F.A.Q. Mundial 2006
Los Agujeros Negros del Mundial
La Página Definitiva realizó un enorme esfuerzo con ocasión de la Copa del Mundo de Fútbol que se celebró en 2002 en Corea del Sur y Japón, entre otras cosas para explicar a nuestra magna audiencia qué era el Mundial y cómo debían comportarse las gentes de bien con ocasión del evento.
En principio, podríaos dar por amortizado, en consecuencia, el asunto. Nos remitimos a lo ya escrito y ya está. Pero no, LPD servicio público nos obliga a obrar de otra manera. Porque el mundo cambia y evoluciona. Y con él lo hace el balompie, la religión y todo lo que explica que los Mundiales sean lo que son. En 2002 las cosas estaban más o menos controladas, con el asuntillo afgano liquidado, Irak en el punto de mira, el islote Peregil acariaciado por el mejor gobernante que nunca vio España y la ETA a punto desaparecer. El fútbol era en esa época un fiesta y la selección española sólo quedó apeada de la victoria que en justicia le correspondía por el primer eslabón de la conspiración que desde entonces ha puesto patas arriba el mundo: Al Gandulf, Al Zharqaui, Rub-Al Kaba y demás terroristas a los que Rodríguez Zapatero besa en los morros en cuanto pueden obligan a actualizar lo que en su momento dijimos. Porque, aunque el Gobierno quiera ocultarlo, hay preocupantes agujeros negros en torno a todo esto de los Mundiales que requieren de una intervención a cargo de Jiménez Losantos y El Mundo, como mínimo. Nosotros, modestamente, haremos lo que podamos.
1. ¿Qué es una Copa del Mundo?
La Copa del Mundo de Fútbol es un campeonato que se celebra cada cuatro años en época estival en el que se enfrentan varios equipos de fútbol. Como verán, en principio, nada al margen de la periodicidad diferencia a este magno acontecimiento de eventos de importancia indudable como el Trofeo Colombino, el partido de presentación del Matalascañas F.C., el trofeo Santiago Bernabeú o cualquier otro bolo veraniego como la Supercopa. La cosa se televisa con total normalidad, a pesar de la distancia, gracias a los avances de la técnica (satélites y esas cosas) y las empresas pueden así lograr un impacto publicitario equivalente a si la cosa se hiciera en Cádiz y se llamara Trofeo Ramón de Carranza. Es decir, que no se preocupen, podremos ver en acción al Beckham SL contra Ronaldinho SA cómodamente instalados en el sofá.
Las particularidades de este torneo son sin embargo que las empresas hacen joint-ventures temporales para darle salero a la cosa. Así, por ejemplo, las mercantiles Ronaldo y Zidane no actúan de consuno sino que se alinean con intereses enfrentados. Los equipos participantes hacen un esfuerzo encomiable para hacernos creer, en esta línea, que la cesura se corresponde con oscuros intereses nacionales. No se fíen. Como buenos españoles ya sabemos que, por mucho que los pérfidos catalanes se empeñen, eso de las naciones es una filfa. ¿Es en consecuencia aleatoria la organización y alineación de jugadores-empresa? No, responde a sutiles equilibrios entre empresas de ropa deportiva, de comida rápida y entidades de crédito. Ronaldo SA contra Zidane SA es una especie de encuentro entre Nike y Adidas.
Para salpimentar este crudo belicismo empresarial, a la manera del Foro de Davos, una Copa del Mundo trata de engañar a la gente a base de poner a comentaristas deportivos a narras jugadas y las repeticiones de los goles. Su fucnión esencial es:
a) Convencer a la audiencia de que los tipos que hay en el campo practican el juego del fútbol y no el extraño conjunto de disciplinas atléticas, a medio camino entre el cross y la lucha grecorromana, en que se ha convertido en realidad el balompié moderno.
