2001, una Odisea en la Casa del Gran Hermano
Toda obra de arte auténticamente brillante se caracteriza por romper moldes, por mostrar a la sociedad sus propias miserias y, al mismo tiempo, su grandeza. Gran Hermano no es la excepción a esta regla. Los conductores del programa, fieles a su compromiso con el riesgo y el gusto por la aventura que todo gran experimento sociológico conlleva, han ideado una serie de novedades que garantizarán que al Gran Hermano, al igual que España con Alfonso Guerra, no lo reconocerá “Ni la madre que la parió”. En efecto, habida cuenta de los múltiples errores que Mercedes Milà comete en la conducción del programa, podemos asegurar que así es: Gran Hermano 2001 es mucho más que la segunda parte de Gran Hermano 2000. Su existencia está justificada desde el momento en que es “otro” experimento sociológico radicalmente distinto del primero, pero no por ello menos interesante. Veamos cuáles son las principales novedades de este nuevo hito en la historia de la televisión en nuestro país, que desde esta Página estudiamos, como Ustedes comprenderán, exclusivamente como lo que es: un estudio sociológico de campo.
“La Casa”
En primer lugar, y aunque esto pudiera parecer obvio, la Casa de Gran Hermano 2001 es una Casa distinta a la de Gran Hermano 2000. El gusto de Zeppelin por innovar, por invertir y crear riqueza, por sorprender, no tiene límites. La bella localidad de Guadalix de la Sierra ha sido la elegida en esta ocasión para albergar a los concursantes. Podemos imaginarnos las sinergias de todo tipo que producirá la existencia en los alrededores de este entorno campestre de singular interés, que por otro lado no he visitado en mi vida, de una Casa como el Gran Hermano manda. Una vez cambiado el lugar, por supuesto, no cambia nada de nada, puesto que al igual que en la edición pasada los concursantes cuentan con una piscina, un huerto que jamás cultivarán y, según nos dice la web oficial de Gran Hermano, “un gallinero con gallinas”. Generosos, los responsables de la Casa. El único cambio de calado se dirige a evitar que la Casa de Gran Hermano se convierta en la Casa de Hansel y Gretel, como ocurrió en la edición pasada, donde todos tuvimos la sensación de que los concursantes se estaban pegando unas vacaciones con todos los gastos pagados por Gran Hermano, que demostró ser aún más Grande de lo previsto. Este año las limitaciones van dirigidas a algo que, por otro lado, para cualquier concursante que se precie debería ser secundario: la higiene personal. Los participantes sólo dispondrán de cinco minutos de agua caliente al día para ducharse. Basta que uno de ellos decida tomarse su ducha diaria con tranquilidad para que los demás tengan que lavarse con agua fría. Pero no teman, la solidaridad entre los concursantes de Gran Hermano ya ha comenzado a hacer acto de presencia y, en un hermoso gesto que nos demuestra que incluso en este mundo mercantilizado la amistad aún tiene valor, varios concursantes están renunciando a sus cinco minutos diarios para que otros puedan disfrutarlos. Nos podemos imaginar que esta revolucionaria decisión, en la línea de unos individuos, recuerden, “con inteligencia superior a la media”, acabará por fomentar todo tipo de experiencias comunes basadas en el calor humano, que poco a poco irá haciendo cada vez mayor acto de presencia conforme entremos en la primavera.
“Las Reglas”
Este año Gran Hermano dura un poco más que el pasado, para alegría y jolgorio de la afición: 101 días exactamente. Estamos seguros de que así Tele Cinco logrará su único objetivo: obtener conclusiones fidedignas de los sesudos estudios que ya se están llevando a cabo en multitud de centros de investigación de la cadena sobre el experimento sociológico. Por lo demás, las reglas generales no han variado demasiado:
Los habitantes disponen de 500 pesetas diarias para cada uno, propinilla de Gran Hermano que puede verse aumentada o disminuida por las pruebas. Es preciso destacar que de aquí hay que restar las 300 ptas. diarias de tabaco y las 200 del whisky, con lo que en principio los habitantes de Gran Hermano sólo podrán alimentarse con los huevos de las “gallinas del gallinero”, pero no pasa nada: ¿acaso la cualidad más destacada de los concursantes no es echarle un par de huevos?
