Spanien Über Alles
Los cruzados se dejan la piel por su Nación, cualquiera que ésta sea
28/06/06: ESPAÑA DESDE EL BÚNKER IV: Les inmigrants de la patrie nos mean
No ha sido tan grave. Ribery, el de la cicatriz, llevaba caballo. Ramos, Reyes y Lucho le han pillado. Cañizares, por su parte, le ha cogido ocho mitsubishis a Barthez. Los jugadores españoles que no han aprovechado para pillarle droga a los franceses, se han comprado algún reloj de oro, tarjetas piratas para ver el Digital Plus y Casillas por lo visto ha dejado apalabrado un Audi robado en Dinamarca. Todos han trapicheado salvo Albelda, que se ha agachado todo contento a recoger una pastilla de jabón que le ha lanzado graciosamente Makelele en la ducha y de ahí se ha ido directo al hotel con los ojos vidriosos. Es lo que tiene jugar contra un grupo de exconvictos, que te chulean, pero te ponen en contacto con el mercado negro y ciertas prácticas sexuales patibularias, que pese a todo, como lo importante es ser felices, que somos españoles, no Austriahungría, pues nos hemos llevado lo comido por lo servido.
Desde un primer momento la cosa pintó mal. Los franceses son extremadamente centralistas, huraños y mononeuronales. Cuando sonó la Marsellesa, los aficionados españoles, identificados plenamente con sus valores revolucionarios y de libertad, homenajearon el legendario himno cantándolo a pleno pulmón en una de las lenguas minoritarias de nuestro plural y multicultural estado de las autonomías, el silbo canario de la Gomera. Pero como los chauvinistas galos intolerantes y enemigos de la diferencia sólo aceptan que el himno se entone en francés –una lengua, una nación- al contrario que nosotros, que permitimos que la letra de nuestra Marcha Real se cante en lo que a cada uno Dios le dé a entender –una nación, diecisiete lenguas o más- el enfrentamiento tomó tintes de pelea a cara de perro, algo que no nos beneficiaba en absoluto, puesto que nuestro fútbol pretendía ser expresionismo novecentista y el suyo arte rupestre con inscripciones eusquéricas.
Cuando dejaron de sonar las tonadillas, la tele nos puso un primer plano del seleccionador francés, que además de catalán es gafaspasta, y el muy cabrón nos obsequió con una sonrisa que ni el Doctor Octopus. Acababan de quitarle las exposas a sus jugadores y les debía estar viendo con ganas. Raimundo Domenech se reía mirando a las cámaras de los medios españoles, parecía decir: os vamos a ganar sin bajarnos del furgón policial.
La estrategia de Francia fue muy sencilla. Veníamos dando la brasa con que si nuestro centro del campo era el mejor del mundo y que la tocábamos divinamente, y Raimundo, sucio fenicio como es, pues nos puso ahí ni más ni menos que al mediocentro defensivo de la Juventus y al mediocentro defensivo del Chelsea, campeones de Italia e Inglaterra respectivamente. Unas trincheras que ni en Verdún, ni la Línea Maginot. Para más Ifni, apretaron filas y se dedicaron a esperar nuestras embestidas de juego preciosista, danzante y saltarín para que en cuanto diéramos el típico pase mal a la española, robar y soltarle un balón largo al tutsi cabrón hijoputa del Henry.
Francia no hizo más. Y se ve que no está para muchos trotes, porque en una internada por la derecha con centro raso al área, logró que su delantera alcanzase un patetismo idéntico al de la defensa española. El balón se paseó por delante de propios y extraños mientras bleus y colorados daban patadas al aire. El recogepelotas que devolvió la pelota en la banda asegura que el propio balón, indignado, le pidió que no le echase otra vez al campo, que no quería formar parte de esa tragicomedia, que el fútbol no es para reír. Éramos la misma mierda atrás que ellos delante; Gran equilibrio de fuerzas, lástima que por lo bajo.
Parece mentira que estando en Alemania, con la cantidad de estatuas de Hitler que debe haber, Luis no supiera que la única forma de sortear la Línea Maginot es rodearla sutilmente por un lado. Nuestras bandas, a tal fin, estaban cubiertas por Sergio Ramos y Pernía, ambos muy desacertados, por decirlo con un eufemismo poco estridente.