b) Imbuir en el público la convicción, contraria a toda experiencia sensorial, de que los equipos que se enfrentan son representantes de diversas naciones del mundo, y los jugadores habitantes de los mismos. Esta ficción, caso de ser cierta, convertiría estos Campeonatos en un reducto de romanticismo si no hubieran sido rescatados imaginativamente de esa terrible situación por los avispados jugadores y sus representantes. Afortunadamente en la actualidad podemos considerar que las selecciones nacionales están tan mercantilizadas como cualquier equipo de potencial similar (un Segunda A de mitad de la tabla) y sus componentes jugan en ellas y meten la pierna “por el orgullo de representar a …” (además de por jugosas primas y por aumentar su caché exponencialmenete). Tampoco, de nuevo, se mantiene excesivamente sana la ficción de que los jugadores de cada equipo provienen del país que les viste, alimenta y paga. En este sentido la filosofía de las modernas selecciones en lo que se refiere al origen de sus jugadores es similar a la practicada por el Athletic Club de Bilbao: tras una firme declaración de principios se esconde una realidad rica en matices riojanos. De esta forma todos hemos podido disfrutar de la aportación de jugadores como Donato en la selección española, que simultaneaba con apariciones televisivas promocionando un libro (“Fuerza para vivir”) hablando en perfecto portugués-brasileño. Por ejemplo, entre los gladiadores que la selección española tiene previsto alinear este año, y a falta de un buen quinteto de vascos-vascos o de la irrupción de Oleguer en el grupo, tenemos a Marcos Senna o a Pernía como máximos exponentes de que España es tan grande que puede abrazar a cualquiera.
c) Por último los Mundiales de Fútbol son presentados también como un campeonato en que “cualquiera puede ganar” (o casi, elimen de los participantes a la selección española). Evidentemente también esta cualidad es radicalmente falsa, pero permite vender periódicos en muchos lugares del Mundo. A la hora de la verdad, sin embargo, la victoria final sólo contempla cuatro opciones: o consagración del fútbol como espectáculo serio coronado por un triunfo alemán, o magia italiana demostrando que cualquier mediocre en esta vida puede llegar a lo más alto siempre y cuando sea perfectamente consciente de sus miserias y las enarbole como seña de identidad, o triunfo brasileño (tradicionalmente cimentado en el shock cromático que en los rivales supone contemplar la vestimenta de la selección canarinha, por lo que en los últimos años, con los avances hacia la horterez del resto de equipaciones deportivas, el poderío brasileño está en horas bajaas), o patético triunfo del equipo organizador ayudado por escandalosos favores arbitrales (la excepción a esto fue, como no podía ser de otra manera, la selección española, a la que ni los árbitros ni un enrevesadísimo sistema de competición que le permitía incluso pasar de ronda perdiendo el partido pudo hacer llegar más arriba de sus habituales y mediocres cotas) tal y como ocurrió con Francia, Argentina o Inglaterra.
Como en LPD creemos en las matemáticas para desentrañar agujeros negros, tenemos la convicción de que hay un 50% de posibilidades de que gane Alemania, un 25% de posibilidades de que lo haga Brasil, un 24% de que se corone Italia y un 1% de que lo haga la Orquesta Mondragón.
2. ¿Es importante un Mundial?
Por supuesto, y contra lo que pudiera derivarse de todo lo arriba expuesto, los Mundiales son un acontecimiento de primera magnitud, pues permiten a los jugadores de la Liga española estar ocupados durante gran parte del verano y no perder así tono físico de cara a lo verdaderamente trascendente: el Campeonato Nacional de Liga.
Los Mundiales tienen otras consecuencias positivas, como es el caso de que se trata de una de las pocas ocasiones en que los encuentros de la selección española (por desarrollarse en verano) no obligan a posponer alguna jornada de Liga. Además algunas regiones de España se ven muy favorecidas por la celebración del Mundial, ya que la necesaria reducción del período vacacional que impone libera a la isla de Ibiza de varias semanas de presencia masiva de jugadores del Madrid (gentes de buen gusto que se solazan normalmente en esas costas en compañía de lo más selecto del reparto de las series televisivas juveniles y otras gentes de buen vivir).
