La vida sale al encuentro – José Luis Martín Vigil
Hacemos patria con todo un clásico
Título:La vida sale al encuentro.
Autor:Martín Vigil.
Categoría:Novela paleo-romántica.
Siglo:XX, aunque no lo parezca.
Comentario
Los estragos de la educación durante el franquismo fueron terribles entre la población femenina. A algún iluminado se le ocurrió una alternativa a la idea tradicional de la pata quebrada y empezó a escolarizar a las niñas de toda clase y condición por el viejo sistema de llevarlas con las monjitas. Los resultados, a la vista está, han sido nefastos. Y es que las cosas que se aprenden en la tierna infancia marcan para siempre. El feminismo español actual es fruto de la aviesa táctica de algún malvado opusdeísta al que se le pasó por la cabeza institucionalizar la lectura de este engendro (hasta los jesuítas cayeron pues Martín “era de los suyos”) en ese difícil momento en que las chiquillas empiezan a detectar extrañas sensaciones de placidez al juntar fuerte las piernas. Para atajar de raíz males mayores en esos momentos les clavaban la lectura de “La vida sale al encuentro” y a partir de ese momento sabían lo que es bueno, lo malos que son los hombre, lo terrible que es el sexo, y cómo el amor permite disfrutar de él, pero la desgracia obliga a sublimarlo para construir iglesias. Sorprendentemente todas esas niñas se han creído, en realidad, toda esa historia a pies juntillas, y las que no la siguen viven atormentadas y dando por ello el coñazo. El movimiento feminista español está inspirado, mal que les pese, en esta obra y en Mary Poppins (lo que tampoco es tan horrible si tenemos en cuenta que las jóvenes de ahora tienen como referentes Pretty Woman y las distintas Miss España).
Guillermo LPD: (La falta de sensibilidad de algunos es sorprendente; el sector curil de La página definitiva, es decir yo, no entiendo cómo algunos pueden minimizar de esta forma a uno de los más prolíficos y geniales escritores españoles de nuestro siglo; yo lloré con La vida sale al encuentro, señores, lloré; las lágrimas arrasaban mi rostro cuando el hermanito pequeño del personaje principal, en una clara relación de homosexualidad reprimida, moría apretando con la mano una medalla de la Virgen mientras el protagonista explicitaba sus deseos de ser sacerdote, ya que soldado no podía al haber acabado la guerra contra los rojos. Martín Vigil es un escritor revolucionario que hay que recuperar, esperemos que el PP saque mayoría absoluta y le den un Cervantes póstumo junto con José María Pemán).
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