El Capitán Trueno
La conspiración judeomasónica en pleno franquismo
Los orígenes
El Capitán Trueno, mítico tebeo español de los años 50, creación del guionista Víctor Mora y el dibujante Vicente Ambrós, fue una de las fuentes existenciales de toda una generación de españoles. Semanalmente, miles de niños se lanzaban a descubrir nuevas, y revolucionarias, aventuras del Capitán. Porque Trueno, a diferencia de los tebeos españoles contemporáneos (el Guerrero del Antifaz, los inefables Roberto Alcázar y Pedrín), desde el principio mostró una visión abierta del mundo, en donde los que no eran españoles no tenían por qué ser intrínsecamente malos, donde la Religión no era el único centro del mundo, aunque, naturalmente, tenía su importancia, y donde los más desfavorecidos no sólo no eran sospechosos, sino susceptibles de recibir la desinteresada ayuda del Capitán y sus amigos. Por ese motivo, el tebeo dedicado a glosar las aventuras del Capitán Trueno se extendería en el tiempo durante luengos años, y al desaparecer múltiples aventuras editoriales de diverso cuño intentaron revivir el mito una y otra vez (naturalmente, no lo consiguieron, y acabaron echando lodo sobre la hasta entonces inmaculada gloria del Capitán Trueno).
En sus inicios, el Capitán Trueno es un noble español que colabora con Ricardo Corazón de León en la Cruzada por la liberación de Palestina. En principio, por tanto, el Capitán se asocia a un marco histórico determinado, y las primeras aventuras de nuestro héroe, tras su periplo palestino, transcurren por España. Poco antes había conocido a Sigrid, la hija del pirata vikingo Ragnar Logbrodt, de la que se reconoce enamorado. Las primeras aventuras del Capitán se dirigen a concertar su al parecer inminente boda con Sigrid, por un lado, y a volver a España, por otro, pero todo tipo de dificultades e imprevistos impiden que estos deseos puedan consumarse; a partir de cierto momento, el lector asume que el Capitán es una especie de soldado de fortuna, y en consecuencia le deja que vague por el mundo dejando constancia de su grandeza, aliviado al desaparecer el peligro de que, algún día, el Capitán se case con su novia vikinga y, por tanto, su latente homosexualidad no pueda hacerse nunca efectiva.
Características
Porque el Capitán es, ante todo, un macho ibérico, que enamora a todas las mujeres que tienen la suerte de conocerle allá por donde pasa. Pocas cosas de más valor había en el mundo medieval, a los ojos de mucha gente, que los genitales del Capitán Trueno. Pero este, buen caballero español, siempre se mantenía incólume a los lascivos deseos de todo tipo de mujeres voluptuosas que se arrojaban histéricamente a sus pies como si de una estrella del rock se tratara. Más de una, incluso, amenazó al Capitán con matar a sus compañeros, o le administró un bebedizo, para lograr casarse con él, paso previo a pasarlo por la piedra (como comprenderán, en la España franquista era inconcebible que esto último ocurriera sin matrimonio previo, por mucho que el matrimonio se produjera en medio de la selva africana, por ejemplo).
Pese a ser español, la condición de héroe del cómic que atesora el Capitán, así como su largo tiempo vivido en países extranjeros, con sus perniciosas costumbres sexuales, acabaron causanto que nuestro héroe se convirtiera en un personaje de sexualidad equívoca, que sublimaba su pasión sexual por los hombres agarrando fuertemente su espada toledana, verdadero falo con el que, literalmente, violaba a sus enemigos.
Por si esto no fuera poco para dejar constancia de la homosexualidad del Capitán, hay que dejar claro que, salvo en las primeras viñetas del cómic, éste nunca mató a nadie, al menos de forma consciente. Aunque el Capitán, hombre invencible por definición en cuanto español, derrotara a un grupo de, por ejemplo, 20 personas él solito, siempre se las arreglaba para no herir a nadie de gravedad; pasión cristiana del Capitán y cierto amariconamiento que ahonda, insistimos, en su sexualidad desviada según los cánones de la época. Porque un héroe español como Dios manda, también según esos mismos cánones, se habría cargado a todo hereje que se le pusiera por delante, sin importarle ninguna otra consideración.
En cualquier caso, podemos decir que el Capitán Trueno es un héroe de verdad: invencible con la espada, casi invencible sin la espada, el Capitán es un formidable estratega militar, un guerrero de proporciones míticas, pero también es un hombre enormemente astuto e inteligente, que domina un número de lenguas tal que a estas alturas ya hemos perdido la cuenta (en las primeras aventuras del Capitán Trueno, este tenía dificultades para comprender a algunos interlocutores extranjeros; poco después, cuando alguien le hablaba en otro idioma, el Capitán decía: “Probaré con lo poco que sé de mongol” -o de chino, o de quechua, o lo que sea menester-, siempre acertaba y a los dos párrafos ya hablaba mejor cualquier idioma que José María Pemán el español).
