Polémica confitada con publicidad caramelizada
Hace un par de semanas se celebraron las jornadas sobre el trabajo de los camareros denominadas “El profesional de sala y hostelería”, título grandilocuente porque entraban en el conjunto los sumillers y maîtres, miembros de un estamento intermedio que no puede confundirse con la masa que lleva la bandeja ni la aristocracia del delantal y el gorro largo, hasta el punto de que mantienen su afrancesado nombre. Allí, un reputado crítico gastronómico, Rafael García Santos, ofreció una interesante conferencia. Declaró que el crecimiento del prestigio de la cocina española en los últimos años se basa en la explotación del personal hasta el esclavismo. Ante eso, explicaba, la cocina francesa se ha quedado atrás porque los derechos de los trabajadores de la hostelería se respetan mucho más. Llegó a afirmar literalmente que en El Bulli, restaurante del reputado cocinero Ferran Adrià, porque aquí todos son reputados (adjetivo que significa que ni conocía antes de las conferencias a García Santos ni he comido en El Bulli), “de 50 trabajadores cobran 20”. Ante eso, concluyó, si los restaurantes españoles quieren seguir haciendo negocio en una situación económica donde se pide comer bien y estar bien atendido por 20 euros, la hostelería tendrá que empezar a prescindir de personal. Y de bastante personal.
Estas afirmaciones se producían en Córdoba, lejana y sola, y sólo fueron registradas por medios de comunicación locales. Si se llegan a producir en una ciudad con una población y contaminación en condiciones, a estas alturas el reputado crítico gastronómico estaría colgado del palo de mesana, si todavía existen tales palos y medios de transporte que los utilicen. Eso le ha sucedido al reputado cocinero Santi Santamaría, que regenta el reputado restaurante El Racó de Can Fabes. Santamaría ha ganado el reputado premio de ensayo “Premio de hoy” con su libro “La cocina al desnudo”. En él critica la pretenciosidad de los cocineros supuestamente vanguardistas (“dan de comer a sus clientes platos que ni ellos mismos comerían”), los acusa de abusar de productos químicos para hacer sus virguerías y osa arremeter contra la vaca sagrada Adrià.
Aunque esta controversia con milhojas de marketing hará que su libro se venda mucho más (se publica el 27 de mayo), ha generado una reacción digna del mejor plato de servilismo en texturas con crujiente de borrego sobre lecho de percebes. 800 reputados cocineros 800 han firmado un manifiesto donde evacuan espuma de detritus a la flora intestinal en los mismos antepasados de Santamaría.
La reacción recuerda a otros sectores mimados por el poder y favorecidos de uno u otro modo, como el cine o los “autores” de la SGAE. Para empezar se apropian de todo un universo que resulta apuñalado a traición, con nocturnidad y alevosía por malhechores que únicamente persiguen dañar por el puro placer de hacerlo. Así, los subvencionados cineastas representan a una gran familia, a la cultura. Los “autores” representan al campo de la creación. Los 800 a la Cocina Española, con mayúsculas, esa embajadora de la patria cuya bandera es un guisante rojigualda esferificado con alginato.
Detrás de eso se esconde el control del poder. Suena tenebroso. “El control del poder” podría ser una película española protagonizada por un cocinero díscolo que se ve acorralado por la hermandad de la Tortilla Deconstruida. Pero es más simple e incluso simplón. El placer la gula, transformado en la sociedad de consumo de pecado capital en placer para disfrutar sin complejos pero también en producto de compra-venta, resulta una tentadora presa para cualquier gobierno.
Esta nueva gastronomía, como cualquier campo del ocio actual, tiene su parte de calidad. Pero también resulta un excelente medio de propaganda. Lo mismo ocurre con el cine, el arte o la SGAE (no con todo el cine, no con todo el arte, no con todos los músicos, no con toda la SG… ah, con estos sí). Las subvenciones a las películas van generando voces de su amo. Igual con el arte que se expone en las ferias o circos. A la SGAE se le facilita el negocio. Lo de siempre.
