El PER negativo
La base económica de un modelo extraterrestre
El desastre de Internet hunde sus raíces en las contradicciones internas del modelo económico de las empresas (por llamarlas de alguna forma) de las Nuevas Tecnologías, particularmente la paradoja de que el objetivo último de perder cada vez más es luego ganar mucho. La pérfida ambición, el pecaminoso deseo de enriquecerse rápidamente y de forma ilícita, está en la raíz del fracaso. Aunque en verdad podríamos decir que la Nueva Economía, en su época gloriosa, se asemejaba bastante a la parábola de los talentos (base fundamental de la ética protestante del trabajo), el hecho de que esto no se consiguiera con trabajo alguno, sino simplemente con pérdidas, podría resultar sorprendente para algunos. Quizás esta aparente contradicción entre las promesas de la Nueva Economía y sus pobres cifras (nulas expectativas de beneficios, pérdidas cada vez mayores, servicios sin interés alguno, etc.) esconde un error de principiante: asumir que a los defensores de la Nueva Economía les preocupa lo más mínimo la cuestión de las cifras.
La matemática. Ciencia admirable que los que intentamos traer la Buena Nueva a este sufrido mundo rechazamos, sin embargo, sin contemplaciones. Las reglas matemáticas clásicas resultan habitualmente muy desagradables para aquellos que quieran buscar algún elemento de juicio positivo, desde una perspectiva racional, para los valores tecnológicos. Vano intento. La Nueva Economía, no nos cansaremos de repetirlo, es ante todo una cuestión de fe. Por eso el sorprendente modelo de cálculo del PER que presentamos a continuación no debería ser leído en ningún caso bajo ningún criterio que se atenga a la racionalidad económica. Es un ejercicio de “contabilidad creativa” muy habitual, por otro lado, en nuestro mundo empresarial. Sólo que la Nueva Economía riza el rizo.
Como Ustedes saben, las empresas tecnológicas, con algunas deshonrosas excepciones, por lo general no han cometido la herejía de presentar beneficios; por tanto, según los cálculos tradicionales, el PER sería inexistente, o tendente al infinito. La demostración de esto se basa, empero, en un cálculo del PER fundamentado en antiguas, retrógradas y, en suma, científicas maneras de trabajar con las cifras. Si el PER = cotización / Beneficio por Acción (BPA), cualquier empresa tecnológica tendrá un PER infinito, por una sencilla razón: BPA = Beneficios / número de acciones. Tomando un ejemplo paradigmático, Terra Networks, como los beneficios no existen (100.000 millones de pérdidas), BPA = 0 / N, es decir, 0. Y por lo tanto, PER = 10 / 0, lo cual, como sabrán todos ustedes por haberlo aprendido en el colegio a no ser que la maligna LOGSE haya hecho estragos incluso en el campo de las matemáticas, da un impepinable resultado infinito. Y poca gente en su sano juicio invertiría su dinero en una empresa con PER infinito, es decir con pérdidas, máxime cuando se trata de empresas que, según criterios de la Vieja Economía, siguen muy sobrevaloradas.
Sin embargo, creo que hay que mirar más allá, siempre más allá, en general siempre fuera de los límites del mundo real, y acuñar un modelo de cálculo del PER que se salga del restringido campo de las empresas con beneficios. Si partimos de la base de que las pérdidas no sólo no son malas sino deseables en cuanto signo de crecimiento (ya saben que este es el fundamento último de la Nueva Economía), no tendríamos por qué asumir que cualquier número negativo es igual a 0, sino suponer que los números negativos tienen, por así decirlo, “vida propia”, y que el beneficio negativo es tan respetable, o más, como el positivo, o lo que tradicionalmente se consideraba beneficio. Si consideramos el “beneficio negativo” como un valor en sí mismo, en lugar de una constante siempre igual a cero, las cosas cambian considerablemente. En tal caso, el BPA (que ya no sería BPA, sino PPA, es decir, “Pérdida Por Acción”, o BNPA, “Beneficio Negativo Por Acción) nos da, siguiendo con el ejemplo de Terra Networks, un resultado muy distinto. Según páginas enormemente fiables del mundo internáutico, también empeñadas en la contabilidad creativa y, por tanto, la viabilidad de los números negativos, el BPA de Terra Networks se situaría en – 0’89. Resulta curioso que estos analistas de prestigio asuman que se puede hablar de “Beneficio negativo”, pero si ellos lo hacen debe ser una prueba de la viabilidad de nuestro modelo.
Y con un BPA, aunque sea negativo, de cualquier cifra, el PER ya puede calcularse: PER = 9’8 / -0’89, es decir, – 11, un atractivo PER negativo. Si todos nos lanzaríamos, en principio, a comprar empresas que tuvieran un PER de 1, ¿por qué no hacerlo con empresas que han conseguido hilar suficientemente fino como para presentar números negativos?
Las cosas, sin embargo, no son tan fáciles. Hace unos meses habría sido viable incluso presentar este alucinante modelo sin rodearlo de ribetes teológicos para justificar su acendrada irracionalidad. Muchos de los gurús que recomendaban, sin despeinarse, comprar Terra a 100 euros sin duda apoyarían su argumentación en que por entonces Terra tenía un PER de – 40 (pues las pérdidas no eran tan grandiosas), es decir, aún más interesante si consideramos que el negativo no es tanto un “reverso tenebroso” de los números positivos sino su continuación natural, como si el 0, desprovisto ya de toda la mitología que ha rodeado a este número, no fuera ninguna frontera. Si el único criterio para considerar el interés que tiene una empresa es que su PER sea lo más bajo posible, ¿qué hay más bajo que algo por debajo de 0? Como ya decimos, empero, las cosas, inexplicablemente, no se ven así. Los empresarios que hace no tanto tiempo competían entre sí para “crecer” y demostrar de esta manera que ellos también creían en el dogma de fe de la Nueva Economía han dado un giro radical a sus planteamientos. Súbitamente, sin comerlo ni beberlo, las pérdidas han dejado de estar bien vistas, y todas las empresas de Internet están llevando a cabo una ofensiva que paulatinamente se irá incrementando para sacar beneficios de debajo de las piedras. La conclusión lógica de este proceso, como no podía ser menos, es la de cobrar por los servicios ofertados. Yahoo, Terra, Amazon, todos los símbolos de la Nueva Economía están adoptando medidas en ese sentido. Sobre las implicaciones del cobro por servicios de toda índole en Internet, y sobre todo, sobre el inminente, espectacular, y divertido fracaso que cosecharán las empresas en este empeño de cobrar por lo que siempre, cuando lo importante era que los usuarios vieran banners publicitarios, había sido gratuito, hablaremos próximamente.
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