Janis Joplin
“I know a woman only needs a good man”
Este año se cumplen 33 de la muerte de Janis Joplin. El 4 de octubre, fans de todo el mundo recuerdan a la “Dama Blanca del Blues”. No sabemos si el apodo le viene por el color de la piel o el de la nariz, pero, de todos modos, Janis fue mucha Janis. Tanta Janis fue, que a cada año que pasa se multiplican sus seguidores, de la misma manera que, a cada año que pasa, aumenta el número de botellas de whisky en la tumba de Jim Morrison.
La historia de Janis Joplin va vinculada a la de las drogas que consumió. En su breve, pero intensa, trayectoria, se pueden distinguir tres etapas:
1. El alcohol. Janis (usaremos su nombre de pila, pues así es como más se la conoce) nació en 1943 en un pueblecito de Texas. Janis era desde pequeñita muy muy fea (y con los años lo sería aún más), y sentía un complejo tan grande que se volvió introvertida y un tanto austera, una persona difícil para hacer amigos. Aunque, eso sí, en la adolescencia hizo una inseparable amiga: la bebida. Sus hagiógrafos dicen que de pequeña tenía ya la vena artística que materializó en la pintura y la poesía, pero la verdad es que no se le conocen demasiadas realizaciones en esos campos. En esa época se arrima a la Waller Creek Boys, una banda de rock. Janis ya empezaba a cascarse la voz y a ser famosa por su manera de empinar el codo y por su promiscuidad para irse a la cama con el primer bicho viviente que se cruzara en su camino.
2. El speed y las anfetas (y el alcohol): en 1963, Janis se va a San Francisco. Janis participará así en el movimiento hippie de los 60: ese movimiento consistente en unos hijos de papá que deciden simular que son independientes y se van a fumar y beber para, al cabo de los meses o los años, volver a casa de papá. De hecho, Janis volvería a casa de papá dos años después, cuando ya no se tiene en pie por el consumo de drogas y alcohol. En 1966, Janis vuelve a San Francisco (y ya no volverá a casa de papá porque morirá antes de sobredosis) y empieza a tomarse en serio (si es que podía pensar algo cuando estaba sobria) lo de berrear ante el micro para ganarse la vida. Así, ingresa en Big Brother and the Holding Company y se hacen famosos al grabar el disco Cheap Thrills.
3. La heroína (y el speed, las anfetas y el alcohol). Janis toma en 1968 dos decisiones de gran calado: abandona su banda y se hace adicta a la heroína. Graba un disco con la Kozmic Blues Band y, con la Full Tilt Boogie Band, dejó unas canciones que se editarían de manera póstuma en un álbum llamado Pearl. En 1970, Janis murió de sobredosis en su hotel. Ay, terca vida, con la cantidad de tipos de drogas que aún le quedaban por experimentar…
Desde entonces, lo demás es historia. O más bien, mitología. Que si tenía una magnífica voz, que si mostraba sus sentimientos de una manera descarnada, que si era una de las grandes del blues, que si era una de las voces cantantes de la contracultura de los 60 en EE.UU., todas ellas afirmaciones muy altisonantes y grandilocuentes que, en realidad, ni se explican nunca lo suficiente ni se justifican más allá de argumentos en plan “Janis era grande porque sí”. Pero ante el fenómeno Janis tenemos que considerar:
– Que era una drogadicta que se pasaba la mayor parte del tiempo colocada. En ese estado, Janis Joplin apenas era consciente de sus actos ni tampoco era una persona con la disciplina suficiente en el trabajo como para que nos tengamos que tomar demasiado en serio su obra.
– Una obra que, por cierto, no carece de interés porque Janis siempre se rodeó de buenos músicos. Es la misma historia que The Doors. Mucho hablar de Jim Morrison, pero el grupo lo sostenía como buenamente podía Ray Manzarek (porque ya es mucho sostener estar en un grupo liderado por un niñato que sólo se preocupaba por beber y al que le traía sin cuidado lo que pasara con el grupo). En este sentido, Janis llegaba, gritaba y se añadía después el pertinente ropaje musical.
– Porque es sabido que los conciertos de Janis eran más bien insoportables, porque nunca estaba serena.
– Además, en la etapa de la denominada “contracultura”, se luchaba contra un cierto sentido de lo estético: si hacías algo que fuera “innovador”, aunque fuera tan pretencioso como carente de sentido (ahí está el “Revolution 9” de los Beatles), era bien acogido por la parroquia hippie. Los berridos de Janis siempre se han tenido como portadores de una sensibilidad exquisita cuando no son más que intentos de cantar dadas las circunstancias etílicas y personales de Janis.
A este respecto, llaman la atención dos canciones inacabadas: “Mercedes Benz” y “Buried Alive in the Blues”. La primera se dejó como estaba a su muerte. La segunda se quedó en un instrumental porque Janis no tuvo tiempo de poner su voz (de un modo opuesto al “Riders on the Storm” de The Doors, que ya la habían podido dejar en instrumental, como estaba planificado al principio). Ambos temas son de los más recordados del repertorio de Janis cuando, al igual que ocurre en el resto de canciones de “Pearl” son obras incompletas e incluso tontorronas (Janis se ríe en “Mercedes Benz” de un modo que se parece a Steve Urkel).
El tema de fondo es la cultura de las drogas. La gran mentira oficial del hippismo es que consistió en un movimiento cultural importantísimo que supuso el cambio de conciencia de Norteamérica. En ese contexto, la segunda gran mentira oficial es presentar la cultura de las drogas como una cultura de emancipación. Nada más lejos de la realidad. Las colonias hippies de San Francisco no fueron más que centros inocuos que le venían muy bien a la administración de Washington porque si los jóvenes se drogan, no piensan y no se enteran de nada. Acabados los 60, todos de vuelta a casa y tan contentos. ¿Cambió realmente algo gracias a los hippies? Sí. Lamentablemente, la instauración de la cultura de las drogas como algo positivo y “cool” sigue hasta nuestros días.
Para mantener estas mentiras oficiales, qué mejor arma que crear mártires. Jim Morrison, Jimi Hendrix (todo un talentazo malogrado) y Janis Joplin, el club de los muertos a los 27 años. Se ha hablado mucho de aquello de “vive a tope, muere joven y deja un hermoso cadáver”. Con Janis ni por ésas, porque mira que era fea la condenada.
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