Public Opinion – Walter Lippmann
Lippmann era uno de los periodistas más prestigiosos de la prensa estadounidense en los años 20, pero hastiado de las renuncias a todo lo bueno y decente que la profesión comportaba adoptó la decisión de, finalmente, retirarse del periodismo activo y dedicarse a teorizar sobre los medios. Afortunadamente, porque la mayor parte de los periodistas “de calidad” tienen la irrefrenable tendencia a convertirse en novelistas de similar calidad, es decir, ninguna.
Pero aunque Lippmann provenga del mundo del periodismo podemos decir que se trata de una de las pocas excepciones que confirman la regla, puesto que su estudio, dedicado a la formación de un modelo de opinión pública dependiente de los medios, es extraordinariamente sugestivo y aún hoy sigue siendo considerado un libro de referencia en la materia.
Básicamente, la tesis fundamental que defiende Lippmann en su estudio, publicado en 1925 (lo que nos asegura que, merced a la Ley Seca, no pudo escribirlo cuando estaba alcoholizado), es que la mediación generalizada de la prensa en la transmisión de información reduce la realidad a estereotipos; la gente se acostumbra a leer la realidad en términos maniqueístas, con una mentalidad las más de las veces acrítica y basada en las experiencias previas, ofrecidas también por los medios, que hayan podido tener sobre cualquier acontecimiento en particular.
De esta manera, el debate público deja de existir, en la práctica, o se reduce a unos niveles carentes totalmente de interés. El dominio del estereotipo implica un control de los medios sobre la opinión pública o, mejor dicho, una sustitución de la opinión pública por la opinión publicada, transmitida por los medios de comunicación.
En el plano histórico, cabe indicar que Lippmann se vio bastante afectado por la eclosión casi contemporánea de la prensa amarilla, que incorporó auténticamente a las masas al uso de los medios pero, al mismo tiempo, redujo el nivel del debate público en las democracias burguesas e incluso llegó a contaminar a la llamada prensa “seria”, que muchas veces no podía sustraerse a la tentación del sensacionalismo para explicar la realidad a través del tópico – estereotipo y, al mismo tiempo, vender más periódicos.
En suma, Public Opinion, por mucho que llegue a unas conclusiones obviamente discutibles (la añoranza de un pasado mejor que nunca existió, la manía de considerar totalmente estúpido al público, contrapuesto a los invisibles “ciudadanos”, etc.), es un libro fundamental en todo lo que concierne a los estudios de la comunicación de masas y muy importante para entender el funcionamiento de la formación de opiniones, razones por las cuales, como es evidente, no ha sido apenas traducido al español y, por tanto, Usted no tendrá más remedio que leerlo en inglés (comprándolo a través de esta Página, por supuesto).
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