Igualmente la propia dinámica de estos campeonatos es un acontecimiento de primera línea política, esencial para fortalecer la arquitectura de la convivencia española. Cuando, periódicamente, las reivindicaciones de los nacionalismos periféricos se aquietan momentáneamente y puede empezar a extenderse la idea de que el buen pueblo español unido es capaz de lograr grandes hitos un Mundial suele poner las cosas en su sitio: fracaso absoluto de una selección trufada de jugadores en baja forma de equipos de la capital como consecuencia de la presión mediática, que trae como consecuencia la constatación de lo acertado del sistema autonómico, que permite a cada cual ir por su cuenta y acusar a la colectividad y muy especialmente al centralismo de todos los males existentes y por exisitir. Este año, además, los políticos españoles han sabido jugar esta carta a fondo y aprovechando el fervor patriótico previo y el previsible reflujo centrífugo, Rodríguez Zapatero y Maragall han decido organizar tanto el referéndum por la independencia de Cataluña como la negociación con ETA para entregar a los navarros cocinados y con una manzana en la boca en estas fechas, aprovechando la coyuntura.
Accesoriamente a estos benéficos efectos con los Mundiales gana mucho dinero casi todo el mundo: jugadores, entrenadores, periodistas, empresas patrocinadoras, medios de comunicación especializados en la llamada “información deportiva”. Toda la factura recae sobre los hombros, como es costumbre, de los operadores dedicados a la televisión digital, que con su habitual capacidad para hacer negocios compran a precio de oro partidos absurdos de un Mundial entre Nigeria y Polonia para emitirlos en pay per view a las tantas de la madrugada y además se ven obligados, por ley, a ceder en abierto los partidos de la selección. La cosa es así año tras año y además en casi todos los países, aunque España se lleva la palma en los esperpentos televisivos. Para este Mundial, por ejemplo, Telefónica, que recompró en su día a Antena 3 los derechos, los vendió en una puja palmando pasta a una empresa que no podía emitir en abierto, como le obliga la ley, los de la selección. Por lo que ha habido que revender los derechos a Polancone (¡más y más agujeros negros!), en parte, y compartidos. Adicionalmente, una serie de partidos serán emitidos en codificado y los demás por una cadena que no se ve en gran parte de España. Y cada empresa que participa en el pastel paga una pasta por este embrollo del que no sabemos muy bien qué decir más allá de que, en la duda, es un escándalo montado, seguro, para favorecer al PFFR.
3. ¿Qué ventajas tiene que se celebre en Alemania esta edición?
Bueno, en primer lugar que se haga en Alemania imlica necesariamente, por el puto contínuo espacio-tiempo, que no se celebra en lugares absurdos como Asia o Alcorcón. Y eso no está mal. Como Alemania está además en el mismo huso horario que España los partidos son por la tarde y a primera hora de la noche, lo que supone un espaldarazo indirecto de gran magnitud al Plan Concilia del Gobierno, que busca organizar los horarios de los españoles a la europea para que puedan estar más tiempo en casita con los churumbeles o, en su defecto, por la calle comprando cositas. La economía española, inevitablemente, se resentirá algo, y en vez de 800.000 viviendas se construirán este año sólo 500.000. Pero eso provocará un mayor encarecimiento del metro cuadrado que, en definitiva, nos hará a todos más ricos.
