La Tiranía de la Comunicación – Ignacio Ramonet
Ignacio Ramonet es uno de los gurús de la corriente antiglobalizadora que arrasa Francia y, accesoriamente, el resto del mundo. Nacido en España, pero asimilado a la cultura francesa, es director de Le Monde Diplomatique desde hace bastante tiempo.
Nos vemos en la obligación, para aquellos de Ustedes que pudieran ser profanos en la materia, de explicar exactamente qué es Le Monde Diplomatique; asociado, de una forma tangencial, a Le Monde, este periódico parte de la percepción de que en el mundo moderno la inmensa mayoría de los medios de comunicación están en manos de unas pocas multinacionales, símbolo del capitalismo global, y es enormemente difícil ser independiente. Para evitar que algún día un siniestro capitalista cierre la edición de Le Monde Diplomatique, o se haga con la mayoría del periódico, los lectores y colaboradores en el mismo han comprado el 35% de la propiedad, para formar una “minoría de bloqueo” y garantizar, así, que Le Monde Diplomatique siga siendo la voz libre y fresca que supuestamente es ahora.
Y digo supuestamente porque, aunque es indudable que esta publicación reviste un interés evidente en tanto en cuanto ofrece una visión de las cosas harto distinta de lo habitual, y sus artículos procuran profundizar en las cosas más de lo común, el lector de dos o tres ejemplares de Le Monde Diplomatique puede tener, al final, la sensación de que se le está vendiendo siempre lo mismo. Los americanos son malísimos, todo lo que huela a capitalismo tiene un siniestro interés subyugador oculto, los países del Tercer Mundo nunca tienen la culpa de nada, … A fuerza de buscar la huida del “Pensamiento Único” acaban cayendo en el “Pensamiento Púnico”, o la idea de que ellos, los periodistas de Le Monde Diplomatique, son los últimos representantes de un modelo de civilización libre en un contexto sociopolítico totalmente dominado por los siniestros romanos capitalistas.
Queriendo ser originales, podemos decir, hablando en plata, que se pasan tres pueblos, y a fuerza de buscar otras visiones de las cosas acaban en una conclusión muy pesimista y, sobre todo, muy pobre: “Todo está mal, todo es manipulación y dominio del capital, y no hay nada que hacer”. Más o menos se llega al mismo proceso que los teóricos de la Escuela de Frankfurt, con la que ya les daremos el coñazo en su momento: todo está totalmente dominado por la konspiración del kapitalismo internacional, y nadie puede escapar. Sólo que Theodor Adorno tiene la decencia intelectual de afirmar que nadie, ni siquiera él, puede escapar del kapitalismo. Sin embargo, en el caso de Le Monde Diplomatique, tal constatación se aplica absolutamente a todo el mundo salvo a ellos, que son muy listos y han sabido escapar de la dominación. Es coherente que ante algo tan grave se dediquen a denunciar constantemente lo mismo, a ver si el público idiota se da cuenta de una vez; pero nos preguntamos si es totalmente cierto. ¿Estaremos todos manipulados? ¿Habrá que aumentar la plantilla de periodistas de Le Monde Diplomatique para dejar de estarlo? O, aún mejor (y más inteligente desde el punto de vista de la mercadotecnia), ¿es comprar este periódico la única vía de escape? Creemos que no; el mundo está lleno de intelectuales que vociferan que todo está muy mal y nadie, salvo ellos, se ha dado cuenta. Es una posición intelectual muy cómoda, pero también impostada; tiene más mérito acercarse a la observación de la realidad de una forma menos dogmática, pero también independiente de los clichés al uso, pues así posiblemente los resultados sean mejores y más útiles para llevar a cabo una reflexión seria. Es decir, como Ustedes ya habrán adivinado, “más LPD y menos LMD”.
A todo esto…, ¿por dónde íbamos? El libro de Ignacio Ramonet que aquí analizamos reproduce todos los vicios (y las virtudes, que también las tiene) de LMD: denuncia una serie de situaciones altamente peligrosas para el pensamiento pluralista, y supone un soplo de aire fresco para el lector no avisado, que, eso sí, se queda un tanto sorprendido con el tono apocalíptico de todo el texto y la liviandad y falta de datos con que se denuncia indiscriminadamente todo lo que no comulga con los principios fundacionales de LMD. En cualquier caso, resulta interesante como ensayo divulgativo que nos haga ver algunos excesos de la política informativa de gobiernos (EE.UU. en la guerra del Golfo, por ejemplo) y medios de comunicación de masas “vendidos al capital”. Pero este interés disminuye considerablemente, hasta desaparecer, cuando nos leemos un segundo, tercero e incluso cuarto libros de Ramonet y comprobamos que todos ellos son intercambiables: siempre dice lo mismo y de la misma forma.
Por tanto, podría recomendarse un acercamiento a este libro si no se conoce demasiado al autor o la corriente de pensamiento que representa, pero sólo uno; no cometan el error de comprar más, pues se llevarán una decepción (a no ser, claro, que se crean a pies juntillas el argumento de Le Monde Diplomatique de “todos son idiotas y están manipulados… salvo nosotros y los que nos leen”).
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