Sin embargo la cocina tiene una ventaja. Por una parte su trascendencia y alcance no se pueden comparar al de la música, el cine o el presunto arte. A cambio hay que invertir menos. En todos los sentidos. No son necesarias grandes subvenciones ni complejos movimientos burocráticos y legales para facilitar ese negocio. Basta con el paseo. Los mandamases pasean a los cocineros. Los cocineros ven mejorados sus ingresos al pasearse junto a los mandamases. Lametones e ida a por las zapatillas de paño con alegre movida de rabito a cambio del anuncio gigantesco que permite estar donde los poderosos. Todos contentos y el nombre de España o el de una comunidad autónoma mostrado en un plato maravilloso, con el nombre del político de turno unido a las palabras ‘cocina’, ‘tecnología’ e ‘innovación’.
Pero el punto más importante y el que hace de la cocina un producto propagandístico extraordinario es la difícil comprobación de la calidad de su propuesta. Una víctima cualquiera puede comprobar que docenas de películas vendidas como maravillosas son una bazofia. Otra víctima puede hacer lo mismo con los cuadros, instalaciones y performances. Pero, ¿cómo constatar que unos huevos fritos desintegrados y vueltos a integrar con glutamato ye-yé a través de un agujero negro son buenos, regulares o malos?
La clientela que puede acudir a los reputados restaurantes de los 800 elegidos es mínima en comparación con la que puede ver películas o acceder al debate del asunto de los derechos de autor. De esta manera, parte de la cocina moderna es cuestión de fe, un producto propagandístico genuino que se explica a sí mismo y no permite apenas verificación. El arte se redujo hace tiempo al catálogo, como bien explica Félix de Azúa en su brillante “Diccionario de las Artes”. La cocina, o esta parte que hace de apéndice del poder, a la receta. Bueno, bonito y barato, paisa.
De ahí la virulencia y rapidez en la respuesta de los 800. Las cuestiones de fe requieren de cierta dosis de fanatismo. Todos se congregan en torno al gurú y, al igual que las cebras atacadas por leonas, reparten coces desde el círculo. Para colmo todo procede de uno de los suyos: ¡Herejía!
Esta divertida comedia promete futuras escenas a la antigua usanza, con grupos de cocineros que se lanzan tartazos en la cara, aunque sean tartas de aire helado con muesli. Incluso con algo de suerte podemos llegar a una versión realista de la divertida película de 1978 “¿Pero quién mata a los grandes chefs?”. Véanla, que sale una jovencita Jaqueline Bisset esculpiendo un gigantesco postre de chocolate. Mmmmmmm.
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Comentario de Cojones deconstruídos (21/05/2008 22:01):
Aúpa Santamaría.
Ya sólo falta que aparezca un director de cine, un entrenador de fútbol, un torero, un periodista y un arquitecto que diga que lo que hacen sus colegas españoles es simple y llanamente una puta mierda.
Después los seguiré cual faro en horizonte del mar.
Comentario de pufs (22/05/2008 09:29):
Pues yo entiendo y comparto bastante la critica de santamaria a todo el espectaculo-negocio de la cocina de vanguardia, se podria incluso llevar a comprarar con una critica de la mercantilización y elitización de la cocina como pasa con el arte, donde al final la calidad del producto en si es lo de menos, o se vacia completamente de su valor real para ser solo un simbolo de prestigio
lo que no veo es esta relacion cogida por los pelos con la política y la sgae, gobiernos y tal que se hacie aquí, me parece bastante pillada y ademas, poco lograda
Comentario de Intruso (22/05/2008 12:12):
Me faltan datos para participar en esta polémica.
Es que para mi, “comer de lujo” es un sinonimo mas o menos refinado para “ponerme hasta las patas”.
Una mariscada, un buen asado, o un guiso de aldea, de los que te dejan cara de gilipollas, y si además lo has regado con un vino de la tierra, pues para qué más.
Lo que se ha llamado de toda la vida “comer como un obispo”.
Es que además no tengo mucha imaginación: no sé para qué cojones querría alguien echarle Nitrogeno líquido a unas cocochas (o kokotxas, que nunca sé bien como se escribe) o a un lechazo bien tiernito.
Comentario de John Constantine (22/05/2008 12:36):
A mi la reacción de los cocineros, como ocurre con gran parte de la realidad “mediática” -que, no olvidemos, son los medios los que les dan el prestigio y las pelas- me recuerda a lo que esos apóstoles de la posmodernidad en todos los sentidos (incluido el sexual) que son los Wachowski llamaron “Matriz” (pa que no se enfade la RAE.
