État des lieux general de cara a las elecciones autonómicas

Empieza el espectáculo: los independentistas antiespañoles mueven ficha

La ronda de comicios autonómicos que han de poner a prueba la solidez de la acción de gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en España y, de manera secundaria, determinar quién mandará en las Comunidades Autónomas que componen la amenazada realidad una y trina de la Ex-paña de los sentimientos nacionales plurales tiene el 1 de noviembre, día de Tots Sants, un interesante prólogo en Cataluña.

Porque sí, de veras, se lo aseguramos, el país se rompe y los españoles estamos al borde de ver cómo nuestra querida patria implosiona. La culpa es del germen de separatismo e insolidaridad que los Estatutos de Autonomía han alimentado amorosamente, dando rienda suelta a la tendencia al tribalismo innata en todo español. Ya nadie se toma en serio la convivencia entre todos, sólo le preocupa lo que ocurre en su pueblo y, cuando uno es cosmopolita, la Liga de fútbol de las naciones españolas.

No es de extrañar, dada la desaparición misma de la idea de España, que estas elecciones en las que se ventila algo tan poco importante como la elección de los responsables de gestionar más del 40% del gasto público o de orientar esas minucias que conforman la acción pública en esferas tan nimias para los ciudadanos como la sanidad, la educación o el monocultivo urbanístico se conviertan en un último reducto de debate a escala estatal. ZP contra los peones negros de Rajoy y su grey, así más o menos se presenta el cartel electoral. Más allá de quién gane o pierda en La Rioja, estas elecciones sirven de testigo de la evolución del régimen instaurado por Ben Laden tras el 11 de marzo de 2004. ¿Será necesario otra masacre alentada por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para volver a ganar las elecciones o, por el contrario, la propaganda emitida por la Antiespaña ha penetrado tanto en nuestros restos corazones como para que no sea preciso? Tal es la altura política del debate que se plantea con la renovación de los parlamentos autonómicos de la tanda de los que van juntitos a hacer pipí y a votar, no vayan a desmadrarse.

No obstante, la coincidencia apenas unos meses antes de unas elecciones de la misma naturaleza en una de las Comunidades más señaladamente díscolas, la insolidaria y protoseparatista Cataluña hace que podamos considerar los comicios catalanes como una introducción al panorama que nos espera en 2007. Ello a pesar de que, se supone, Cataluña se siente Nación, que dice el Preámbulo de su nuevo y flamantemente antiespañol Estatut. Tanto se siente especial que hace elecciones por su cuenta, como queriendo dar a entender que tienen una vida política propia, independiente de España. Son así de maduros, a fin de cuentas se trata de una de las únicas regiones que se ha tomado más o menos en serio eso de tener Administración propia y montar sus competencias.

Sin embargo, no conviene dejarse engañar. La Antiespaña ha avanzado, pero no tanto. Incluso en unas elecciones que se celebran en la zona cero de la crisis de lo español la dinámica política latente será importante, especialmente, en clave española. Lo relevante es qué pasará con Rodríguez Zapatero y su PSOE de cara a las siguientes autonómicas, las de la tanda de otras 13 nacionalidades y sentimientos nacionales que se examinan juntitas; cómo quedará el patio de juego de cara a las alianzas de gobierno en Madrid y, de manera muy notable, si ZP sale fortalecido o debilitado, si Ben Laden deberá retomar la lucha y, de paso, si Mariano Rajoy será capaz de aguantar como cabeza de cartel del PP de cara a las próximas generales. Todos estos intereses vinculados íntimamente con el devenir del pueblo o aldea de cada cual son los que se dilucidan en estas elecciones. Ya ven, así de avanzada está la descomposición de la comunidad política española.

Es más, la misma convocatoria anticipada de estas elecciones catalanas responde, como es sabido, a la lógica dictada por la política madrileño-estatal: una alianza de gobierno (el Tripartit) hecha añicos porque “le venía mal” a los intereses del PSOE en toda España, una oposición (CiU) que contra toda lógica política catalana ha de renunciar de antemano a alianzas con su más próximo y fiel escudero (PP) para compensar los daños que tal unión provocaría dada la política española del PP y, por último, un President (Maragall) al que desde Madrid liquidan porque es demasiado díscolo, le aguan el Estatut que proponía porque era demasiado ambicioso y le colocan un sustituto de obediencia española para conviene a quien gobierna en Madrid. Ojito, que todo esto es la antesala de unas elecciones en la región que supuestamente dispone de más vida política propia de toda España y donde hay un mayor y más compartido sentimiento de especificidad en tanto que nación diferente de la española, no en Murcia. Así de radical es el separatismo de los catalanes y su clase política. Porque el partido que ha aceptado que se le cepillen el candidato es el PSC, la teórica federación del PSOE más independiente y ensimismada. Imaginen a las demás. Y el sustituto buscado por Rodríguez Zapatero y el PSOE para gobernar en la Generalitat de Catalunya es Artur Mas, formalmente candidato de una opción nacionalista. A partir de ahí ya pueden ir deduciendo cómo son las aspiraciones regionales de Extremadura o Cantabria.необлагаемый налогом минимум 2015 украинауслуги по продвижению сайтов


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