NODO: el tiempo y la memoria – Rafael R. Tranche y Vicente Sánchez Biosca
Entre las muchas cosas procedentes de otra época que trajo a España el franquismo el Noticiario Cinematográfico ocupa, sin duda, un lugar de privilegio. Pocas veces la Edad Media ha estado tan presente, como fuente de inspiración ideológica y cobertura contra malignas influencias del extranjero, en nuestro país. De hecho, ni siquiera en la Edad Media, estamos en condiciones de afirmar, el gusto por la intransigencia, por la teología entendida como disciplina vigilante del muchas veces inmoral progreso, tuvo tanto calado en España. Porque, según nos enseña el No-Do, España está ahí, inmarcesible, gloriosa y, valga la redundancia, “española”, desde la misma creación del mundo, o incluso antes (para una visión un tanto distinta, aunque también absurda, de las cosas vea nuestra Histeria de España).
El libro que analizamos, acompañado de un vídeo recopilatorio de “lo mejor” de No-Do, viene a ocupar una de las muchas lagunas existentes en nuestra lamentable historiografía. Y lo hace muy bien. Porque “NO-DO: El tiempo y la memoria” es un estudio cinematográfico, naturalmente, pero también, habida cuenta de la concepción intrínsecamente informativa y, aunque parezca un contrasentido hablando del NO-DO, de “interés por la actualidad” que este noticiario tuvo desde el principio, el estudio no debe plantearse exclusivamente en el plano cinematográfico, sino también en el histórico. Este libro, de esta manera, es un híbrido, y un híbrido singularmente interesante, sobre todo para aquellos para los que el cine no reviste en cuanto tal un enorme interés, pero gloriosas manifestaciones franquistas como la que en este libro se analizan sí lo tiene.
El NO-DO, en efecto, ocupa, o debería ocupar, un lugar en nuestra memoria (“¿cómo fue posible algo así?”), y por tanto ahora, 25 años después de su desaparición, es oportuno echarle un vistazo de nuevo. Aunque ya han pasado 25 años desde que Su Majestad el Rey, él solito (o con la oportuna ayuda de una serie de prohombres reconvertidos a tiempo en demócratas de toda la vida y la connivencia de una oposición democrática que, como Ustedes saben, estuvo luchando, firmemente y con todas sus fuerzas, contra el franquismo desde los años 40), nos salvó a todos y nos llevó a la más hermosa democracia que jamás ojos humanos han visto, sería un vergonzante ejercicio de desmemoria seguir ignorando (ya saben que no celebramos 25 años desde la muerte de Franco, sino 25 años desde la vuelta de la Monarquía, que a buen seguro fue lo que celebraron todos los españoles allá por 1975) lo que había antes, el simpático conglomerado de intereses nacional – católicos y falangistas que montó el Caudillo para garantizar, durante 36 años, un único objetivo: gobernar España como un cuartel en el que él destacase como el mejor pescador de salmones que vieron los siglos.
Junto a este aspecto, la figura de Franco, destacaríamos del NO-DO, y de la revisión que realiza el estudio que comentamos, otros dos aspectos. Analicemos cada uno de los tres por separado:
1) La Espada Más Limpia de Occidente: el franquismo estuvo caracterizado, antes de cualquier otra consideración, por el papel nuclear, central, que tuvo el general Franco. La dictadura nace con Franco e, inevitablemente, muere con él (sí, se nos olvida que la dictadura muere “gracias al Monarca”, disculpen). Durante todo el devenir histórico en esta época el NO-DO se afanará en resaltar todas y cada una de las actividades del Caudillo, es decir, que pudimos ver a Franco pescar salmones en múltiples ocasiones, pudimos observarlo, recio y marcial como pocos, inaugurando pantanos para luchar contra la pertinaz (y judeomasónica) sequía, y sobre todo pudimos observar su privilegiado verbo, aquel que nos hablaba en mensajes de Fin de Año sobre cómo gracias a nuestro esfuerzo habíamos logrado aumentar geométricamente la producción de algodón en las explotaciones extremeñas respecto al año anterior, así como de otros asuntos igual de apasionantes. Ya en la primera edición del NO-DO todos pudieron observar cómo la Lucecita de El Pardo se afanaba en trabajar por nosotros:
“En el Palacio de El Pardo, como en otro tiempo en su cuartel general, el Jefe del Estado, caudillo victorioso de nuestra guerra y de nuestra paz, reconstrucción y trabajo, se consagra a la tarea de regir y gobernar a nuestro pueblo. Siguiendo el ejemplo de Franco, todos los españoles tenemos el deber de imitarle, y lo mismo que él dedica su inteligencia y su esfuerzo, su sabiduría y prudencia de gobernante a mantener nuestra patria dentro de los límites de una paz vigilante y honrosa, cada uno, en su esfera de acción y de trabajo, ha de seguir esta línea de conducta, sirviendo lealmente la misión que le esté encomendada, y que, en definitiva, redundará en beneficio de nuestra nación y de nuestro pueblo“. (pág. 260)
