La ética del hacker y el espíritu de la era de la información – Pekka Himanen

Pekka Himanen es un joven investigador finlandés que, contra todo pronóstico y al contrario que todos los demás finlandeses que en el mundo han sido, no tiene nada que ver con Nokkia, con lo que vista la imposibilidad de aplicar su pasión por las Nuevas Tecnologías fabricando teléfonos móviles cada vez más pequeños, con más servicios, con mejor conexión, con más colorines y jueguecitos, en resumen, se ha dedicado a especular sobre las características de este Nuevo Mundo en el que tarde o temprano todos quedarán arruinados salvo aquéllos que abran a tiempo una web porno.

Himanen escribe este libro, fundamentalmente, para responder a una pregunta: quiénes son los hackers y cuál es su importancia en la creación, desarrollo y estado actual de Internet. En opinión de Himanen, el papel de los hackers en todo el proceso es fundamental (quizás similar al mío, aunque a Ustedes les pueda parecer un exceso de modestia por mi parte), en tanto agentes de una forma de entender la difusión de información como conocimiento, organizar el tiempo de trabajo e incluso vivir radicalmente contraria a lo que se presenta como sociedad de la información cuando quien lo hace es el clásico capitalismo corporativo, que vio en su día Internet como una fantástica oportunidad de hacer negocios (y aún nos estamos riendo de ellos), y que intenta, en la práctica, trasplantar a Internet los modos de producción neoesclavista tradicionales de dicha forma del capitalismo (todo controlado por las grandes empresas, jornadas de trabajo eternas, formas de organización jerárquica, tendencia al monopolio de mercancías, muy especialmente de la información, etc.).

Himanen ve en la filosofía de Internet inspirada en los hackers (información libre de propiedad comunitaria, estructura caótica de la que todos participan y a la que todos pertenecen en condiciones de igualdad, horarios y ritmo de trabajo autorregulado, búsqueda no de dinero sino de placer en la experimentación y el desarrollo de nuevos productos y aplicaciones, …) una oposición frontal a dicho capitalismo corporativo, y en la práctica intuye que el fracaso de éste radica, en gran parte, en el intento fútil de dominar este entorno virtual que poco tiene que ver con el mundo “antiguo” con las reglas de éste. Los hackers, nuevos agentes de la libertad individual, partidarios de una filosofía de la vida filoanarquista, colisionan con la organización de Internet que pretenden imponer los poderes fácticos, y salen con éxito de la prueba gracias, entre otras cosas, a que la propia Red es producto de la cultura hacker y por tanto su fisonomía es difícilmente adaptable a intereses espúreos ajenos a su propósito inicial.

Himanen, claro, exagera. Casi todo el libro arroja cierto tufillo pseudoteológico que parece elevar a los hackers a los altares, como caballeros andantes preocupados únicamente del bien común que merced a su pericia consiguen arrostrar peligros sin cuento frente a terribles enemigos, y superar la prueba. Sin negar la influencia, e influencia positiva, de los hackers en la creación y desarrollo de la Red (entre otras cosas porque aunque ya sabemos que los hackers son “buenos” y nunca harían nada parecido, -no como los malvados crackers, ansiosos por dominar el mundo pese a su nombre, que sugiere, más que nada, una marca de patatas fritas-, uno es precavido y no querría suscitar el enfado de algún hacker y luego encontrarse su cuenta corriente a cero euros, en lugar de a nueve, como siempre), cabe decir que la estructura caótica de la Red alberga todo tipo de propósitos y a todo tipo de personas, y ha sido desarrollada, sigue siendo desarrollada, por tantos, cada vez más, que la filosofía hacker, si es que alguna vez existió, lamentablemente acabará ahogada entre miríadas de nuevos usuarios de la Red cada vez más ajenos a la contracultura emanada por ellos y menos interesados en la creación, que va ocupando una posición marginal en comparación con los usuarios de tipo pasivo derivados de la televisión, que sobre todo buscan entretenerse con los productos de ocio que ofrece Internet (es decir, el sexo, los chats para practicar sexo virtual, los videojuegos a los que se dedican cuando no pueden satisfacer sus impulsos sexuales, etc.) y aprovecharse de su estructura caótica y abierta para adquirir todo tipo de productos culturales que los inventores del formato digital, amablemente, ponen a su disposición para mayor llanto de la industria discográfica y similares (atentos al entierro del cine de tipo hollywoodiense a, como mucho, cinco años vista).водяной полотенцесушитель в ваннуюrussian keyboard translation


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