Los Primates
Ángel: Angel, como la mayor parte de los concursantes de Gran Hermano desde su primera edición, es empresario. Sin embargo, las múltiples ocupaciones que un hombre de su posición ha de atender a cada momento, no le impiden encontrar un huequecito diario para dedicarlo a aquello que forma realmente el centro de su vida: el fúlbor. Porque Angel, amigos, es un apasionado del llamado con toda justicia deporte rey. En su mocedad estuvo a punto de dar el salto a la Primera División (entonces aún no era conocida como la Liga de las Estrellas), dada su innegable calidad como delantero centro, lo que nos hubiera privado de su valiosa presencia en el experimento sociológico por antonomasia. Por otra parte, según la web de GH, Angel se nos define como “un golfo y un caballero”, y por supuesto “metrosexual”, lo que nos permite asegurar que, efectivamente, este tío ha sido futbolista en algún momento de su vida.
Beatriz: Beatriz intenta cumplir el sueño de todo español honrado: convertirse en funcionario. Pero no piensen ustedes que la chica ha estado dormitando todo este tiempo a la espera del maná administrativo. Nada de eso. Nuestra amiga Beatriz, sépanlo, fue una de las primeras mujeres legionarias, con dos cojones. Sin embargo parece que la vida castrense no era lo suyo, o quizás es que su personalidad “vacilona”, como ella misma la define, se compadezca escasamente con los rigores de una carrera exigente como la militar ¾especialmente desde que Bono dirige nuestros ejércitos. ¿Es la legionaria Beatriz la lesbiana oficial de esta edición?. Pues no señores, que tiene un noviete como un sol. A no ser, claro, que éste sea una tapadera para que las otras concursantes se confíen y finalmente asistamos a una salida del armario en toda regla como ocurrió en anteriores ocasiones.
Cristal: Cristal, como su propio nombre indica, tiene orígenes venezolanos. Su medio laboral se mueve en un terreno caracterizado por su alta eventualidad; sin embargo, al contrario que Beatriz, Cristalita no se ve en una oficina administrativa de 8 a 3, sino que su horizonte profesional prefiere encauzarlo en el terreno de la creación artística. Cuando finalice sus estudios de Arte Dramático (aún no los ha empezado), estamos seguros de que tendrá su futuro asegurado. Al menos como protagonista de un culebrón nadie puede exhibir un nombre más apropiado que ella.
Diana: Diana es modelo. La ajetreada vida de las pasarelas, hoy en Milán, mañana en Nueva York y pasado mañana en el Carrefour pasando la colección otoño-invierno de batas de casa en felpa y tergal, la ha saturado hasta tal punto que ha decidido incorporarse al experimento sociológico “para vivir una experiencia diferente”. Su currículum académico no es nada desdeñable tratándose de un concursante de GH, pues Diana, según reza el perfil que nos ofrece telecinco, “estudió COU”. No sabemos si lo acabó, si aprobó, o simplemente se matriculó, pero ¿acaso importa? De los concursantes de GH no esperamos sesudas disquisiciones sobre la ontología del ser, sino “acción”. Y tomen la frase en el sentido que Ustedes prefieran.
Eloísa: Eloísa tiene 36 espléndidos años y es agente inmobiliaria aunque actualmente no ejerza. En estos momentos, según nos cuenta, está tomándose “un tiempo sabático para definir su vida profesional”, que es lo que Usted y yo hacemos de vez en cuando para centrar nuestras vidas. De pronto uno se levanta y dice, “coño, mira, voy a estar un par de meses sin ir al curro a ver si redefino mi vida profesional´”. Y ya está; no pasa nada. Transcurridos los dos meses sabáticos uno vuelve al currelo con la moral bien alta, la profesionalidad redefinida y los chakras rebosantes de energía positiva. Pero volvamos a Eloísa. La simpática barcelonesa, a pesar de su natural alegre y dicharachero, exhibe en su personalidad cierto perfil preocupante. A Eloísa, señores, “le encanta la lectura”. ¿Qué hace una intelestuah en un experimento sociológico de la enjundia de GH? Aquí, señorita, no queremos gente de letras (de ser así, el programa lo presentaría Ramoncín), sino hombres y mujeres de acción. Y por si todo lo anterior fuera poco, le gusta el punto de cruz. El día que se presentó al casting, los responsables de telecinco estaban en la inopia.
Jani: La parquedad de los responsables de telecinco en los perfiles de sus concursantes está cayendo hasta límites vergonzosos. Tomen ustedes el caso de Jani: representante de cosméticos. Así, a palo seco. En las primeras ediciones de GH, una chica que como nuestra Jani se ganara las lentejas dando por saco a los vecinos con su maletín de potingues, nos hubiera sido presentada como “Responsable de marketing directo en una multinacional de la alta cosmética”. Pero la cualidad que más nos interesa de Jani (no queremos ni pensar cual será su nombre exacto) no es su avatar profesional, sino el hecho de ser la exmujer de otro concursante de la casa, lo que ofrece, no lo nieguen, interesantísimas posibilidades del más amplio espectro.
Jonathan: Jonathan es la prueba evidente de que la generación sometida a la horterez cateta que tanto furor hizo en su día de poner nombres como Elizabeth, Melodie, Jonathan o Kevin Jesús a unos inocentes retoños, ha llegado finalmente a la edad adulta. Jonathan, a pesar de su nombre que parece predestinarle a grandes empresas, es un hombre modesto. El se define a sí mismo como un triunfador y un líder carismático, y nosotros estamos de acuerdo. Con un nombre así, o te repites a ti mismo cada mañana ese tipo de mantras autocomplacientes o acabas odiando al mundo. El Jonathan (ya puestos hagamos la gracia completa) dice querer demostrar “que un chico de su nivel (sic) puede entrar en Gran Hermano”. Vivan sus cojones.