Sin embargo, fíjate lo que son las cosas, logramos adelantarnos en el marcador con un penalti que, riguroso o no, lo cierto es que se pita cuando España ya había echado por tierra una ocasión de gol y Pablo estaba cagándose en diez por el hecho de que la bola estuviese en su pies. Estaba a punto de romper a llorar por no saber qué hacer, cuando le dan un pisotón y, tal y como vemos jornada tras jornada en nuestra liga, se desploma como si le hubiera dado un derrame cerebral. Villa tiró el penalti de forma ejemplar y uno cero. La cosa se ponía de cara con bastante suerte.
Pero si algo se le puede echar en cara a España, no es que no crease ocasiones, ni trenzase jugadas, ni jugase con fuego al defender con el fuera de juego: con el gol a favor teníamos que haberles dado la pelota y adoptado un dibujo sobre el campo de 10-1, con Casillas como hombre más adelantado. No lo hicimos, seguimos necesitando muchos hombres para que alguna pelota le llegase a Torres, que las desperdiciaba regateando como un pollo sin cabeza. Como Ramos, con muchas cualidades el jovenzuelo, sí, pero poca perspicacia.
Como estaba cantado, perdemos una pelota y le cae a Ribéry, un menda que si ha burlado a la DEA, pues como para no mearse a Casillas, Puyol y Pernía. Aparte, que con esa cicatriz que le hizo su proxeneta cuando era niño por quedarse algunos francos de lo que ganaba vendiendo felaciones a turistas en un descampado marsellés, agresión que le sirvió a Ribéry como excusa para hacerle una corbata colombiana en venganza y ocupar su puesto controlando todos los chaperos y traficantes de heroína de su barrio, pues los defensores nacionales no tuvieron ni la más mínima intención de meter el pie por lo que pudiera pasarles.
A partir de aquí perdimos todas las opciones de ganar el partido. No hicimos ni una sola ocasión. Entre Makelele y Vieria no pasaba, empleando la terminología de Luís Aragonés, ni el bigote de una gamba. Entre individuos de esa extracción social con varios años de presidio a las espaldas como no sacásemos a Steve McQueen “Papillón”, chungo, y no teníamos ni a Dustin Hoffman “Luís Dega”.
En la segunda parte, en un partido caracterizado por la tranquilidad en las filas francesas y la impotencia en las españolas, acontece una agresión salvaje de Puyol al tutsi cabrón, le golpea con la hernia de disco en toda la rodilla y no contento con ello, el defensa catalán se tira al suelo para arrastrar tras de sí algunas moléculas de oxígeno de modo que el tutsi, desorientado y dolorido por el vértebrazo en su pierna, perdiera la verticalidad y cayera aparatosamente en lo que pudo ser una tarjeta roja como una casa, pero finalmente, con mucha, mucha misericordia, el colegiado sacó sólo la amarilla. El lanzamiento de falta, desde unos cuarenta metros, nos regala un prodigio de marcaje de Ramos a Vieira: separarse del jugador unos metros, y según le cae la pelota y va a rematar, efectuar un salto lateral en dirección a tu portería hasta introducirte casi dentro de ella. Autogolazo del sevillano y hasta luego Lucas la ilusión, los toritos bravos y el olé, olé.
Los estertores del partido sólo dieron para más de lo mismo en el caso de España y que Zidane le metiese un gol al Marca. Después de eso, a lloriquear por las esquinas. Doménech y sus chicos, los Doce del Patíbulo, nos dieron para el pelo y encima se jactaron de que silbásemos su himno y menospreciáramos a Zidane porque eso les dio una motivación extraordinaria. Y como seguramente tengan razón, pues achantamos el miro, ahuecamos el ala, metemos nuestros testículos de nuevo en el calzoncillo y punto final.
