De la excesiva importancia de las elecciones vascas

¿Por qué La Página Definitiva dedica un especial a unas elecciones autonómicas? ¿Cómo es posible que la política vasca se codee al mismo nivel que la estadounidense o la del conjunto del Estado? ¿O simplemente esto significa que les amenazamos con seguir de cerca también, en un futuro, las apasionantes elecciones al Parlamento de La Rioja?

No teman. Simplemente es que, cediendo a la corriente mediática y a nuestras pulsiones más inconfesables (nos encantan los comicios de cualquier tipo y el consecuentemente inevitable “Especial Elecciones”) vamos a dedicar una atención prioritaria a unas elecciones que, si no existiera ETA, no dejarían de tener una trascendencia limitada. Pero claro. La lucha armada es una excelente tarima propagandística que realza cualquier cosa que ocurra en el País Vasco y, sobre todo, su vida política. Hay épocas en las que los informativos televisivos sacan semanalmente muchas más imágenes del Parlamento vasco que del Congreso de los Diputados. Pero, ¿está justificada esta gran atención?

La verdad es que no conviene sacar las cosas de madre. A pesar de la excelente presentación del producto (“dos mundos enfrentados pero que viven día a día juntos y familiarmente revueltos, que se juntan todas las mañanas para comprar el pan y los domingos en misa y en el frontón, que van a llevar una lucha a muerte por la supremacía en la que sólo la aniquilación del rival político permite una salida” podríamos decir en plan sinopsis de película dramática) y de los tintes épicos que parece presentar la batalla (“Ahora o nunca”) creemos que, en realidad, tampoco es para tanto. Más allá de las deliciosas sutilezas que provoca la aritmética, el especial sistema electoral vasco y la actitud de parlamentarismo avergonzado de EH-HB, lo que parece más o menos claro es que estas elecciones van a tener una importancia política más provocada por los grandes efectos que la combinación de las sutilezas y un pequeño cambio de opinión puede provocar que la que resultaría producto de una verdadera transformación del mapa político vasco. Lo que ocurre es que los últimos acontecimientos, sencillamente, han provocado que sea concebible un traslado de unas decenas de miles de votos que pueden alterar el precario y tradicional equilibrio de la política vasca e incluso hacer al PNV abandonar el poder.

Este es el verdadero quid de estas elecciones. Por primera vez en su historia el PNV puede verse condenado a la inoperancia política. Desde su creación el pacto con las más reaccionarias fuerzas de la política española le garantizó su cuota vasca de poder. Y desde la democracia la instauración de un sistema de representación política propio le ha permitido disfrutar del poder y de las posibilidades de influencia social que éste, a través del dinero que reparte, permite. El PNV ha tratado de modelar una determinada sociedad vasca durante estos años, y lo cierto es que los resultados conseguidos no han sido los esperados por el propio partido. No puede considerarse que los grandes objetivos de la formación hayan sido alcanzados y, además, el llamado “conflicto” vasco no sólo no parece resolverse sino que aparece como cada día más enconado en lo social.

¿Pueden estas elecciones cambiar las cosas? Por supuesto, como cualquier elección. Aunque unas elecciones no resuelven taumatúrgicamente los problemas sí permiten seleccionar a quienes los ciudadanos consideran más adecuados para hacerse cargo de los mismos, así como los métodos a emplear. Estos comicios son pues muy interesantes pues permiten comprobar si el previsible hartazgo por los continuados fracasos de un proyecto como el del PNV pueden llevar a que los ciudadanos elijan otro modelo. O si, por el contrario, las propuestas del PP o del PSOE no son tenidas como adecuadas por un número considerable de vascos por mucho que parece obvio que los 20 años de paz peneuvista no pueden contentar a casi nadie (ni a soberanistas ni a pacifistas ni a partidarios del autogobierno dentro de España ni a los fans de la lucha armada ….)

Y, sin embargo, estas elecciones no son más que unas elecciones. Los problemas sociales de Euskadi se deben resolver apelando a la educación y la formación, a la reacción de los propios habitantes de un país que, hasta que no rechacen en su totalidad y de manera frontal el terror, tendrán que seguir soportando a una clase política especialmente mediocre, que sólo sabe buscar votos apelando al “conflicto” en un sentido u en otro pero que en cuanto abre la boca para analizar otros aspectos de lo que debe ser la vida política de una sociedad desarrollada demuestran una ignorancia y desinformación supinas. Con la excepción, claro, del Padre Arzalluz, a quien su formación jesuítica le permite salir bien librado de casi cualquier prueba.соломенский судпродвижение сайта в google самостоятельно


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