Juanjo: Juanjo, alicantino de pro, en otra edición de GH hubiera sido “especialista en gestión de recursos para la movilidad urbana”. En esta ocasión, para su desgracia, se ha quedado en puto taxista. Para mantenerse en forma y evitar el culo panadero típico de los trabajadores del sector, Juanjo practica varios deportes, entre ellos la equitación. Cuando monta a caballo, nuestro amigo Juanjo siempre lleva un sombrero vaquero, en sus propias palabras “para sentir más al caballo”. No queremos ni pensar lo que entiende nuestro encantador amigo por “sentir más al caballo”, ni qué cojones pinta un taxista montado en jaca disfrazado de Bonanza, salvo explorar las posibilidades de futuros negocios utilizando medios alternativos al transporte tradicional. Y es que, si por algo se distinguen los concursantes de GH ¾además de su elevado IQ¾ es por su carácter emprendedor. Juanjo además es “amigo de sus amigos”; es decir, a sus amigos no les pega, ni les raja las ruedas del coche, ni siquiera les escupe. Pero es que hay más; su máximo deseo es que todo el que le rodea sea feliz. Este tiene todas las papeletas para ser el tontaina oficial del programa.
Mercedes: Mercedes es arqueóloga. Suponemos que el redactor se refiere a que ha cursado estudios de arqueología, porque con los taconazos y los minitops que gusta vestir, su imagen no es precisamente la de la protagonista de Tomb Raider. Mercedes nos preocupa además, porque se confiesa también amante de la lectura. Sin embargo, lo que ustedes deben retener de nuestra Lara Croft es su condición de exnovia del exmarido de Jani, también concursante en esta edición, es decir, un triángulo de antiguos amores entreverado con un fino aroma de odio africano. O sea, el copón.
Miguel: Con Miguel inauguramos el sector profesional que más concursantes ha dado al programa a lo largo de su ya dilatada historia: Las relaciones públicas. El campo de las relaciones humanas es tan amplio, como ustedes saben, que un relaciones públicas puede ser, desde el responsable de imagen de una gran corporación internacional al encargado de animar a las gogós en una discoteca del extrarradio mientras sirve cubatas en la barra. Curiosamente, los concursantes de GH provienen siempre de este último sub-sector laboral. Para Miguel, sin embargo, las relaciones públicas no son un asunto vocacional (quiere cambiar de aires), sino que tal vez su facilidad para conectar con la gente y su rapidez para servir Dyc con cola le hicieron dirigir sus pasos hacia este sector tan importante en la vida económica de cualquier país. Además, como buen andaluz, le gusta el flamenco. También declara ser algo machista(¿estaremos ante un nuevo Cal-loh?), con lo que probablemente los metrosexuales le parecerán simple y llanamente unos mariconazos del copón. ¿Hará valer su criterio ante el universo metrosexual imperante dentro de la casa? Las posibilidades son, en principio, muy atrayentes.
Nicki: El soldado Nicki es ya la rehostia; y si no ya nos contarán qué cojones pinta en el ejército español un tipo que se declara “una persona indisciplinada”, que además “no soporta los malos olores, que fumen en su habitación” y ¡”los gritos”! (sic). El redactor del programa encargado de ofrecernos su perfil, afirma, por otra parte, que le encantan las mujeres rubias “aunque tiene pareja desde hace cuatro años (sic)”. Por lo visto, en el pueblo del becario encargado de la web de telecinco, a los tíos sólo les gustan las rubias cuando están solteros. En fin, que entre el soldado Nicki y la exlegionaria, veremos si al final no tiene que intervenir el Minijtro a poner orden en todo este putiferio.
Salva: Salva es policía local, pero al parecer está hasta las pelotas de dirigir el tráfico en los cruces cercanos a los colegios, puesto que pretende utilizar su paso por GH para labrarse un hueco en las múltiples tertulias televisivas siguiendo la estela de egregios antecesores suyos, que es más relajado, se gana más y se puede hacer el gilipollas sin temor a desentonar. Su condición metrosexual (le gusta cuidarse, va al gimnasio, controla su alimentación, joder, probablemente hasta experimenta molestias menstruales), perfila una personalidad tan infinitamente hortera que le permite acudir a clases de baile (de “salsa” para ser más exactos) ¡dos veces por semana!. Sean amables y expúlsenlo inmediatamente.
Sandra: Sandra es la auténtica joya del programa. Asturiana, como nuestra incomparable Princesa de Asturias, S.A.R. Dña. Letizia Ortíz Rocasolano, derrocha sinceridad por los cuatro costados. Se declara diseñadora, que es una salida muy socorrida. Servidor también lo es (diseñador, no asturiano), pues sin ir más lejos, mientras hablo por teléfono diseño unos cohetes espaciales divinos de la muerte (y no es coña). La trayectoria profesional de Sandra en el mundo del diseño debe ser paralela a la mía propia, puesto que se declara una miembro cualificada del “club de vividores sin fronteras” (sic). Le gusta el lujo (nos ha jodido) y la sidra (hay gente pa tó, que decía Rafael El Gallo). Su horizonte vital carece de complicaciones excesivas, puesto que hoy por hoy, lo único que le interesa es ganar el premio de GH. Por otra parte su sueño, al igual que el resto de concursantes de toda la historia de GH, es “sobrevivir sin trabajar el resto de su vida”. Algunos concursantes persiguen el mismo objetivo incorporándose a la función pública. Nuestra Sandra, en cambio, es tan sencilla que no le importa el camino siempre que al final consiga el objetivo soñado de cualquier concursante de GH: vivir sin dar golpe. Exactamente igual que llevan haciendo todos desde que vinieron al mundo.
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