Javier Clemente
ANÁLISIS ENTRENADORES
Si algún entrenador ha hecho Historia en este país, ese ha sido Clemente. A despecho de las tonterías que escriben habitualmente los periodistas deportivos sobre la relación íntima e indisoluble entre el fútbol español y el espectáculo nuestro fútbol siempre ha sido poco amigo de componendas en estos temas, y por eso tuvieron que ser dos entrenadores extranjeros (Cruyff y Valdano) los que, ayudados por los susodichos periodistas vendepatrias, convirtieran nuestra Liga, hasta entonces seria y refugio del más recio casticismo (como debe ser) en un maremágnum de florituras que, como todo el mundo sabe, a la hora de la verdad no conducen a nada (miren a Italia).
Cruyff y Valdano, contra todo pronóstico, triunfaron (sobre todo el primero, por cierto) e impusieron un estilo de jugar al fútbol como si fuera un deporte y uno pudiera divertirse practicándolo. Para ello, cometieron herejías tales como jugar con menos de cinco defensas (imagínense), intentar marcar goles y cosas así.
Hoy, afortunadamente, todo eso está olvidado. Pero no fue sencillo; el verdadero fútbol español puso todas sus esperanzas en un personaje, Javier Clemente, para que deshiciera todo el camino andado por estos advenedizos venidos allende nuestras fronteras. Y la verdad es que el hombre cumplió. No era extraño, pues su currículum hablaba de todo un profesional que no se anda con tonterías. Veámoslo:
– Javier Clemente era un jugador de calidad, allá por los años 70, hasta que una temprana lesión le apartó prematuramente de la práctica del deporte rey. Algunos creen que la posterior trayectoria de Clemente puede explicarse por la frustración que le habría causado este temprano abandono, pero nosotros sabemos que Javi tuvo claro desde el principio que a él, como entrenador, no le pasaría lo mismo que como simple jugador: si el fútbol es una guerra, guerrearemos lo necesario hasta que el enemigo se rinda.
– Así, cuando Clemente reaparece, a principios de los años 80, como entrenador del Athletic de Bilbao, pone sobre la mesa una táctica revolucionaria, sólo apuntada por otros visionarios como Maguregui, que le llevó a la consecución de dos ligas, y además de forma incontestable, como los verdaderos campeones: en el último partido. Y este éxito lo obtuvo Clemente sin necesidad de recurrir a estrellitas ni jugadores acomodados, sino con 11 luchadores vascos que pegaban patadas como nadie. De hecho, para garantizar la pureza del equipo (algo en lo que, sin duda, sería apoyado por la Junta Directiva), se encargó de terminar con la carrera de Sarabia, un delantero que, como tantos otros, tenía “un guante en su pierna izquierda”, pero que no se sacrificaba lo suficiente marcando al central del equipo contrario.
– Sin embargo, la envidia lo puede todo, y después del hito histórico de obtener estas dos ligas Clemente fue ignominiosamente expulsado del club, así que tuvo que buscarse trabajo fuera de EuskalHerria, concretamente en el Espanyol. Como ya hemos dejado suficientemente recalcado que Clemente es un gran entrenador, a nadie extrañará que triunfase de nuevo con el Espanyol, a quien colocó en la final de la Copa de la UEFA (cuando a la UEFA no iban los equipos españoles por “designación real”), y sólo una táctica demasiado ofensiva (incluso Clemente tiene fallos, aunque pocos) pudo arrebatarle el triunfo en el último momento. ¿Qué hizo Clemente para convertir un equipo ascensor en uno de los equipos punteros de la Liga española? Muy sencillo, cargarse al único jugador españolista que atesoraba cierta calidad en sus botas, Lauridsen, un danés que abandonó el club por su empecinamiento en dar pases cortos de cuando en cuando (Después de esto, Clemente colocó al Español en situación de descenso, pero eso son detalles sin importancia).
– Unos años después, cuando la Selección española languidecía como en ella es habitual, un alma noble, un hombre valiente y listo como pocos, Ángel María Villar, pasó por encima del mismo Imperio del Monopolio para colocar a Clemente como entrenador de la escuadra española, en sustitución de Miera, uno de tantos perdedores que nos han dirigido (por cierto que Clemente se comportó con Vicente Miera con la elegancia que en él es habitual, cediéndole el triunfo en los Juegos de Barcelona que, sin embargo, había sido obra íntegramente de nuestro amigo Javi). Rápidamente el Imperio reaccionó e intentó por todos los medios a su alcance (que son muchos) cargarse a Clemente, aduciendo que era un mal entrenador (primera falacia) y que había sido colocado por García )(segunda falacia; ¿alguien se cree que José María García es capaz de meter el cucharón en una institución tan independiente como la Federación Española?). Sin embargo, los resultados estaban con Javi, que logró arreglar el desaguisado cometido por Miera y sus amiguetes de la Cadena SER en la fase de clasificación del Mundial 94 con dos grandes victorias ante Irlanda y Dinamarca. El partido ante Irlanda en Dublín quedará para la historia, con 9 centrales bombeando balones para que Julito Salinas agujerease, aunque fuera con la rodilla, la portería contraria una y otra vez.