Que parte de las acusaciones de Santamaría son infundadas, pues tal vez. Pero que gracias a Adría, los putos huevos rotos de Casa Lucio donde van a compadrear plumillas y politicos, y las cenas del MEMYUC en Zalacaín, la cocina parace haberse convertido en una puta de lujo que la chupa poco y caro, eso seguro.
The question is que la cocina, el restaurante en sí, tiene poco ya que ver con el papeo y mucho con la ostentación social. Y como eso en España no nos gusta ni nada, pues no sé porqué tanta polémica.
Comentario de Montecristo (22/05/2008 15:50):
Honestamente, siempre he pensado que los actores, cantantes, deportistas, cocineros de élite, escritores, intelectuales, presentadores de televisión, etc. son gente de mentira, con sus polémicas que sólo interesan en su mundo -y fuera de él, a pelagatos ávidos de prensa gratuita, la única que pueden adquirir, que no entender-.
Que le den por culo a la cocina. Y al arte. Y a toda expresión humana que no se pueda representar en un organigrama. Dios salve a la realidad que penetra en mis fosas nasales cada día en el cercanías a las 7:15.
Comentario de Walter (22/05/2008 15:53):
Comparto el espíritu del artículo. Muy bien escrito. Mis únicas experiencias con esta “nueva cocina” o clavada para icautos o idiotas se reduce a un par de experiencias. Una en que no me quedó mas remedio que asistir, pero no pagaba y otra en que si pagué. En la primera, platos enormes y “sofisticados” con un papeo del tamaño galleta redonda y dibujitos con salsas. Resultado, trás abandonar el lugar, directo a un bar de toda la vida a por un bocata de tortilla. La segunda, por necesidad porque donde fui no había nada abierto para comer, ni la gasolinera. Resultado, clavada al por mayor por deleitar mis sentidos pero no por calmar el apetito. Trás horas de inanición, abrieron unos baretos y allí si que había comida de verdad y no experimentos de chefs. Conclusión: never again. Conclusión por extensión: los chefs (o cocinillas) de elite se pueden ir a freir espárragos, por ejemplo. Deducción final, estafa y ganas de figurar de unos cuantos y muy bien protegidos e incensados. Léase si no, las revistas de fin de semana de El País.
Donde esté la comida esa de toda la vida, la tortilla, la fabada y lo que se quiera añadir, que se quiten boberías.
Este asunto me recuerda aquellas películas de “arte y ensayo” de antes, que si no ibas o no te gustaban eras un paleto. Por lo visto, la cofradía esta, trata de inculcar el mismo mensaje y en pro de su bolsa.
Saludos cordiales
Comentario de GaUsS (22/05/2008 17:00):
amigo Walter si cambias lo de bocadillo de tortillas (que como nacionalista-separatista-cucaracha_antipopular no me gusta) por bocadillo de lomo con queso… FIRMO
que timo el invento de los canapés
Comentario de Jordi (22/05/2008 18:06):
Pues yo no estoy del todo de acuerdo con el artículo. No sé si de 50 cobran 20, pero en todo caso esto algo que sucede en casi todo la empresa privada sea artística, gastronómica o de cualquier otro sector. Hay becarios por todas partes que o no cobran o cobran algo simbólico y también montones de sueldos por debajo de los 1000 euros. Creo que es la base de la competitividad del estado español y no sólo de los grandes chefs.
Sobre el talento de los grandes chefs, se podría discutir. Lo que es evidente es que no conviene ir a un restaurante de este tipo si se tiene mucho apetito. En el caso de Ferran Adrià, en mi opinión y sin haber ido a su restaurante, no es un negado. Algunos de sus platos más famosos no son tan complejos de cocinar ni requieren sofisticados artilugios y se han copiado hasta la saciedad. Algunos de ellos tienen como base alimentos muy simples que permiten sin problemas de conciencia hacer experimentos. (No es el caso del lechazo bien tiernito que comenta Intruso, que coincido con él es mejor comer tal cual sin Nitrógeno ni nada).