Entonces llega el momento de criticar a España. De su divino juego de toque ahora se pasa a decir pestes. LPD, fiel a los designios espirituales de la raza, no va a ser menos:
El problema de España estaba en el centro del campo: Los Xawis y Cesc. ¿Qué es eso? Son nombres con fonemas alveolares y bilabiales. España en el centro del campo lo que necesita son fonemas guturales, oclusivos y dentales. Xabi Alonso, Xavi Hernández y Cesc suena como Kiwi, Macedonio y Cacas. Un mediocentro tiene que ser duro, “Javier Cromañones”, por ejemplo. Y Alonso, pues “Lope de Toloso, alias, Granito polla de”. Otra zona desordenada y caótica es la segunda línea de ataque, los mediapuntas: Rulo y Torres. No por dios, los finos estilistas tienen que llevar fonemas fricativos o nasales, nunca oclusivos y vibrantes. Nuestro segundo delantero se tendría que llamar algo así como “Ausonia”. Y el punta qué Villa ni que aldea ni que hostias. Los puntas se llaman “Pichichi”, que no fue bautizado así por una apuesta que perdió su padre, sino porque ese hombre quería criar un delantero goleador, no un sinsangre. Más problemas, los defensas tienen que ser gente turbia y despiadada, adónde vamos con Puyol y Pablo, por dios. La pareja de centrales se tendría que llamar “Marichalar” y “Mononucleosis”, que se les tenga pánico, que al respirar en la nuca ajena produzcan escalofríos. Igual pasa con el lateral derecho ¿Ramos? Sí, y de claveles por lo visto. No, un lateral tiene que ser mala persona pero de verdad. “Heces” sería un nombre adecuado, y exigible que fuese siempre mal afeitado, con ojeras y tatuajes talegueros entre el pulgar y el índice. Alguien que al mirar al contrario desde quince metros, haga que le estalle un globo ocular porque de puro hijoputa supera las leyes físicas de la naturaleza. Y si el otro lateral queremos que sea un nacionalizado, pues nacionalicemos a Jake “The Snake” Roberts, pero no a Pernía, ni a Senna, que suenan a “Pennita y Penna”. De igual modo, el regateador, el jugador que encara, el extremo, es insultante que se llame Joaquín. Tal y como explicaba Valdano en Telemadrid antes de que le diesen el carné de entrenador y fuese al Tenerife, los regates constan de tres partes: sona de inisiasion, sona de ejecusión y sona de finalisasión. Son tres cosas, tres. Un regateador necesita tener una palabra esdrújula por nombre. Cualquier palabra aguda o llana, sobre un campo de fútbol pasa a ser “jarl” y “ung”, no así las esdrújulas, que se respetan, por algún misterioso designio, pero es así. ¿De dónde va a sacar la confianza en si mismo para el regate un tío al que la gente llama “unga”? Cómo va a seguir las recomendaciones de El Área de Valdano de hacer algo en tres pasos si no se le adiestra para que sepa contar hasta tres, necesita una preparación intelectual superior al futbolista medio, y se empieza con un nombre que suponga tres golpes de voz. Amen del portero, Casillas, que hasta Fanny McNamara le puede decir ¿por qué casilla quieres que te la meta?, el portero que se llame “Palas”, como el citröen de ocho metros de eslora aquél. Un desastre todo, y así nos va, claro, qué vergüenza, siempre igual, perdemos como siempre, no damos una, qué tiempos ¡cuánta corrupción! Etc…
Álvaro (LPD)
24/06/06: ESPAÑA DESDE EL BÚNKER III: La última cruzada
Que nos digan lo que quieran. Hemos hecho nuestro Mundial. Nos han pedido darle con la fusta a secesionistas, el bereber y el mismísimo corazón del Islam. Para eso estábamos aquí. Ahora, arrancarle los ojos a los gabachos, metérselos en la boca y darles una patada en la nuca mientras muerden un bordillo, ya formará parte del bonus, del tesoro.
Sin embargo, no adelantemos acontecimientos, vayamos a la glosa del florido día en gloria del Dios Cristiano en que fuimos superiores a la todopoderosa selección nacional de Arabia Saudí. País que probablemente contará con más campos de fútbol de hierba que España, pese a encontrarse un pelín más en el centro del desierto que nosotros.
Luís Aragonés venía crecido al partido. Por una vez, las lecciones que la vida le había dado en el amplio mundo de la ludopatía habían dado resultado. La selección se atascó contra Túnez, y el Sabio de Hortaleza, como cuando la tragaperras parece que no suelta un duro ni para Dios, hizo lo mismo, apretar todos los botones a la vez a puñetazos, esto es, sacar todo lo que tenía en el banquillo de golpe y a lo loco.
El gen jugador de Luís se encendió de nuevo. Tras muchos años de desgracias y echándole un ojo al calendario, pensó que hace falta ser gilipollas para quedar primero de este grupo y enfrentarse luego a Francia y Brasil. Perfectamente consciente de ello, sacó un equipo compuesto por la siguiente columna vertebral: Cañete en la portería, Salgado en el lateral sacando la bola, Albelda administrando, Joaquín desequilibrando y Raúl González Blanco Matamoros de rematari. Es decir, un engendro nauseabundo diseñado específicamente para perder contra Arabia, el Barakaldo o la selección femenina de waterpolo de Bután.
