Noticias del Mundial
Gladiadores respondiendo a los periodistas en el otro extremo del mundo
1/07/2002: Se acabó el Mundial:
Terminó por fin la peor Copa del Mundo de la historia (en dura competencia, eso sí, con el Mundial de Italia), tan mala, tan mala, que no es que Turquía y Corea del Sur jugaran las semifinales, sino que, pásmense, incluso España estuvo a punto de llegar a ellas. Veamos los principales datos que ha arrojado este Mundial.
1) La política de la FIFA de abrir el fútbol al mundo para que de él puedan disfrutar las masas ha arrojado el brillante resultado de tres partidos entre equipos buenos, es decir, Inglaterra – Argentina, Inglaterra – Brasil y el partido de la final, Alemania – Brasil. Todo lo demás, morralla más propia de un Mundialito que de lo que antaño se entendía como un Mundial.
2) Los anfitriones, particularmente Corea del Sur, han disfrutado de un favoritismo arbitral marca de la FIFA como no se recordaba desde los tiempos de España en el Mundial 82. En ese sentido, no es muy elegante que sea precisamente España la que se queje del arbitraje, pero pese a ello lo hacemos, qué coño, fue una vergüenza casi insuperable el robo de cuartos de final. Aunque es evidente que España siempre debería ganar por goleada a equipos patéticos como Corea del Sur, con o sin arbitraje, el árbitro egipcio no sólo eliminó a España con su actuación, sino que nos obligó a presenciar dos partidos más de la insufrible Corea.
3) La distancia de calidad futbolística entre el Mundial y la Eurocopa, e incluso la Copa América, se agranda cada vez más. Ante la evidencia de que esto a la FIFA le da exactamente lo mismo, el fútbol de verdad, el europeo y el sudamericano, deberían comenzar a plantearse si no estaría bien montar una especie de Mundial oficioso, con seis equipos sudamericanos y diez europeos, por ejemplo, para dejar las cosas claras a la FIFA. Esto, claro, no ocurrirá. El negocio es demasiado importante y los directivos de las federaciones demasiado apegados a sus dietas como para soñar en algo así.
4) Y sin embargo, hay que decir que por muchos chinos que hayan visto este Mundial, los que de verdad sueltan la mosca por los derechos del fútbol, las televisiones europeas, no deben estar muy contentas con un Mundial patético y con bajas cifras de audiencia a causa del horario. Esperemos que el exotismo de montar un Mundial en países de nulo nivel cultural (futbolístico y, porqué no decirlo, del otro también, no en vano hablamos de civilizaciones que, como todo el mundo sabe, tienen un decrépito modo de vida que causa un instintivo rechazo ético por parte de las gentes de bien, es decir, Occidente, los que sabemos jugar al fútbol) termine en Japón y Korea 2002 y a partir de ahora, lo de siempre: uno en Europa, uno en Sudamérica.
5) España, como siempre, ha fracasado. Esta vez ni siquiera ha sido necesario enfrentarse a un equipo medio bueno para ser eliminados, ha sido suficiente con Corea, una selección que nunca volverá a ganar un solo partido del Mundial y será ignominiosamente goleada por todos sus rivales en Alemania 2006, mientras el público se carcajee del estilo ágil, atrevido y fracasado de los coreanos. Estamos ansiosos por saber cuántos jugadores coreanos recalan en equipos europeos tras su rutilante éxito en el Mundial. Una vez escrito este nuevo exabrupto, volvamos con España. Si la Selección no es capaz de llegar a semifinales en un Mundial así, con todos los favoritos salvo Brasil eliminados en octavos de final, ya me dirán cuándo hacemos algo. Será preciso montar un Mundial y contratar asesores de Hyundai para llegar alguna vez a algo; mientras tanto, toda España seguirá desesperándose y riéndose, a partes iguales, de su Selección, cuyos fracasos son tanto más clamorosos cuanto los clubes españoles mandan en Europa.
6) Decíamos que ha sido un Mundial patético, pero es preciso reconocer que la final ha salvado una pequeña parte del naufragio. Fue la mejor final desde México 86, jugada con valentía por Alemania y ganada por Brasil merced a sus excelentes individualidades, porque un equipo en el que atacan hasta los centrales, qué quieren que les diga, no es un equipo serio. Todo lo contrario que Alemania, que tras el fracaso italiano ha sabido reivindicar en cada partido el juego de catenaccio y balones a la olla que define auténticamente lo que debería ser el fútbol: un deporte en el que no hay goles, ni ocasiones, ni nada de nada salvo táctica, es decir, justo lo contrario que Brasil y a kilómetros de distancia de los coreanos, que no tienen ni juego, ni goles, ni táctica, pero tenían árbitros.