Comentario de Airos (23/05/2008 02:05):
Creo que el mejor jardinero del país pasa las noches en vela deseando que tanta mandanga con la cocina hubiera recaído también con la jardinería. Menos mal que por las mañanas, en el bar, el mejor persianista del país le consuela con frases del tipo “Ya llegará el día, Mauricio, prepara el azadón que ya nos llegará”.
Comentario de John Constantine (23/05/2008 08:41):
“Hay becarios por todas partes que o no cobran o cobran algo simbólico y también montones de sueldos por debajo de los 1000 euros. Creo que es la base de la competitividad del estado español y no sólo de los grandes chefs.”
Me encaaaaanta este comentario. Sobre todo teniendo en cuenta como están, según todos los niveles estadísticos, la competitividad en este país. Con lo que deduzco que si no fuera por la mierda de salarios que se pagan, estariamos a nivel económico en plan Polonia, Bulgaria, o, porqué no, Rumanía.
Comentario de Joer (23/05/2008 09:53):
Pues Jordi tiene toda la razón. En España sale rentable hacer negocios por los bajos salarios, con nuestra poca competitividad. Y si conseguimos sacarles los cuartos a los guiris vendiendoles espuma de guindilla a precio de oro, sidra de autor obiotecnología, bienvenido sea.
¡¡Que vivimos en el capitalismo!!
Comentario de Logsiano (23/05/2008 10:05):
Pues miren, yo 200 euracos en Adria o Arzak no me los gasto simplemente porque no los tengo. Si los tubiera lo haría gustosamente, antes en Arzak (o Santamaria, que tampoco es que haga cocidos y filetones) que en Adría esos si.
Porque en la vida hay que probar de todo y lo que te están cobrando los altos cocineros es que lo que comes en su restaurante no lo pruebas en ningún otro sitio. Si me cobras 50 euros el plato dame algo que me sorprenda y que no pueda hacer yo en mi casa.
Peor es lo de Casa Lucio que te cobra lo mismo y te sirve huevos fritos con patatas.
Comentario de de ventre (23/05/2008 13:17):
el estado de la hostelería tradicional es para echarse a llorar, amiguetes. cualquier persona que salga a cenar un fin de semana y sólo pretenda una cena de tapas y bocata regada con alcóhol (lease cerveza o vino normalillo) se encontrará igualmente con una cuenta no inferior a los 20 euros e incluso superior a las 4.000 pelas.
así pues, entre mis amigos la solución ha sido gastarse unos 10, 20 euribiris más y cenar en sitios más finos. efectivamente no comes tanto, pero vaya, se agradece de vez en cuando cambiar de sabores y en mi opinión hay cosas muy ricas.
pero, vaya, la putada es que estos sitios son demasiados estilosos para nuestro tipo y volumen de conversaciones, de manera que a menudo regresamos a los bares de toda la vida a ser estafados por cuatro birras y fritanga. se ve que el sobreprecio no se debe a las “primeras materias” sino al derecho, otrora gratuito, de blasfemar, gritar, fumar y escupir en el suelo.
pues caramba con la ley de la oferta y la demanda!
barra libre ya forever!
j
Comentario de Alfredo M-G (23/05/2008 14:40):
Una cosa que me hace gracia y a la vez sollozar un poco es que esa supuesta cocina vanguardista, que se supone en la elite, se copia desde los piojosos fondos del ‘catering’. Hace poco tuve la oportunidad de probar una curiosa gota servida en una enorme cuchara de plástico de diseño. En medio de la cuchara se veía una cosilla blanquita. Le pregunté qué era a la camarera, temiéndome algún tipo de efluvio seminal del cocinero contemporáneo, y contestome que se trataba de espuma de cocido. El caso es que sabía más o menos como la masa de las croquetas, pero más vaporoso. Y frío.
Comentario de Eye del Cul (24/05/2008 15:30):
“Me encaaaaanta este comentario. Sobre todo teniendo en cuenta como están, según todos los niveles estadísticos, la competitividad en este país. Con lo que deduzco que si no fuera por la mierda de salarios que se pagan, estariamos a nivel económico en plan Polonia, Bulgaria, o, porqué no, Rumanía.”
