Mabel Galaz
La cuota femenina del sanedrín del PFFR
Todo grupo de comunicación, incluyendo a los que son tan poderosos como el PFFR, necesita de una cúpula de dirección que marque la pauta. El Diario “El País”, espolón de proa de PRISA, cuenta con gentes de la calidad de Joaquín Estefanía, Juan Luis Cebrián o Pradera, intelectuales y periodistas entregados a convertir el medio en un mausoleo ideológico obligado periódicamente al ridículo. La exitosa campaña del periódico contra ZP y sus modos de hacer política fue todo un logro pero un medio serio, en los tiempos que corren, no puede permitirse dormirse en los laureles. ¿Cómo afrontar la necesidad de sociedades como las actuales, en un entorno social cambiante como el que nos ha tocado vivir, de que sus medios informativos de referencia sean suficientemente indignos intelectualmente como para que el lector medio no se sienta abrumado? ¿Cómo ha de responder “El País” a este reto? ¿Son las aportaciones de Elvira Lindo suficientes para ello?
Los astutos gestores de “El País” saben que no. Una generación de mujeres dispuestas a arramblar con todo exigen cuota femenina también en el privilegio de llevar a lo que otrora fue serio al más pavoroso de los ridículos y la demostración de inanidad intelectual. Rosa Montero, un clásico en la materia, está cada día más out. Lo que obliga a buscar alguna joven promesa. Mujer de nuestros días, formada, dispuesta a todo y, especialmente, a marcar la nueva agenda de los intereses femeninos y darle la importancia que merece.
Y, en la línea de los tiempos que corren, inspirándose en la evolución sufrida por los iconos del periodismo político feminista de la transición (caracterizada por Mercedes Milà, Maruja Torres, Karmele Martxante, Ana Rosa Quintana y María Teresa Campos, que con el tiempo, al cabo de 20 años, han mutado en… Mercedes Milà, Maruja Torres, Karmele Martxante, Ana Rosa Quintana y María Teresa Campos, lo que no es moco de pavo), “El País” ha optado por ahorrarse los tristes años de dedicar a la chavala de turno a la información política y la ha metido de lleno, desde un primer momento, en lo más chungo y trapero de la crónica rosa-amarilla de la España de nuestros días: las informaciones sobre los prolegómenos reproductivos de la Casa Real. El mensaje está claro: “El País” no tiene empacho alguno en insultar la inteligencia de sus lectores y compradores, situándose como medio fervientemente monárquico que, a fin de cuentas, significa ser tan correcto con el stablishment y los poderes económicos como el mismísimo Iñaki Gabilondo y su mujer inevitablemente “impecablemente vestida”.
Mabel Galaz ha demostrado lo que venimos comprobando en otras insignes periodistas femeninas de nuestro tiempo. Démosles ocasión a las mujeres de ocuparse de LO importante y demostrarán estar a la altura. Incluso, mejorando las prestaciones de los hombres. La repugante complacencia y actitud cortesana de las crónicas de esta plumilla de brillante futuro han hecho más por destruir la credibilidad de “El País” que cualquier campaña de autodesprestigio que el diario haya iniciado nunca (como su cruzada en la Guerra Digital, por ejemplo). Gracias a Mabel los lectores del periódico sabemos que la alta política, para el PFFR, es una cuestión de nobles de alta cuna, con un saber estar y unos genes tan superiores a la media que uno se consuela suponiendo que, al menos, no tardarán en acabar participando en un concurso como Gran Hermano para poder al fin compartir espacio vital con sus iguales. Mientras llega este momento, al menos tenemos a quienes, como Mabel Galaz, nos transmiten lo maravillosos que son nuestros monarcas y sus amigotes y parentela. Y, con arrobado agradecimiento, nos ilustran sobre lo felices y afortunados que somos los españoles.
Mientras toda España se cargaba de soterrada indignación frente a la ridiculez de los fastos y la desmedida y alucinante cantidad de loas dedicadas al inexistente trabajo de la Monarquía española y quienes viven a cuenta de ella, Mabel Galaz llenaba de glamour y melaza las páginas políticas del que aspira a ser un medio de comunicación equiparable a la prensa europea seria. Mutado definitivamente en una especia de Hola que prescinde del papel couché o en un Bild o un The Sun pero sumido en complejos que le impiden, de momento (que todo se andará, Mabeles Galaz mediante) llevar el modelo a las últimas consecuencias y, además, impenitentemente monárquico y clasista. “El País” debe mucho a Mabel Galaz, como icono de la transformación que llevó un día a editorializar al diario que la Monarquía era un “institución mágica” a la que los españoles tanto debemos.
A este paso, la próxima cronista rosa “ideal que no veas, oye” del periódico vendrá directamente de una guardería, de jugar con las Barbies y las Pin-y-Pon. Si es que no hemos llegado ya a esa situación. Lo juro por Snoopy.
Compartir:
Tweet
Nadie ha dicho nada aún.
Comentarios cerrados para esta entrada.