Noticias estadísticas
Paladines de las libertades del pueblo
(Lecciones de Periodismo Independiente I)
Diez de cada diez medios de comunicación emplean noticias estadísticas cada dos por tres. El número como protagonista, como fuente, como testigo. La obsesión por los datos salpicando cada página y cada imagen. Antaño se necesitaba a un asesino para llenar de sangre la noticia, a un político corrupto para ocupar con un titular toda una portada, a una guerra para interrumpir la programación televisiva ordinaria o, al menos, a un hombre que mordiese a un perro para hacer periodismo social.
Con el paulatino ascenso del cuarto poder a la primera posición y la omnipresencia de la publicidad, se producen dos fenómenos complementarios. Por una parte, al ser la información el poder absoluto y puro, nacen más y más medios hambrientos de noticias que llenen su espacio, ya sea en prensa, radio o televisión. En segundo lugar, el crecimiento de la publicidad provoca que tales espacios tengan que crecer para dar cabida a los anuncios. Si antes un diario estaba compuesto por un puñado de noticias, ahora requiere varias docenas para decorar esos lugares en blanco que la publicidad no ocupa.
La pérdida del rigor informativo, la exageración de determinados asuntos (como el deporte), la vulgarización del trabajo periodístico por las prisas y una escala de valores casi surrealista que convierte en primera plana casi cualquier nimiedad, son algunas de las múltiples consecuencias de esta situación. Da igual el contraste de puntos de vista, la verdad es baladí. Lo que cuenta es el flujo del mercado, con la información como única moneda de cambio. Un ejemplo curioso de este fenómeno es el auge de los gabinetes de prensa, que parecen reproducirse por esporas. Pronto cada comunidad de vecinos tendrá uno. La estructura de este reciente sistema (empieza a gestarse en los sesenta con el desarrollo de la televisión y da su salto cuantitativo a finales de los 80 con la concentración de empresas) recuerda -influencia de los documentales- a un sinfín de hormigueros conectados entre sí, donde el trasiego es constante y la importancia de cada hormiga, entiéndase aquí noticia, mínima en comparación con su cantidad. La reina, utilizando el tópico, son “los de siempre”.
En este contexto, las noticias estadísticas, tipo “tres de cada cuatro españoles…”, “el ochenta por ciento de los usuarios de patinetes…”, aúnan todas las características del nuevo papel preponderante que interpretan los medios de comunicación. Son llamativas, ocupan espacio y pueden tratar cualquier tema, desde la cultura a la política, desde la pesca con mosca a la fabricación de acordeones. Lo mismo se encuentran en la portada de un diario de máxima importancia que son la última noticia de una pequeña televisión local. Su característica más importante es que el medio que las publica no necesita que se produzca un acontecimiento. Las noticias estadísticas son elaboradas por instituciones, empresas, bancos o, directamente, entidades especializadas en ellas por encargo (cada vez más numerosas). Se trata de las noticias más acordes y genuinas de los medios de comunicación actuales, ya que si, como decíamos, la información es ahora el poder absoluto, tales noticias están generadas “desde arriba”, manteniendo en ocasiones algún vínculo con un hecho del momento (si se ha descubierto un caso de maltrato a un menor, sale una noticia de estadísticas sobre la cuestión, “el treinta por ciento de los menores de la provincia de Albacete…”). Por supuesto, ese vínculo está más relacionado con la venta que con el interés general. De este modo, las noticias estadísticas son hijas del poder, se adaptan a la perspectiva del poder y sólo pueden ser anuladas por otra noticia similar, con lo que se pierde el juego ‘verdad-mentira’ o ‘afirmación-confirmación’ para pasar a un cómodo ‘estadística por estadística’. Además, tienen la ventaja de que prescinden del molesto intermediario, el periodista, incapaz de manejar esos datos, que se dan entonces por válidos (válidos para ser publicados, que no verdaderos).
También aparece aquí la publicidad como apéndice del poder. Las noticias estadísticas suponen un excelente medio de hacer anuncios sin que se note, más por sectores que por marcas. De esta manera, un buen titular tipo “tres de cada cuatro españoles tiene un coche y pico. El que queda no tiene ni para el patinete” hace más por la industria automovilística que muchos de los llamados ‘spot’. Lo mismo ocurre con el resto de sectores habituales en la “infoestadística”: telefonía móvil, informática, fármacos etc., es decir, las industrias más fuertes (el armamento se mantiene al margen por decoro). Sólo falta que tales informaciones aparezcan con una nota que especifique “noticia patrocinada por las empresas del ramo”.
Al margen de esos “mecenazgos” tan alejados del arte, las noticias estadísticas también ejercen una importante labor de influencia en la opinión pública, sobre todo en los ámbitos político y económico. Este papel, lejos de estar disimulado, alcanza límites que sobrepasan el ridículo, sobre todo en época de elecciones, hasta el punto de que se invalidan ante esa misma opinión pública en la que pretenden intervenir. El objetivo de este tipo de estadísticas sobre candidatos e intenciones de voto, que se contradicen entre sí casi el mismo día, suele ser crear un clima superficial, donde no importe profundizar en las ideas, para que nadie se percate de que no existen (échenle un vistazo a cualquier programa electoral). De esta forma, el debate se centra en la personalidad de los candidatos o en tres o cuatro cuestiones coyunturales, las que interesan a la maquinaria publicitaria de los partidos. La filosofía política quedó para los libros de texto que tratan de antiguallas.
Si Borges definía a la democracia como el abuso de la estadística, su exageración hasta la locura debe corresponderse con la mayor capacidad de elección del pueblo jamás conocida, la que disfrutamos ahora sin darnos cuenta. Nunca supimos ver la buena nueva que se ocultaba tras aquello de “nueve de cada diez dentistas recomiendan…”. Ahora son el cien por cien, y subiendo. Alabados sean los porcentajes. (Para terminar, una pregunta, como suele decirse, al aire: ¿conocen a alguien que haya participado en alguna de las encuestas que dan origen a las noticias estadísticas?).
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