Tienen la obligación de ir al Confesionario al menos una vez al día para decir las tonterías que les parezca y responder a las cuestiones que les plantee Gran Hermano
No pueden llevar a la casa más de un cartón de tabaco; no pueden llevar bolígrafos, lápices ni cualquier instrumento con el que puedan escribir y, por tanto, realizar una actividad mínimamente intelectual. Por el mismo motivo, los libros están terminantemente prohibidos, tan sólo está permitido llevarse una revista. Como Ustedes comprenderán, las restricciones en lo que respecta a la cultura son un verdadero alivio para los habitantes de la Casa: ¿Leer? ¿Pero qué se han creído? ¡Estamos hablando de la televisión! Sin embargo, resulta preocupante encontrar ciertos rasgos de amariconamiento en los psicólogos conductores del programa, que también prohíben la entrada de drogas duras y de armas. Si hubieran permitido la conjunción de ambos, les aseguramos que Gran Hermano tendría aún más audiencia. Pocas cosas resultan más subyugadoras para la audiencia que un asesinato en directo. ¿Se imaginan al concursante nominado ametrallando a sus compañeros para garantizarse los 60 minutos de agua caliente para él solito, pudiendo hacerse, además, tortillas de 25 huevos? Si estuviéramos en un país serio, donde se le diera a la televisión la importancia que merece, estas cosas no ocurrirían, pero ya ven, el dominio de lo políticamente correcto nos obliga a ver programillas light por doquier.
“La Caja”
Una de las principales novedades del concurso este año es que el Gran Hermano ha dejado en su Casa una Caja que contiene un Premio que, naturalmente, es Secreto. Este premio será para el concursante que quede en tercer lugar, pero si alguien logra abrir la Caja durante su estancia en la Casa también se llevará el premio. Es preciso destacar que la Caja tiene una combinación de 12 números, esto es, 999.999.999.999 posibilidades, casi un trillón. Si calculamos que un minuto tiene 60 segundos, una hora 60 minutos (3600 segundos), y un día 24 horas (86400 segundos) y multiplicamos por los 101 días que dura el concurso, el resultado es 8.726.400. Es decir, si somos muy generosos y asumimos que los concursantes están continuamente probando combinaciones, no repiten nunca y no tardan más de 9 segundos en probar cada vez, las posibilidades son de 1 entre 1 millón. Naturalmente, a los participantes en Gran Hermano esto les da exactamente igual y prueban suerte una y otra vez. El tedio, combinado con el afán de lucro, es un poderoso factor de motivación. En condiciones normales diríamos que no hay ninguna posibilidad de que se abra la Caja, pero esto es televisión, señores, Televisión, un mundo de luz y de color en el que con ilusión todo es posible, así que no es descartable (sobre todo si Gran Hermano 2001 no obtiene la suficiente audiencia) que alguno de los concursantes consiga abrir la Caja.
“Las Pruebas”
Cuando parecía que Gran Hermano 2000 había logrado llegar al sumum de la estulticia, los psicólogos de Tele 5 nos han demostrado nuevamente que la creatividad del ser humano no tiene límites, programando una serie de pruebas tanto o más estúpidas que las de la edición pasada. Por el momento, la primera prueba consiste en que los concursantes copien seis cuadros famosos y sustituyan los rostros de los cuadros por los suyos propios, en una simpática metáfora de cómo Gran Hermano ha logrado cambiar en poco tiempo los iconos culturales de nuestra sociedad; desde el momento en que hay gente dispuesta a comprarse camisetas con el rostro de los participantes de Gran Hermano estamos en condiciones de asegurar que el Experimento Sociológico ha sido un exitazo, sobre todo en términos de beneficios, claro.