¡Hey! Si pagas cacahuetes sólo contratarás monos.
Y sí, sin los fondos de cohesión de la UE que hemos estado recibiendo durante tantos años, España probablemente no estaría mucho que mejor que Bulgaria.
Comentario de Juan Carlos I (25/05/2008 10:21):
¿En que momento todo el mundo perdió de vista que nuestras abuelas rivalizan con dignidad con toda esta gente? Que son llenatripas, mas o menos mañosos, mas o menos curiosos, pero son eso y punto.
Otra cosa es que cualquiera capaz de hacer pasar su vulgar negocio por una “marca de elitismo” se forre hasta las trancas, para eso tambien hace falta que haya idiotas vanidosos que se lo paguen, y tontos que se lo crean. De toda esta pleyade de cocineros, y dado que ninguno va a venir a darme de comer cuando tengo hambre ( que es su funcion y por la cual podria apreciarlos) podria resaltar el valor añadido como cómico del farlopero Arguiñano, y como practicante de quimica casera ( en la linea del programa “El Hormiguero”) de Ferrán Adrià. De nuevo, unos por no salirse de la foto, y otro por vender su libro, hablande ciosas que me sudan el pijo. Como ha dicho alguien por ahi, es como si “se hubiera desatado una agria polemica entre los persianeros mas famosos del pais”.
Comentario de Álvarez (26/05/2008 03:35):
A mí me parece que Santamaría busca una relevancia mediática y una reputación que por lo que sea no ha obtenido en los fogones. Lo hace, además, tirando de los instintos españolazos más bajos “como el cocido de mi abuela no hay ná” sabiendo que va a caer bien a un grueso de la población que odia y desprecia lo que no entiende y/o concoce.
Los primeros en reconocer que lo que hacen no es cocina al uso son los propios cocineros de vanguardia. Es otra cosa. ¿Una mariconada de la hostia? Por supuesto. Pero el reconocimiento no les llega con subvenciones, sino del extranjero. Eso que ponemos de ejemplo cuando y como nos sale de las pelotas para criticar o ensalzar lo de aquí.
El caso es que bocadillos de lomo con queso de bar hay ocho mil millones y cocineros de estos, 800. Entendería la crítica airada “cómo está España nos vamos todos a la mierda” si la proporción fuese al revés. Pero se me antoja remota la posibilidad de que un amante de los bocadillos de lomo con queso se vea abocado a una existencia miserable todo el día sin poder huir del raviolli de crema catalana en sopa de manzana ácida.
Por otro lado, los cocineros de vanguardia se quejan de que les acusen de meter mierda en los platos. Cuando se hacen acusaciones hay que decir quién, cuándo y dónde, porque si es en referencia a un colectivo se le está difamando.
En Inglaterra ya les ha faltado tiempo para titular, y cito textualmente, que “Ferran Adriá es acusado de evenenar a sus comensales”. Creo que ha sido el Telegraph. Esto con Franco no pasaba.
Me despido con un poema:
Primero vinieron a por los cocineros de vanguardia
yo no hice nada
Luego fueron a por el pop ácido y psicodélico
yo no hice nada
Más tarde acabaron con el cine neorrealista tailandés
yo no hice nada
Ahora van a por los trannys brasileños
ya es demasiado tarde
Comentario de Álvarez (26/05/2008 03:52):
Descojonante esto, Su Majestad:
como si “se hubiera desatado una agria polemica entre los persianeros mas famosos del pais”.
En otro orden de cosas, yo llego ahora de trabajar y tengo en el microondas dando vueltas el contenido de una lata de Fabes con Almejas ‘de las rías gallegas’ Litoral. Tengo a la cocina de vanguardia (y al sistema) cogidos por los huevos.
