Banderas de nuestros padres (Clint Eastwood, 2006)

Patriotismo y patrioterismo

Con un retraso insoportable llega a las pantallas españolas la penúltima película de Clint Eastwood, precedida por su fracaso comercial en Estados Unidos y por el interés que despertó su anterior cinta, Million Dollar Baby. Habiendo empezado este artículo con una frase tan tópica, suponemos que el lector no sabrá si está leyendo La Página Definitiva o una de esas revistas semanales o mensuales en que las críticas de cine vienen unas páginas después de las encuestas sobre las preferencias sexuales de los jóvenes españoles que viven en casa de sus padres. Pero la frase era tan tópica como necesaria, al esconder tres verdades en su seno:

1. Que se trata de la penúltima película de Clint Eastwood. Porque Eastwood ya ha estrenado Cartas desde Iwo Jima, que supone el contrapunto a Banderas de nuestros padres. En realidad, ambas películas forman parte de un proyecto común de reflexionar sobre los efectos de la guerra y sus empleos por parte de la política, en que cada cinta se narra desde un punto de vista distinto (americanos y japoneses). Merced a la incompetencia de los distribuidores (o de quien sea culpable de este retraso en el estreno en nuestro país), un poco más y estrenan las dos películas a la vez. Lo que no estaría nada mal. Pero, ya puestos, que hubieran hecho lo mismo con Kill Bill o El señor de los anillos.

2. El fracaso económico de la película en Estados Unidos. Era previsible (¡qué listos somos haciendo pronósticos de manera retrospectiva!) dada la carga política de un film que señala la mentira de la construcción del ser norteamericano. Toda nuestra historia, viene a decir Eastwood, no es más que una idealización interesada para recaudar dinero y votos y para domesticar al pueblo. Suena duro, descreído y escéptico, pero ése es el discurso de Eastwood desde sus primeras películas, a pesar de que muchos de los que le llamaban fascista en los 70 descubran ahora Jauja.

El fiasco comercial puede deberse a varios motivos. En primer lugar, al elevado coste de la película. Eastwood siempre se ha movido en presupuestos modestos, y es conocida su rentabilidad como director, ya que rueda de una manera efectiva y cumpliendo siempre los planes previstos. Vamos que, a la manera de los clásicos, sabe utilizar los mínimos recursos técnicos para mostrar lo que le interesa. Aun en este caso, ante una superproducción que estéticamente recuerda mucho a Salvar al soldado Ryan (no en vano el productor es Spielberg), Eastwood va al grano, y el espectador no encontrará demasiada acción en una película de guerra. Lo que narra Eastwood es la manipulación de un hecho anecdótico (la toma de una isla japonesa en la Segunda Guerra Mundial por parte del ejército norteamericano) con el fin de obtener réditos políticos, sin importar que la famosa foto de los soldados izando la bandera no sea más que una segunda toma del momento original y que algunos de los héroes homenajeados no aparezcan en la instantánea.

Para contar esta historia de cuestionamiento de la verdad, Eastwood recurre al habitual método cervantino de una manera muy efectiva. En lugar de optar por una narración lineal, Eastwood construye un entramado complejo, con diversos narradores y saltos temporales, creando una confusión intencionada acorde con el tema tratado. Opera así al igual que en Los puentes de Madison, donde la narración estaba articulada en torno a varias voces que se hacían eco de la historia según aparecía en las cartas de una mujer ya fallecida. En aquella película Eastwood quería reflexionar sobre el poder evocador y manipulador de la memoria individual, de tal manera que al final uno ya no sabía si había existido un romance de verdad o si se trataba sólo de la ensoñación de la narradora principal (la anciana protagonista). En ésta, el director habla de una memoria colectiva, de una manipulación global.

