Batman
El vengador enmascarado
Los orígenes
Nuestro murciélago favorito surge en el País de la Libertad, EE.UU., en una de las épocas más hermosas que jamás hayan vivido los seres humanos: finales de la década de los 30, cuando en muchos países la gente normal comenzaba a vestirse de forma ridícula como momento previo a la caza de supuestas “razas inferiores”. Su creador, Bob Kane, desde el principio tuvo muy claro que Batman iba a constituirse en un icono contemporáneo, y en consecuencia no tuvo el menor problema en ataviarlo de payaso, como por otro lado era habitual, y como , a fin de cuentas, exigía el público norteamericano, concretamente la élite cultural del mismo, que no sólo sabía leer sino que diariamente seguía las aventuras de Batman en varios periódicos norteamericanos de referencia.
A partir de la década de los 60, pasados los buenos tiempos del senador McCarthy, que acertadamente consideró que eso de los tebeos y los héroes vestidos con pijama era cuestión de sodomitas, el Hombre Murciélago despertó de su letargo y comenzó a hacer las delicias de generaciones y generaciones de niños deseosos de adquirir una visión fascista de la existencia. Batman es, desde entonces y hasta el momento, una de las principales estrellas de DC Comics, la empresa propietaria de los derechos sobre el personaje.
En el plano de la ficción, quizás sea conveniente hacer referencia a las circunstancias del nacimiento de Batman; nuestro héroe comenzó a constituirse como tal cuando era niño y, en una noche infausta, se emperró en ir al cine pese a los escasos deseos que tenían de salir de casa sus amados padres. Y hete aquí que un malvado delincuente, al intentar robar a la madre de Bruce Wayne (el alter ego de Batman) y ante la resistencia masculina del padre, se cargó a ambos de varios disparos. Esa noche nació Batman, dispuesto a vengar todos los crímenes de los malos contra la gente buena y decente (personificada en sus padres); durante muchos años, Bruce Wayne se dedicó a prepararse, entrenarse, convertirse en un experto en las cuestiones más variadas (desde la química a los explosivos, pasando por las artes marciales y la deducción lógica), y al cabo de los años, sin que al parecer la fortuna de sus progenitores se hubiera resentido en lo más mínimo de las travesuras del chaval (más bien lo contrario), surgió el héroe.
Características
Batman no tiene lo que comúnmente se consideran “superpoderes” (volar, lanzar rayos laser por la nariz, fuerza sobrehumana), pero es un tío muy macho y se ha pasado la vida preparándose para un solo objetivo, como Albert Gore, aunque Batman no quería ser presidente, sino justiciero, y en este sentido enfrentado a los politiqueos de Washington y, en general, a la política y todo lo que signifique formas de representatividad ciudadana, en realidad síntomas de debilidad de un sistema social (el americano) en el que, por lo demás, nuestro héroe se mueve como murciélago en la noche.
Además de su preparación física y su descomunal inteligencia, Batman cuenta con un variado repertorio de utensilios sin los cuales no podría luchar contra los malos con igual eficacia: el Batarang, el Batcoche, el Batcinturón, el Batperro, la Batlancha, el Bathelicóptero son sólo ejemplos de una larga lista de instrumentos, todos caracterizados por el mal gusto de su nombre (todos empiezan por Bat) y su relativa eficacia, a la hora de la verdad, pues el supuesto encanto de Batman radica, sobre todo, en su condición de “hombre normal”, si es que podemos creernos por un momento que la gente normal se dedica a pegar saltos por las calles de su ciudad de noche y vestidos con una especie de pijama (siempre y cuando no sean noctámbulos, claro).
¿Y cómo sufraga Batman los evidentes gastos que conlleva lanzar todas las noches un par de Batarangs, vacunar al Batperro, zurcir el Bat – traje, etc.? Pues muy sencillo, usando el alter ego de Batman, Bruce Wayne, millonario playboy auténticamente forrado de pasta pese a no disponer prácticamente de tiempo para sus negocios (ya que su “personalidad secreta”, la de Batman, le absorbe casi por completo).
