Historia de la Propaganda – Alejandro Pizarroso
El campo de la propaganda política está en España muy poco estudiado, y cuando alguien ha decidido lanzarse a ello generalmente lo ha hecho mal. La excepción que confirma la regla es el monumental trabajo de Alejandro Pizarroso, adornado con múltiples virtudes que lo convierten en un libro de referencia para aquellos locos interesados en saber cómo alguien como el Fuhrer pudo llegar a donde llegó, por ejemplo. En un esfuerzo de síntesis y al mismo tiempo de exhaustividad, Pizarroso recorre las diferentes estrategias propagandísticas aparecidas a lo largo de la historia de la Humanidad, desde la tradición oral hasta la aparición de las nuevas tecnologías comunicativas. La conclusión es agridulce: por un lado, la resistencia del público a las estrategias de propaganda política ha aumentado considerablemente con el tiempo, pero por otro el poder también ha sabido utilizar todos los recursos a su alcance con el fin de manipularnos y meternos en conspiransones republicanas por doquier.
En realidad, el mayor interés de este libro no reside en la lectura de las ideologías que alumbran los mecanismos de la propaganda, sino en la propaganda en sí y su incidencia en las distintas sociedades humanas: leer la historia a la luz de los procesos propagandísticos, una lectura poco habitual y poco tenida en cuenta en el estudio de la Historia y que, sin embargo, nos permite encontrar respuestas a muchos fenómenos históricos en apariencia inexplicables.
De cualquier manera, la lectura de la Historia de la Propaganda de Pizarroso no sólo nos va a dotar de un barniz cultural que no sólo no es pernicioso sino que, eventualmente, nos permitirá alardear ante amistades y familiares de que nuestra biblioteca no sólo está compuesta de premios Planeta, sino que puede ofrecer momentos incluso divertidos: las estrategias propagandísticas de los gobiernos han sido, en ocasiones, cuando menos peculiares, y a veces rayanas en el absurdo, como aquí, por ejemplo. En líneas generales, la propaganda es un proceso más divertido cuanto más burdo y evidente resulta, y la perspectiva histórica, como Ustedes saben, es la más adecuada para situarse en un plano de eminente superioridad a la hora de observar las maniobras y tejemanejes de los que un día fueron los amos, ante una ciudadanía, por mucho que algunos líderes del pensamiento conservador no hayan tomado conciencia aún, mucho más inculta y manipulable que en la actualidad (si me disculpan, me voy a ver el Tómbola).
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