Capítulo 9.- Siglas y Acrónimos
P.E.M. (Pues Eso Mismo)
La UCO es la Universidad de Córdoba, también la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil; PC su ordenador, el partido al que pertenece su carnet en caso de ser rojeras, o Producciones Cuesta, donde por un módico precio puede conseguir que le graben la boda de su hermana. Desde el SPQR (senatus populusque romanus) hasta el ovni que cualquier persona de bien ha visto alguna noche, las siglas y acrónimos se han reproducido con tanta celeridad que deberían considerarse los roedores del vocabulario. Ponga usted en una madriguera a un acrónimo en celo y una sigla en edad de merecer y tendrá que llamar a los de la BBC (British Broadcasting Corporation) para que manden a una unidad ENG (Electronic News Gathering o Pardillo con la Cámara al Hombro y el Trípode de Diez Kilos en el Otro) que filme un documento para el IWFF (Festival Internacional de cine sobre Vida Silvestre). Cuando gane su premio podrá, como los grandes, colocarlo en el WC (o LACR: lugar anteriormente conocido como retrete).
Desde los EEUU a la UE pasando por todos los países de la antigua URSS y hasta Sri Lanka (si esto no son siglas que venga Dios y lo vea), el producto característico de la humanidad, aquello que les quedará a los uranianos en un DVD o acaso CD cuando la próxima guerra mundial –provocada seguramente por la discusión acerca de una falta dudosa en un campeonato de Europa- deje esto hecho un desierto poblado por escarabajos, serán tales palabrejas confeccionadas con retales de otras. Exageramos, también se encontrarían esos extraterrestres con ingentes cantidades de RS (residuos sólidos o, añadiremos, quizá no tanto), o sea, de mierda, nuestro artículo estrella.
El origen de las siglas hay que buscarlo, como el origen de tantas otras cosas, en la pereza humana. El hombre siempre ha tendido al laconismo en la comunicación, con el objetivo de decir lo mismo con menos. De ahí el prestigio que tiene la telepatía, único modo de decirle “ven acá p’acá” al retoño sin necesidad de que el emisor tenga que levantarse, andar, vociferar y guantear al receptor. Desde muy pronto, y situamos este periodo “próntico” en las sociedades de cazadores y recolectores para obtener solera antropológica, nuestra especie ha buscado la palabra certera para poder pasar más tiempo pensando en fornicar. Si consideramos que el comienzo del lenguaje se basa en las onomatopeyas (el sonido de los pasos a la carrera de un alosaurio hambriento derivaron, por ejemplo, en hostiatú) no es de extrañar que cuando se complicaron dando lugar a la asignatura de lengua, los primitivos filólogos, antes de reunirse todos en torno a ERC, inventasen las siglas, puesto que funcionan a modo de onomatopeyas de onomatopeyas, es decir, hagamos una palabra que suene a otras cuatro que teníamos por aquí. Posteriormente, e imbricadas con la propaganda, esas siglas y acrónimos se emplearon para publicitar el poder, bien por la vía de acojonar al personal (el comentado SPQR en los estandartes), bien por la vía de acojonar al personal más todavía (multitud de solemnes latinajos eclesiásticos).
Llegamos así a los siglos XVIII y XIX, donde el que no hacía una revolución era porque no quería. Había entonces quien se levantaba y se iba a una revolución burguesa por la mañana temprano, participaba en la industrial a mediodía y tomaba cinco o seis bastillas por la noche. Y aún así le quedaba tiempo para invadir Prusia un rato. En esa época tan activa, los resortes de la propaganda del poder se alían con los incipientes medios de comunicación y una internacionalización del mercado hasta entonces desconocida. Nacen los primeros ‘spot’, entonces impresos en gacetas, frascos o cajas, y las precursoras de las empresas modernas se percatan de la importancia que tiene un mensaje corto e impactante para promocionar sus productos. Muchas de ellas se bautizan con unas siglas atractivas o que resuman su actividad. A su vez, se complica la burocracia debido al nacimiento de los Estados en el sentido actual: los 300 formularios que había que rellenar evolucionan hasta los 1.050 para echar una pre-solicitud cualesquiera. Esto se acompaña de multitud de organismos gubernamentales, con sus respectivos suborganismos, sus viceorganismos y los co-organismos necesarios. Para denominar sus funciones –y una vez se ha comprobado que carecen de ellas ocultar tal hecho- se emplean también las siglas. No olvidemos tampoco a los partidos políticos.
Llega el siglo XX y con él la conquista del mundo por parte de la radio y la televisión. Siglas y acrónimos se multiplican por motivos de imagen y prestigio. Queda mejor Frasolpeca que Francisco Soldevilla, peluquería de caballeros. El vil metal pasa a ser VM en un siglo de las siglas cuya última década da a (contra)luz a esa dictadura que nos asuela y sirve de hilo conductor en este Manual del Siglo XXI: la corrección política.
La corrección política añade un matiz importante al uso de siglas. Ya no resultan necesarias tan sólo para comunicar fácilmente o hacer publicidad. La sigla va más allá, hasta convertirse en entidad independiente (EI), en acrónimo universal desde el momento de su concepción, en nombre con toda su nombradía por la gracia de Don Laico. Su propósito: manipular la realidad desde el lenguaje, siempre mediante el eufemismo o el rodeo de palabras. Así, una ETT (empresa de trabajo temporal) roba menos que una ETP (empresa de tráfico de parados); una trabajadora del sexo es menos puta que Rita, pero todavía menos resulta una TS; ya no basta con letras, la I+D+I necesita microscopios más gordos que la simple investigación. Por eso las siglas demandan habitualmente tantas subvenciones. Por supuesto la ayuda tiene que conocerse por unas siglas. Un dinerillo viene siempre bien, pero unos fondos CHORRER bastante mejor. ¿Para qué utilizar unas siglas que magnifiquen el producto si pueden ser parte del producto? Una cucaracha es inadmisible en un bar, pero a un MOTPFSP (Mobiliario Orgánico de Taberna en Pequeño Formato de Seis Patas) hasta lo adoptamos. La ocultación de la realidad bajo las capas del venenoso almíbar de la corrección política genera pingües beneficios.
Abrimos envenenados la conclusión apocalíptica. Vemos contrabando de siglas. Vemos siglas tan complicadas que se necesitarán siglas de siglas. En 3025, un acrónimo tomará conciencia de sí mismo. En 3027 contará con plena autonomía síglica. En 3029 será capaz de emitir sus propios acrónimos. Un año más tarde controlará todas las siglas y acrónimos existentes. Algunas abreviaturas se pondrán de su parte. La guerra contra las siglas se inicia en 3033. La humanidad queda exterminada y el planeta Tierra se convierte en PT.
Compartir:
Tweet
Nadie ha dicho nada aún.
Comentarios cerrados para esta entrada.