Nosotros sugeriríamos un aumento de la dificultad en las pruebas a que Gran Hermano somete a los concursantes. Por ejemplo, ¿se imaginan lo divertido que sería obligar a cada uno de los concursantes de Gran Hermano 2001 a leerse un libro de 200 páginas de un tirón y luego resumirlo ante las cámaras? ¿Creen que se apostarían más de un 20% del presupuesto en la prueba? ¿Por qué no comprobar la velocidad de lectura de estos especímenes “por encima de la media intelectual española” y hacer que lean de corrido una noticia de cualquier periódico que no sea deportivo sin equivocarse? Las posibilidades son múltiples, pero creemos que Gran Hermano 2001, pese a su indudable valor formativo para la juventud española, no hará demasiado hincapié en las pruebas de contenido mínimamente cultural.
“Los Concursantes”
Otra de las principales novedades de esta edición es que han comenzado participando 12 personas, y no 10, como en la edición pasada. Espíritus malpensados quizás pensarían que esto se debe a un intento de Zeppelin de exprimir al máximo el previsible éxito de audiencia de Gran Hermano, prolongando su duración 10 días más, pero nosotros sabemos que el único objetivo visible de esta medida es buscar reacciones sociológicas de interés. Como todo el mundo sabe, un Experimento Sociológico como Dios (el Gran Divino) manda funciona mucho mejor con 12 personas que con 10. El hacinamiento, el hastío de los personajes, la constatación de que nadie es capaz de hacer nada productivo sin tener acceso a todas las posibilidades que ofrece la vida moderna (de hecho, la mayor parte de la gente tampoco hace nada productivo aún teniendo acceso a esas ventajas, mírenme a mí, por ejemplo, escribiendo tonterías en una página web locoide), son factores “de interés sociológico” obvio.
Aunque el número de concursantes cambia, no lo ha hecho, sin embargo, las características de los mismos. A falta de comprobarlo con más seguridad conforme pase el tiempo, estamos en condiciones de afirmar que los ocupantes de la Casa componen un grupo de pringaos tan apetecible como el de la edición pasada. Parecía un reto difícil de superar, pero Zeppelin, nuevamente, lo ha conseguido.
“El Pacto”
Pero la principal novedad de esta edición de Gran Hermano, sin duda, es que el famoso “Pacto” de la primera edición es ya cosa del pasado. Esto, indudablemente, constituye una buena noticia, puesto que podremos ver el comportamiento de los personajes en situaciones “límite”, sabiendo que cualquiera puede nominar a cualquiera, a diferencia de la edición anterior, donde la “Mafia” compuesta por Iván e Ismael funcionó con una eficacia digna de mejor causa, asegurando que nadie se moviera del campo de actuaciones conformado por ellos. En esta ocasión, es más complicado que se lleve a cabo un pacto, y mucho más fácil que, de intentarlo, se rompa por parte de alguno de los aviesos concursantes, deseosos de salir indemnes de la criba. En realidad, si el año pasado no se rompió el pacto fue, única y exclusivamente, por el temor que tenían todos a la reacción del público.
Temor absurdo, en mi opinión, el público sin lugar a dudas estaba deseando que coartaran sus libertades y poder acceder a un modelo de democracia indirecta con sólo dos o tres opciones viables. La democracia directa, que se intentó llevar a cabo en la primera edición de Gran Hermano (un punto más a favor de la dinamización de la sociedad española por parte de Zeppelin), ha demostrado su falta de viabilidad en las sociedades modernas. El mundo actual sólo admite dos, a lo sumo tres, opciones viables, y Gran Hermano no iba a ser la excepción. Con un espíritu ciudadano digno de mejor causa, la productora nos sigue dando libertad, pero libertad controlada, lejos de la comuna anarquista en que pareció convertirse España durante los meses que duró la primera edición.
