Luis Aragonés

ANÁLISIS ENTRENADORES

Luis Aragonés es el candidato número uno para dirigir la Selección Española prácticamente desde que España existe. Los Reyes Católicos ya pensaron en Luis, según sabemos ahora, para dirigir a Colón en el Descubrimiento de América, pero no se pusieron de acuerdo en las primas.

Todos coinciden en que Luis es un tío entrañable, como no podía ser menos de alguien que ha aguantado a Gil durante varios años en el Atlético. Nosotros añadiríamos que es divertido tener a un ludópata de entrenador, porque garantiza el máximo interés por todo lo que rodea al juego. Luis Aragonés fue un exquisito jugador, aunque ninguno de nosotros lo hemos visto jugar jamás. Cuando se fundió todo lo que le quedaba en el Casino de Madrid, empezó su fructífera carrera como entrenador en el Atlético y el Barça, donde tuvo el buen criterio de ponerse de lado de los jugadores en el famoso motín del Hesperia, que consistió, al parecer, en que los jugadores del Barça exigían ser tratados como auténticos y genuinos holandeses (Núñez se negó, claro).

Después se pegó varios años en el Atlético metiéndolo en la UEFA y ganando copas del Rey, razón por la cual Gil, ansioso de emociones fuertes, lo echó sin contemplaciones. Ahí comenzó la gran etapa de Luis en el mítico Sevilla de principios de los 90. Recuerden: Diego, Martagón, Prieto, Simeone, Rafa Paz, … y un tal Suker que ya iba a la feria pero aún no gastaba sus energías en jugar con el hijo de Ana Obregón. Qué fútbol, qué maravilla, qué contragolpe, qué patadas pegaba el equipo de Luis, con un banquillo compuesto casi exclusivamente de chicos de la cantera (todos defensas).

En esta etapa pudimos asistir a la manifestación espontánea de toda la humanidad de Luis: en un partido amistoso con el Nápoles, en estos torneos de verano que los aficionados aguantamos con paciencia infinita, en un partido amistoso, decimos, Luis se lió a leches con el entrenador del Nápoles por una discusión banal. Y es que Luis vive el fútbol a flor de piel, como si se hubiera apostado la vida en una especie de ruleta rusa (tampoco anda tan alejado de la realidad).

Dos años en Valencia le sirvieron para chocar con Romario, algo incomprensible tratándose de dos profesionales tan serios y contrastados, aunque lógico si hacemos caso a los rumores que indican que Luis pretendía que Romario trabajase de vez en cuando. El primer año, sin Romario, todo fueron éxitos, el Valencia a punto de ganar la Liga, buen juego y goles (es decir, llegamos a creernos aquello de que a Luis le importa el buen juego). Con Romario, el desastre.

A finales del siglo XX globo sonda de la Selección pinchó cuando la FEF se negó a aceptar a la pareja de mus de Luis como segundo entrenador. Luis, haciendo gala de una gran profesionalidad que nadie le niega, renunció a entrenar a España con ayudantes impuestos (y otro gran profesional, Camacho, aceptó a Delgado Meco como preparador técnico, y lo ponía de segundo entrenador si hacía falta; la Selección no era ningún chollo, pero cualquier cosa es mejor que el Real Madrid de aquel entonces). Tampoco era muy grave, Luis sólo tenía que esperar a que Camacho fracasara en la Copa del Mundo correspondiente (la de Corea del Sur y Japón, en 2002) para ver cómo volvía a presentarse ese tren que sólo pasa una vez en la vida. Téngase en cuenta que en el fútbol moderno las selecciones nacionales tienen un prestigio equivalente al de los fichajes invernales del Sestao. De forma que suelen estar entrenadas por entrañables viejas glorias, dado que el mundo del belompié todavía no consiente lo que es norma en otros deportes: compatibilizar llevar a un club y a la selección.

De manera que Luis sólo tuvo que esperar entrenando a equipos de relumbrón como el Oviedo o el Mallorca unos añitos. Ya se sabe, aplicando sus habituales métodos, con espectaculares segundas vueltas que compensaban los pésimos arranques de campeonato. Eso, si Luis llegaba a acabar la temporada. Y eso, además, siendo optimistas. Cuando se consumó lo de Japón y Corea España fijó sus esperanzas de renovación en un meritorio de la Federación, y parecía que ya se le había escapado a Luis por segunda vez ese tren que sólo pasa una vez. Pero la capacidad de la selección de hacer el ridículo en fases finales todo lo puede y la Eurocopa de Portugal fue mano de santo. Por ello, y desde 2004, Luis dirige con mano de hierro un grupo de profesionales que, articulado en torno al Más Listo de la Clase, está dispuesto a hacer lo que sea por un país que afronta el reto a punto de disgregarse definitivamente. Dado que ha acreditado un racismo en el puesto que lo equipara en intención y buena voluntad al sin par Xabi Clemente, podemos aspirar a vivir emociones que tras la marcha del de Barakaldo se daban por perdidas. Cunde por ello el ánimo en la selección, en los españoles y, por determinación de los hados mediante sorteo, en las gentes de bien de las naciones agraciadas (en este caso, Ucrania, Túnez y Arabia Saudí).seo раскрутка сайтаfrench translation service


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