The League of Extraordinary Gentlemen
Alan Moore y Kevin O’Neill (2000)
Dado el inminente estreno del film “League of extraordinary gentlemen” y recordando, no sin cierto pesar, los contadas adaptaciones cinematográficas de cómics que consiguen el aprobado (mas bien raspadito), LPD se ve en la obligación de, por no modificar la costumbre, ensalzar las virtudes de la obra gráfica primigenia y dudar de la calidad del film que nos viene de aquí a unas semanas.
Para aquellos lectores que no conozcan lo que se cuece en el mundo del cómic anglosajón y el nombre de Alan Moore les suene mas a un jugador de fútbol de la Premier League inglesa, vamos a intentar explicar quién es este tipo y por qué varias de sus creaciones se han definido como auténticas obras maestras. Los que ya sepan de sobra quién es pueden saltarse los siguientes dos párrafos.
Alan Moore nació en Inglaterra en 1953 en el seno de una familia humilde y trabajadora; su infancia y adolescencia (declarado por el mismo) no fue nada fácil: fama de camorrista, con 17 años es expulsado del instituto, sin estudios de ningún tipo, una larga serie de trabajos mal pagados, casado de penalti a los 20 años… De no ser por su apasionante afición por los cómics y las novelas de ciencia ficción, el destino del señor Moore en aquellos años le llevaba inexorablemente a formar parte de la inmensa cifra de desempleados que vivían en el umbral de la pobreza y que tanto aumentó en la Inglaterra del gobierno Thatcher. Y digo de no ser, porque gracias a este “hobby” descubrió su verdadera vocación como guionista de cómics, colaborando en un principio en diversas revistas británicas de renombre para más tarde producir sus propias obras independientes. Y gracias a ello nosotros hemos ganado a uno de los mejores narradores del siglo, lo cual no está nada mal.
La pregunta que le estará rondando ahora por la cabeza al lector es ¿por qué Alan Moore es un guionista tan fuera de serie? ¿Qué tiene de especial? La respuesta más obvia es decir que ha sido un pionero en el campo de la novela gráfica. Junto a otros grandes guionistas/dibujantes como Frank Miller o Will Eisner, Alan Moore ha dado forma a un nuevo género dentro del cómic que se caracteriza a grandes rasgos por su solidez en el argumento, con personajes bien caracterizados, ambientaciones muy cuidadas, influencia indirecta del cine y la literatura… es decir, obras más cercanas al lector adulto que reclama un producto serio (sin dejar de ser entretenido) y alejadas del cliché “cómic Marvel” enfocado a un lector mucho más joven. Alan Moore, en su obra maestra “Watchmen” (de la que hablaremos en otra ocasión extensamente), cumple a la perfección todos estos preceptos.
¿Qué podemos esperar de Alan Moore en “League of Extraordinary Gentlemen”?. Pues bien, esta vez el señor Moore parece hastiado de complejas tramas y de truculentas disecciones psicológicas y se embarca en un tipo de cómic al que tengo el gusto de catalogar como “cómic-de-aventuras-de-toda-la-vida”, sin renunciar por ello, eso sí, al buen hacer como guionista que le caracteriza: historias originales y entretenidas, personajes atractivos y bien diseñados, múltiples referencias literarias… En esta ocasión Moore, gracias a su capacidad innata a la hora de reinventarse géneros, vuelve a poner patas arribas el arquetípico y desgastado “género de superhéroes” como hizo ya en “Watchmen”, no solo creando de la nada un nuevo grupo de superhéroes localizados en un “universo” totalmente distinto al que estamos acostumbrados, sino también homenajeando de paso a la literatura clásica de aventuras, ciencia ficción y terror tomando como miembros de este “supergrupo” a personajes tales como Allan Quatermain, Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, el Hombre Invisible, el Capitán Nemo…
Este curioso planteamiento hace inevitable situar el desarrollo de la acción en la Inglaterra de finales de siglo XIX… pero, en un nuevo giro de tuerca, Moore consigue darle una ambientación única y peculiar, y así encontramos una época históricamente alterada, plagada de fantasías tecnológicas, con mayor dosis de irrealidad e imaginación si cabe, que no se corresponde con la Inglaterra Victoriana que todos conocemos (salvo los alumnos de la ESO que la relacionan con el país de procedencia de la mujer de Beckham).
No esperemos encontrar un guión rebuscado y difícil. Este es un cómic para todos los públicos (¡Ojo! Todos los públicos que tengan dos dedos de frente y se atrevan con la letra escrita) que goza de un ritmo narrativo que no deja tiempo ni para respirar. Un aspecto loable del cómic es que a medida que vamos leyendo le encontramos mas parecido con las fuentes literarias de las que bebe que con cualquier cómic de superhéroes al uso. O´Neill (dibujante) hace un trabajo excelente, destacando esos trazos rectilíneos tan personales que utiliza. Sus dibujos, detallistas y evocadores (los planos panorámicos son de gran belleza), junto a la labor digna de mención a la hora de colorear de Benedict Dimagmaliw, hacen de la obra una autentica joyita en el apartado gráfico. Si a ello sumamos una excelente edición con tapa dura que recopila los seos primeros números de la serie y un precio tirando a barato (equivalente a unos diez “MARCAS”) tenemos uno de los mejores “cómic-books” aparecidos en los últimos dos años. Si bien en el MARCA también puede seguir las incidencias de la otra “Liga de Caballeros Extraordinarios”… ¡Usted mismo!
Consejo final: Disfruten de la inteligente y entretenida trama que planifica Moore para sus extraordinarios héroes decimonónicos y eviten en la medida de lo posible ir a ver el estreno cinematográfico estival, que por cierto prescinde del guión original de Moore para acoplar con calzador un guión Hollywood puro y duro (una explosión por minuto, estética de video-clip…) que por supuesto no colmará nuestras expectativas como espectador exigente.
Enrique Rodríguez Borja
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