26/06/2002 : El Mundial del multiculturalismo
En tiempos como los que vivimos, en los que el multiculturalismo y el papanatismo etnicista se han convertido en la nueva religión de las masas desatendidas por el cristianismo ecumenista (verán que, en realidad, estas nuevas tendencias no son sino la profundización en las bases de la idiocia e indecencia ética cristiana), el Mundial de Fútbol y la FIFA no podían ser menos. De forma que una competición en la que teóricamente debería verse buen fútbol y enfrentamientos entre los mejores equipos del mundo se ha convertido en una insoportable verbena de tipos que corren mucho y no saben darle a una pelota, que aburren a base de bien, y que van a lograr cargarse todo el encanto y la mística de un Mundial. Todo ello celebrado por gentes como Kofi Annan, negrito simpático de servicio que emplean los países occidentales para aplacar a los países del Tercer Mundo con un peculiar ” panem et circensis ” globalizado, que ya ha declarado la satisfacción de la ONU (y la suya personal) porque el Mundial está favoreciendo a los desfavorecidos.
Pues no. Un Mundial así es un desastre. La Copa del Mundo de Fútbol debería favorecer a los mejores equipos y a los mejores jugadores, y no moverse por extravagantes criterios de justicia social ajenos al deporte. Porque quien juega bien y merece ganar lo hace aunque provenga de una nación rica y desarrollada. Asusta, la verdad, pensar en la comparación entre la reciente Eurocopa de Naciones (donde la tensión competitiva y la belleza del fútbol brilló en las eliminatorias) con el lodazal de justicia social en que se ha convertido este Mundial.
Por el momento Turquía, eliminando a Senegal , ha impedido que se pueda disfrutar de la estupidez de ” un equipo de cada continente en semifinales “. Pero, a pesar de eso, los cruces dan ganas de echarse a llorar. Un Alemania-Corea del Sur y un Turquía-Brasil en semifinales de una Copa del Mundo de Fútbol obliga a replantear a la FIFA, esperemos, muchas cosas. Y como la final se medio complique, todavía más. La única desgracia es que un Alemania-Brasil taparía finalmente las miserias de quienes, con artes impresentables, han acabado con un Mundial en nombre de la ” justicia “.
12/06/2002: Francia eliminada
Y además de mala manera, tras perder 2 – 0 frente a una de las revelaciones del Mundial, Dinamarca, que aunque no se cruza con España es más que probable que sea eliminada a las primeras de cambio. El fracaso francés parece obedecer al cambio de tendencia de la política del país, que si en 1998 y en 2000 aplaudía a una selección mestiza, símbolo de la excepción cultural y la gauche divine parisina que gobernaba, y bien por cierto, los destinos de Francia, ahora en 2002 parece darle la razón a Le Pen y su denuncia de un equipo lleno de negros, dirigido por un moro que ni siquiera es votante del Frente Nacional (lo cual es novedoso, tratándose de un moro, y además de Marsella).
La derrota ignominiosa de Francia, de por sí placentera (recuerden que somos españoles, ¡coño!, como demuestra el exabrupto, por si quedaba alguna duda), alcanza el grado máximo de satisfacción cuando es contemplada por la Selección española desde las alturas, esperando a certificar el paso a segunda ronda con los nueve puntos en juego (única selección que puede conseguirlo, si no me equivoco) una vez nos deshagamos de un equipo, Sudáfrica, tan malo y con tantos negros que casi parece una Francia B.
El triunfo momentáneo de España no obedece al cambio de mentalidad (que siempre ha sido el mismo: lucrarse con las patrióticas primas por objetivos), sino a algo mucho más sencillo. Al igual que el Real Madrid es España, España ha de ser el Real Madrid, pues sólo así la Selección podrá recibir los bienaventurados efluvios del éxito inherentes al madridismo, al igual que la única manera de que España sea un país serio es que todo sea igual a la capital, Madrid. Al menos así lo entiende el Gobierno.
El problema de la Selección hasta ahora era precisamente su falta de españolidad. Los jugadores de equipos que no son el Madrid no sólo se caracterizan por intentar malignamente que “El Equipo de Todos” (España, aunque también pueden aplicar el argumento al Madrid) fracase en todos los saraos deportivos de renombre, sino que además son muy malos. Menos mal que Camacho, con su lucidez mental característica, se ha dado cuenta a tiempo y ha sacado cada vez a más jugadores del Madrid. Al menos así lo entiende la prensa deportiva, que sabrá mucho de esto, digo yo, habida cuenta de la imparcial manera con la que informaron de las patéticas declaraciones de Helguera antes del partido contra Paraguay (“quiero jugar, joder, que para algo soy del Madrid”), que no fueron leídas como es habitual (jugador estrellita que genera mal ambiente en el vestuario) sino como una demostración de “casta”. Camacho, naturalmente, se achantó y en lugar de dejar a Helguera en el banquillo para siempre (lo cual no sólo habría sido beneficioso para la autoridad del entrenador, sino para el juego de España) lo sacó en la segunda parte contra Paraguay. Nadie duda de que la apuesta de Camacho era demasiado ofensiva (cualquier apuesta que supere los jugadores ofensivos en número de uno es, valga la polisemia, ofensiva), pero si de lo que se trataba era de poner a alguien que pegase patadas para que Baraja se sintiera más cómodo, ¿no era mejor sacar a Albelda, compañero de Baraja en el Valencia y cuya habilidad pegando patadas nadie puede poner en duda?