Comentario de Alfredo (26/05/2008 10:07):
El grueso de la población no desprecia a los cocineros vanguardistas por que no entiendan lo que hacen, pues se puede decir lo mismo de cualquier lamentable performancer. Los cocineros vanguardistas han asumido deprisa y corriendo las formas más fáciles de promoción en los periódicos y, sobre todo, han asumido una forma de presentarse clásica de acomplejados de libro. Como la cocina es un trabajo chungo, estoy lleno de grasa y removiendo la cazuela, vamos a mostrarnos como artistas e intelectuales. Para ello toman prestado los usos y costumbres del arte contemporáneo más chorra. El resultado no es el desprecio de la gente porque sí, sino el puñetero ridículo, tan obvio, tan reconocible y tan evidente que son la parodia de sí mismos. Es una cocina publicitaria y en esa medida tiene un gran éxito porque se ajusta perfectamente muchas de las cuestiones más vendibles: moda, tecnología, arte, diseño arquitectónico, turismo gastronómico, dieta saludable etc. Esa cocina es puro “spot” y para ello ha de alejarse de la gente, creando una ilusión, un producto. Lo que ocurre es que, al ser ese producto tan cotidiano, tan conocido, tan accesible para la mayoría (no así la poesía, por ejemplo), el ridículo es mucho más reconocible que el de un tipo que te quiere vender una instalación en ARCO y que, de la mismo forma, se tira el rollo de que no le entienden porque su concepto de bla, bla, bla. De ahí que lo importante sea la receta, no el plato, no la degustación. La receta es el catálogo de estos tipos que han recorrido el camino que ha recorrido una parte del arte más superficial en muchísimo menos tiempo. Se han pasado de aceleración y la “estafa” ha cantado bastante más. Creo que son un anuncio fallido. En materia de gastronomía ya empiezan a venderse, y mucho mejor, otras cosas especializadas que combinan modernidad y tradición, tipo rutas enológicas con hotelitos y tal, además se percibe una vuelta a las supuestas esencias de la comida y los platos de la abuela porque todo este tinglado se ha ido de las manos entre el endiosamiento de algunos y el aprovechamiento de los intereses publicitarios.
Comentario de Andayá (26/05/2008 11:45):
Recuerdo un concursito del Canal Cocina en que el concursante, cocinero aficionado, y un reputado profesional chupiguay (probablemente uno de los 800) preparan el mismo plato cada uno por su lado y lo dan a probar a gente normal-como-usted-y-como-yo, que por supuesto no sabe cuál es de cuál. En una ocasión, cuando varios comensales comentaron educadamente lo exiguo de la cantidad servida, el reputado chef se irritó bastante y dijo: “hombre, lo que no se puede hacer es venir con hambre”. Así que ya sabemos: ¿que es mediodía y nos sobran 200 euros? Pues nos llevamos el bocata a Arzak y, una ved dado cuenta de él y ya sin hambre, nos deleitamos con las guindillas tornasoladas en salsa de mocos de ruiseñor.
Comentario de megsevilla (26/05/2008 13:38):
Santamaría sólo ha puesto segro sobre blanco lo que la gente normal piensa y comenta en voz baja. ¡Que la nouvel cuisine es un snobismo para tontos!.
Con toda esta moda resulta ya difícil encontrar un restaurante medio elegante donde poder comer unas buenas lentejas con chorizo, un buen estofado de ternera o unos huevos fritos como Dios manda, con puntillita y todo. (Informo que en Maxim’s de París unos críticos gastronómicos que iban de incógnito, comprobando la capacidad de cocina tradicional de los lugares chic comprobaron que en este restaurante no sabían freir un par de huevos).
Guerra, pues, a la bobería de la “tortilla de patatas desectruturada, con sorbete de humo”. A mí la tortilla sin desextructurar, bien cuajadita y con las patatas en su punto (que es difícil) y el sorbete mejor de mandarina o limón que ayuda a digerir. El humo provoca gases, digo yo…
¡Bien por Santamaría! y abajo el corporativismo falso que sólo oculta los intereses particulares de cada uno.
Comentario de Airos (26/05/2008 13:41):
Cuando Ferrán Adriá llega a su casa y se tumba en el sofá a ver la tele, sus pensamientos deben ser similares a los de Marilyn Manson al desmaquillarse y ponerse las zapatillas de andar por casa.
Comentario de Lluís (26/05/2008 14:44):
A mi, lo que me revienta de algunos sitios de esos (y que conste que no he llegado a catar la élite, más que nada porque considero una estafa pagar 200 euros por una cena) es que pagas 70 euros por una cena y sales con hambre.
