:43):
A los maricones que dicen que no soportan ver cómo sufre un toro en la plaza, les invitaría a que vieran cómo mueren miles de cerdos cuando llega su sanmartín, en lo que se ha convertido en la neocultura popular de la matanza del gorrino español.
Dicho esto, no dejo de darte la razón en el artículo. No sé si soy un animal de pezuña y cago boñigas pero me importa tres cojones ver sufrir a un animal de 500 Kg que es tan idiota de no matar a un pringao con un trozo de tela y un palo. Será porque así demostramos que estamos por encima del reino animal.
PD: ¿Alfredo, has comprado LPD y ya no dejas escribir a nadie más? ¿el resto de LPD está de picos pardos por los puticlubs de España con el gremio de camioneros?
Comentario de Belisario (17/06/2008 14:42):
Gente como José Tomás, existe en todos los órdenes de la vida. De esos que no se bajan de la borrica, de ninguna de las maneras. Conozco uno que cruza los pasos a nivel con barreras, convencido de que el tren parara, ya que según el; su coche es vehículo preferente. Se que algún día saldrá en las noticias, y seguro que alguno carga contra los pasos a nivel. Que si son muy peligrosos, pasados de moda, etc… Todos los conocemos algien así y lo hemos sufrido alguna vez. Pero de ahí a convertirlos en mitos…
Comentario de Belisario (17/06/2008 14:43):
perdón, quise decir alguien.
Comentario de dave (17/06/2008 16:03):
Yo siempre pensé que una de las cualidades que debe tener un buen torero, aparte de la técnica y todo eso, era que no te cogiera el toro…y salir por la puerta grande, y no por la enfermería con el esfinter anal destrozado.
Un día de estos ese tal José Tomás morirá desangrado en alguna plaza, entre sangre, sudor, orina, aroma a colonia barata y puro. Habrá un día de luto oficial, programas de televisión especiales, homenajes, plazas (puede que incluso de toros) con su nombre, llorará mucha gente…y a mi sin embargo me dará igual. Debo de ser una mala persona.
Señoras y señores, ha nacido un mito, da igual que la selección vuelva a caer en cuartos, siempre nos quedará José Tomás, un héroe, una leyenda, un matador de toros.
Comentario de moander (17/06/2008 22:53):
Fancamente el argumento de los toros como medida de amansamiento poular me parecería un tanto más relevante si lo mismo, punto por punto, no pudiera aplicarse al fútbol, familias de hoy y siempre de presidentes, única salida de la pobreza para muchos(patrios pero sobretodo africanos, brasileños…)y subvenciones a tutiplen incluidas.
Que si por supuesto lo que estás pidiendo son cuentas claras y subvenciones cero que me apunten a la de ya pero sospecho que no es en los toros donde más daño haría esta propuesta.
Comentario de Zimmerman (18/06/2008 10:27):
Sorprendente artículo, muy bueno.
¿Consideras víctima al torero y no al espectador?
Comentario de lalo (18/06/2008 13:26):
El articulo me parece francamente ridiculo. Segun tu teoria y la de tus acólitos los toros es una conspiración de los grandes terratenientes para poder vender toros y disfrutar de un espectaculo que a ellos les gusta, para eso engañan a todo el populacho mediante los mass media. primero, el negocio de la gananderia no es de gran rentabilidad, segundo el apoyo de los medios es nulo hasta la aparición durante este mes de jose tomas, y tercero que hay del furbol? y demas deportes?,e sos si que reciben apoyo y epica por aprte de los medios.y las subvenciones como hablas, o habla el molina este, es la que se da a los pseudointelectuales por decreto de los media, y tribunales de amiguetes, para reverenciar y apoyar a partidos politicos, o propuestas politicas. subvencion es lo que recibe el cine español que es deficitario, y mediante impuestos tnemos que pagar la creacion cultural y artistica de artistas del pesebre institucional. eso siq ue es lo que nos venden los grandes terratenientes del asfalto.
