La Odisea – Homero
El Aqueo Errante
Título: La Odisea.
Autor: Homero.
Categoría: Epopeya.
Siglo: VIII antes de Cristo.
Comentario
La Odisea narra el largo viaje que tuvo que llevar a cabo Odiseo (Ulises, vamos, que tampoco vamos a pasarnos de pedantillos) para volver con su amada esposa Penélope. Durante casi 20 años, Ulises vagó por los mares del Egeo sometido a los variados caprichos de los dioses, mientras su abnegada esposa aguantaba con valentía las pretensiones de los Pretendientes (siento la cacofonía) de casarse con ella. Penélope se pasó todos estos años tejiendo un telar que no acababa nunca, porque “lo que tejía por el día, lo destejía por la noche”. Esto, que recuerda bastante a la burocracia española, donde nunca se firma el último documento ni se satisface la última póliza, llama la atención sobre todo por la subnormalidad profunda de los pretendientes, incapaces de darse cuenta del ardid, pero ya se sabe que los Antiguos eran un poco cortitos (¿por qué serían Antiguos, si no?).
Mientras tanto, Ulises parecía haber contratado un viaje con Iberia, porque durante su periplo le ocurrieron putadas de todo tipo, a saber:
1) Unas sirenas que estaban buenísimas se agenciaron a parte de su tripulación. Ulises aguantó como un macho, porque, por muy buenas que estuvieran, ¿cómo podían las sirenas satisfacer Lo Importante?
2) Se bajó en una isla con unos compañeros y fueron capturados por un malvado cíclope que sólo tenía ojo para la avaricia. Ulises, astutamente, se presentó a sí mismo como Nadie y luego lo dejó ciego de un estacazo. A continuación, aprovechando la ceguera del cíclope, nuestro héroe y sus compañeros escaparon disfrazados de ovejas. El cíclope pidió ayuda, pero sus compañeros se rieron de él cuando dijo: “¡Nadie me ha dejado ciego!¡Nadie me ha atacado!” (y luego añadió, aunque esto no es oficial: “Son los ciudadanos los que me han retirado la confianza”).
3) A Poseidón, Dios del Mar, no le gustó nada que Ulises dejara ciego a su hijo Polifemo (sí, sí, el cíclope; qué mal gusto tenían los dioses griegos para buscar pareja) y se cargó la única nave que por entonces quedaba de la orgullosa flota. De esta manera, Ulises y algunos compañeros llegaron a la isla de la maga Circe, quien, con amabilidad, convirtió en cerdos a todos los compañeros del protagonista y a este se lo agenció durante unos cuantos años (por lo visto, estaba muy mazas).
En fin, finalmente Ulises llegó a su isla 20 años después y allí quizás saben todos ya lo que ocurrió: se cargó a todos los pretendientes, recuperó a su mujer y a su hijo Telémaco (que aunque suene a nuevas tecnologías no pinta nada en la historia) y vivió feliz el resto de sus días (lo que no dice la epopeya es la reacción tanto de Ulises como de Penélope al verse el uno a la otra, ya en el lecho nupcial, veinte años más viejos. Suponemos que la reacción fue negativa, dado que los más viejos del lugar aún cuentan que en las noches de lluvia se oye un horrísono aullido femenino: “¡Uliiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiissseeeesssssss!”
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