La Rioja
La gula como filosofía vital
Características socio – históricas
La Rioja es una región, como cualquier otra región española, que cuenta con una gloriosa y voluminosa historia. Cruce de caminos y tradiciones, La Rioja ha bebido desde sus orígenes de la conjunción de las mejores culturas de la Hispanidad, se ha nutrido del mestizaje social e intelectual de las españas para configurar una acusada personalidad propia reflejada básicamente en lo único que, a los ojos del resto del mundo, hacen: beber y comer, suculentos manjares regados con delicioso vino, banquetes pantagruélicos sin fin cuyo principal objetivo no es, como pudiera parecer al observador poco avezado, de carácter lúdico, sino una revolucionaria iniciativa empresarial que asegure el desarrollo sostenido de la región: la mitad de los habitantes de La Rioja trabajan en productos de primera necesidad (uvas para crear vino, hortalizas y pastos para alimentar humanos y/o vacas, y las vacas en sí) destinados en un primer momento a alimentar a la otra mitad, que se dedica a generar distintos servicios para agricultores, ganaderos y bodegueros (o sea, agricultores fashion), es decir, desarrollar líneas telefónicas que permitan reservar mesa en el restaurante, construir carreteras que aseguren la llegada de alimentos frescos y el transporte a los lugares más recónditos de la provincia de los mejores vinos, y medios de comunicación que anuncien las últimas novedades en el sector de la hostelería.
Tan viejo como el mundo y, sin embargo, tan eficaz. Y no crean que La Rioja vive en una economía de subsistencia, como en el Neolítico, no. La eficacia productiva del sector alimentación – hostelería es suficiente para fabricar no sólo comida y bebida para los insaciables habitantes de la región, sino incluso para destinar a la exportación, particularmente de sus vinos, de fama mundial, lo que a su vez genera suficientes ingresos para pagar autopistas y urbanizaciones que faciliten el transporte de mercancías y el disfrute de las mismas para los lugareños. Esta nueva Arcadia, sita en un paraje natural incomparable (rodeada de regiones de tanto tronío como Aragón, Castilla y León y, en particular, Euskal Herria), se sostiene por motivos que van más allá de nuestro entendimiento, o mejor dicho, que no pertenecen a dicho entendimiento, pues ni nosotros ni nadie hemos manifestado jamás el más mínimo interés por lo que pueda ocurrir en esta región, al menos desde que el Logroñés descendió de categoría.
Y sin embargo, La Rioja es una de las cinco regiones más ricas de España, y muy probablemente en la que mejor se vive. Es un caso paradigmático de que no siempre es necesario quejarse, tener aspiraciones independentistas o hacer todo lo posible para preservar una lengua de indudable valor académico – sentimental para, a cambio, pagar menos impuestos y sacar más infraestructuras. Por tanto, ¡viva la Rioja! ¡Viva el vino! ¡Vivan el general Espartero y los gigantescos genitales de su caballo, sólo comparables a los de Ánsar! Y ya está, no me quedan más vivas que ofrecer. ¿Conseguiremos retener con esta desinteresada loa, tras el chapapote generalizado del análisis electoral de “los pueblos y regiones de España”, al menos, a los lectores provenientes de La Rioja, si es que tenemos alguno que nos consulte entre el almuerzo y la comida?.
Alta política riojana
Sin poner en duda en ningún momento las hondas razones históricas, políticas y culturales que justificaron en su momento desgajar La Rioja de Castilla y conferirle el estatuto de comunidad autónoma, lo cierto es que hay sospechas razonables de que la existencia de esta autonomía, además de para llegar a un número, el de diecisiete CC.AA., de gran valor simbólico, se debió al afán de los españolazos por aislar Euskal Herría, rodeándola de comunidades uniprovinciales que, al ver satisfechas sus atávicas demandas de autonomía que les diferenciara algo del resto de los españoles y les diera instituciones propias, elecciones propias, gobierno propio, etc., no se vieran tentadas algún día de unirse a la propia Euskal Herria, su clima, sus tradiciones, su idioma, sus autobuses quemados, su impuesto de sociedades, …
La estrategia, sin duda, salió bien, y además permitió un notable desarrollo de estas comunidades uniprovinciales, beneficiadas por las afanosas compras de segundas y primeras residencias efectuadas por ciudadanos de Euskal Herría que huían, y siguen huyendo, del ámbito vasco de decisión, sustituyendo una boina por otra exactamente igual, pero españolaza.
Desde entonces La Rioja ha vivido en un edén en el que absolutamente nadie les hacía caso y a todos les resultaban simpáticos, mientras ellos iban a lo suyo, procurando pasar todo lo desapercibidos que fuera posible. Esto se ha notado también en el plano político, donde nadie se ha molestado nunca en saber nada de anteriores elecciones autonómicas, como uno puede constatar dolorosamente previa búsqueda en Internet. Sólo hemos sacado en limpio, en el que será primer análisis de la política riojana efectuado por un medio extranjero, que La Rioja es una región tradicionalmente muy disputada por los dos grandes partidos españoles, que hasta ahora arrojan un balance de 3 – 2 favorable al PSOE en número de victorias, si bien éstas corresponden a las tres primeras legislaturas autonómicas (en una de las cuales, la 1987 -91, gobernó AP en virtud de su pacto con el CDS), ostentando el PP la mayoría, y el gobierno, desde 1995 hasta ahora.
Junto a ambos partidos existe una exótica opción, el Partido Riojano, que sin embargo puede cumplir un papel clave en estas elecciones, donde la mayoría absoluta del PP (justita en el 95 -17 frente a 16 de la oposición-, más holgada en el 99 -18 frente a 15) puede desaparecer a poco que los electores voten pensando en la brillante política del presidente del Gobierno español, Joe Mary Ánsar, en lugar de ceñirse a la acción de gobierno, que suponemos más presentable, del candidato local, que, en un inaudito ejercicio de revelación de información privilegiada, les comentamos que se llama Pedro Sanz. IU, en principio, no pinta nada en esta región de burguesitos (salvo en 1995, la época del sorpasso), así que las opciones se antojan reducidas: el chuletón del PP o -menos probable- la paletilla del PSOE, con la incógnita de saber si será necesario el concurso del PR o no. Lo sabremos en cuatro días (y lo olvidaremos poco después hasta dentro de cuatro años).
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