a mi me gustan los toros, extrañamente no lo mame de pequeño, sino que primero me acerque con curiosidad, y con el tiempo me he convertido enpequño aficionado, y es cierto que hay corridas carniceras y sangrantes, pero hay otras excelsas y que depuran belleza. he tenido la suerte de ver a jose tomas el año pasado, la unica manera de entender el fenomeno es verlo, sentirlo. y muy gracioso el chiste que buen torero es al qu eno le cogen, al que no cogen nunca es al torero cobarde, nunca nadie ha pisado los terrenos que jose tomas pisa, los terrenos deltoro, por eso es cogiod, porque entiende la tauramquita como dominio y sumision, y es ahi donde nace el arte.
pero es mucho mejor ver musica clasica contemporanea, lirbros indescifraables, o exposiciones de arte moderneques donde se vende mierda de artista enlatada, eso si que es cool, y ahi si que es facil despreciar con es que no lo entiendes. lo mas fastidioso de un pseudointelectual, es su altivez, su prepotencia, y su pose de artista, cuando en realidad no es mas que un ser de pretensiones sin nada mas qu ele diferencie del resto que esa pose.y claro.. leer muchos libros, para dictarlos al primer conocido que pase, y demostrar todo lo listo que es, eso si.. sin haber comprendido la mayor parte de las ocasiones nada.
Comentario de Alfredo MG (18/06/2008 16:16):
Zimmerman, al considerar los toros un circo de tortura pública (aunque con la barbarie muy “disimulada” entre el rito, la parafernalia y la labor del torero) claro que considero a los espectadores como víctimas, en ese sentido exagerado de la palabra víctima que se le da en el texto. No es que estén los aficionados con el cerebro lavado ni los antitaurinos o indiferentes salpicados de sangre y escandalizados. Pero los primeros sí forman parte de la engañifa, y los segundos la sufren en muy diversos sentidos. También gran parte de los aficionados tiene cierta responsabilidad en todo esto, ya que se cuenta con suficiente información a estas alturas como para que incluso un taurino se plantee ciertas cuestiones en vez de quedarse en la comodidad de la “fe”.
En cuanto al último texto de Lalo, no veo que contenga argumentos que refuten nada. El primer párrafo es un sucedáneo del argumento del boxeo, es decir, comparar los toros con otras cuestiones. Puede ser el fútbol, pero también podría ser el hambre en el mundo o la difícil situación de los miriápodos en peligro de extinción.
El segundo párrafo es fe. Lo de siempre “es que no lo entiendes”. Eso no es válido.
Y el tercer párrafo no sé lo que es.
Comentario de lalo (18/06/2008 17:11):
alfredo si todo lo que te dicen lo circunscribes a tu discurso, todo se repetira como un eterno ley motiv. esta cualidad tuya te convierte en, sin duda, el mejor monologador del mundo, haces como escuchas, pero reinterpretas siguiendo tu propio discurso.
gracias por los resumenes a mis parrafos, pero no estoy de acuerdo. para empezar en el primero no es una simple comparación con otras tematicas a las que se puede acusar. es que siguiendo tu idea, la tauramaquia es una conspiración para la tonta gente del pueblo para que los ricos puedan seguir ganando dinero vendiendo toros y disfrutando de un espectauclo que les divierte. y eso es faaaalso.lo que nos venden son otras muchas cosas y mucho mas minoritarias que los toros, (no es el caso del futbol>):
en el segundo parrafo hablo de mi experiencia personal, y lejos de decir que no lo entiendes, como hacen todos los pseudoartistas, solamente sugiero, que si se hace el esfuerzo de acercarse a una plaza y conocer, quizas se pueda encontrar el por que de la afición a la tauromaquia en lugar de criticarla, defenestrarla sin ni siqueira haber hecho el esfuerzo de comprender. lo que es dogmatico.
y en el tercer parrafo que no entiendes, es muy sencillo alfredo.. solamente incido en el hecho de que se subvencionan productos artisticos, que siendo mucho mas minoritarios, y mucho mas dificiles de entender por el público, nadie los critica, porque primero hay mucha gente iviendo de eso, y segundo queda mucho mas cool, y mas molon para un sujeto con estudios e infulas de artista, o de cierta sensibilidad cultural, decir que le apasiona XZ artista contemporaneo, que decir que le apasiona la tauromaquia, mucho mas primario, y agresivo, ademas de alejarse del sucio populacho. y esta postura es mucho más de imposicion de terratenientes culturales que la imposicion, que ciertamente es nula de la tauromaquia.
P.D: si sigues sin entender algo, estaré encantado de explicartelo.
atentamente.