Independientemente de esto, la verdad es que España puede, por una vez, reirse de los que habitualmente se ríen de ella, no sólo de Francia, ya eliminada, sino también de Argentina e Italia, en una difícil situación cara al último partido. Alemania, como era obvio, ya ha solventado la papeleta por la vía rápida, garantizando de paso que España pasará a cuartos de final si como se espera es primera de grupo (Irlanda no es rival de una Selección en la que todos los jugadores del Madrid serán titulares), donde incluso es posible que gane si Italia se clasifica primera de grupo y, por tanto, el rival es EE.UU., la auténtica sorpresa del Mundial (que Dios perdone a este Mundial heterodoxo en el que ni siquiera tenemos la oportunidad de reírnos, por una vez, de los yanquis en una competición deportiva) o Croacia. Por supuesto, si la Selección comienza por hacer el ridículo ya en la primera fase y pierde contra Sudáfrica será eliminada ya en octavos por Alemania, un equipo sin un solo jugador bueno pero con 23 jugadores alemanes (y España de estos sólo tiene uno, Curro Torres, por nacimiento y por juego).
03/06/2002: Comienza el Mundial
Ya ha comenzado el espectáculo, esta vez más descafeinado que nunca (a la FIFA no se le ha ocurrido nada mejor que celebrar un Mundial en el otro lado del mundo, para que disfrutemos de partidos de fútbol de buena mañana), pero con la entidad que siempre tiene el campeonato del mundo. Por ahora, la competición ha arrojado los siguientes datos de interés:
– Definitiva eclosión del fútbol africano, que consigue un meritorio empate contra Paraguay, uno de los “gallitos” del Grupo de la Muerte en que está encuadrada España (con Eslovenia, Sudáfrica y Paraguay; cuidadito), y da la auténtica campanada contra Francia. La victoria de Senegal en la inauguración del Mundial no tuvo nada que ver con la de Camerún ante Argentina en Italia 90. En esta ocasión, los senegaleses le jugaron de poder a poder a la selección francesa, que de buenas a primeras se pone al borde del precipicio como si la cercanía de su país a España fuera suficiente como para hacer el ridículo en competiciones internacionales.
– Nuevo fracaso del fútbol africano, el eterno aspirante que luego no confirma nada (por falta de sentido futbolístico y de disciplina, es decir: porque aún creen que esto es un espectáculo para divertirse. Pues no; el fútbol es algo muy serio, señores). Derrota de Nigeria, integrante del Grupo de la Muerte en el que estuvo encuadrada España en el 98, frente a Argentina y ridículo empate de Camerún, la mejor selección africana, frente a Irlanda, que mereció ganar el partido. Además, y por si esto no fuera suficiente, la selección francesa, plagada de africanos de las antiguas colonias, también hizo el ridículo.
– Inglaterra vuelve a hacer el ridículo a las primeras de cambio, como siempre, con un pobre empate frente a Suecia, mientras Alemania, denostada las semanas anteriores del Mundial, da un espectáculo de alemanidad digno de mejor causa, aplastando a Arabia Saudí por un contundente ocho a cero, que tiene dos consecuencias; la presentación de las aspiraciones al título de Alemania (cuentan con un jugador de calidad, Ballack, lo cual para Alemania es más que suficiente) y el inminente peligro, a partir de ahora, de que un comado terrorista islámico decida actuar en Alemania para poner de manifiesto las contradicciones del mundo occidental y, de paso, se lleve por delante las vidas de cientos de personas.
– La gracia de hacer un Mundial en Corea del Sur tiene como consecuencia que hay que ver los partidos de buena mañana, aguantar a los comentaristas de Antena 3 y, sobre todo, aguantar a un público totalmente ignorante de los secretos del juego animando de forma totalmente mecánica a las selecciones que se enfrentan en cada partido porque así se lo ha pedido el Gobierno. Estos orientales están locos. Y total, para que sus equipos no superen la primera fase y por esos países no se acerce ni Dios a ver el Mundial, dada la carestía de la vida y el nulo interés de ambas civilizaciones.
– Entrando ya puestos en una dinámica eurocentrista, convendría ir dejando claro que jugar al fútbol, lo que se dice jugar al fútbol, sólo saben europeos y sudamericanos, con un margen para que los africanos se exhiban en los prolegómenos del torneo y luego sean eliminados a lo sumo en cuartos de final. El fútbol asiático, por llamarlo de alguna manera, está ahí únicamente para ser goleado, y la mayor parte del fútbol africano también. Ya puestos, y teniendo en cuenta que el público entendedor del fútbol sólo está en Europa y Sudamérica, sería hora de que afrontáramos esta situación con valentía y se configurara un Mundial en el que las mejores selecciones estuvieran auténticamente representadas, con las siguientes características: a) 24 equipos; b) 16 europeos, 6 latinoamericanos , 1 africano y 1 “resto del mundo” para que sea goleado; c) De cada tres mundiales, dos en Europa y uno en Latinoamérica. Y ya está, buena parte de los problemas del fútbol internacional solucionados. Pero claro está, mientras tanto habrá que tragarse el engendro ideado por la FIFA (un país en el que todo se llama Hyundai y comen carne de perro, ¡habráse visto!).
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