El periodista en el espacio público – José Luis Dader
Cuando hablamos de periodismo muchas veces olvidamos que además de su primordial función informativa los medios, como interpretantes de la realidad social, se constituyen en interlocutor fundamental de la opinión pública, y que su existencia plural y en un régimen de libertades es uno de los factores fundamentales que permite el desarrollo del debate público en las sociedades democráticas. En este sentido, los periodistas no pueden únicamente limitarse a ser meros transmisores mecánicos de lo que ven (y esto, en el mejor de los casos), sino que han de ser conscientes de la enorme responsabilidad que acarrea constituirse en los ojos de la ciudadanía cara a la interpretación de la realidad e, idealmente, en sus representantes ante los poderes públicos.
De éstas y otras cuestiones habla el autor en un libro que constituye una rara avis en el marco de los estudios comunicativos en nuestro país. La opinión pública, y particularmente la opinión pública generada a partir de los medios de comunicación, no es un tema de debate que haya sido objeto de estudio habitual, ni mucho menos, desde el campo que sería propio, es decir, el periodismo. La obra que comentamos intenta cubrir este vacío en un ámbito de estudio, sin embargo, capital. Y además lo hace enormemente bien, constituyéndose en obra de referencia obligada no sólo en el ámbito académico español, sino también internacional.
Por eso, este libro no sólo es una grata excepción en cuanto a su objeto de estudio (la opinión pública en los medios y la función pública del periodista), sino también en cuanto a sus resultados. Con enorme rigor y exhaustividad, José Luis Dader hace una revisión teórica de las principales escuelas y corrientes de pensamiento que, desde una perspectiva u otra, se han ocupado en algún momento del estudio de la opinión pública digamos “periodística”, para después describir el comportamiento, en la práctica, de los periodistas en el ámbito español como interlocutores privilegiados del público e interpretantes fundamentales de la actualidad en las sociedades de masas. Y sus conclusiones son, por desgracia, atinadas.
Por desgracia porque la distancia entre lo que supuestamente debería ser el quehacer periodístico en una sociedad democrática, y lo que es en realidad, obliga a ser enormemente pesimistas en la confianza que puedan merecer los medios de comunicación, y los periodistas como protagonistas del proceso informativo, como participantes en el debate público y como instancia independiente encargada de la vigilancia del poder. La descripción implacable de cómo los medios se asocian acríticamente a unos determinados postulados políticos de carácter inmutable, el conglomerado de intereses empresariales que determina un comportamiento descaradamente parcial por parte de los periodistas que les hace mantener múltiples zonas “oscuras” en el análisis de la actualidad, e incluso la lamentable ausencia de reflexión en cuanto a la enorme responsabilidad que conlleva la mediación periodística, son factores, como hemos indicado, que invitan al pesimismo.
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