Comentario de Jordi (18/06/2008 18:00):
Sin querer meterme en el tema de los toros que en gran medida desconozco, no sé porque es necesario referirse en tono insultante a algunas actividades artísticas para defenderlos. Pocos argumentos debe haber en defensa de las corridas de toros cuando es necesario utilizar estos recursos.
Yo sí comprendo la afición a los toros aunque no la comparta y aunque me gustaría que dejara de practicarse no me dedico a calificar de pseudo-nada a sus aficionados.
Comentario de Alfredo MG (18/06/2008 18:04):
Lo entiendo perfectamente, y sigue siendo lo mismo que señalé, los argumentos típicos de toda la vida. Vuelves a usar el “hay otras cosas peores” y el “es que hay que entenderlo”. No soy yo el que se circusncribe a su discurso, sino que por tu parte sigo sin ver más discurso que el emocional. Llegas a negar evidencias como las ayudas públicas o el apoyo de los medios, que está claro es menor que el que recibe Tom Cruise, pero constante desde que soy niño y anteriormente durante el Franquismo. Ser ganadero en este mundo es, por supuesto, muy rentable. Ya me dirás, por otra parte, de que estrato social salen los toreros por lo general. También quiénes son los dueños de plazas, empresas taurinas, etc.
Y como suele suceder tampoco entras en el “meollo” de la cuestión, desde el suicidio anunciado de este tipo al espectáculo de tortura pública, al sufrimiento del animal y los avances en el trato digno a los animales.
Pero es lo de siempre, ya digo. Incluso intelectuales de gran valía quedan embobados ante el espectáculo circense. Falta en esos casos una reflexión personal más pausada, o sea, “si me quedo embobado ante un show donde objetivamente se va masacrando en público a un animal de una forma atroz, ¿qué me hace quedarme embobado?”. Ahí operan los mismos principios irracionales que en cualquier tipo de fe o fanatismo, pero al no haber consecuencias salvo para un toro es mucho más complicado que alguien se tome la molestia de analizar esos que ha “sentido” o “comprendido”. El camino no es acercarse a la plaza para “comprender”, sino que gente como tú llegue a pregunatarse “¿qué carajo estoy comprendiendo?”.
Dadme la mano, taurinos, os guiaré hacia la luz y el amor.
Comentario de lalo (18/06/2008 19:07):
tenemos formas diferentes de verlo. pero al menos esta vez te has quitado la mascara, no te gustan los toros te asquean, empieza por ahi, no desde una serie de divagaciones culturetas sobre lo burros que somos los taurinos. A mi me gustan, a ti no. punto final.”que carajo estoy comprendiendo?” yo se lo que comprendo, no comprendo otras manifestaciones artisticas mas subvencionadas y mas patrocinadas por los medios. lee un poco tom wolfe por ejemplo.
Comentario de dave (18/06/2008 21:24):
El único hecho incuestionable, más allá de tradiciones, folclores, subvenciones, y gustos artísticos o pseudo-artísticos varios, es el sufrimiento del animal.
Esa es para mí es la única cuestión importante. El toro es la única víctima de este espectáculo. Un espectáculo que consiste en torturar y sacrificar a un animal con el único fin de entretener al personal,(catetos y cultos incluídos).
Ahora voy a repasar algunos argumentos bastante tristes y pobres que he oído para justificar la existencia de la “fiesta nacional” :
– “si no existiesen las corridas de toros, la raza del toro de lidia desaparecería”.
Oh, cielos que pena, no podemos dejar que eso ocurra. Ahora resulta que los taurinos son unos amantes de la naturaleza preocupados por la desaparición de las especies. Mantengamos una raza sólo para que sea torturada.
– “el toro tiene una larga vida y relajada existencia por los campos antes de llegar a la plaza”.
Ah, bueno, entonces no pasa nada por que sea torturado y sacrificado la ultima media hora de su vida, al fin y al cabo, qué es una hora comparada con 4 o 5 años o los que sea que viva. Estaría bien aplicar esta idea a algunos seres humanos que hayan gozado de una existencia feliz.
– “el toro, por su anatomía y fisiología no siente mucho dolor” (juro por Dios que lo he oído).
Y una polla.
– “el toreo consiste en una lucha de igual a igual entre un animal y hombre armado sólo con una espada”.