La cosa iba sobre ruedas. La selección enfangada, jugando lenta y mal como en las grandes tardes de miseria y desolación, se veía lastrada además por unas temperaturas de 35 grados que, sobre el campo, aún serían más altas. Los árabes no es que opusieran mucha resistencia. Son un pueblo rico, pero vago. No obstante, lo único que hicieron en su día fue escarbar en la arena del desierto, probablemente en búsqueda del cadáver de algún difunto que llevarse a la boca, salió petróleo y hasta hoy. Nosotros como Imperio, tuvimos un percance parecido con el oro y la plata, pero antes nos vimos obligados a estafar, someter o exterminar -por ese orden según la resistencia encontrada- a unos cuantos millones de indios. Por esta razón, nosotros teníamos la posesión de la pelota.
Pero como en el caso de España, que no llegaba con claridad ni por casualidad y que empezaba a apreciar ese olorcillo a gol árabe en un contraataque. Con Luís cruzando los dedos para que así fuera y quedásemos segunda de grupo, con toda España con una ilusión, un sólo sueño, en concreto, una misma ensoñación producida por la siesta inducida por el sopor y las temperaturas que tenemos, que válgame, surgió lo inesperado. La chispa de improvisación española.
En semejante mar de zánganos, maleantes y personas de mal vivir, tan sólo se encontraban como pez en el agua los jugadores de una subétnia concreta, como no podría ser de otra forma, los andaluces. Así fue como se fraguó una Guadalquivir Conection entre Reyes, gitano sevillano escolarizado hasta los ocho años, y Juanito, gaditano sin más aditivos ni falta que hace. Sólo dos jugadores de esta naturaleza podían “sacar petróleo” (ría, ría, nosotros como ve también sabemos narrar al nivel de Andrés Montes) en un ambiente general de desidia, pasotismo, ineficacia, desvinculación y desorden total. Pero por una razón, porque gracias a su idiosincrasia podían leer el partido mejor que nadie, y gracias a que el uno trabaja en Inglaterra bajo el látigo de Wenger y el otro se ha pasado el año cobrando por partido jugado. De no ser por esto último, como sus compañeros, habrían estado buscando una sombra en el terreno de juego en la que descansar un poquito -ozú, madre
Sí, gol. Gol de Juanito a pase de Reyes. España primera de grupo. Maldita sea la gracia. Todo lo que pasó después fue algo así como un “Mágico Futebol da Ipurua (Eibar)” sobre el que no gastaremos adjetivos porque puede que haya críos delante y fue porno, porno duro del que da escalofríos. Por no hablar de ese portero en pantalón largo que, ahora más que nunca, que estamos en Alemania, el árbitro del partido le debería haber obligado a arrodillarse para ajusticiarle con la Luger en el momento y en el sitio
En fin, tomamos el camino más tortuoso y empinado hacia la cima del Everest. LPD confía ciegamente en la selección. Nos sabemos mejores y Dios nos preferirá a nosotros, digo yo, que todavía le tenemos metido en la cocina en más de la mitad de los hogares españoles: ¡Vivan las Comunidades Autónomas federadas para destruir España! ¡Viva la raza!
Álvaro (LPD)
19/06/06: ESPAÑA DESDE EL BUNKER II: El santo advenimiento
Los servicios de Inteligencia Militar de la Comunidad Autónoma de Murcia, finalmente designados en una tómbola del consejo Interregional de Defensa para asesorar y proteger a la expedición española en Alemania, bajo la dirección de Pío Moa, proporcionaron a Luís el informe con los datos necesarios a la hora de establecer una estrategia infalible contra Túnez.
“González, hijo de Gonzalo -decía- Rodríguez, hijo de Rodrigo, luego Túnez, hijo del tuno” -concluía. Al oír esto, Luís Aragonés levantó un extremo de su labio superior como si estuvieran tirando de él por un hilito, dejando ver en todo su esplendor un hermoso colmillo por el que dijo, parece que por medio de un altavocillo interno: “¿Ein? ¿Un país de tunantes? A estos hay que extraerles la médula espinal de una dentellada accediendo por mitad de la espalda, para luego dejarla secar un par de horas y escribir en gualda “Recuerdito de los toritos bravos, olé, olé” y mandárselas una por una en correo certificado a sus respectivas mamás”. Ya teníamos eso cuya ausencia nos echan en cara los puristas del fútbol: estilo definido.
