Portugal

Tirando el Carro

España ha llegado a ese punto que todos los aficionados al fútbol de la península ibérica tan bien conocen. Apenas iniciada una fase final de un campeonato internacional la selección ha dejado patente que toda la ilusión que los freaks de los medios de comunicación habían vendido (“tenemos un equipazo”, “aspiramos a todo”, “este año sí”) era únicamente eso, humo. Tras dos partidos contra equipos del potencial de Rusia y Grecia (si algún lector, a estas alturas, y apenas transcurrida una semana, recuerda el nombre de media docena de jugadores rusos, griegos o rusos/griegos, puede escribir al diario Marca y a buen seguro le ofrecerán un puesto de analista técnico, impresionados por la honda sabiduría atesorada), los españoles han demostrado que su equipo es capaz de hacer un fútbol tan ramplón como el de aquéllos y que, además, los resultados tampoco acompañan.

En esas estamos, en consecuencia, apelando a la épica. Porque España se juega el pase a cuartos de final (habitual listón que sitúa la trayectoria del seleccionador de turno en el Olimpo de los mejores técnicos de la historia de la selección) contra Portugal, o sea, el anfitrión. Equipo de casa, técnicamente bastante superior a España, apoyado por la afición y, para rematar la faena, obligado a ganar porque en caso contrario serán ellos quienes se irán a casita (bueno, no, porque ya están en casita, pero que abandonarán la Eurocopa, vamos). La cosa pinta entretenida, eso no se puede negar.

La constelación de estrellas portuguesas

Portugal es un país situado al Oeste de España. En contra de lo que creen muchos españoles, inducidos a ello durante lustros por la única geografía que se enseñaba antes de la LOGSE (el mapa del tiempo de la tele, sin ir más lejos), España no linda al Oeste con el Océano Atlántico. O no toda la España Oriental lo hace. Con la excepción de Galicia (que sí linda con la mar océana al Oeste, pero a cambio tiene frontera con Portugal al sur), al Oeste de España hay un país desconocido e ignato: Portugal.

Y, sin embargo, los portugueses no son tan diferentes. Hacen el ridículo Eurocopa tras Eurocopa y Mundial tras Mundial, su afición cree tener un equipo de campanillas, sus clubes ganan de vez en cuando competiciones europeas y sus mejores jugadores juegan en el Real Madrid. ¿Les suena esto de algo?

Portugal es una perita en dulce para cualquier otro equipo que se enfrente a esta selección. Pero, recordemos, estamos hablando de España. Y la cosa se iguala tanto que se entiende que hablemos de “Grupo de la Muerte”. Dado que es prácticamente imposible que ambos equipos queden eliminados, uno de los dos, pero sólo uno, escapará a su destino histórico de hacer el ridículo y disputar por pleno derecho el título de Equipo Más Patético del Torneo. Oh, injusto hado, que tan complicado pones realizar un pronóstico. Porque en principio, ¿qué mayor ridículo que quedar eliminado a las primeras de cambio siendo el organizador? Parece que la dinámica juega a favor de que Portugal consolide sus méritos para la derrota, pero no nos engañemos, ¿acaso habría algo más triste para España que ser eliminada por una Portugal de derribo?

De derribo, porque, la verdad, los peligros de Portugal no llegan por sus estrellitas. No se sabe muy bien por dónde pueden llegar, de hecho. ¿De sus jugadores? No lo parece. Los lusos presentan una generación de oro, que ganó todo en selecciones infantiles, juveniles y de torneos de solteros contra casados, pero que no ha rascado bola desde que juega contra equipos serios como Alemania, Italia, Francia o, en general, cualquiera que no provenga de la península ibérica. ¿Les suena de nuevo? A nosotros también.