Joder, que curioso que el 99,9% de las veces gane el torero.
Es curioso que por darle una patada a un perro te pueda caer un pastón de multa, y sin embargo exista esa ausencia de ¿derechos animales? para el toro. (ah, claro, que es que no sentía dolor).
No soy precisamente “verde”, ni nunca saldré desnudo por Pamplona a manifestarme, y por supuesto que hay cosas más importantes que prohibir y modificar antes, pero hablando de toros, no se puede defender lo indefendible.
Digais lo que digais los taurinos, las corridas de toros son una auténtica crueldad que debería existir a estas alturas.
Comentario de Alfredo MG (19/06/2008 01:30):
Lalo, sigues sin decir nada. Y por supuesto que me asquean los toros, eso queda claro desde el principio. Pero te sigues ciñendo a los gustos y como la mayoría de los aficionados no aportas otra cosa. Y ese es justo el punto donde mucha gente asqueada de los toros pedimos reflexión sobre el sufrimiento del animal a aquellos que aun gustándoles pueden pararse a reflexionar acerca del porqué de la distracción en un espectáculo donde hay una masacre lenta y obejtiva de un toro, sobre la que no cabe discusión alguna salvo que se esté ciego.
Comentario de ciutadela (19/06/2008 13:54):
Alguien debería decirle a José Tomás que él no es ningún maestro. Que el asesinato (de toros) es delito. Y que el suicidio también lo es.
salud y força al peanut
Comentario de lalo (19/06/2008 16:03):
a ver… por ultimo porque cansa hablar con paredes. Te he dado una serie de argumentos, no te valen, de acuerdo pero no digas que no intento explicarte porque a mi me gustan los toros. y si no insisto mas es porque repeteria lo que puedes leer a cualquier cultureta o entendido, y eso no te vale. pues nada
punto final. no t gustan, de acuerdo, respetame a mi y a los que como yo nos gustan los toros. yo respeto aunque no comparta tus argumentos. no hay nada mas que hablar. el dialogo esta sobrevalorado, por mucho que arendt dijera lo contrario
Comentario de lleis (19/06/2008 17:00):
Lo de “el que no aprecia las corridas es porque nunca se ha acercado” a ellas es tan divertido como oírle a un cura decir “no se debe apostatar porque… es pecado”
Comentario de avispao (19/06/2008 19:32):
*y es cierto que hay corridas carniceras y sangrantes*
Y despues de decir eso, sigue hablando de arte, toma pastilla de goma
Comentario de Quiquecu (23/06/2008 13:52):
Te metes con José Tomas porque se ve de lejos que tú eres de Enrique Ponce
Comentario de emigrante (23/06/2008 15:35):
He aquí al héroe del pueblo en todo su esplendor
http://mix.fresqui.com/files/images/josetomas_malaga.jpg
Comentario de Victor (26/06/2008 00:52):
José Tomás se está convirtiendo en la marioneta que La Fiesta necesitaba para su resurgimiento. Ya nadie tiene el Cossío en casa, ya nadie se suscribe a 6Toros6, ya ninguna cadena pública compra los derechos de las retransmisiones taurinas, Manolo Molés se pudre las madrugadas de los domingos.
Y llegan semanas en las que José Tomás abre los telediarios. Hay veces que es porque le abren la puerta grande. Y el otro día en Las Ventas se esperaba mucho de él. Le dije a mi abuela, mientras comíamos: Ya verás como sale en camilla. Así fue.
Ya no es aquel clásico “Populus, panem et circenses”. No, aquello sólo era para tapar lo que ha sido, es, y será para siempre: al pueblo, sensacionalismo. Porque interesa vender, y el sensacionalismo es lo que vende.
Hoy es José Tomás. Mañana será la selección. Pasado mañana otro crimen. El mes que viene…elegid.
Y mientras tanto, ¿sabeis que? Que los precios suben, y nuestro sueldo no tanto. Me la trae fresca de quien sea la culpa. Pero seguimos, embobados, viendo cogidas en Las Ventas.
Salud, y república.
Comentario de ALyCie (26/06/2008 10:24):
Tal vez las danzas macabras medievales, los haloween o la tauromaquia cretense, tengan algo que ver en lo mas profundo del Mediterraneo, pero hoy existen ganaderías bravas y miles de Km² de paisaje espléndido que sin corridas, serían eriales.