– En el Mundial de EE.UU., Julio Salinas cumplió como nos tiene acostumbrados y cedió el paso a la selección italiana, que aunque no contara con Clemente hay que reconocer que defendía aún mejor que nosotros y pegaba más patadas (o codazos). Clemente logró un gran éxito, como casi siempre, pero no tanto por la clasificación final (séptimos, la tercera mejor clasificación de España en toda su historia) sino por los inefables momentos de placer que nos rindió a los aficionados al verdadero fútbol; ¿se imaginan una selección con Voro, Alkorta, Hierro, Nadal, Abelardo, Bakero y Julio Salinas? Sí, maravillas como esta llegaron a existir, aunque desgraciadamente sean cosa del pasado. Naturalmente, en la SER siguieron intoxicando y dijeron que el Mundial había sido un fracaso, cuando en realidad lo que les fastidiaba es que con el proyecto de Clemente no podían. En la SER querían colocar a amiguetes, tanto futbolistas como entrenadores, pero Javi, sabio como siempre, tenía una guardia de pretorianos en la que sólo los Elegidos por él (o los que dedicaran siete horas diarias a fortalecer los músculos en el gimnasio) tenían cabida.
– Así que poco cambiaron las cosas en la Eurocopa, salvo que Clemente, curioso como todos los cerebros privilegiados, siguió experimentando en busca de nuevas formas futbolísticas, como cuando colocó a Alkorta de organizador de la Selección, con excelentes resultados, naturalmente (empate contra Francia). Sólo una selección del calibre de la inglesa, acostumbrada a ganar, como Ustedes saben, y ante su público, pudo acabar con la triunfal trayectoria de nuestra Selección. El nuevo triunfo era incontestable, así que en la SER decidieron cambiar de estrategia.
A partir de entonces, los ataques a Clemente irían por dos vías fundamentales: por un lado, se decía que Clemente no se sentía español, y que tenía contactos con el PNV. Parece que para la redacción de Deportes de la Cadena SER ello constituye motivo suficiente para meter a alguien en la cárcel (sugerimos que mantengan una reunión en la cumbre con José María Aznar, para acusarlo a él también de antiespañol), lo cual es una barbaridad, pero es que además no es cierto; independientemente de lo que piense Clemente, su carácter es típicamente español, como ha demostrado en abundantes ocasiones, y al fin y al cabo eso es lo que cuenta. Por otro lado, se insistió, cada vez más, en que España tenía “la mejor generación de futbolistas de toda su Historia” y que, por tanto, aspirar al Mundial de Francia no era ninguna tontería. Por supuesto, sí que era una tontería como un piano, pero dado que en los momentos previos a una competición importante los periodistas españoles siempre hacen gala de su irresponsabilidad, tampoco resultó tan sorprendente. Esta equivocada percepción del periodismo español sobre nuestras posibilidades constituía un ataque a Clemente, en la medida en que se daba por supuesto que, por ejemplo, repetir la clasificación del Mundial de Estados Unidos era un fracaso. Ni siquiera se tuvo en cuenta la circunstancia de que a Clemente le había tocado lidiar nada más y nada menos que con “El Grupo de la Muerte”, con todo lo que ello significaba (Nigeria, Paraguay y Bulgaria; miedo, ¿eh?; nosotros todavía no nos hemos recuperado del susto). La selección española acabó teniendo un fracaso sin paliativos, eliminada en la primera fase. Hacía tiempo que no había una decepción similar entre la afición española (lo cual tiene mérito, teniendo en cuenta los continuos y abracadabrantes fracasos de nuestra Selección); la SER se sintió por fin en su elemento (la manipulación más vergonzosa) y comenzó a echarle la culpa a Clemente del fracaso; a fin de cuentas; ¿no había fracasado la Selección por ser Clemente débil, por una vez, con los periodistas, y ceder a sus pretensiones de introducir “más calidad” en el equipo? Nosotros creemos que lo que soliviantó al buen aficionado medio contra Javi no fueron los lamentables ataques lanzados desde la SER, sino la convicción de que, en este Mundial, la Selección española fue menos española (en el más amplio sentido del término) que nunca; si a ello añadimos el lamentable espectáculo dado por los jugadores españoles ante Bulgaria, donde se marcó la vergonzosa cifra de siete goles, y dando espectáculo y todo (demostración palpable de que dar espectáculo no sirve para nada; una vez que juegan bien, y son eliminados), no fue de extrañar que poco después, por unos pecadillos cometidos contra Chipre (derrota ante una de las peores selecciones del Continente, de hecho probablemente la peor, de no existir tantos “países” ridículos, como San Marino y las Islas Feroe), Clemente fuera ignominiosamente cesado de la Selección. A partir de entonces, España discurriría por el camino de la mediocridad, a manos de un seleccionador, José Antonio Camacho, que convoca a los jugadores más en forma siempre y cuando sean del Real Madrid, con los resultados que ustedes saben (y si no, pueden recordarlos aquí). La SER, aunque tarde y mal, como acostumbra, había triunfado.
Desde ese momento, privado de lo más íntimo y esencial, Javier Clemente ha ido dando bandazos, primero en el Betis, más tarde en la Real Sociedad, donde intentó recuperar lo más básico de su fútbol a base de fichar jugadores turcos; no le funcionó, naturalmente, porque ningún país, ni siquiera Turquía, es capaz, a la hora de la verdad, de crear jugadores adornados con tantas virtudes como Fernando Hierro, uno de los múltiples comodines de Javi Clemente. Ahora Javi está en lo más bajo, pero seguimos pensando que el proyecto que estaba fraguando en la Selección, de no ser por las mencionadas interferencias, nos habría llevado finalmente al triunfo y la gloria (¿se imaginan ganar un Mundial sin marcar un solo gol?).
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