El desván de la fantasía (José Ramón Sánchez, 1978)

Nadie es perfecto

Si algo ha aportado la llegada de internet a nuestras vidas es que nos ha permitido resolver muchos problemas. Que uno decide ser un ermitaño insociable, pues nada, entra en internet y pide que le lleven hasta la cesta de la compra a casa. Que uno quiere aprender idiomas sin pasar por el apuro de ir a una academia y compartir clase con gente a la que dobla la edad, pues se conecta a un curso on-line. Que uno decide ligar sin pasar por rituales pesados y ridículos como bailar, beber y fingir interés en una conversación, pues pone una foto falsa en una página de contactos, y a esperar. Por no hablar de vicios como el juego o la compra de tabaco evadiendo impuestos. Todo es posible en internet. Todo, incluso disimular una mala memoria.

Hace unos pocos años, si uno quería ser cinéfilo tenía que contar con una buena memoria para almacenar nombres de películas, años, directores y actores. Cuanto mejor era la memoria, mayor caché tenía el crítico. Así, José Luis Garci o Carlos Pumares se ganaron un prestigio importante porque podían recordar hasta el nombre de los directores artísticos o los secundarios más escondidos. Sin embargo, esto es ya historia: Pumares vaga como rey destronado de su antiguo imperio de la radio nocturna, y Garci tiene que limitarse a demostrar que es más listo que los contertulios que él mismo elige para su programa. Porque ahora existe una herramienta clave: imdb.

Imdb.com (Internet Movie Data Base) es el sitio al que acude ahora todo el mundo en busca de ese dato que se nos resiste, ése que siempre tenemos en la punta de la lengua, o ése del que no habíamos oído hablar en la vida. Que tenemos que escribir un artículo sobre cine para un fanzine y no podemos quedar mal por un descuido… pues nada, imdb y todo confirmado. Que tenemos una conversación cibernética de nivel… de nuevo, imdb. Este sitio es más práctico que google, puesto que alberga todos los nombres del mundo del cine, y de un modo ordenado y práctico. Pero, oiga, que incluso localiza cine español. Si tecleamos, qué sé yo, Lydia Bosch, nos aparecen hasta las series de televisión en que ha intervenido, incluso su participación en el concurso “Un, dos, tres”. ¡Es maravilloso!, pensaron todas las mentes cinéfilas. Y a continuación, todo el mundo se guardó imdb en su corazón (y en su carpeta de favoritos). Porque no todos reconocen que lo usan: es el mayor secreto a voces entre los cinéfilos del mundo preocupados por las nuevas tecnologías.

¡Ay, insensatos! ¿Acaso creían que en La Página Definitiva no tenemos más información que en imdb? ¿Acaso cayeron en la tentación de considerar que una paginilla de cine podía llegarnos siquiera a la suela de los zapatos? ¿Dudaron de que nuestra guía era la única para iluminarles en el esquivo y traicionero mundo de la cinefilia? ¿Creyeron que, ignorándonos, podían llegar a algún sitio? ¡Error! Y para muestra, aquí nos tienen: hemos detectado un error en imdb. ¡Qué me dice!, podrá pensar alguien. ¡Imposible!, pensará el más listo. Pues sí. Es cierto. Imdb obvia “El desván de la fantasía”, una película española de animación dirigida en 1978 por José Ramón Sánchez.

A José Ramón Sánchez lo recordará todo jovenzuelo que, como mínimo, roce la treintena. Un señor delgado, con bigote, y cara de buena persona (en un estilo mucho menos meloso que el de Emilio Aragón) que en los felices años 80, aquéllos en que TVE educaba y se preocupaba por la infancia, aparecía en diversos programas infantiles aportando su estilo peculiar de dibujo incluso para ofrecer su magisterio en lecciones rápidas emitidas por la pequeña pantalla. Este dibujante que acentuaba las extremidades de sus personajes y que hablaba de cine mientras dibujaba, creó a finales de los 70 “El desván de la fantasía”, un largometraje producido por Cruz Delgado (un hombre clave en la animación española, responsable de series como “Don Quijote de la Mancha” o “Los trotamúsicos”) que ha pasado a ser un fenómeno extraño en nuestro cine, algo tan excepcional como las creaciones de Mortadelo de Rafael Vara, especialmente la película “El armario del tiempo”.