Esta Eurocopa es la última oportunidad de esta generación de estrellitas que, en consecuencia, presencian los partidos desde el banquillo, en una demostración del afecto de los latinos por nuestros mayores (los nórdicos ya habrían enviado al geriátrico a los Rui Costa, Conciençao, Vítor Baia, Joao Pinto, Rui Costa, Figo… y de hecho los portugueses han hecho lo propio con algunos de ellos). Sobresale por encima de todos ellos Figo, que a fin de cuentas es un galáctico, juega en el MEMYUC, y es un jugador “nacido para jugar en el Real Madrid” por su caballerosidad y sentido del honor en el campo de juego.

Decir que Portugal depende de Figo y su acierto nos da un poco de risa, por lo que a tanto no llegaremos. Pero es el capitán, vende camisetas que no veas (en Portugal y en los garitos de gays de estética camionero calentón) , y tiene siempre cara de mala leche. Viene a ser un equivalente al “Más Listo de la Clase” versión portuguesa. Su duelo con Raúl Bravo puede acabar recordando los espectáculos del futbolista torero.

El arma secreta portuguesa

A pesar de sus carencias, los portugueses son peligrosos. Tienen inquina a los españoles, son así de desagradecidos. Y encima necesitan ganar, por si faltara algo.

Los portugueses han recurrido siempre a una táctica muy inteligente para derrotar a los españoles (algo que ha ocurrido sistemáticamente en todas las guerras libradas entre ambos países, como demuestra la misma existencia de Portugal como país): hacerse los despistados, aparentar que la cosa no va con ellos y aprovecharse del desconcierto y dejazón tan españolas para, contra todo pronóstico, imponerse a España. Es la tenacidad que da el odio, mientras que los españoles han considerado las disputas con Portugal como algo menor, como una ocasión perfecta para tomarse un fino y echarse una siesta, esperando emociones más fuertes.

Teniendo en cuenta este precedente, España tendrá mucho ganado si no cae en provocaciones para el adormilamiento y, sencillamente, demuestra estar centradita y acude al encuentro a la hora prevista. Con esta declaración de intenciones ya sólo queda jugar el partido, y confiar en que la desgracia que acompaña a Portugal sea mayor que la desgracia que acompaña a España. El duelo estará igualado, no hay duda, pero mientras haya vida hay esperanza. Y si se pierde no pasa nada: también se perdió la frontera natural del Guadiana y, ¿acaso se acuerda alguien?

Guía para disfrutar del partido

Como suele ocurrir con España, tras unos inicios de euforia, ya empezamos a tener claro qué va a pasar. De manera que la prensa española ha iniciado con la profesionalidad que la caracteriza una rigurosa labor para escrutar al árbitro sueco de turno. Ya saben: “Otro Robo”, “Vergüenza”, “Competición adulterada”. Y no, no estamos recordando los titulares de Marca o As cuando denunciaban la demagogia, el desatino y la incitación a la violencia que suponían las declaraciones de Jaume Ortí total por un penalty y dos o tres goles de nada (esta lamentable y llorona actitud de Ortí, desconocedora de que la competición no queda adulterada por dos o tres jugaditas puntuales fue denunciada, con gallardía, pero no viene ahora al caso). Nos referimos a los titulares tras la eliminación en el último Mundial contra Corea, por ser el caso más reciente.

Es decir, que el partido hemos de verlo asumiendo que nos lo van a robar, y que es nuestro deber como españoles denunciarlo desde ya. Jaume Ortí, ahora que no pinta definitivamente nada en el Valencia, debiera ser contratado por todas las radios nacionales para poder realizar acerbas críticas arbitrales para que sean escuchadas por todos. A fin de cuentas, pues mira, pelillos a la mar. Nos tragamos todo lo que hemos dicho y escrito sobre eso de acusar a los árbitros de equivocarse “inteligentemente” y lo dejamos claro: cualquier árbitro de nivel sabe qué equipos interesa que lleguen lejos y ganen, por motivos de audiencia y de repercusión en la opinión pública. Y luego pasa lo que pasa.

La competición no es limpia, eso está claro.виды антипригарного покрытияработа адвокат киев


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