Por lo visto -seguía explicando el agente secreto hortofrutícola- cuando los Reyes Católicos arrasaron con toda la riqueza y mano de obra de España expulsando a judios y moriscos, para evitar una rebelión popular en nombre del sentido común, se vieron obligados a introducir en el Decreto Real un articulado de corte populista que la pleyade no pudiese rechazar: la expulsión de los tunos. Así pues, tras una diáspora, finalmente fueron a instalarse a su Israel, el único sitio donde, como a los judíos, se les aceptase tal y como eran: en mitad de la puta nada. Mas en este caso, a tenor de las connotaciones tan graves de la idiosincrasia tunera, estos fueron a un país mitad desierto, mitad montañas inaccesibles. Y años después, se convirtieron al Islam, seguramente por consejo del PSOE, que estudiaba su regreso como un arma más para destruir España.
Pero Raúl, que por algo es más listo que el hambre, sabía que en ese informe había datos inexactos y la estrategia de Luís no era la buena. Sentía que la selección estaba muy crecida, así que se puso a malmeter durante toda la semana junto a sus coleguitas Salgado y Cañizares, generando ese ambientillo tan agradable de agria polémica y mal rollo, para que todos los aficionados españoles pudieran disfrutar de la inigualable sensación de ser del Real Madrid al menos por un día.
Así se llegó al partido. Mismo once, mismos pares de huevos y, como es costumbre en esta casa, golazo en contra. Un sin dios defensivo que el morisco acierta a rematar por dos veces entre un mar de rojas chocándose entre sí. Pero no pasa nada, seguimos a lo nuestro, y como hoy no generamos muchas ocasiones, no nos queda otra que recurrir al viejo abrelatas que ya empleamos contra Ucrania, nuestra arma mortífera de necesidad: el basko.
Sacamos un córner sobre Xabi Alonso, éste inclina su cuerpo hacia delante hasta ponerlo en ángulo recto y remata con la parte superior del cráneo, la zona más dura del cuerpo. El balón sale como un cohete y el defensa tunecino bajo palos, como queriendo retar a Alonso, adopta una postura simétrica y también rechaza el remate con la parte superior de su cráneo. Se hace el silencio, no es que la gente crea que podría haber sido gol o no, es que es extraño que el tunecino siga de pie en el campo tan ancho. ¡Ah, no! –comprueba el respetable- a los dos segundos se desploma y lo sacan en camilla.
El partido transcurre sin pena ni gloria para los nuestros. Sólo Puyol es capaz de recordar por dónde se viste un hombre al situar magistralmente su cuerpo en paralelo a la línea de tierra totalmente rígido y firme en la trayectoria que seguían la tibia y el peroné de un tunecino. Amarilla para él, gritos propios de mamíferos marinos en nuestros hogares.
Empieza a llover a cántaros y el chubasco nos deja otra imagen eterna para la historia de los Mundiales. Si en la Eurocopa de Bélgica fue Camacho luciendo una profusa sudoración axilar, la otra cara de la moneda nos la ha dado Luís Aragonés. Todo el mundo con chubasqueros, protegiéndose de la lluvia y él, en manga corta, calado por completo, en plan “la neumonía me la suda”, con su característico gesto, como si le hubieran obligado a contemplar al estilo de la Naranja Mecánica un banquete de exquisitos y refinados coprófagos.
Apartándonos cuidadosamente de la España laica de progreso, cambiamos de canal “a ver si da más suerte”. Es la Sexta. El narrador principal es Pedro Reyes, seguro, aunque le llaman Montes o no sé qué en alguna gracia que se traerán entre ellos. A su lado Julio Salinas hace la ola en un bucle infinito voceando “oooh, oooh” y distinguimos también a un joven eunuco. La retransmisión recuerda a un viejo programa de Antena 3, “Furor”, pero presumiblemente sin cocaína de por medio, lo que hace que la cosa sea aún más grave. Pero es una voz femenina que complementa a esta panda, la que nos golpea con el vértice de un ladrillo en la parte frontal de la encía: España tiene a Túnez “entre” las cuerdas –dice. Sí, “entre” las cuerdas del tendedero roñoso de barriada en cuyo contenedor de basura te acunaron por primera vez tus padres antes de darse a la fuga. Cambiamos de canal y pasamos de las supersticiones, que pierda España, pero que no nos insulten.