Adicionalmente, y a la espera de que LPD publique su guía de viajes sobre Alemania, que el Mundial se celebre allí permitirá conocer esa gran nación a muchas gentes de bien que, por haber nacido años después, nunca tuvieron la ocasión de beneficiarse de ese antecesor del Interraíl que montaron en los años cuarenta las instituciones que luego se convirtieron en la Unión Europea para quienes deseaban conocer los paisajes centroeuropeos desde trenes de mercancías. De esta forma puede uno aprovechar para hacer algo de turismo cultural y visitar la oferta en materia de prostíbulos que el país de Hegel, Kant o Benedicto XVI pone a disposición de quienes se allegan a cultivar el espíritu. Para quienes opten por un modelo de turismo alternativo, más reivindicativo y social, siempre existe la posibilidad de visitar los burdeles para comprobar cómo los efectos de la directiva Bolkenstein en la liberalización del mercado de servicios han permitido que una nueva savia eslava dote de mayor competitividad a la economía europea.
4. ¿Cómo debe seguirse la competición?
Lo más sabio para estar al día de lo que ocurra en los Mundiales es adoptar una postura posibilista y seguirlos a través de los medios de comunicación. Ya lo dijimos en su día, al amparo de la lejanía de Japón y Korea, el nulo encanto de ambos países y lo decrépito de su civilización y modo de entender la vida. Pero tampoco ahora creemos que las cosas hayan cambiado sustancialmente, en el fondo. Que uno pueda cultivarse (o luchar contra la directiva Bolkenstein) igualmente en cualquier carretera costera española o en los complejos especializados en las cercanías de las grandes ciudades nos obliga a recomendar permanecer cómodamente en nuestros sillones a la espera de noticias.
Por otra parte la experiencia dice que vivir unos Mundiales in situ no es aconsejable, pues la cercanía al evento no supone estar más al tanto de todo lo que ocurre. Gentes que se embarcaron en la aventura en ocasiones pasadas lo comprobaron en sus carnes y volvieron a España con la triste sensación de haberse perdido lo realmente importante de la Copa del Mundo: estando en los estadios no tenían información ni sobre la asignación de habitaciones en la concentración de la selección española, ni sobre los menús de la misma, ni sobre las películas que los jugadores iban a ver al cine o los libros que aseguraban estar leyendo. Incluso alguno de estos sufridores reconoció con lágrimas en los ojos haber estado siguiendo el Mundial sin haber podido escuchar una sola opinión- reflexión de alguno de los jugadores sobre los partidos jugados. Todos estos aspectos, verdaderamente nucleares, pueden en cambio ser satisfactoriamente cumplimentados desde España.
Si Usted todavía está pensando en ir a Alemania recuerde, por último, el ridículo que hizo en el Mundial de Francia el chaval que lloraba a través de la pintura de su rostro con la rojigualda enseña española. Perdió a todos sus amigos y todo el campo de fútbol, toda España, se rió de él. Además, desde LPD recordamos el asunto cada cuatro años para que el oprobio dure eternamente. Y nosotros no queremos que Usted sea como él. Como tampoco le recomendamos a nadie que se pasee por un país distinto a España en época de Mundial, a no ser que uno disfrute siendo el blanco de todas las burlas y de la más despiadada y ofensiva conmiseración del prójimo. Háganos caso y siga todo el cotarro por LPD. Ni siquiera es preciso que altere sus horarios para ver los partidos, pues podemos asegurarles que carecerán del más mínimo interés.
5. ¿Qué novedades futbolísticas puede deparar este Mundial?
La novedad más destacada es que jugarán selecciones que representarán a países y otras, como Inglaterra, a partes de países. O sea, como siempre. Pero junto a ellas habrá también selecciones compuestas de ex-regiones de países que ya se han liberado en un alarde de egoísmo de sus centralismos benefactores. Serbia-ExMontenegro, por una parte, y Expaña, por otra, si el referéndum de independencia de los catalanas sale bien. Teniendo en cuenta que el portero de Serbia es de Montenegro la cosa puede dar lugar a una cosa si cabe más notable que el Argentina-Perú de 1978.
