Historia del Cine (III). The Lumière Brothers
Las últimas décadas del siglo XIX fueron un auténtico desbarajuste de inventos que trataban de mostrar imagen en movimiento. Después de vivir durante siglos con la “linterna mágica” (un aparato para proyectar imágenes, similar a las diapositivas), aparecen inventores por doquier, que se hacen la competencia para ver quién crea el aparato más bonito y útil, cada cual con el nombre más raro y con más raíces griegas y latinas: fenakistoscopio, bioscopio, vitascopio, kinetofonógrafo, thaumatropio, viviscopio, cronofotógrafo, etc. Pero ni se le ocurra aprenderse estos nombres, y mucho menos el de sus inventores: no tiene ninguna utilidad. No existe, de hecho, una conversación más aburrida que empezar a soltar este trabalenguas, o describir cómo funcionaban tales aparatos. Y no es útil porque supone perder el tiempo hablando de máquinas sin sentido, cuando lo que interesa es hablar de películas, de la sensibilidad de los guiones, de la belleza de la fotografía.
Para hablar de máquinas, ya se juntan entre sí los machos y discuten de fórmulas uno, de motos y motores; y las chicas, sobre máquinas de coser, lavadoras y aspiradoras. No conviene entablar una charla sobre máquinas con el sexo opuesto: los intereses son distintos. Y recordemos que si tenemos que aprender algo de cine es para un único objetivo: fascinar y, si se tercia, ligar.
Después de todos estos inventos, y a pesar de que Edison consigue imagen en movimiento, ¿qué creen que ocurrió? Que llegaron los franceses. Ya saben, esos pérfidos gabachos que se apropian de todo, desde Picasso a Jacques Brel, esos repugnantes chovinistas capaces de reinventar la historia y decir que ellos plantaron cara con fiereza al nazismo. Ese pueblo es el que se ha apropiado el invento del cine. Por cierto, huelga aclarar que este discurso francófobo es sólo una apostilla para que sepamos la absoluta verdad del asunto. Pero debemos ocultar esta vena de raciocinio en los ambientes cinéfilos y clamar todo lo contrario: que Edison era un empresario yanqui en absoluto preocupado por el Arte, y que fueron los hermanos Lumière quienes nos han legado el mayor logro de la historia.
Louis y Auguste Lumière nacieron en Francia. El padre de ambos era un fotógrafo de retratos que montó un negocio modesto que los hijos se encargaron de desarrollar. El 22 de marzo de 1895 presentan una peliculita que muestra la salida de los trabajadores de la fábrica. La presentación se realiza en la Sociedad para el Fomento de la Industria Nacional. Es decir, una película propagandística. Es perfectamente imaginable la situación; ese público formado por ilustres señores maravillándose al descubrir una especie: “Oh, François, mira, ¡trabajadores!” “¿Trabaquoi, André?” “Trabajadores, François” “¿Y qué hacen?” “Trabajan, François” “¿Y eso es bueno, André?” “Para nosotros, no creo, François, porque no nos criamos para eso. Pero míralos a ellos, tan contentos y organizados”. Después de repetir este pase en varios foros y universidades, el 28 de diciembre proyectan en el Grand Café una sesión de diez películas que en total duran quince minutos. De estas primeras proyecciones de los Lumière, algunas formas de hacer películas han permanecido en el cine francés, y otras, han cambiado ligeramente:
– la famosa película de la llegada del tren provocó el espanto general del público, que salió alarmado. Ahí ya se demostró que el espectador europeo no estaba hecho para emociones fuertes, y desde entonces los cineastas comprendieron que era mejor hacer un cine mal llamado “lento y aburrido”, un cine al que etiquetas como “poético”, “vital”, “sensible”, “inteligente” o “artístico” hacen mayor justicia, adónde vamos a parar.
– sin embargo, que en quince minutos cupieran diez películas es algo que estaba poco pulido, habida cuenta de la poca experiencia de los Lumière. El espectador europeo prefiere películas largas, planos más sostenidos, quiere ver crecer la hierba… El espectador sensible europeo huye de esos rápidos planos/contraplanos, de escenas de persecución o de historias de asesinatos. Eso, para los brutos americanos, que sólo piensan en que las películas las vean mucha gente.
– las películas de los Lumière tratan de gente anónima, de gente de la calle. Es gente normal, con sus problemas, sus inquietudes. Son películas sin un argumento “emocionante” (en el pérfido sentido hollywoodiense del término), pero sí “emotivo”, por cuanto recogen retazos de lo que es la vida real. Una influencia indudable en el desarrollo del posterior cine europeo.
Si una cosa tuvieron muy clara los Lumière desde el principio, es que ellos no caerían en el dinero fácil, en los oropeles de la fama y la vida disipada. Así, al tiempo que crean una red de salas de exhibición, que controlan el negocio, no renuncian, ni mucho menos, a lo que es más importante, a sus inquietudes artísticas: la marca de los Lumière será la filmación de paisajes y monumentos, acontecimientos históricos y multitudes. Los Lumière se codean con la realeza europea, que muestra su gusto exquisito por el invento: la infanta Isabel de España muestra su admiración por el cine, casi cien años antes de que la Duquesa de Alba declarase, a la salida de una sala, su fascinación por las películas de Los Morancos. Pues, con todo, los Lumière no vivieron de rentas y siguieron investigando, desarrollando prototipos de fotografía en color y de cine en relieve.
Los Lumière fallecieron muy viejecitos, rondando los noventa años de edad. Ya sabemos que para estas cosas patrias, el Estado francés es siempre muy agradecido. Y su manera de apostar por el cine documental se vio recompensado con creces: tuvieron tiempo de sobra para ver a una de sus alumnas más aventajadas, Leni Riefenstahl, realizar sus simpáticos documentales sobre el macho ario. Mientras eso sucedía, Hitler soñaba con su invasión europea, en la que encontró una fiera resistencia francesa que aguantó nada menos que un mes. Sin contar con la letal “résistance”, definitiva para la debacle del nazismo. Todo ello visto por los únicos inventores del cine, los hermanos Lumière. La de hechos históricos que han protagonizado.
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