Y llega el momento, la estrategia de Raúl. A los jugadores españoles ya se les han bajado los humos. Tienen el ego por los suelos. Van a perder como siempre. Juegan con los ojos vitriólicos pensando en la prensa del día siguiente. Pero… llega Raúl.
LPD, que vio el partido en La Zarzuela, como es costumbre de toda la vida, tras dos días de seguidos de convite, en un momento en que Su Majestad se encontraba un poco mareadito, tuvimos que ponernos a los mandos de la Nación durante unas horas en las que Él conducía el “bus de porcelana” –la taza del váter, como es sabido popularmente- porque algo le había sentado mal. De modo que tuvimos acceso a los informes privados de la Corona sobre el Mundial, del que citamos aquí un extracto puesto que la ocasión lo requiere: el referente a la salida al campo de Raúl González Blanco:
Relazión de los fechos y fazañas de los Cavalleros de Cristo en la muy famosa y grande batalla de Estugarda
Por la presente misiva téngome el privilegio de relatar a Su Magestad Imperial don Juan Carlos I de las Comvnidades Avtonomas de España, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Nápoles y las Dos Sicilias, la muy grata notizia de la gran victoria de las armas cristianas y los verdaderos fechos que acontecieron en tan valeroso lance, a mayor gloria del Altísimo e de los reynos de Su Magestad por los siglos de los siglos.
Sorprendida la Armada de Su Magestad Imperial en traición mahometana, hallábase el campo español en apurado trance desde el inicio, pues los piratas agarenos de Tunicia, merced a deshonrosas artimañas propias de los infieles fijos de Mahoma, así arda por muxos años en el infierno, cobraran ventaja tal que por más esfuerços e travajos de los arrojados soldados de Cristo, comandados por el Sargento Mayor Francisco de Fábregas, todos tornábanse infructuosos y baldíos, cundiendo el desánimo en las filas cristianas. Pues a cada disparo que fazía aqueste Sargento contra el real moro, contestavan aquellos repeliendólo, merced a los ofizios de su capitán, un gigantesco moro que portava una chilaba verde de brillantes colores y que profería el hideputa terribles gritos en su bárbara lengua, el diavlo lo lleve al Tártaro, que gran espanto causavan en las tropas cristianas.
Mas en estas cuitas andava el exército español, en trance de perderse, quando merced a nuestras oraziones, el Altísimo apiadóse de los buenos cristianos, e al punto cubrióse el campo de batalla de gruesas y negras nubes de tormenta. Tremendos rayos y centellas azotaron presto las naos de los suzios corsarios del emir de Tunicia, zozobrando al momento, e abriéndose un claro entre destas, aparecióse ante el capitán mahometano la vera faz del Nuestro Señor Jesucristo, a lo que éste, cayendo de hinojos, comenzare a llorar cual mujerzuela de arrabal, suplicando merced e abjurando de la falsa fe de los ismaelitas. Mas es sabido que el moro es de natural traidor y tornadizo, e que piedad dellos non ha de tenerse, e ya envió el Altísimo desde el Cielo al campeón de los cavalleros cristianos, don Raúl González Matamoros, que reluzía en las alturas cavalgando gallardo un Blanco corcel. E deszendió espada flamígera en mano, dando tan duramente contra los moros, que emprendieron penosa fuga entre aullidos de terror. El capitán tunecino viéndolo, arrojó el cuero lo más lejos que sus braços pudieren, e ansí redoblara sus lágrimas y súplicas ante tan Sagrada visión, pues en su miseria supo al instante del resplandeziente poder del Verbo Verdadero.
E acontezió que en llegándose donde aqueste covarde se hallava, el bizarro capitán González, Hércules de las Españas, girare su tobillo como cantavan las crónicas que fazían los héroes de la Antigüedad, e presto descargó su famosa estocada que dízese del Aguanís, mientras zafábase del abraço de la aguerrida defensa tunecina, quevrando las piernas de aquesta en el trance, al tiempo que fazía el disparo que llaman los getafenses de las Mesetas “a la palanca”. E con tan grande y esforçada fazaña en un instante, alojó el cuero en lo más profundo de la red del Real moro, que non tuvieren aquestos tiempo ni de verlo, derrotando al capitán de la verde chilaba y su apestosa hueste. Pues al punto nuestras tropas se arrojaron con nuevos bríos a la persecuzión de tan covardes filibusteros, desfaziendo su flota e capturando todas sus presas, para gran gloria e infinita dixa de los buenos cristianos de los reynos de las Españas.