Respecto al mundo de la táctica y de la técnica más refinada, el descubrimiento de no sé cuántas bolsas de sangre en una turbia clínica madrileña dedicada a ma Medicina deportiva hace presagiar un campeonato poco físico para lo que habría sido posible. Entre este problemilla y que la Cadena SER ha impuesto el 4-3-3 como sistema obligatorio para todas las selecciones con la esperanza de que ahí Raúl González Blanco tnega un hueco, podemos asistir a un Mundial con registros goleadores sorprendentemente elevados, para los tiempos que corren.
6. ¿Cuáles son las esperanzas (resultadistas) que permite albergar la selección española?
La pregunta es, evidentemente, una solemne tontería. España acabará los Mundiales donde le toca: en el montón de equipos mediocres, incapaces de ganar un Campeonato pero que, al menos, tienen la suerte de estar situadas en Europa y contar por ello con un fútbol indígena mínimamente evolucionado.
A medida que se acerque el debut empezarán a oirse opiniones en la línea habitual: “vamos a soñar un poco, ¿por qué no?”, “España está al mismo nivel futbolístico que los más grandes, sólo falta un pequeño salto de suerte y confianza”, “hay que ir paso a paso, poco a poco, pero podemos ganar a cualquiera”, “nadie sale con el campeonato ganado de inicio y, trabajando duro, tenemos opciones” … Supongo, sin embargo, que a estas alturas todos Ustedes tendrán meridianamente claro que estas afirmaciones, que se vierten sistemáticamente en las vísperas de los grandes acontecimientos, no tienen base racional alguna. Si algo ha demostrado España es que, al margen de que pueda o no ganar a cualquiera, está en condiciones de perder con casi todos, que es la otra cara de la misma moneda y que no se suele resaltar tanto.
De forma que en materia de resultados no esperen mucho de la selección: España acabará en cuartos de final si la cosa va bien, o hará las maletas incluso antes a poco que se pongan torcidas.
7. ¿Cuáles son las esperanzas (estéticas) que permite albergar la selección española?
Si en materia de resultados las cosas no pintan bien otro cantar es el modelo de fútbol que enseñaremos al mundo. Porque la selección cuenta con la posibilidad de alinear lo que mundialmente es conocido como “jugones”. Es decir, una serie de pedazo-jugadores como Cesc e Iniesta, Fernando Torres y Reyes, con una aquilatada experiencia internacional adquirida en el torneo de alevines que Joserra de la Morena organiza en Brunete todos los años.
Los chavales lo van a dar todo, como de momento están dando gracias al Señor (al Señor de La Morena) por haber sido convocados. Porque la cosa no se queda ahí: han de jugar. Sabido es que en España basta eliminar de la alineación a Albelda para que el equipo pase por arte de magia de ser una escuadra tosca y sin encanto a convertirse en un referente de toque que ni la selección brasileña, como bien comenta el Sabio seleccionador español en los escasos momentos en que no está profiriendo insultos racistas, escupiendo al suelo o rascándose los cojones. El mensaje viene a ser, más o menos, como sigue: “Si la prensa de Madrid sostiene que son tan buenos, los chavales deben de ser la hostia, así que yo los pongo a jugar y que meta goles Al Gandurf, que a mí luego no me pueden pedir explicaciones”.
El equipo de jugones de campanillas permite albergar, pues, grandes esperanzas: Sergio Ramos ha prometido que lucirá camisa de lino blanco bien ceñiditas, Fernando Torres se ha hecho las mechas para estar a punto, Joaquín cabalgará un par de veces por la banda como diciendo al Real Madrid que está disponible para promocionar la depilación láser integral y Reyes hará alguna efervescente aparición en los 15 minutos iniciales de partido que le garantice lanzar una línea propia de collares de cuero para veraneantes en Les Platgetes d’Orpesa.
Los españoles afrontamos con optimismo el Mundial, pues perderemos pero daremos una lección haciéndolo a lo grande. Por primera vez en la historia, asumida e interiorizada totalmente la inferioridad de la raza como consecuencia de haber borrado el legado del Caudillo y de la labor de zapa de Zapa, España acude al Mundial sabedora de que sólo podemos aspirar a presentar al equipo que mejor juega de toda la Historia, por mucho que no sea capaz de meter un gol salvo accidente. Pero es que no es tan sencillo tener a media docena de Iniestas en el equipo titular, garantizándote no sumar tanto alguno.