3. La expectación de Million Dollar Baby. Sirvió para volver a recordar la vigencia de un director frecuentemente vilipendiado y menospreciado por un sector determinado de la crítica española. Y si muchos descubrieron entonces la amargura en una historia de perdedores, ahora habrá quienes hallen que Eastwood no es ningún patriotero. Pues, atención, desde aquí les aseguramos que eso ha estado siempre en su cine. Que ese análisis sobre la manipulación de la historia norteamericana por parte de los poderes públicos es una constante en sus películas, y que casi siempre que aparece en ellas la bandera yanqui es para criticar esa manipulación. Ahí están, por ejemplo, el ligero contrapicado final de Will Munny con la bandera al fondo en Sin perdón, o la reverencia que le dedica el protagonista de El sargento de hierro, un militar alcohólico y camorrista, vamos, un dechado de virtudes presentado en esta película como el marine modélico. Y es que en las películas de Clint Eastwood nada es lo que parece.

Banderas de nuestros padres supone un recorrido irónico por las miserias de la clase política norteamericana en un momento histórico en que se supone que ésta era más honrada que la actual y en el marco de un conflicto en el que la participación militar estaba más que justificada. Si en una guerra legítima vale cualquier estrategia propagandística, imagínense qué cosas ocurrirán en las de dudosa legalidad. Ésa parece ser la lección moral de la película. Porque la tristeza vuelve a ser el tono el cine de Eastwood, en una cinta protagonizada por seres grises elevados a una fama momentánea por la llamada del patrioterismo. Pasada la necesidad, cada uno vuelve al rincón que le ha reservado la sociedad, y si no eres blanco, mejor irse al estercolero del sistema, como sucede con el personaje del soldado indio, olvidado incluso por sus compañeros en la batalla.

La película ha fracasado comercialmente, pero al menos se ha estrenado. Hollywood tiene estas cosas tan raras, que uno no puede predecir sus decisiones por completo. Ahí está un director pesimista, irónico e incisivo como Clint Eastwood, con unas películas que triunfarán más que otras, al que se le podría considerar una vieja gloria, pero al que se le financian proyectos multimillonarios a los setenta y pico años de edad. Aquí no tendremos nuestra particular Banderas de nuestros padres. Aquí nos tenemos que conformar con películas como GAL.

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  1. Comentario de egisto (03/01/2007 11:09):

    todavía no la he visto, pero difícil superar las dos ultimas, eran obras maestras.

  2. Comentario de tartamundos trotamudo (03/01/2007 11:30):

    Grande Eastwood!!!

    Pues a mi me apetecería mucho una doble sesión con “Banderas de nuestros padres” y “Cartas de Iwo Jima”.

  3. Comentario de guia de Astorga (03/01/2007 14:34):

    oi oi oi

    promete ser un peliculón, y eso que solo he visto el tráiler: http://bizarretv.blogspot.com/search/label/cine

  4. Comentario de Qué país... (03/01/2007 17:37):

    Otro tío que se ha hecho millonario gracias a las reglas de juego que existen en EEUU… y luego las critica duramente.

    ¿Cuántas películas de Clint Eastwood hubiéramos visto si no llega a ser de EEUU? Y todos los que le vilipendiaban por Harry el SUcio ahora le alaban….

    Jajajajja.

  5. Comentario de Manolo (04/01/2007 10:54):

    Qué país:
    1. No entiendo a qué reglas de juego te refieres para hablar de Clint Eastwood. Si concretaras un poco más…
    2. Tampoco entiendo que digas que si Eastwood hace películas o si se distribuyen o si las vemos es porque es americano. Si lo que quieres decir es que Hollywood es una industria hegemónica, de acuerdo. ¿Y?
    3. Hay quienes le vilipendiaban antes y ahora le alaban. Y quienes antes y ahora le vilipendian. Y quienes antes le alababan y ahora le vilipendian. Y quienes le alababan antes y le alaban ahora. ¿Y?
    De verdad, es que no entiendo adónde quieres llegar.

  6. Comentario de tartamundos trotamudo (04/01/2007 11:51):

    Bueno, “Qué país…”, quizás sería un buen momento para recordar que Clint Eastwood inició su carrera lejos de EEUU, como actor de aquellos spaghetti-western.

    Por lo demás, ¿considera usted que el hecho de vivir en una sociedad y, por lo tanto, verse obligado a seguir las reglas del juego que marca esa sociedad, le inhabilita a uno para ser mínimamente crítico en su obra o pensamientos?