Acompañantes
Pero el Capitán no podría arrostrar algunas de sus aventuras sin la ayuda de sus compañeros, parte indisoluble del mito del Capitán Trueno y, en ocasiones, tan populares como él. Veamos quiénes son:
– Goliat: El compañero inseparable del Capitán, Goliat era un apacible leñador español cuya familia fue asesinada por los sarracenos. Ataviado con una armadura árabe, Goliat se lanza al mundo dispuesto a eliminar a cuantos musulmanes se le pongan por delante, pero se da de bruces con el Capitán y protagonizan un mítico combate en el que acaban empatados y que comienza a forjar una amistad que resistiría cualquier embate. De gran corpulencia, Goliat no es excesivamente inteligente, pero eso no importa demasiado, porque para eso ya tenemos al Capitán, que se encarga de pensar por todos. El principal aporte de Goliat al grupo de mercenarios que encabeza el Capitán es su enorme fuerza física, que le hace capaz de enfrentarse a cualquier desafío que le pongan por delante. Esta característica, unida a la evidente homosexualidad del fiel escudero del Capitán (que se manifiesta en su rechazo a todo lo que suene a “boda” o “mujeres”), lo convierten, sin duda, en un personaje muy atractivo, en todos los sentidos, para nuestro héroe, pese a tener un sólo ojo y a su excesiva pasión por la comida.
– Crispín: hijo huérfano de uno de los mejores amigos del Capitán, este se encarga de su educación desde que Crispín, entonces un bebé, pierde a sus padres en lucha nuevamente con los moros y es recogido por Trueno. A partir de entonces, comienza una excitante existencia para Crispín, supuestamente un niño aún, pero capaz de enfrentarse a cualquier enemigo, gracias a su agilidad y valentía. Crispín, a diferencia de sus compañeros, manifiesta gran admiración por las muchachas bellas de su edad, lo que es observado por el Capitán con una sonrisa, como diciendo: “tranquilo, bello efebo, ya te enseñaremos Goliat y yo lo que es la vida”.
– Sigrid: la amada del Capitán, en un principio hija de un despreciable pirata vikingo, pero que más tarde descubrimos que, en realidad, era hija de los reyes de Thule, isla paradisíaca deseada por todos los malvados reyezuelos del mundo (Thule correspondería bien a las islas Feroe, bien a Islandia: en ambos casos hemos de reconocer que la imaginación de los autores al convertir un páramo helado en un paraíso es fecunda). Sigrid es la amada eterna del Capitán, pero a diferencia de otras “novias” de los héroes de los tebeos hispanos contemporáneos, Sigrid no se limita a adoptar un papel pasivo, esperando que el héroe la rescate, sino que también es experta con las armas y sabe tomar decisiones. Sigrid, en realidad, es una clara trasposición del mito de las turistas suecas que por entonces asolaba España: cualquier propio que veranease en una localidad costera deseaba beneficiarse a una sueca, por su belleza y también porque venían de un mundo totalmente ajeno a lo que entonces era la recia España, donde la liberación sexual era un concepto desconocido (salvo, quizás, para los curas), y las mujeres estaban para fregar y tener hijos.
– Morgano: este anciano es un sabio al que conoce Trueno en una de sus primeras aventuras, en España. Por dedicarse a la investigación, a la búsqueda de nuevos intrumentos que pudieran resultar de ayuda a la Humanidad y, en general, por trabajar, Morgano era visto como un brujo por la ciudadanía, salvo por la abierta mentalidad de Trueno, con el que desde el principio congenió, hasta el punto de que Morgano le confiaría uno de sus secretos más preciados: un aparato capaz de elevarse con los aires con pasajeros dentro, un globo aerostático que aumentó considerablemente la movilidad del Capitán y sus amigos (gracias a lo cual Trueno pudo descubrir América cuatro siglos antes que Cristóbal Colón, por ejemplo, en una demostración clara de que si el Almirante no fuese, finalmente, español, poco debía importarnos a nosotros, puesto que Trueno ya había descubierto el Nuevo Mundo mucho antes).
Visión del mundo
Para el Capitán, el mundo es una gigantesca “tierra de las oportunidades” en la que, sin embargo, prevalecen muchas injusticias: más allá del retoricismo vacuo de la defensa de la Religión, de obligado cumplimiento en todos los tebeos de la época, el objetivo de Trueno y sus amigos era vagar por el mundo en busca de situaciones injustas que subsanar, de tiranos contra los que enfrentar su espada. La manera en la que Trueno derroca monarquías absolutistas, señores feudales abusivos y, en general, el “orden natural de las cosas” nos habla bien a las claras del marxismo inherente a sus aventuras, en las que Trueno siempre está de parte de los buenos paisanos (el proletariado) frente a los siniestros señores, verdaderos burguesitos de la época que arramblaban con toda la plusvalía. Es increíble cómo Víctor Mora, un comunista de pro, pudo insertar en las aventuras de Trueno tal visión de las cosas, radicalmente contraria, en principio, a los “sagrados principios de nuestro Movimiento Nacional”, pero tengan en cuenta que para el Caudillo lo único importante, a la hora de la verdad, era la defensa de la Religión y de España: asegurados ambos, todo lo demás carecía de importancia, y Trueno cumplía con estos dos preceptos (era católico y deseaba volver a España, aunque algo se lo impedía casi siempre).
Repercusión social
Como toda gran obra de arte, el valor de Trueno, que en su momento fue una revolución en los tebeos españoles, no hace sino aumentar con el paso de los años. Indudablemente, las aventuras del Capitán Trueno son historias de gran calidad, y no es de extrañar que las nuevas generaciones, en el tiempo que les deja libre engendros como Pokémon, acaben acercándose a maravillas sublimes como el Capitán Trueno. Junto a esta constatación, es obvio que una generación de españoles ha quedado indeleblemente marcada por las aventuras de Trueno, si bien hay que decir que sus enseñanzas morales no acabaron de calar en sus lectores, pues muchos de estos, en cuanto tuvieron ocasión, se dedicarían al asesinato, la corrupción y el crimen de Estado, e incluso a algo mucho peor: el felipismo.
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