El Contrato Social – Jean-Jacques Rousseau

El Contrato Social es una de tantas obras de lo que suele denominarse Filosofía Política (término generalmente aceptado por mucho que presente una ínsita contradicción difícilmente resoluble) cuya importancia es indudable pero no tanto por su propio contenido como por la trascendencia del mismo en el imaginario colectivo e ideológico de los años posteriores.

En efecto, aunque textos filosóficos de Rousseau como sus dos Discursos (y especialmente el Discurso sobre el origen de la desigualdad) tienen un contenido filosófico mucho más original, valiente e interesante; a pesar de que la revolución pedagógica que suponen textos como La Nueva Heloisa y El Emilio no tiene parangón en la Historia; ninguna de estas obras conmocionó tanto los espíritus ni tuvo la relevancia práctica en los años posteriores como El Contrato Social.

El Contrato Social es una obrita de apenas 100 páginas con una estructura y contenido muy de la época. La exposición se centra en el análisis de la legitimidad última del poder público, lo que es tanto como buscar el motivo que justifica la capacidad de coerción de los gobernantes sobre los gobernados. En última instancia encontrar respuesta a este interrogante supone vedar cualquier revuelta contra el poder establecido en la medida en que pueda apoyarse en esta realidad. Y, como es obvio, supone una importante palanca legitimadora desde el momento en que la propia falta de oposición fáctica puede llevar a justificar teóricamente la iniquidad de cualquier intento en ese sentido.

Una de las principales dificultades del texto es la contradictoria personalidad del propio autor. De modo que en ocasiones podemos encontrar afirmaciones que se contradicen lógicamente con otras apenas leídas unas páginas atrás. Por otra parte, como dificultad añadida, el discurso se pretende en ocasiones descriptivo y en otras pasa a reflejar un estudio más deontológico. En cualquier caso la idea contractualista que suele ser retenida como la principal aportación del Contrato Social no es rigurosamente nueva en esa época (pues ya desde Hobbes y la copia difuminada que de su exposición hace Locke esta idea es común en la época). Algo más original es la concreta construcción que le da Rousseau, en la medida en que del contrato rousseauniano no se desprende la dominación de los ciudadanos, sino que al introducir cierta idea de absoluto en el contenido de la norma aparece un límite al soberano en estrecha conexión con las teorías iusnaturalistas.

Precisamente es este el punto realmente original de Rousseau, pues introduce un concepto desconocido hasta la época: la noción de “voluntad general”. El pueblo en su conjunto y totalidad es el encargado de expresarla. Pero la voluntad general no coincide con la voluntad de la mayoría (ni siquiera con la de todos) sino únicamente en la medida en que esta haya sido expresada en busca del interés general y no de los intereses particulares. No es difícil suponer la trascendencia de esta idea, pues en la medida en que es aceptada supone un importantísimo factor legitimador tanto de la democracia como de la tiranía democrática.

Ambas posibilidades se han verificado en estos dos últimos siglos. Algo que ha permitido, lo que no es más contradictorio que el propio texto en sí (ni que su autor), que El Contrato Social suela ser tenido por el origen ideológico de experiencias totalitarias pero, a la vez, también de modelos de democracia muy basados en la idea de soberanía popular.топ одностраничных сайтоврастрата


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