  7. Comentario de Qué país... (04/01/2007 18:42):

    Contestando:

    1. Si Clint Eastwood no hubiera ido a los EEUU… probablemente seguiría haciendo westerns, y seguramente no sería tan famoso. Pero vamos, lo que es seguro es que no hubiera hecho Harry el Sucio, que tanta fama le dio (buena y mala, pero fama al fin y al cabo). ¿Que hubiera sido un buen actor o director? Eso no lo pongo en duda. ¿Qué tendría el mismo éxito, o del mismo tipo? Eso ya sí lo pongo en duda.

    2. “¿considera usted que el hecho de vivir en una sociedad y, por lo tanto, verse obligado a seguir las reglas del juego que marca esa sociedad, le inhabilita a uno para ser mínimamente crítico en su obra o pensamientos?”

    Eeeeehh, pues algo sí. Pero ojo, no del todo, porque hay que ser crítico con la sociedad siempre, para conseguir una mejora continua.

    Pero si al “verme obligado a seguir las reglas” resulta que soy muy bueno bajo esas reglas, y que además con mis actos (que no siempre acompañan a mis palabras) colaboro a que esas reglas sean incluso más aceptadas si cabe… pues hombre, me parece un poco hipócrita criticarlas. No tiene sentido criticar a saco el sistema americano (el de valerse de la imagen, el del patriotismo extremo, etc), cuando luego vas a recoger todos los Oscars que te tocan (a mis ojos los Oscar son la mayor “exportación” de cine y cultura americanos que existe). Lo hace Clint Eastwood, lo hace Eminem con los Grammies, etc.

  8. Comentario de Un pajarito sin cola (04/01/2007 19:54):

    Uno que ya la ha visto os dirá que hay momentos de la película en los que se les va de las manos, sólo os contaré una escena en que le sirven un postre con la forma de la escultura levantando la bandera y el camarero dice ¿fresa o chocolate? Como es una peli de Clint, el soldado elige fresa. El resto ya no lo cuento.

    Una recomendación, aunque pueda parecer que sólo lo hace la gente rara, quedaos hasta el final de la película, con los títulos de crédito, no os marchéis de la sala. Hasta en eso Eastwood lo hace bien.

    Un saludo.

  9. Comentario de Manolo (04/01/2007 21:57):

    1. Dices que si Eastwood no hubiera ido a EE.UU. no habría sido tan famoso. Y a lo mejor si hubiera nacido en Etiopía, no habría hecho Harry el Sucio, ni hubiera sido director de cine. Esos condicionales que planteas son absurdos.
    Pero es que además te equivocas. Eastwood dirigió su primera película antes de interpretar Harry el Sucio, interpretó películas de Leone muy populares antes de Harry el Sucio, interpretó “La leyenda de la ciudad sin nombre” antes de Harry el Sucio, interpretó “Los violentos de Kelly” y “Dos mulas y una mujer” antes de Harry el Sucio, etc. Es decir, si bien es cierto que Harry el Sucio fue un exitazo, Eastwood era uno de los actores más populares de EE.UU. antes de esa película, y ya se había iniciado en la dirección. Las líneas de su carrera ya estaban más que marcadas y, probablemente, habría existido otra película bombazo en caso de no realizarse Harry el Sucio.
    Pero, insisto, partes de un condicional absurdo porque, poniendo condicionales de ese tipo, puedes cuestionar hasta la Historia de la Humanidad.

    2. No veo por qué Eastwood o Eminem han de renunciar a los premios. Por aceptar precisamente esos premios están consiguiendo “exportar” no la visión americana oficial a la que te refieres, sino la suya propia. Pero es que hablas de Eastwood como si estuviera fuera del sistema, o como si estuviera que estarlo. Pues no. Él está dentro del sistema, lo critica desde dentro y sigue con su trabajo. Según tu punto de vista, todos los cineastas críticos no deberían hacer más que películas de serie B al margen de una industria potente, los escritores críticos no deberían publicar en editoriales importantes y los músicos no deberían editar en sellos grandes.