Eliminado el uro, y el bisonte o el búfalo, terminad primero con el toro embolao, els bous al carrer o a la mar, el toro alanzado o el acoso y derribo sin piedad a cualquier semoviente antes que el toreo, antes que se extinag el último toro salvaje o ¿bravo?
¡Salud!
Comentario de Scardanelli (04/07/2008 20:58):
Excelente artículo.
Una exhibición con ánimo de lucro donde se maltrata ritualmente a grandes mamíferos y se teme con razón por la vida de hombres semianalfabetos no es un buen ejemplo para los chavales.
Comentario de moander (10/07/2008 00:10):
Cuanta razón tienes. Desgraciadamente mientras las grandes marcas deportivas sigan patrocinando a los alpinistas me temo que no hay nada que hacer…
Comentario de Aniceto (18/07/2008 19:22):
Yo me lo he pasado bien con el debate entre Alfredo y Lalo.
Decir, por cierto, que no le falta razón; el artículo no polemiza sobre el maltrato a los animales, que trata de soslayo (de todas formas no hay mucho que decir que no sepamos ya); ni critica la calidad del espectáculo, que quizá sería el argumento a seguir, más bien menciona la influencia que puede ejercer sobre público muy diferente (lo cual es una forma negativa de reconocer la calidad que tiene el toreo como puro espectáculo). De hecho todo el artículo gira en torno a los toros como entramaje destinado a atontar al pueblo y favorecer de distintas maneras a una minoría.
Con lo cual lo único que hace Lalo es responder a lo que dice el artículo, aunque no a lo que quiere decir: que efectivamente a Alfredo no le gustan los toros. Y responde a los argumentos del artículo a su mismo nivel. Para manipulación de masas, saturación mediática, y beneficios exhorbitados de una minoría qué mejor ejemplo que el fútbol, entre tantos otros. El público embrutecido que sigue los churretones de sangre de Tomás obedece al mismo patrón de quien sigue la prensa rosa, los fichajes de verano del Madrid o el último estreno de Perico de los Palotes, directorísimo de moda, película española insulsa y subvencionada como las 15 anteriores y que se nos sigue intentando meter por los ojos por todos los medios. Desconozco el negocio ganadero, pero desde la osada ignorancia, seguro que la duquesa de Alba tiene muchas más fuentes de ingresos que criar unas manadas de toros. No voy a pararme a mencionar asuntos como el pelotazo de Florentino Fernández o Ramoncín y las cutoas de la SGAE. El apoyo mediático por otra parte, terminó con Pilar Miró (cuando yo era un chaval se televisaban todas las corridas importantes en TVE), y ahora se ve limitado a un programa en la 2 que ven sus cuatro aficionados, como a todos los programas de la 2, y retransmisiones ocasionales en Tele Madrid (o Tele Espe), que yo conozca.
Creo que en realidad, y dejando aparte al aficionado de toda la vida con los adjetivos que cada cual estime, la masa espectadora de los toros no es en absoluto víctima sino participante activo de una situación que se autoalimenta. ¿Por qué veo en un telediario de máxima audiencia noticias (anda que no pasarán cosas en el mundo) sobre José Tomás, Ronaldo en el carnaval de Río, o Bustamante que finalmente se ha casado con su novia de juventud? Porque esas noticias se consumen, no veo razón de buscarle cinco pies al gato.
Mencionar que no me gustan los toros. Puntualizo: fríamente sé que es un espectáculo emocionante y a veces fascinante, por primario y salvaje al mismo tiempo que tiene momentos extrañamente elegantes. No me gustan los toros porque no me gusta ver al animal en esa situación, acorralado, dolorido y sin esperanzas; porque no me gusta cómo me hace sentir y pensar ese espectáculo; y porque lo sigo considerando un lugar de refugio de mentalidades rancias. Pero creo que hay que criticar lo que realmente se quiere atacar, y también creo que mientras no se prohíban las corridas allá por el 2100, hay que admitir que quien disfruta conscientemente de los toros como del espectáculo que ni más ni menos es, merece beneplácito. Para quien apele al “cómo te puede gustar eso”, siempre habrá un “es que tú no entiendes”.