Vale, el plato queda muy bonito, pero creo que también se pueden conseguir creaciones visuales de mérito echándole un puñado más de arroz o media docena adicional de raviolis. No creo que se hunda la casa por eso.
Comentario de Meteorito (26/05/2008 20:43):
Como siempre, los Maestros Bud Spencer y Terence Hill unos avanzados a su tiempo son…
http://www.youtube.com/watch?v=zPF481xaBIs
Perdón, eg que no lo he visto en ESPAÑOL.
Comentario de Aiwer (26/05/2008 21:04):
Esperar tanto para leer esto… En fin, siempre es mejor el cocido de mi agüela.
Comentario de Airos (26/05/2008 22:19):
#24: Pensé que sería la escena de la apuesta a “cerveza y salchicha”.
Comentario de administrator (27/05/2008 00:00):
Alfredo, felicidades por el artículo, que me parece fantástico.
Comentario de Público (27/05/2008 09:45):
LPD vive… O por lo menos Alfredo.
Comentario de Meteorito (27/05/2008 09:58):
#26
Esa peli es mejor comentarla en RBBE, que va de un gordo intentando hacerse con los terrenos de al lado del Calderón mediante métodos mafiosos. Si cuando digo que son unos visionarios es que son unos visionarios…
Comentario de Kachenko (28/05/2008 02:11):
Después de escuchar e Santamaría esta tarde en la Ventana, lo que realmente me resulta extraño es que este hombre haya sido capaz de escribir un libro. No hay más que escucharle cómo se defendía y los planteamientos que expresaba.
Espero que su negro salga del armario.
Por cierto, sin venir a cuento. ¿Por qué hay un acento catalán (hablando con mucha ele de por medio) como el de este señor, Laporta, Carod Rovira, Guardiola… y luego hay gente que habla como si fueran de las Barranquillas con ascendencia trianera?
Comentario de Alfredo (28/05/2008 10:28):
Curiosamente también Adrià tiene un acento y forma de hablar rarísimos, entre andaluz y me-caí-en-la-marmita-de-poción-mágica-deconstruida-cuando-era-pequeño. Apenas sabe expresarse. Lo que sucede es que hablan a través de sus platos, donde se presenta todo su mundo interior, hasta tal punto que se quedan sin ningún tipo de mundo dentro. Cocinar duele.
Comentario de Sentoki (03/06/2008 13:47):
No soy aficionado a la cocina de los tipos estos básicamente porque o voy a esos restaurantes o pago mis gastos habituales (comida, luz, hipoteca, etc.). Pero me parece que se está cometiendo un error de bulto. En lugar de cocineros hablemos de pintores:
¿Contrataríamos a Velazquez para que nos pintara el piso? Indudablemente es un pintor, y si se pusiera lo haría estupendamente, pero no pinta paredes. De hecho lo pinta más barato mi cuñao, que además es de casa y sabe lo que nos gusta.
¿Velazquez diría que Picasso es un esgarramandurrias y que hace una mierda de pinturas? Probablemente, y Goya diría que tiene razón, pero que no es para tanto.
Comentario de jakare (05/06/2008 12:07):
Al margen de la polémica y de la aversión que se pueda sentir como Adriá como personaje público, yo personalmente más que nada siento rechazo hacia Adriá como persona de higiene dudosa, esas brillantes perlas de sudor que coronan su frente, los perdigones de saliva que rezuman de su hipnótico tartamudeo… Vamos, que encajaría perfectamente como encargado de la plancha del Palentino o antro similar.
Comentario de Belisario (08/06/2008 20:49):
Para encontrar un sitio de buena cocina. Basta con buscar aquel, que tenga mas densidad de camiones por m2. Allí seguro que se come bien y barato.
La comida de diseño, se la dejo a Espinete, o a cualquier ser de realidad virtual. A mi, me parece una engañifa, para nosotros los mortales.
Comentario de Isaac (08/06/2008 23:36):
Pero nadie afirmaria que el gusto gastronómico de los camioneros es muy evolucionado. Probablemente donde aparquen muchos camiones se coma mucho y barato, por aquello de que el precio del gasoleo aprieta.
Siguiento con el topicazo se prodría decir: “Para buscar buenos lugares de ocio basta encontrar aquellos que tengan más camiones por m2”. Ejem.