Acompañantes
Aunque Batman es, por definición, un hombre solitario, en la práctica está rodeado de algunas personas que resultan indispensables para conocer los intríngulis del personaje y, sobre todo, su acendrada homosexualidad:
– Robin: El simpático acompañante de Batman, el rostro juvenil (aunque enmascarado) que supone un contrapunto agradable y divertido (según la propaganda de los tebeos) a la seriedad del Señor de la Noche. En realidad, tres personas distintas han ocupado el sagrado puesto de Robin a lo largo de la historia de Batman: el primero abandonó a su jefe por unas desavenencias nunca aclaradas, el segundo murió a manos del Joker, el malo más malo de todos los malos con los que jamás se ha enfrentado Batman (aunque en realidad no tanto, ya que está loco, aunque no más loco que el Vengador Enmascarado, por otro lado), y el tercero actúa actualmente de parejita de Batman. Todos ellos fueron captados por Batman, bajo la personalidad de Bruce Wayne, para “entrenarlos” a la edad más o menos de diez años. Por si esto no fuera suficiente para catalogar a Batman de pederasta, sin necesidad de que The Sun le dedique una portada, tengamos presente que a Batman, mal que digan sus admiradores heterosexuales, no se le conoce novia alguna, y sí una relación muy especial con estos jóvenes pizpiretos que fueron tutelados por nuestro héroe en la flor de la vida, hasta que maduraron o los eliminaron los malignos enemigos del Hombre Murciélago.
– Alfred: Es el mayordomo de Bruce Wayne, uno de los pocos que “está en el secreto” de lo excéntrico que puede llegar a ser su amo, y el encargado de todo lo referente al mantenimiento de la Batcueva y elementos adyacentes. En lo que a nosotros nos interesa, no tiene una orientación sexual definida, aunque de tenerla no nos cabe ninguna duda de que se decantaría por disfrutar de los músculos de su amo, siempre cuidados en el gimnasio de la Batcueva, uno de los elementos fundamentales del ambiente homosexual que rodea a Batman.
– Capitán Gordon: Inspector Jefe de policía, se comunica con Batman a través de la épica Batseñal, un signo luminoso en la noche de Gotham City, ciudad donde el Hombre Murciélago corre sus andanzas. Como los anteriores personajes, no está casado, pero pese a ello y a que Gordon se ha pasado la vida, como buen policía, entre uniformes, pensamos que el hombre no pasa de ser un espabilado al que le encanta que Batman le haga todo el trabajo, más que otro representante del Orgullo Gay.
Visión del Mundo
Para Batman, el mundo es un lugar oscuro y cruel, a imagen y semejanza de Gotham City, “su” ciudad, y él está ahí para luchar contra los villanos con sus mismas armas: la oscuridad y la crueldad. En las recientes elecciones americanas, Batman, de haber votado, sin duda lo habría hecho por Bush, como “mal menor” ante la constatación de que los políticos no sirven para nada. El Señor de la Noche es un outsider, un automarginado de la corrupta sociedad capitalista que nos rodea, y por tanto nunca será amigo de la acción en grupo, o al menos en grupos de gente convencional como Superman, que representa todo lo contrario a Batman (aunque ambos tengan muy claro quién manda aquí, es decir, EE.UU., lo cual es por otro lado bastante lógico, teniendo en cuenta la procedencia de los dos).
En consecuencia, los métodos de Batman para luchar contra el crimen, como si de un central leñero se tratara, serán, cuando menos, expeditivos. Con Batman enfrente ni un solo villano saldrá impune, y en cualquier caso lo que es seguro es que ninguno quedará indemne después de enfrentarse a la mala leche de nuestro héroe, pródigo en repartir estopa como símil de su concepto de la justicia.
Repercusión Social
Actualmente, muy intensa. Batman es el héroe de los niños, de los homosexuales y de los adultos que siempre vieron con simpatía el nazismo. Cuatro (o cinco, ni lo sé ya) películas sobre el personaje, a cual peor, lo han colocado en el centro de todas las miradas, lo que garantiza que al menos tendremos 20 años más de bonanza de lo que se considera un “hombre común” metido a superhéroe. Sin embargo, nosotros añoramos profundamente los buenos tiempos en que Batman no era este personaje oscuro y, en algunos aspectos, diabólico, que se enfrenta implacablemente al mundo real con una visión pesimista de las cosas. En realidad, el Batman que nosotros quisiéramos ver más a menudo es el representado en una famosa serie de televisión, caracterizada por la música animada, el carácter estrafalario de los malos, la nula calidad literaria de los guiones y, por encima de todo, la representación visual que en la serie se hacía de los golpes que Batman y Robin propinaban a los malos; en lugar de acompañar el puñetazo o patada con un sonido, la pantalla mostraba una estrella en la que se escribían variadas onomatopeyas, como “¡Pow!” o “¡Kathoom!”, acentuando el carácter cómico de lo que, a fin de cuentas, nunca dejó de ser un cómic para niños, por más que algunos intenten hacer del fenómeno una ciencia.
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