8. ¿Supondrá el Mundial la consagración definitiva del Que Tira del Carro?
Por supuesto. Joder, es que ya le toca. Alguien con las cualidades de Raúl González, que ya ha aprovechado otras citas como el Mundial de Francia, la Eurocopa de Bélgica, el Mundial 2002 y la Eurocopa de Portugal para brillar con luz propia, coger el mando del equipo nacional, y llevarlo en consecuencia derechito a la eliminación, necesita un colofón de oro a su carrera. Y aunque el hecho de estar en la convocatoria a pesar de que, siendo generosos, el chaval lleva dos años arrastrándose por los campos de fútbol es algo prometedor no parece suficiente. Queremos Raúl de titular y demostrando de lo que es capaz partido tras partido. O sea, que nos unimos al clamor popular de todos los medios de comunicación: Raúl, a tirar del carro. Creemos que sería un bonito homenaje que, además, cediera el testigo dle liderazgo moral de la selección a Fernando Torres, para garantizar así que su legado perdure una década más.
Porque el problema de Raúl es que sus compañeros de selección no están a su altura con contadas excepciones como la de Torres o la de algún otro galáctico mediático como, por ejemplo, Sergio Ramos. Por eso él, descentrado, acaba rindiendo por debajo de sus posibilidades en estas grandes citas. Recordemos que Raúl ha hecho casi media docena de goles esta temporada, aval y registro que es dudoso, en cambio, que logre igualar en Alemania.
Igualmente conflictivo resulta el empeño de todos sus compañeros en que sea precisamente él quien asuma el mando, lance faltas y penalties, encabece el juego de ataque y, lo que es peor, conceda entrevistas y convoque ruedas de prensa.
Para que la estrella se encuentre en un entorno adecuado creemos que sería más conveniente que Raúl se limitara a deleitarnos con sus apariciones en el Real Madrid. O, en su defecto, que la selección contara con más jugadores del Madrid. Si ocurre como este año, que no quedan titulares en el Madrid que seleccionar, ni apenas banquillo (véase el caso Míchel Salgado) siempre puede extenderse el ámbito de captación de jugadores a la zona natural de influencia del Madrid (Atlético de Madrid, Getafe, Leganés…). De esta forma Raúl no se vería obligado a jugar con la “basura antiespañola” (que en ocasiones ha llegado incluso a aparecer en televisión sin una sola prenda de vestir ornada con la bandera nacional) que le rodea (en parte) en la selección. Y, por otra parte, se sentiría siempre en casa, rodeado de gentes de bien como sus compañeros de club: bien vestidos, con colonias y trajes caros y amantes del fútbol-arte que practica el más incomprendido “9” de la historia de la selección española.
9. ¿La equipación oficial de la selección puede ser todavía más hortera?
Sí. Y es que hay cosas que, por muy insuperablemente horrendas que parezcan, son susceptibles de ser empeoradas si se contrata a las personas adecuadas para ello. De esto la Federación Española de Fútbol sabe, por lo que se ve, un rato.
10. ¿Llegará José Ramón de la Morena al próximo Mundial?
Joserra es eterno, como Dios. Llegará por ello a los próximos Mundiales siempre y cuando encuentre otro seleccionador al que aleccionar. Porque es dudoso que Luis Aragonés, una vez haya cobrado la prima que la Federación Española da a sus jugadores por caer en primera ronda, tenga más necesidad de hacer el ridículo, con lo que urgirá un sustituto.
LPD, para ir haciendo camino, propone desde ya a Míchel, joder, que no puede ser que a ese chico, con lo que sabe, se le niegue oportunidad tras oportunidad.
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