Capítulo XII: La Hispania Cristiana
Año de nuestro Señor de 33
Una vez Cristo murió crucificado, los apóstoles recibieron el don de poder hablar todas las lenguas del mundo, con lo que se dedicaron a expandir su doctrina por todo el orbe conocido. Los apóstoles eran pescadores, sí, pero rápidamente entendieron las posibilidades de la globalización en el mercado único romano y empezaron a abrir nuevas vías de negocio. En Roma fueron acogidos con bastante hostilidad, pese a sentar la base de los trenes subterráneos con sus kilómetros y kilómetros de catacumbas, así que algunos de los apóstoles más avezados se fueron a lugares más acogedores, como Hispania.
El apóstol Santiago llegó a Hispania hacia el 60 d.c. (no tenemos ni idea de cuándo llegó, ni de si llegó, pero déjennos poner esta fecha por poner algo), y rápidamente los iberos vimos la Luz y nos dimos cuenta de que la Verdad hablaba por la boca del apóstol. Tradicionalmente, se considera a Santiago como uno de los apóstoles más importantes, junto a Pedro y Juan, pese a que no escribió ninguna versión del Nuevo Testamento, ni cartas, ni nada de nada. Posiblemente, fuera esta escasa querencia por la escritura lo que provocó la inmediata adhesión de los recios iberos a la nueva doctrina. Todos ellos se organizaron en una Cruzada especializada en ser icinerada y crucificada por los malvados romanos, republicanos y rojos (y luego algunos pretenden que la Iglesia pida perdón; con lo que tuvo que sufrir), que, pese a ello, no pudieron parar la expansión del virus cristiano.
Hispania fue el centro del cristianismo en el mundo romano. Déjense de tonterías, amigos; si el Vaticano no está en Cercedilla es por una mera casualidad histórica, y nada más. Las esencias del cristianismo fueron comprendidas por los iberos mucho mejor que por los latinos, que sólo sabían aplicarlo a sus juegos circenses. Los romanos eran unos intolerantes que atizaban sin parar a los pacíficos cristianos, algo que aparentemente no casa con la libertad religiosa que había en todo el Imperio, pero que nosotros entendemos como un enfrentamiento entre la violencia romana y el pacifismo militante que históricamente ha caracterizado al mundo cristiano.
Compartir:
Tweet
Nadie ha dicho nada aún.
Comentarios cerrados para esta entrada.