Además de acabar con el Pacto, Zeppelin también ha variado las reglas en un aspecto, ya que ahora los nominados pasan a ser tres, inteligente política que permite que los ciudadanos expresen su derecho al voto (previo pago de 150 ptas./minuto que, naturalmente, no tenemos ni la menor intención de pagar, pues en este aspecto somos abstencionistas) entre tres opciones distintas, otro intento de acabar con cualquier atisbo de Pacto en el horizonte (¿se imaginan el dolor de cabeza que les daría a los concursantes de Gran Hermano intentando cuadrar el balance de un Pacto a tres bandas?).
“El Premio”
Por último, los premios de Gran Hermano también han variado, pero no demasiado. Respecto a la cuantía, es encomiable el espíritu austero de Zeppelin, que pese a facturar más de 10.000 millones de pesetas gracias a Gran Hermano sólo le da 20 millones “y pico” al ganador del concurso, en un intento de demostrar que si los concursantes participan en Gran Hermano no es por la pasta, sino por convertirse en cobayas humanas en un experimento científico. Por otro lado, en la sociedad eminentemente individualista que nos envuelve nada mejor que ampliar el número de premios de uno a tres: no sólo el ganador de Gran Hermano se llevará dinero, sino que también lo harán, como si se tratara de unas Olimpiadas, el segundo y el tercer clasificados. Veamos cuáles son los premios de este año:
Primer Premio: 20 millones “más el IPC”, esto es, gracias a la política austera del II Gobierno Aznar 20.800.000 pesetas, más o menos. Entrañable la metáfora que asocia firmemente Gran Hermano al estado de la Economía española y los salarios. ¿Se dan cuenta de que viendo Gran Hermano nos enteramos de los grandes parámetros macroeconómicos por el mismo precio? ¿Quién dijo que no era posible hacer televisión educativa? ¿Cómo sería Gran Hermano en la Alemania de los años 20 con la hiperinflación? ¿Contarían el IPC a la entrada de los concursantes en la Casa o a la salida, cuando igual la inflación había convertido el premio en calderilla?
Segundo Premio: Una vuelta al mundo. Como en la mejor tradición de los concursos de la tele, Gran Hermano ofrece al segundo una vuelta al mundo con todos los gastos pagados, suponemos que para dos personas, porque si no la vuelta en cuestión puede ser un tanto aburrida. Aunque el premio parece una porquería, tengan presente que una vuelta al mundo es un marco incomparable para conceder exclusivas a las revistas del corazón, así que igual acaban sacando bastante más que con el primer premio. Por otro lado, el espíritu eminentemente científico de Gran Hermano nos hace barruntar que muy posiblemente el concursante agraciado no pueda escoger los medios de locomoción para su vuelta al mundo, y nos acabemos encontrando un nuevo programa de televisión en verano titulado “Gran Pesquero”, con el subcampeón de Gran Hermano intentando sobrevivir a base de plancton.
Tercer Premio: “La Caja”. Independientemente de que los concursantes logren abrir o no la Caja, el tercer clasificado se quedará con su contenido. Dado que el tercer premio, por pura lógica, debería ser inferior al segundo, nos tememos que el contenido de la Caja no debe ser nada del otro mundo, tal vez las Obras Completas de Corín Tellado.
Los tres premios, como ya habrán dilucidado, son una mierda. Pero eso es lo de menos. Lo importante no es lo que ganen dentro de la Casa, sino lo que ganen fuera. Cualquiera de los concursantes de Gran Hermano 2000, a poco que sus representantes sean espabilados (dado que ellos, en ocasiones, han demostrado no serlo sobradamente) ha facturado a estas alturas mucho más que los 20 millones del primer premio, con o sin IPC. En realidad, más que ganar o perder el concurso de lo que se trata es de saber hacer las cosas adecuadas para convertirse en un personaje atractivo para la televisión basura, es decir, la televisión, demostrar, en suma, que el personaje en cuestión tiene madera de famoso. Eso es lo que hizo María José Galera, y miren qué bien le va ahora, grabando discos que nadie escucha pero por los que le pagan una pasta en exclusivas.
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