  10. Comentario de Qué país... (05/01/2007 10:29):

    2. “No veo por qué Eastwood o Eminem han de renunciar a los premios. Por aceptar precisamente esos premios están consiguiendo “exportar” no la visión americana oficial a la que te refieres, sino la suya propia.”

    A mí me gustan las películas de Eastwood, pero cuando a esta gente les da por jugar a ser Michael Moore en versión Hollywood, ya parto de la base en que es todo negocio (cosa que me parece fenomenal, pero que lo llamen “negocio”, no ser “transgresores”).

    “Pero es que hablas de Eastwood como si estuviera fuera del sistema, o como si estuviera que estarlo. Pues no. Él está dentro del sistema, lo critica desde dentro y sigue con su trabajo.”

    Esto es como los comunistas que son ricos, tipo Sabina o Ana Belén, y que alaban regímenes como los de Cuba. Muy antisistema, pero eso sí, yo sigo aquí forrado criticando duramente la democracia donde vivo y que me da de comer. Hombre, afortunadamente Eastwood está a años luz de esta gente, y tiene más estilo.

    “Según tu punto de vista, todos los cineastas críticos no deberían hacer más que películas de serie B al margen de una industria potente, los escritores críticos no deberían publicar en editoriales importantes y los músicos no deberían editar en sellos grandes.”

    No, no, no. Ojo aquí. Yo estoy totalmente de acuerdo de que satisfagan una demanda de su trabajo que hay en el mercado. Y si ganan dinero con ello, mejor para ellos. Lo que me hace gracia es que les llamen “críticos”. ¿Crítico Eminem?¿Con qué? ¿Con los suburbios y la pobreza? Pero si su película 8 millas es el mayor ejemplo de las bondades del sistema USA: “estés donde estés, y seas como seas, si peleas por lo que quieres con fuerza triunfarás”.

    Críticos son el actual Premio Nobel, o incluso Bill Gates. Estos son verdaderos “críticos” o los “Robin Hood” del siglo XXI, pero sin cometer actos delictivos (que tanto alaba el mundo antisistema alaba: manifas contra la policía, dictadores revolucionarios, okupación, etc, etc, etc).

  11. Comentario de Manolo (05/01/2007 10:40):

    Pero, vamos a ver, tú has sacado el nombre de Michael Moore y creo entender que lo sacas como modelo de izquierdista panfletario y oportunista. Podría estar de acuerdo hasta cierto punto, pero no veo la relación con Eastwood, ex-alcalde del partido republicano, que lleva unos cuarenta años interpretando y dirigiendo y cuyas películas distan mucho de ser panfletos. Es que no recuerdo ni un solo acto público de Eastwood en plan activista anti-loquesea que nos evoque ni siquiera de una manera lejana a Moore, y no digamos ya Sabina, Ana Belén y compañía. Vamos, que tú dices que “afortunadamente Eastwood está a años luz de esta gente, y tiene más estilo”. Yo te niego la mayor porque no se trata de tener más estilo: no veo ninguna relación en absoluto entre Eastwood y los personajes que comentas.
    En lo que respecta a lo de Eminem yo lo veo crítico con la industria musical, pero sobre todo en sus primeros discos. Lo de “8 millas” también te podría dar la razón en lo que dices, pero sigo sin ver ni de lejos a Eastwood en ese saco en el que lo querías meter en tu primer mensaje.