2) La glorificación del Caudillo llegó a extremos difíciles de imaginar (máxime después de realizar una somera y desapasionada revisión de las características del mismo), pero estuvo intrísecamente hilada con los logros, reales y supuestos, del régimen. En un sistema dictatorial de mandato único era lógico que esto ocurriera. NO-DO se afanó siempre en mostrarnos de forma grandilocuente lo bien que iba España gracias al Movimiento Nacional, del que Franco era su máxima expresión. El maridaje entre el Caudillo y sus adláteres creó, como no podía ser de otra manera, hermosas realizaciones que se resumen en una única, y mágica, palabra: “pantanos” (es curiosa la obsesión, no sólo de Franco sino de los que después hablan sobre él y su régimen, por los pantanos. Los defensores que le quedan al franquismo en España siempre articulan su defensa del régimen en torno a este asunto, reduciendo sus habitualmente complejísimas argumentaciones a dos o tres ideas-fuerza que se pueden resumir como sigue: “Hizo muchos pantanos”, “Podías dormir con la puerta abierta”, “No era felipista”; los que atacan al franquismo, por supuesto después de muerto Franco, sólo pueden rebatir lo de la puerta abierta y eventualmente lo del felipismo, pero nunca se atreven con los pantanos). El NO-DO estuvo plagado de referencias a los pantanos que iban a cambiar la fisonomía de España y no cejaban en la lucha contra una “pertinaz sequía” que, sin embargo, continuaba perturbando, impasible el ademán. Y para que todos pudiéramos ver lo bueno que era el Movimiento, ilustraban su pasión constructora, su gusto por el desarrollismo, verdadero preludio de lo que poco después harían múltiples presidentes de equipos de fútbol con nuestras costas, con una auténtica y enfermiza pasión por los grandes números, por la que se nos hacía saber que un pantano cualquiera había costado “25.365.184 horas de trabajo, 2.341.735 kilos de cemento, con una capacidad de 3 millones de metros cúbicos de agua”, etc. Las cifras, claro, me las acabo de inventar, exactamente igual que, supongo, harían los avezados guionistas de NO-DO, para el asombro y entusiasmo del público ante el gasto cementero del régimen.
3) Por último, a mi del libro y el vídeo que lo acompaña me maravilla, ante todo, el uso que se hacía en el NO-DO del idioma. La primera reacción que tiene uno al observar un Noticiario Cinematográfico es observar con sorpresa que el idioma español parece no haber evolucionado tanto, después de todo. “¡Qué lenguaje!”, se dice uno mismo, admirado, cuando puede superar la hilaridad que inmediatamente provocan comentarios como estos, omnipresentes en el No-Do, donde la Palabra es ley, especialmente si podemos utilizar adjetivos lo más caducos posible:
“Rotas las débiles defensas que separaban lo que se llamaba zona roja y lo que era zona nacional, Madrid, como en seguida España entera, queda libre de la criminal opresión marxista. La Falange clandestina y el pueblo sale al encuentro de nuestros soldados. Los brazos con la mano alzada al cielo saludan a las banderas con los colores de nuestra gloriosa enseña y a las tropas de Franco que anuncian con su triunfal aparición el fin de la espantosa pesadilla“. (pág. 302)
“Los comercios de la capital rivalizan en la ornamentación de sus escaparates con alardes de fantasía y luminotecnia para atraer las miradas de los transeúntes que fácilmente se truecan en clientes al calorcillo de pagas extraordinarias y quizá por algún pellizco en la lotería. Tampoco falta la nieve como obligado tema belenístico. Ahora, en cambio, los árboles florecen a la intemperie con frutos de luces multicolores“. (pág. 535)
¡Qué maravilla! ¿Verdad? Estamos en condiciones de afirmar que por fin, después de ímprobos esfuerzos, hemos encontrado a redactores con un gusto por el barroquismo, la acumulación innecesaria de adjetivos y, en suma, la pedantería, aún mayor que el de los redactores de La Página Definitiva. Naturalmente, el NO-DO tocaba muchos y variados temas, y sería posible ahondar en muchas otras particularidades, pero estas guardaban, empero, dos grandes líneas de cohesión respecto a lo que hemos reseñado: su carácter eminentemente propio del franquismo (el NO-DO es, en verdad, un excelente resumen de lo que fue el régimen a lo largo de su existencia) y, en consonancia con lo anterior, su enorme capacidad para provocar la risa en quienes ahora lo vean, verdaderamente incrédulos ante la constatación de que España, un día, fue verdaderamente Una, Grande y Ridícula.
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