“El desván de la fantasía” no tiene una trama propiamente dicha, no narra una peripecia. Trata de los juegos infantiles que desarrolla un abuelo con sus nietos, que acuden a dicho desván, en un día de lluvia, en busca de disfraces con los que potenciar la imaginación. José Ramón Sánchez da algunas lecciones sobre teatro, nos presenta a los principales autores teatrales que en el mundo han sido, y no se olvida de los mitos del celuloide, como Drácula, King Kong o los géneros cinematográficos (desde el cine negro a la comedia, pasando por las aventuras de piratas y las de gladiadores). Los protagonistas también salen al parque para ver espectáculos de guiñoles, explicando que las formas de diversión se encuentran en cualquier sitio, y que sólo basta con una educación adecuada para orientar a los niños en una formación adecuada en que los juegos deben formar una parte importantísima. La educación como un valor imprescindible en una sociedad democrática, ése es el mensaje que quiere transmitir José Ramón Sánchez. Los niños y el abuelo celebran la imaginación cuando deciden descubrir un mundo nuevo, cantando aquella tonadilla que adquirió en su momento cierta fama: “Sube que sube / sube al desván / sube al desván de la fantasía”.

A pesar de que la historia pudiese parecer propia de una película checoslovaca, lo cierto es que “El desván de la fantasía” posee un ritmo ágil, resulta muy interesante e instruye sin recurrir a moralismos baratos o a pedanterías aburridas. José Ramón Sánchez sabe entretener siempre desde un claro compromiso con la educación en los valores democráticos. No es casual que fuera el ilustrador del programa del PSOE para los primeros comicios electorales o de la campaña informativa sobre la Constitución, puesta en marcha por el Ministerio de Educación. Sin olvidar sus exposiciones sobre Historia del Cine, o, como ya hemos comentado, su colaboración en programas infantiles como “Sabadabadá”.

“El desván de la fantasía” fue una película de referencia hasta finales de los 80. Son varias las veces que la emitió TVE esos años. Volver a verla hoy supone no sólo una quimera (es una película dificilísima de encontrar, y parece una utopía soñar con una edición en DVD) sino también un descubrimiento y una reflexión de lo que podía haber sido nuestra industria audiovisual, ésa que nos presenta a genios como Víctor Manuel produciendo “Yo soy esa” y que deja a gente como José Ramón Sánchez recluido en museos, apartado de su vocación didáctica y de su compromiso con la juventud y la infancia. Ahora de lo que se trata es de hablar del corazón (y del pulmón y del páncreas, como dirían Martes y Trece) y eliminar cualquier vestigio de programación infantil a las 6 de la tarde. No vaya a ser que los niños aprendan a utilizar su cabeza con perversores como Jim Henson o José Ramón Sánchez y no voten en un futuro al Partido Popular. ¡Acabáramos! Al final esto se pondría perdido de rompespañas y filoterroristas.

Recuperemos “El desván de la fantasía”. Tarea complicada. No se trata de que sea imposible encontrar una edición en formato doméstico de la película, ni que las televisiones prefieran emitir por la tarde programas de testimonios del estilo la-madre-de-mi-novia-se-ha-follado-a-mi-gata-y-han-montado-un-dúo-lésbico, ni de que se le tribute por parte de nuestra industria (?) del cine un homenaje serio a José Ramón Sánchez, para sacarle del olvido al que está condenado, ni de que tenga ni un espacio de televisión ni siquiera a las cinco de la madrugada. Se trata de que ¡ni siquiera imdb se acuerda de su película! Eso sí que es decadencia de la civilización, y el resto son tonterías.как сделать сайт визитку самомураскрутить сайт недорого


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