I was in his ranch…

Viendo el show de la Guerra del Golfo II

La Guerra del Golfo, en su II Edición, está suponiendo, por ahora, un espectáculo de factura diferenciada respecto al show monotemático que dieron la CNN y el Pentágono allá por 1991. En aquella ocasión, la única forma de alejarse de las imágenes proporcionadas por el Pentágono (que insistían en una guerra limpia, tecnologizada, ajena a las cruentas consecuencias que habitualmente suele conllevar una guerra, que aunque no lo parezca y pueda resultar un anacronismo, de cuando en cuando provoca heridos e incluso muertos) fue, paradójicamente, la información proporcionada por la CNN y su reportero destinado en Bagdad, Peter Arnett, cuyas imágenes también mostraban la cara desagradable del conflicto, la destrucción y los muertos que causaban los bombardeos.

En esta ocasión, sin embargo, la mejora de las prestaciones tecnológicas de transmisión de datos, particularmente imágenes, la existencia de varias cadenas de información 24 horas que compiten entre sí y, sobre todo, el pluralismo de las mismas (pues no sólo contamos con tres o cuatro majors norteamericanas que abarcan desde el conservadurismo recalcitrante hasta la extrema derecha, sino que otros elementos más exóticos como el centro reformista de Ánsar, mediante el Canal 24 horas de TVE, y particularmente la televisión Al Yassira, radicada en Qatar, de la que más adelante hablaremos, tienen algo que decir), aseguran, en principio, una información más abundante y plural.

En las sociedades modernas, llenas de ciudadanos ambiguos y blanditos que se conmueven más por las muertes de seres humanos, incluso aunque sean incultos musulmanes, que por la salvación de un pozo de petróleo y el descenso en el precio de la gasolina, ganar la guerra en el campo de la información resulta vital, y para algunos, como es el caso del sádico Sadam bebedor de crudo, la única esperanza -por lejana que sea- de evitar su desaparición. En consecuencia, la información no puede ser ajena, en la medida en que los diversos contendientes puedan meter mano, a la estrategia militar:

– Los USA han optado por una estrategia de aparente pluralismo en virtud de la cual disponen de lo necesario para que los periodistas puedan acercarse al frente y así informar de lo que ocurre. Es esta una estrategia inteligente en el caso de un conflicto más o menos igualado y en el que realmente la población, no sólo el Gobierno, esté dispuesta a asumir sacrificios, como ocurrió en la II Guerra Mundial, pero en principio suicida en un contexto con ribetes coloniales como el actual, donde a poco que se tuerzan las cosas el conflicto se puede vietnamizar no sólo por las consecuencias que para un Ejército convencional tiene una desesperada guerra de guerrillas como, al parecer, ha decidido sostener Sadam (que duraría, en todo caso, poco si realmente el Ejército USA estuviera dispuesto a hacer sacrificios) sino, sobre todo, por las consecuencias mediáticas que tendría en el público norteamericano, que apoya el ataque pero sin demasiado entusiasmo, la visión de sus soldados cayendo en número más o menos abundante (y no digamos qué opinarían los millones de amiguetes de los terroristas que hay en Europa, aunque esto, claro, tanto a Bush como a Ánsar les da igual).

– Si a esto unimos que el propio Ejército USA es contradictorio con este escenario de relativa libertad informativa al apresurarse a ofrecer informaciones triunfalistas del paseo militar y las sucesivas conquistas de ciudades que poco después hay que desmentir, los problemas del relativo pluralismo se antojan mayores. Resulta ridículo que el primer día de ofensiva terrestre se conquistara la ciudad fronteriza de Um Qsar, al segundo la “Barcelona” iraquí, Basora y el nudo de comunicaciones de Nasiriyha, para a continuación desmentir, una por una, todas las informaciones previas. A día de hoy, el Ejército USA no tiene apenas credibilidad como fuente de información, con lo que el supuesto descubrimiento reciente de un depósito de armas químicas, más que mover al alivio de haber desactivado la amenaza, le recuerda a uno que ya es hora de hacer la colada y deshacerse de los peligrosísimos depósitos de detergente que todos, amigos de los terroristas desde el momento en que no comulgamos con Joe Mary Ánsar en todo, tenemos en nuestros hogares.

– En parte, las dificultades del Ejército USA para hacer lo mismo que en la I edición de la Guerra del Golfo, con caravanas guiadas e imágenes controladas siempre por los militares, derivan del hecho de que, lo quieran o no, el pluralismo en esta guerra existe de cualquier manera, gracias a la presencia en Bagdad y otras poblaciones iraquíes de múltiples periodistas y, particularmente, de la cadena de televisión Al Yassira, un peculiar canal de noticias para el mundo árabe que, sin embargo, presenta un respeto por la libertad de expresión y una factura occidentales (lo primero es una mera elucubración, pues mis conocimientos de árabe son, como Ustedes comprenderán en una sociedad multicultural como la nuestra, inexistentes, lo segundo se lo puedo asegurar). Mientras las últimas informaciones de los “aliados” aseguraban, por ejemplo, la conquista de Basora, Al Yassira emite un vídeo, poco después transmitido por todas las televisiones europeas, en el que pueden verse las consecuencias (exageradas o no) del bombardeo sobre Basora.

– La existencia de este pluralismo está permitiendo, paradójicamente, que la dictadura de Sadam se manifieste mucho más avanzada en la comprensión de lo que se juega en la guerra mediática que el Gobierno de Washington. La transmisión, el Domingo 23, de las primeras imágenes de estadounidenses capturados y caídos en el conflicto, el reconocimiento, siempre como contestación a informaciones de los iraquíes, por parte de los USA de sucesivas bajas, y el espectacular tíovivo de rutilantes conquistas desmentidas y reafirmadas una y otra vez, está comenzando a conferir cierta credibilidad a lo que dice Irak, y toda la relevancia a lo que muestra Al Yassira. Más vale que algún militar con deseos de medrar en la apabullante democracia que prepara Bush en Irak derroque, como es el deseo del Pentágono, a Sadam, porque si no tarde o temprano habrá que plantearse entrar en las ciudades, sustituyendo, en todo caso, un desastre (las abundantes bajas y la masacre de civiles en una guerra urbana) por otro aún peor (el goteo de bajas y la muerte de civiles por hambre, sed y bombardeos cada vez menos discriminados), sobre todo desde el punto de vista mediático.

Nunca puso nadie en duda que esta guerra la iban a ganar los USA, pero lo que se ventila aquí es la otra guerra, la de la opinión pública, que a día de hoy, bien al contrario de lo que podría sospecharse (una guerra “limpia” y “espectacular” -ambos términos, naturalmente, desprovistos de todo resto de moralidad- y una respuesta positiva por parte de la población iraquí que relativizaran el rechazo al conflicto en Europa y eliminaran las objeciones al mismo en EE.UU.), la están perdiendo.dutch translation in englishуслуга оптимизация сайта


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