Elvira Lindo

Una mujer que se lo ha currao para llegar arriba

Esta mujer se hizo muy famosa (entre su familia y sus allegados) cuando comenzó a publicar historias de un niño un poco repelente llamado “Manolito Gafotas”. Los que habíamos disfrutado con las historias de Guillermo Brown en su momento (y casi nos da un infarto cuando descubrimos que “Richmal Crompton” era una institutriz inglesa) sabíamos que era insuperable, y por tanto ni nos molestamos en ojear (u hojear, como quieran) la magna obra de Elvira Lindo. Seguro que es buenísimo, pero si esto ya lo tenemos claro, ¿pará que leerlo? (exactamente lo mismo que las personas de bien harían con cualquier manifestación cultural de interés). Por tanto, ya asumí que Elvira Lindo era una grandísima escritora por la sutil vía de no leerla nunca.

Pero desgraciadamente para eso estaba el grupo PRISA, que decidió que Elvira Lindo era un genio y por tanto había que mostrarla cuanto más, mejor. De tal manera que su Manolito Gafotas se convirtió en un habitual de la tertulia del insigne Fernando G. Delgado en “A vivir, que son dos días”, el magazine de fin de semana de la cadena SER. Tampoco nos preocupamos, pues es sabido que el gran periodista – escritor (“lea un libro”, recuerden, para cerrar los telediarios) siempre fue considerablemente minusvalorado por esta Página y, naturalmente, no seguimos su programa. Fue una pena, claro, porque a base de no leer Manolito Gafotas uno había asumido ya que Elvira Lindo era la nueva Virginia Woolf de la literatura española. Por entonces Polanco ya había puesto toda la carne en el asador financiando una película sobre el niño de marras, cuyo guión, naturalmente, fue escrito por Elvira Lindo. La película, no hace falta que se lo cuente, fue todo un éxito, como se encargó de recordar el Grupo PRISA en todas y cada una de sus publicaciones. Yo me admiraba de la grandeza de Elvira Lindo mientras, naturalmente, seguía sin leerme un solo libro suyo y eludía ver la película.

Hasta que un buen día Elvira Lindo apareció en el diario El País en plan periodista – escritora de prestigio. Ahí comencé a preocuparme. ¿Será que Antonio Muñoz Molina -su marido- tenía aún más mano en el Grupo PRISA que la que ya había demostrado para que le dejasen escribir a él? Deseché de mi mente estos malos pensamientos con la mayor celeridad posible, pues me parecieron injustos. Elvira Lindo, como yo (no) tenía muy claro, era un genio de nuestras letras a la altura de otros grandes periodistas de nuestro tiempo como Francisco Umbral o Luis María Anson, y en consecuencia estaba ahí por méritos propios. Por eso ella, en sus columnas diarias, no se recataba en recordar, una y otra vez, que era la mujer de Muñoz Molina, a quien denominaba “mi santo” (¿?), así que cuidadito con ella.

Los artículos, por supuesto, eran infumables. Ese estilo de supuesta ironía que produce un profundo malestar en el lector, una sensación ciertamente agria, un desasosiego generalizado, en suma, una expresión que lo resume todo: “¿Pero qué tonterías está diciendo esta tía?”. Los artículos consistían, a grandes rasgos, en que Elvira Lindo nos contaba lo bien que se lo había pasado en el último cóctel, o presentación de libro, a la que le habían invitado, los conocidos que tenía, lo progresista que era y el elevado porcentaje de amigos gays que decía tener, algo de lo que, claro, estaba muy orgullosa. En el momento en que alguien cataloga a sus amigos según lo gays que son es que algo va mal, pues los límites del progresismo de revista semanal comienzan a ser superados. Nosotros lo entendíamos así, pero, desgraciadamente, el Grupo PRISA no, dado que al acabar su colaboración veraniega recopilaron todos sus artículos en un libro, “Tinto de verano”, y lo acaban de sacar a la venta en medio de una gigantesca campaña de promoción. ¿Lo comprará alguien? Por supuesto que sí.

No sabemos si por influencia del “Santo” o por la pasión de sus admiradores (que por lo visto existen más allá de las promociones continuadas del Grupo PRISA), pero el caso es que Elvira Lindo se hizo un hueco en el suplemento dominical de El País, donde como gran escritora y representante del mundo artístico que es nos hablaría semanalmente, a partir de entonces, de aquello que le es propio a los escritores de tronío en este país: de cotilleos. Sólo que con aparente falta de recato (y desde luego de sentido de la autocrítica), Elvira Lindo siguió hablándonos de su Santo marido y de ella misma, en una visión de su vida en la que nos viene a decir que ella está en una bacanal constante, se pasa la vida en fiestas y saraos a los que siempre la invitan para ser el centro de atención (aunque ella no quiere; ella lo que desearía es quedarse en casa escribiendo), pero luego, no crean, no vayan a acomplejarse, incluso ella se aburre de vez en cuando, como si fuera una de nosotros, pobres y miserables mortales.

Ya suponemos que cuando dentro de unos años Elvira Lindo, merced a la promoción continuada que le hace el Grupo PRISA, sea la presidenta de una nueva y remozada Comisión Europea, esta Página lo pasará mal por no hablar de ella en términos de rendida admiración. Pero qué quieren que les diga, ayer tuve que observar un artículo de “EPS” (la revista de El País, una publicación que sorprende semana a semana, pues aunque parezca imposible cada semana es peor) titulado “escritores de moda”, en el que se vestía a algunos supuestos escritores con trajes y vestidos que reflejaran su personalidad (¿?). Pueden hacerse una idea de la clase de escritores que se prestarían a algo así, pero lo realmente importante del caso es que la persona que encabezaba el asunto era, por supuesto, Elvira Lindo. Después de esto, sólo nos queda rendirmos. Le prometo, Polanco, que procuraré leerme al menos un libro de Manolito Gafotas, o incluso “Tinto de verano”, pero, por favor, déjenos un respiro, encierren a la gran escritora con su Santo unos días, o lo que sea, pero yo ya no aguanto más, esta ofensiva mediática parece la Brigada Brunete pero en “cultural”. (Desde luego, yo de mayor quiero ser colaborador del Grupo PRISA. ¿Se imaginan que todo mi trabajo del día consistiera en ir gratis a fiestas para luego contarlo en un artículo tan absurdo como este y que encima me pagaran por ello? Podría arrejuntar luego todos los artículos en un volumen titulado “Cazalla de primavera” y a forrarme en la Feria del Libro. Y eso, naturalmente, sólo sería el principio, en el Universo PRISA cualquier cosa es posible).вок сковородкаразмещение рекламы в яндексе


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