Capítulo XXIV: Los Godos Menores

Año de nuestro Señor de 603

El capítulo se llama así para justificar de alguna manera que dediquemos un solo capítulo a más de diez reyes, pero algo teníamos que hacer con una gente que no hizo nada de provecho y además tenía la mala costumbre de matarse unos a otros (y los reyes godos tenían nombres horribles, pero tampoco era como para cargárselos).

Recaredo, el superrey católico, intenta asociar a su hijo, Liuva II, al trono, pero lamentablemente este es destronado por una sublevación arriana liderada por Viterico, quien le corta la mano a Liuva II (al menos no se lo cargó) y se proclama rey en el 603. Siete años más tarde, los católicos se rebelan contra Viterico, se lo cargan (los católicos siempre han sido especialmente eficaces y expeditivos para según qué cosas) y nombran rey a Gundemaro, quien dura dos añitos, hasta el 612. El siguiente maromo en la lista es Sisebuto, quien, según nos informa San Isidoro, era un eximio escritor, autor, entre otras cosas, una “Vida de San Desiderio” y un “Himno a la Trinidad”.

Inexplicablemente, Sisebuto no pasó a la historia por la excepcional calidad de sus obras (la envidia extranjera, siempre persiguiendo a España), sino por iniciar la costumbre española de perseguir a los judíos, a los que obliga a bautizarse. Unos 100.000 judíos deciden apostatar, el resto se marcha (uno de los grandes misterios de la expulsión de los judíos en 1492 es cómo es posible que quedaran aún judíos que expulsar, con la inmutable política en este sentido llevada a cabo por los monarcas cristianos durante casi 1000 años).

A Sisebuto lo sucede su hijo Recaredo II, quien muere a los 30 días, siendo sucedido por Suintila, de quien ya hemos hablado en el capítulo anterior. A pesar de ser malísimo, según San Isidoro, Suintila logró expulsar a los bizantinos de la Península (unos conquistan Andalucía Oriental y son unos sinvergüenzas; otros conquistan Andalucía Oriental también -el Reino de Granada- y son unos genios; vivir para ver, y perdonen por las alusiones continuas a los Reyes Católicos, pero ya tenemos ganas de llegar).

Sisenando, después del IV Concilio de Toledo, es el nuevo rey (si se le puede llamar así) de los godos, muriendo en el 636. Lo sucede Chintila, de quien no sabemos qué decirles, salvo que era godo, y a este Tulga, quien es obligado a abdicar en favor de Chindasvinto en el año 642. Tulga se marcha a un convento (los monjes soldados no son un invento de San Ignacio de Loyola), y por fin un rey realmente serio llega al poder en nuestro patético Estado visigodo: “Chindasvinto”.translate for english to frenchкастрюля wok


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