Ansí e non de otra manera, fue como las tropas del Maestre de Campo Don Aragonés, Marqués de Zapatones, cobraron dezisiva victoria la jornada de Estugarda, la qual se recordará sin duda en los venideros siglos.
Su Ilustrísima, el Obispo de Talavera, a Diez y Nueve de Junio de Dos Mil y Sei.
Sólo un detalle olvida Su Ilustrísima. Raúl, cuando el portero rompe a llorar y grita ¡soy una mierda! ¡soy una mierda! ¡toma rechace para el centro! y el ariete madrileño ejecuta el aguanís, la palanca y la folha seca al tiempo que le pisa la pierna con los tacos al defensor, estaba siendo marcado por un tunecino de nombre “Travesti”. Que nosotros no decimos nada, pero que son cosas que se tienen que saber.
Raúl lo ha conseguido, ha templado el ego de toda la plantilla y por el camino nos da la victoria. Es el más listo de la clase. Lo que viene después es una orgía con Torres marcando un gran gol, siendo trabado de nuevo, como en Ucrania, por sus propias piernas tras una dilatación súbita del recto cuando un tunecino remolón le acaricia suavemente con el dedo el lóbulo de la oreja, convirtiendo el penalty posterior, y añadiendo, por último, un par de fallos clamorosos para ir ensayando ese disparo que está a puntito a puntito de entrar en el minuto 93 de los cuartos de final.
Ya tenemos dos muescas en nuestra pica. El secesionista eslavo y ahora el pirata bereber, proximamente, en La Última Cruzada, a por Arabia.
Álvaro (LPD) & la colaboración especial de Álex
15/06/06: ESPAÑA DESDE EL BUNKER I: ¡Que nos den la copa ya!
Mientras la ETA aguarda a conocer los resultados de las elecciones a la presidencia del Real Madrid a fin de establecer otra mesa más de negociación, los organismos internacionales al uso han tenido a bien establecer una serie de fechas estratégicas de partidos de La Furia para contener el gasto español durante determinadas horas puntuales y que la burbuja inmobiliaria no arrastre a todas las bolsas occidentales desencadenando las mayor crisis mundial desde el Crack del 29.
Los jugadores españoles, ante tamaña responsabilidad, se jugaban algo más que un hipotético contrato blindado y archimillonario: estaban en juego desde las inversiones de la industria norteamericana hasta las hipotecas del pueblo lapón.
Ucrania es una nación joven, por lo tanto turbia a nuestros ojos, puesto que el mínimo perímetro español ya fue delimitado por el pueblo vasco antes de que los subpeces, orillados y marginados por escualos centralistas, se dotasen de patas para caminar por la superficie que iban abandonado los glaciares. Además, España tiene su enseña espiritual, rojigualda, contraste del color rojo de la sangre frente a gualda de la crisis hepática a la que estamos abocados por nuestra constante ingesta de espirituosos de la misa al carnaval, de la soledad a la empatía. Y ellos, sin embargo, sólo pueden lucir como trapo una humilde foto paisajística: hectáreas de cereal con el cielo despejado. Nosotros somos cáncer, ellos un prurito en la piel.
Para más insulto, los ucranios conforman una especie de Cataluña. Una horda separatista de esa grande y gloriosa nación que les ha exterminado, explotado y matado de hambre: Rusia. No obstante, basta comprobar el trato que recibió Jruschev, líder monigote de transición en la URSS, por sus correligionarios rusos de pura cepa, que le tenían por menos que todo un Carrero Blanco a un Paco Martínez Soria. De tal modo que el único vigor ucranio que ha trascendido en el mundo entero fue la célebre frase de Jruschev al ser purgado de mala manera: “la mierda flota” –¿cómo va a competir esta porquería de frase con todo un “programa, programa, programa”, que viene a ser lo mismo pero en psicópata?.