  12. Comentario de Molamás (08/01/2007 18:54):

    La he visto en mi sala privada de visionados bitorrent (es decir en la tele grande cuando la mujer y la hija están de paseo) y desde mi punto de vista, el de un “belicofilmicofilo”, arrastro un sinsabor por lo escaso de las escenas de acción y la poca relevancia en minutos de una de las batallas mas importantes de la IIGM teatro del Pacífico.
    -Importante por la trascendencia que junto con Okinawa tuvo en el desenlace final de la guerra. Los Yankis echaron cuentas y si cada islita de las 3 docenas que quedaban para saltar al Archipielago Nipón, les costaba la mitad en hombres y material tendrían como mínimo un par de años de guerra más. Ni que decir tiene que esto precipitó el dosificado uso de la “solución final” versión tío Sam.
    Y los “japos” tuvieron el placer de palmar el mismo nº de civiles que iban a palmar de militares en las islitas, eso sí, convenientemente “rostizados” por “Little boy” y “Fat Man” en Hiroshima y Nagasaki. Aunque hubo una tercera poco conocida que causó pocas víctimas en la refineria de Tsuchizaki, pero que tuvo una influencia respetable en la rendición del Emperador, que se produjo tan sólo 8 horas después de este último lanzamiento.
    Además de todo esto, militarmente fue el equivalente a un partido de futbol disputado de “poder a poder”. 100.000 Yankis contra 20.000 Japos fuerte y brillantemente atrincherados. Resultado 7000 Yankis ko y 18000 Samurais “loncheados”. Nuestro amigo Clint despacha en su 1ª parte
    toda este magnífico despliegue con apenas 10 minutos de combate y ni una somera explicación, de lo que una batalla
    de estas características representa. Espero que rectifique
    en el 2º tiempo. Se le quiere bien por sus siempre honestos trabajos, pero sería imperdonable que dejara pasar la oportunidad de reflejar su visión del hecho bélico en sí;
    fuera de consideraciones morales, políticas y nacionales.

  13. Comentario de Manolo (09/01/2007 04:20):

    Hola Molamás:
    Es que yo creo que la película no apasiona a los aficionados al género bélico no ya porque aparezcan pocas escenas bélicas (en “Rey y patria” o “Senderos de gloria” hay poca “guerra” también), sino por el tono apesadumbrado y tristón. Es curioso que Eastwood esté considerado como un director/actor de acción, cuando sus películas tampoco tienen demasiada acción.
    Lo que quiero decir es que en esta película le interesa más hablar de los efectos de la guerra en una generación de jóvenes que en hablar de la guerra en sí. Me parece una novedad, ya que Eastwood va más allá de la pancarta de las películas antibelicitas con su discurso simplón de “las guerras son una mierda”.
    Es algo que pasaba, por ejemplo, en “El sargento de hierro”, donde el conflicto se resuelve en poco tiempo. De acuerdo en que el conflicto de “El sargento de hierro” no tiene, ni de lejos, la relevancia de la Segunda Guerra Mundial. Pero en “El sargento de hierro” también había una desilusión muy patente como tema central.
    No sé nada de “Letters from Iwo Jima”, la segunda parte. Pero me voy haciendo una idea. Y la cosa promete.

  14. Comentario de xka (15/01/2007 16:04):

    He visto la pelicula y si bien Eastwood hace una critica a lo que la gente entiende por heroes, yo no creo que Eastwood no se sienta orgullosamente americano (useño), sino que le gusta decir las cosas claras.

    La pelicula como se dice no incide en la accion belica, y en mi opinion incide demasiado en los sentiemientos de culpabilidad de los soldados. No digo que no convezcan, que si lo hacen, sino que se regodea en ellos sin tener en cuenta otra serie de valores que no tengo dudas tambien son importantes.

    Quiero decir, los soldados que iban a vender bonos ciertamente no se sentian heroes, ¿pero como se puede transmitir que los heroes no existen o que son invenciones para tratar de explicar lo horroroso de la guerra, cuando queda claro que para esos soldados si que existian los heroes? (aquellos soldados que si levantaron la bandera pero que murieron)

    Las consideraciones a raiz de la pelicula son cuasi infinitas, y creo la pelicula merece la pena, pero no comparto para nada que Eastwood quiera transmitir un mensaje antiamericano o poco patriota. Si acaso lo que hace es dar el protagonismo a los verdaderos heroes, frente a lo que cualquier estado vende como heroismo: una foto de una bandera.

    Los heroes existen, sin ellos el Eje habria vencido, y entonces ahora posiblemente no estariamos hablando de cine o etica, o hablando libremente por internet.

  15. Comentario de archivo de cine (28/01/2007 01:58):

    Acabo de verla…

    Excelente película. Clint Eastwood es hoy por hoy el mejor director americano.

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