13-M. Multitudes online – Víctor Sampedro (ed.)
He de confesar que el otro día tuve una sensación extraña: por un momento pensé que vivía en los Estados Unidos. Me explico. Me levanté de la cama, encendí el televisor y había, en un canal cualquiera, un tipo de aspecto bastante antipático que, en una tertulia matutina, hablaba de la ruptura de la nación, del Apocalipsis por el matrimonio entre homosexuales y de no sé qué más peligros que nos abocaban a la desaparición como especie en pocos meses. Y todo eso en menos del minuto de tiempo que tuve para apagar el aparato y ponerme un poco de música. No se trataba de la FOX, ni el tío que decía esas cosas estaba en el programa de Pat Robertson: hablaba español y hablaba de España. Perdonen por singularizar la historia, pero me recorrió una sensación extraña por el cuerpo al ver que nuestros contertulios por fin, después de años de esfuerzos, estaban llegando, en cuanto a soltura ante los medios y competencia argumentativa, al nivel del peor periodismo de opinión yanqui, al de la demagogia fundamentalista y rancia. Poco falta para que estos contertulios pidan el rezo en mitad de sus exposiciones (de hecho, alguno lo hace ya). Esta dinámica se ha visto acelerada en el último año, desde que se produjeron los atentados del 11 de marzo y, sobre todo, desde que las elecciones del 14 le quitaran la razón a las encuestas.
Porque, a partir de ese momento, muchos “líderes de opinión” acabaron por salir del armario. Veamos, por ejemplo, los libros publicados sobre el 11-M. Hubo una primera tanda de obras (concebidas sólo para ganar dinero) que intentaban camuflar su ideología por la urgencia del testimonio. El libro de Consuelo Álvarez de Toledo es el más claro ejemplo. Después le siguieron supuestos estudios polémicos que, cuando se leían, arrojaban unas conclusiones mucho más inquietantes para el PP que para el PSOE: véase el librito de Casimiro García-Abadillo. Y, en un claro ejercicio de involución intelectual, llegaron una tercera serie de libros que se dedicaban a opinar por opinar, con el insulto y la ligereza de pensamiento por banderas (ahí estaría el “Federico responde”, perpetrado por el madrugador de la COPE, ese personaje que es como una mezcla, a lo hispano, entre Gordon Liddy y Howard Stern). Entre tanto despropósito, entre tanta reivindicación de la existencia de un demiurgo islamista-socialdemócrata que habría alterado el curso normal de las elecciones generales, urgía la aparición de un libro que situase, desde el rigor del análisis de los datos, aquel momento histórico en sus variables de fenómeno social que se entiende por la conjunción entre el desencanto de una parte de la opinión pública hacia las políticas de la anterior administración con el uso de las nuevas tecnologías para la formación de redes sociales que vehiculasen dicho descontento. Ésa es, de hecho, una de las principales aportaciones de “13-M. Multitudes on line”, coordinado por el profesor de la Universidad Rey Juan Carlos Víctor Sampedro.
Este libro arranca, así pues, de ese punto de partida. Esto es, que del 11 al 14-M se produjo una movilización ciudadana que fue el reflejo de la escasa vigencia de modelos comunicativos ya anticuados (la manipulación informativa de los medios públicos ejercida por el PP, por ejemplo) frente a la creciente vigencia de unos modelos emergentes que recuperan el valor de la ciudadanía en la construcción de las vías de participación en los sistemas democráticos. No parte el libro del 11-M, sino que analiza el descontento de la jornada de reflexión desde la perspectiva histórica de los errores más significativos de los últimos años de Aznar: el Prestige o la guerra de Irak. Pero no para establecer una relación entre decisiones malas y castigo en las urnas, sino para medir los fracasos de la política comunicativa del gobierno, que obvió el nuevo contexto comunicativo que alentaba la movilización de los ciudadanos. Es decir, que si hubo un rechazo en la opinión pública a Aznar se debió, en gran parte, a la dialéctica de confrontación y ninguneo de esta opinión pública ejercida por el Partido Popular.
En todo momento, el libro se manifiesta como un resultado de aquella movilización. Y los autores se presentan como integrantes de esa sociedad civil que, como acabaría diciendo Dario Fo, le cortó la cabeza al mentiroso. Pero el valor del libro radica en que las conclusiones a las que llega partiendo de esta hipótesis quedan en todo momento explicadas por el análisis de los datos. Se analizan múltiples variables, desde el consumo de medios hasta la afluencia a las sucesivas convocatorias de protesta, pasando por las entrevistas personales vehiculadas mediante grupos de discusión, para analizar las manifestaciones de la opinión pública que acabarían derivando en un cambio de gobierno.
La diversidad de las redes sociales, lejos de constituir un problema para el análisis, encuentra en estas páginas una sistematización coherente que proporciona al lector una lectura científica de los distintos procesos que se dieron en la opinión pública. Y además, lo hace con un lenguaje claro y comprensible, muy alejado de la nefanda comunión entre oscuridad y ciencia que, por razones que uno no alcanza a comprender, parece tan frecuente en muchos estudios científicos y académicos españoles.
Además, el libro cuenta con un DVD bastante interesante en el que se analizan los relatos informativos de esos días de TVE y Tele 5, concluyendo que la cadena privada también sucumbió a un cierto menosprecio del movimiento social de protesta del 13 de marzo (huelga decir a qué evidentes conclusiones se llega sobre el relato de la tele pública). Como complemento a esta tesis, el DVD incluye un reportaje muy ilustrativo sobre las manifestaciones de ese día en Madrid, construido sobre imágenes grabadas por televisiones locales. Un reportaje que muestra cuántos fueron los que el 13 de marzo salieron a ladrar su rencor por las esquinas, en feliz definición del irredento admirador de Cernuda. Y, para acabar con las perlas, en el DVD se puede ver una entrevista íntegra, realizada esos días de crisis, de Lorenzo Milá a George y Laura Bush, en que expresan sus condolencias al pueblo español. Claro está, días antes de que George considerara a los españoles poco más que imbéciles por haber sucumbido a la amenaza terrorista y haberle abierto las puertas de la Moncloa a Bin Laden.
“13-M. Multitudes on line” es una referencia obligatoria en los estudios sobre el comportamiento de la opinión pública en España, que parte de un momento concreto para reflexionar sobre los cambios en los procesos comunicativos entre administradores y administrados en los albores del siglo XXI. No pretende ser tan divertido como “Federico responde” ni tan edificante como las obras de Pío Moa o César Vidal, pero cada uno hace lo que puede. En el caso que nos ocupa, los autores han optado por un libro serio, y dejar a otros que hagan sus chistes grotescos sobre una tragedia como la del 11-M. Al fin y al cabo, para reírnos, siempre tendremos las películas de los Hermanos Marx.
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