Ante esta ralea de desarrapados, España sólo podía castigar. Romperles las piernas, escupirles en las heridas y mearse en las gangrenas subsiguientes. A Dios gracias, cumplimos. Luis Aragonés pisa suelo alemán, una bella tirolesa le ofrece un ramo de flores, él rehusa, y por el colmillo, dice ladrando: no me des esta mierda que a mí no me cabe por el culo ni el bigote de una gamba. España está presente. Al menos, Kupra, Elektra y Al Qaeda así lo sienten y, en acción coordinada, nos ponen enfrente a una selección vestida de amarillo. Luis se hunde, pero está Polancone, que tiene a Dios –Diego Armando Maradona Franco- comentando el encuentro del lado de La Roja. Gott mit uns, que ponía en los cinturones de la Wehrmacht; con eso basta para ganar en los Lander aunque haya sido previo pago de unas cifras, pero todos los semitas sabemos que nuestros demiurgos no hacen nada gratis.
En ese ambiente de nacionalsocialismo latente, sólo un jugador de la selección podría abrir el marcador: el vasco, a su rollo, con la nuca. Pero no queriendo ser menos, Villa, adiestrado en campos de tierra, lanza una falta que, con los balones “Mikasa” propios de ese tipo de terreno, hubiera ocasionado una lesión cervical crónica al jugador ucranio en cuya jeta fue a impactar el balón, mas como en este Mundial se juega con un esférico metrosexual concebido por diseñadores posmodernos en techno-antros del Berlín Occidental, la bola rebota en la cabeza del rival y se cuela dentro de forma contundente. España dos; Ucrania cero.
La televisión enfoca a los principitos. España protesta ¿Dónde está Juancar? Nuestro monarca, pese a no tener en la mano una copa con brandy de Jeréz del torito bravo, siempre mantiene cierto ademán como si la tuviera. Nos gusta, nos alegra. El príncipe lo que tiene es cara de sota. No nos vale. Si el heredero quiere alcanzar las cotas campechanas de su padre, que al menos lo saquen mientras la asturiana le fela en el palco parapetándose en su españolísimo abanico. Si no, preferimos ver a Beckenbauer y la escoba de esparto que lo acompaña.
De pronto, cual Moisés, Luis abre los mares y mete en el terreno de juego a Raúl y a Albelda. El uno monopoliza por completo la figura del que está a puntito a puntito de tocarla decentemente cada vez que se le acerca la pelota, y el otro se erige como el único y todopoderoso mechitas en todo el terreno de juego: Torres queda libre de ambas pesadas cargas. Pero le da tiempo a dejar un último destello en estas labores. Se queda solo. El defensa ucranio le toca el pompis, el atlético se pone contento y se le traban las piernas a consecuencia de una dilatación súbita del recto. El árbitro entiende que eso, con efecto en cadena o sin él, no es otra cosa que un derribo. Villa la enchufa, el portero se lanza de maravilla, pero en ese golpeo, como un solo pico, estaban todos los mineros de España: para dentro, por pelotas. España tres; Ucrania cero.
En semejante clima de victoria, España se gusta. Tanto que pierde las formas y vuelve a sus esencias naturales. Un pony vuela por los aires con las herraduras por delante, el defensa ucranio, acongojado, no acierta a despejar y un negro enchufa un gol de toma pan y moja. El colegiado lo anula. Pita pu-pú, el central se había hecho pu-pú. Por lo visto, una de las novedades de este Mundial, dentro de la idiosincrasia alemana, es que los goles han de estar ejecutados por lo que en tierras de Parsifal entienden por “raza humana”.
No pasa nada. Como decíamos, Torres está mucho más suelto desprovisto de la responsabilidad de joderlo todo como un puto maricón. El chico se siente a gusto y da la casualidad de que entra en juego Puyol. El defensa catalán acepta la Unión de Armas del Conde-duque de Olivares y quiere participar en la victoria, pero con su hecho diferencial, faltaría más, de forma revoltosa, extravagante y retorcida. Así consigue ponerle el balón a Torres privándole además del monopolio de los movimientos más antiestéticos y descoordinados de la Iberia conocida. Todos juegan para Torres, es clamoroso. Y el Niño no defrauda, sin ataduras, remata como el tornero fresador que lleva dentro y por fin ha salido a flote. Ya era hora. España cuatro; Ucrania cero.
El Reino de España ha demostrado con creces ser la mejor selección del torneo. De no haber una conspiración internacional judeomasónica, todas las naciones decidirían por decreto otorgar ya mismo el trofeo a España y cancelar el resto de encuentros, accesorios de todo punto. Pero no pasa nada, tenemos al Amadís de Gaula, tenemos a Luis Aragonés, esto es un clamor: ¡España! ¡España! ¡RA, RA, RA!
Álvaro (LPD)
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